Cuando se convoca a una
huelga nacional en cualquier país del mundo, el gobierno de turno se dedica a
rechazar las demandas de los huelguistas. Lo extraño es que la cabeza de dicho
gobierno formule una arenga a favor de la huelga. Esto es precisamente lo que
ha hecho la presidenta Cristina Fernández, en un discurso que no tiene
desperdicio.
Amigo lector: está claro que
Cristina y el “kirchnerismo” rechazan de plano el paro nacional convocado por
Hugo Moyano. Pero, al atacar al paro e incurrir en ese ataque en toda una serie
de lugares comunes caros a nuestra clase media, la presidenta formuló una
encendida defensa de los motivos del paro nacional, de un modo mucho más
preciso que lo planteado por el mismo Moyano. Mejor dicho, Cristina, sin
quererlo, puso al desnudo algunas de las bases sobre las que se sustentó el
modelo de acumulación de capital instaurado en Argentina a partir de 2002.
En primer lugar, Cristina
declaró que la mayoría de los trabajadores en Argentina perciben bajos
salarios. Dejemos hablar a la señora presidenta:
“Yo quiero
dirigirme a todos los argentinos para decirles que hay 9 millones de argentinos
registrados, tenemos un 32 por ciento que está sin registro, trabajo en negro,
más un 7 por ciento de desocupación porque está muy en boga este tema del
impuesto a las ganancias, que en realidad más que impuesto a las ganancias es
un impuesto a los altos ingresos, que existe en todas partes del mundo. Y yo
quiero decirles que de acuerdo con nuestros archivos, a la información que
contiene el SIPA, que tiene la AFIP, solamente de esos 9 millones 159 mil el 19
por ciento paga impuesto a las ganancias o a los altos ingresos; el 81 por
ciento de los trabajadores no llega a los mínimos no imponibles, estoy hablando
de los registrados. Vuelvo a reiterar: tenemos un 32 en negro y un 7 por ciento
de desocupados que están cubiertos con la Asignación Universal por Hijo que
cubre a 3.800.000 pibes y 1.800.000 familias.”
Que se entienda claro. Son palabras de la señora
presidenta de todos los argentinos, no de un izquierdista trasnochado. En un
país que ha experimentado altas tasas de crecimiento desde el 2002, que forma
parte del G-20 (los países más desarrollados del mundo), que ha impulsado “un
proyecto de emancipación nacional y social”, en ese mismo país sólo 159.000
trabajadores pagan impuesto a las ganancias (perdón, a los altos ingresos).
En segundo lugar, la señora presidenta fue por más
y reconoció que “tenemos un 32 por ciento que está sin registro, trabajo en
negro, más un 7 por ciento de desocupación (…) tenemos un 32 en negro y un 7
por ciento de desocupados que están cubiertos con la Asignación Universal por
Hijo que cubre a 3.800.000 pibes y 1.800.000 familias.”
En otras palabras, en el capitalismo ordenado que
pregona la señora presidenta, uno de cada tres trabajadores está en negro. Si
sumamos a este grupo los trabajadores desocupados, tenemos que 4 de cada 10
trabajadores en Argentina tienen serios problemas laborales (o están
desocupados o están trabajando en negro). La cifra habla por sí misma, sobre
todo si se tiene en cuenta que se da en una época en la que el capital ha
obtenido enormes ganancias en Argentina, a punto tal que la misma señora
presidenta ha dicho que los empresarios “la levantaban con pala” (refiriéndose
a las ganancias).
Dado lo anterior, no es extraño que Cristina diga: “Estoy
hablando de los que tienen la suerte de tener trabajo, obra social y jubilación
asegurada, PAMI”. En verdad es una “suerte” ser un trabajador “registrado” en
Argentina cuando un 40% de los trabajadores padecen desocupación o trabajo en
negro. ¿Suena pesimista? Es posible, pero son las palabras de la señora
presidenta.
Si usted tiene la suerte de pertenecer al grupo que
tiene trabajo y, además, está “registrado”, no cante victoria: es altamente
probable que se encuentre entre los integrantes del grupo que no percibe altos
ingresos. Tenga presente que, según Cristina, sólo el 19% integra esa elite. Es
muy probable que usted sea un perdedor, y forme parte del sufrido 81% de los
perdedores. Pero puede estar contento: tiene un trabajo “registrado”.
