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jueves, 8 de septiembre de 2011

HISTORIA DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA (19): EPÍGONOS DEL CARTISMO



Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página.

29. Epígonos del cartismo: Ernest Jones (1819-1869). (1).

Fuertemente influenciado por Karl Marx (1818-1883), aunque su socialismo seguía siendo más agrícola que industrial.

"Su dogma central fue la lucha de clases como forma necesaria del desarrollo social; y a esto iba unido una insistencia en la doctrina de la plusvalía (2) y en la tendencia histórica hacia la concentración del capital. Jones daba gran importancia a los sindicatos obreros como instrumentos para organizar la lucha de clases, y para que se desarrollase su conciencia de clase; y siempre pensó que los sindicalistas necesitaban una fuerte dirección política que ampliase sus objetivos y que los convirtiese en auxiliares para una lucha esencialmente política contra el capitalismo." (I: 155).

Desde 1825 las trade unions habían adquirido un fuerte desarrollo. Las derrotas de 1834, 1839, 1842 y 1848, tanto de los sindicatos como del cartismo, pusieron como tema principal de los debates en el movimiento obrero inglés la cuestión de los medios para enfrentar al capitalismo. Los militantes obreros se encontraban, en principio, ante dos caminos principales: a) Discutir las condiciones y el precio de venta de la fuerza de trabajo, aceptando el sistema capitalista y adoptando una actitud meramente mercantil, cuyo emblema es la lucha salarial. Este camino conduce a la construcción de un movimiento obrero funcional al capitalismo; b) Discutir el hecho mismo de la venta de la fuerza de trabajo y la base en que se apoya la misma, esto es, la propiedad privada de los medios de producción. Esta vía lleva a la construcción de un movimiento socialista, anticapitalista. En este último camino, los problemas son, por supuesto, mucho más serios que en caso del primero. Entre otras cosas, supone construir una organización política autónoma, que trascienda el "regateo" por la fuerza de trabajo, que discuta los pilares mismos de la dominación capitalista. El Estado ya no puede ser visto como un interlocutor o un árbitro,sino que pasa a ser una posición a conquistar, un obstáculo a remover. Para ello hay que construir organización política, poner en el centro de la acción política el problema del poder y transformar la insurrección y la lucha armada en cuestiones prácticas, no en quimeras o en bravatas adolescentes.

Tomando el planteo de Jones, ¿pueden los sindicatos cumplir el papel del partido revolucionario? La experiencia histórica muestra que no. Los sindicatos están demasiado atados a la lucha económica, y deben cobijar a trabajadores de todos las tendencias políticas. Los cartistas no tuvieron éxito en encarar la construcción de un partido político propio.

En la década de 1850, Jones defendió la nacionalización de la tierra. "Quería que un Estado reformado, basado en el sufragio universal, comprase la tierra, o la adquiriese confiscándola, y estableciese en ella al exceso de obreros urbanos mediante colonias interiores, que seguía concibiendo como formadas por agricultores trabajando individualmente." (I: 155). (3)

Radicado en Manchester, se fue apartando del marxismo y pasó a defender la tesis de la necesidad de contar con las clases medias para que los obreros lograran el derecho de voto. Cole dice que Marx siguió respetándolo. (I: 156).

30. Epígonos del cartismo: George Julian Harney (1817-1897).

Harney secundó a O'Connor y había colaborado en THE NORTHERN STAR. Publicó RED REPUBLICAN y la DEMOCRATIC REVIEW. En 1850 publicó la 1º traducción inglesa del Manifiesto Comunista. Trató de transformar a la RED REPUBLICAN en órgano del movimiento revolucionario internacional del movimiento revolucionario internacional de 1848. (I: 156).

En 1850 Harney y los Demócratas Fraternales se unieron al grupo de Marx y a los partidarios de Blanqui. Surgió la Liga Universal de Comunistas Revolucionarios, con sede en Londres. La Liga defendió la dictadura del proletariado y la revolución permanente hasta la concreción del comunismo. (I: 156).

Harney entró en lucha con Jones por la jefatura del ala izquierda del cartismo: "Quería que todos fuesen amigos, y que todos se diesen la mano en un movimiento único animado por el espíritu de fraternidad republicana. Pensaba que Marx era egoísta e intolerante, y Marx pensaba de él que era un estúpido presumido." (I: 156). Jones, que contaba con el apoyo de Marx, desplazó rápidamente a Harney. (I: 156).

En la década de 1850 se estableció en las islas del Canal, donde hizo causa común con los exiliados franceses establecidos allí, entre los que se encontraba el escritor francés Victor Hugo (1802-1885). (I: 155).

31. Epígonos del cartismo: Bronterre O'Brien (1805-1864). (4).

Antes de la última ofensiva cartista (1848), había pertenecido al grupo partidario de la "fuerza física" (6). Difundió las ideas de Babeauf (1760-1797) en Gran Bretaña con su traducción anotada del libro de Buonarroti. Lugarteniente de O'Connor, luego se opuso al proyecto agrario de éste. (I: 157).

El año 1848 representó una divisoria de aguas en su trayectoria. Se opuso a los proyectos de insurrección defendido por varios grupos cartistas, separándose de la asamblea cartista en señal de protesta. O' Brien pasó a liderar a los grupos moderados del cartismo en la Liga Nacional de la Reforma, que intentaba aglutinar a owenistas, otros socialistas utópicos y partidarios de la reforma constitucional. (I: 157).

En 1849 publicó la primera parte de su libro, The Rise, Progress and Phases of Human Slavery (5), que nunca llegó a terminar. Sostuvo que "las llamadas clases obreras constituyen la población esclava de los países civilizados" (I: 157; la cita entrecomillada es reproducida por Cole del texto de O'Brien). La esclavitud moderna sólo terminaría con una conmoción social, que podría tomar la forma de una revolución violenta o la de una reforma pacífica. O'Brien era partidario de la 2º opción. (I: 157).

En 1850 se produjo la formación de la Liga Nacional de la Reforma, a través de la confluencia de O' Brien, G. W. M. Reynolds (1814-1879) y el propagandista oweniano Lloyd Jones (1811-1886). Elaboraron las Propuestas de la Liga Nacional de la Reforma, influenciados por el socialismo francés de la década de 1840.

El programa de la Liga puede sintetizarse en los siguientes puntos:

1) Reforma de la Ley de Beneficencia, para proporcionar trabajo o auxilio en condiciones razonables. Para lograr esto, proponían un sistema centralizado de impuestos equitativos.

2) Compra de tierras por el Estado, para establecer en ella a los obreros desocupados, ya fuera en comunidades cooperativas owenianas, o en colonias agrícolas tipo O' Connor. Cada beneficiario debía escoger entre dichas formas de organización.

3) Rebaja de la deuda nacional en proporción a la baja de precios desde las guerras napoleónicas. Liquidación de la deuda restante mediante una contribución sobre la propiedad.

4) Nacionalización gradual de la tierra (incluyendo minerales, minas y pesquerías). Con esos recursos debían ejecutarse las obras públicas y financiarse un sistema de educación pública.

5) Nuevo sistema monetario.

6) Sistema de crédito público para fomentar las cooperativas y las pequeñas empresas.

7) Establecimiento en todas partes de bolsas de trabajo. Allí se cambiarían los productos de los distintos oficios. La idea era sustituir a la competencia.

8) Nacionalización, en una etapa posterior, de los ferrocarriles, canales, puentes, puertos, obras hidráulicas, etc.

Al final del programa se defendía la tesis de la "religión racional" de Owen (I: 158-159).Conviene hacer notar que el programa no contiene nada referido a la propiedad privada de los medios de producción, ni a la cuestión del sufragio universal.

El programa de la Liga fue apoyado por la Asociación Nacional de la Carta y por los Demócratas Fraternales. El REYNOLD'S NEWSPAPER pasó a ser vocero del movimiento. (I: 158). Todo esto duró poco. La Asociación Nacional de la Carta dejó de apoyar a la Liga. En 1855 O' Brien abandonó la política. El REYNOLD'S NEWSPAPER terminó por ser el vocero del movimiento cooperativista. (I: 158).

Mataderos, jueves 8 de septiembre de 2011

NOTAS:

(1) En las décadas de 1840 y 1850, Jones proclamó su adhesión al cartismo de la "fuerza física". Para esta corriente del movimiento cartista, consultar la nota anterior de esta serie: http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2011/07/historia-del-movimiento-socialista-18.html

(2) Marx descubrió su teoría del plusvalor hacia fines de la década de 1850. Esto quedó plasmado en los Grundrisse. Cole confunde aquí la teoría marxista del plusvalor con los planteos de los ricardianos de izquierda. Ver al respecto la nota: http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2011/07/historia-del-movimiento-socialista-15.html

(3) Para el programa agrario cartista, consultar la nota mencionada en (1).

(4) Cole afirma que era O' Brien era alcohólico. (I: 157).

(5) En The Open Library se encuentra disponible online la edición inglesa de 1885: http://www.archive.org/stream/riseprogressphas00obriuoft#page/n5/mode/2up

(6) Ver al respecto la nota 1.

jueves, 28 de julio de 2011

HISTORIA DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA (18): EL CARTISMO


Dedicado a los muertos por la policía en el desalojo de los ocupantes
de las tierras de los terratenientes Blaquier, en la ciudad de Libertador
General San Martín (provincia de Jujuy), el 28 de julio de 2011




28. El cartismo. (1)

La derrota de los sindicatos en 1834 generó una profunda discusión en el seno del movimiento obrero inglés. Muchos militantes se dedicaron a leer sobre economía política para tratar de comprender las causas del fracaso. Hay que tener en cuenta que muchos de ellos habían pasado también por la desilusionante experiencia de la Reform Act (1832), que no extendió el derecho a votar a los trabajadores. "Convencidos de que la acción sindical sola no podría triunfar en contra del Parlamento dominado ahora por una combinación de nuevas y antiguas clases acomodadas, volvieron a la idea de unir a la clase obrera, en primer lugar, para pedir que se concediese a todos los varones el derecho de sufragio (...) Este programa creian que serviría para unir a las principales fuerzas descontentas y, si triunfaban, proporcionaría una base firme para presionar sobre las peticiones de carácter económico." (I: 145).