En tercer lugar, Cristina manifiesta claramente la
enorme desigualdad tanto entre trabajadores y empresarios, como al interior de
los trabajadores mismos:
“¿Cómo se reparte? Los peronistas siempre dijimos
el fifthy – fifthy, que queríamos llegar al 50 por ciento el capital y 50 por
ciento el trabajo, estamos llegando al 50 por ciento en el trabajo, el problema
empieza ahora en cómo se distribuye ese 50 por ciento dentro de la propia masa
de los trabajadores. Uno diría bueno, van a ganar más los que tengan mayores
capacidades, los que hayan estudiado más, los que sean más necesarios, ganarán
más los médicos de hospitales, los investigadores del CONICET, los profesores
de las universidades. No, lamento informarles que no es así. Muchas veces los
salarios se obtienen por la capacidad de presión, esto es cuánto puedo amenazar
y perjudicar a la sociedad para obtener un determinado salario, y acá está la
gran madre del borrego, o del Dorrego como decía un amigo mío: de esos 62.000
millones de masa salarial registrada el 19 por ciento de los trabajadores se
queda con el 41 por ciento, y el 81 por ciento de los trabajadores se queda con
el 59 por ciento. Con lo cual me parece que sería muy interesante comenzar a
discutir en la Argentina esto de hacer socialismo con la plata del Estado y de
los demás, pero cuando te vienen a tocar la tuya te convertís en el liberal más
acérrimo, me parece que hay que rediscutirlo, sobre todo si te querés seguir
llamando peronista.”
En criollo. Los trabajadores, que generan día a día
la riqueza del país, perciben cerca del 50 de los ingresos anuales. Los
empresarios, que “la levantan con pala”, se llevan el otro 50% en concepto de…su
propiedad privada de los medios de producción. ¡Pavada de arreglo!
Por otro lado, las reglas de juego del capitalismo
organizado que propone la señora presidenta generan una enorme competencia
entre los trabajadores, que se traduce en las grandes desigualdades que se
verifican al interior de los trabajadores.
Ahora bien, para que una minoría de empresarios se
lleve la mitad de los ingresos anuales generados por los trabajadores, ¿no es
preciso, justamente, que esos trabajadores se encuentren divididos?
En este marco, no es extraño que el Estado deba
subsidiar a los trabajadores:
“…me olvido de algo, además de esto todos,
desocupados, no registrados, registrados, con ingresos altos, con ingresos
bajos, todos están subsidiados en transporte, en luz, en gas, en agua y en
combustible”. Todo esto, insistimos, en el marco de un crecimiento económico extraordinario.
No contenta con agitar a favor de la huelga
nacional, la señora presidenta hizo referencia a la situación de los
trabajadores latinoamericanos:
“…estamos hablando del mejor salario de toda
América latina, no solamente en términos nominales sino en términos de poder
adquisitivo. No solamente es el salario más alto sino con el que más cosas se
pueden comprar respecto de todos los demás países de Latinoamérica.”
El lector puede estar tranquilo, siempre y cuando
sea un trabajador argentino “registrado” (los inmigrantes “ilegales” no
cuentan). Sin embargo, la señora presidenta había indicado, un poco antes en su
discurso, la extrema heterogeneidad de los ingresos de los trabajadores
argentinos. ¿Sólo la elite de altos ingresos es la que ocupa el podio entre los
trabajadores latinoamericanos? De todos modos, si Argentina encabeza el ranking
salarial latinoamericano, ¿qué puede decirse de las situaciones de explotación
imperantes en otros países hermanos?
Si el lector piensa que exageré en esta nota, le
recomendamos fervorosamente la lectura del discurso completo de Cristina. Allí
encontrará todo esto y mucho más.
Hoy corresponde adherir al paro, más allá de Moyano
y otros personajes mucho más nefastos que apoyan la medida. El árbol no puede
tapar el bosque de la situación social en Argentina.
Total, la misma señora presidenta justificó la
medida con su discurso del día de ayer…