Un grupo de militantes de la
London Working Men's Association comenzó la tarea de unir a los obreros radicales de las provincias, de Gales y de Escocia, a los reformadores de Birmingham, detrás de un petitorio político de los trabajadores. Los principales dirigentes del grupo de Londres eran: William Lovett (1800-1877), Henry Hetherington (1792-1849), James Watson (1799-1874), Robert Hartwell y Henry Vincent (1813-1878). (I: 144-145). Hay que destacar que eran socialistas, es decir, owenistas, y consideraban a la reforma parlamentaria como un paso para implementar el sistema cooperativista. Pero, los cartistas fueron alejándose del owenismo (2), corriente que rechazaba la lucha de clases, tenía poca estima por la acción política y se estaba transformando aceleradamente en un movimiento cuasi - religioso, que promovía la creación de comunidades ideales. (I: 144-146).

La
People's Charter comenzó a ser discutida a principios de 1837 (3). Fue publicada en mayo de 1838. Sus seis puntos eran:

1) Derecho de sufragio para los varones;

2) Voto secreto;

3) Supresión de la condición de ser propietario para pertenecer al Parlamento;

4) Sueldo permanente para los miembros del Parlamento;

5) Distritos electorales iguales;

6) Parlamentos anuales.

La People's Charter fue el producto de la confluencia y las discusiones de varios grupos que representaban el amplio espectro de las fuerzas obreras y democráticas-radicales. Además del grupo de Londres ya mencionado, participaron:

a) El grupo de reformadores radicales dirigido por Thomas Attwood (1783-1856), que enfatizaba la reforma del sistema monetario. Redactó la
Petición de Birmingham, que contenía cinco puntos: 1) Derecho de sufragio para los cabezas de familia; 2) Voto secreto; 3) Parlamentos de 3 años; 4) Dietas de asistencia para los representantes en el Parlamento; 5) Supresión del requisito de ser propietario para formar parte del Parlamento. (I: 145).

b) El grupo de revolucionarios liderado por James Bronterre O'Brien (1805-1864) y George Julian Harney (1817-1897). Tenía sede en Londres y se nucleaba en torno al periódico de O'Brien, THE OPERATIVE. Fundaron la
London Democratic Association, opositora a la London Working Men's Association. Se inspiraban en el ejemplo de la Revolución Francesa, en especial en Robespierre y en Babeauf. "Eran revolucionarios más bien que reformadores sociales, y tenían un marcado carácter internacionalista. Su socialismo era esencialmente proletario y no oweniano; en todo caso estaba basado en la idea de un levantamiento de la clase obrera contra los ricos. Desdeñaban la respetabilidad del grupo de Lovett, así como la tendencia de los partidarios de Attwood a favorecer la alianza entre la clase media y la clase obrera. No eran 'socialistas' a la manera de Owen o de Fourier, sino más bien a la de Blanqui y del ala izquierda de los movimientos parisienses de la década de 1830." (I: 146). O´Brien colaboró con Feargus O'Connor (1796-1855). (I: 146).

c) En los distritos industriales del norte la preocupación principal de los obreros era la lucha contra la opresión económica. En Lancashire y en Yorkshire había un movimiento de oposición a la Ley de Beneficencia de 1834 y en favor de la "Reforma de las Fábricas". Los dirigentes de estos movimientos eran John Fielden (1784-1849), un patrón radical; Richard Oastler (1789-1861), un
tory de la secta evangélica; Joseph Rayner Stephens (1805-1879), un predicador radical disidente. (I: 147). Ninguno de ellos era socialista (I: 147). En 1837 comenzó a actuar en el norte Feargus O´Connor, un excelente orador, quien empezó a publicar el periódico THE NORTHERN STAR. Nucleó a los restos de los sindicatos obreros de Yorkshire. Frente a la agitación en favor de la Factory Reform, O'Connor y su grupo sostuvieron que sólo mediante el esfuerzo de los propios obreros se podrían conseguir las reformas. Esto los volcó al cartismo, sin renunciar al apoyo a Oastler y Stephens en la lucha contra las nuevas juntas de patronos (Boards of Guardians), que eliminaban el derecho a asistencia de los trabajadores y los condenaban al encierro en los workhouses. (I: 147-148).

O'Connor era, ante todo, un defensor del ideal del pequeño campesino propietario. Autor de
The Management of Small Farms, en la que promovió la división de la tierra entre los campesinos propietarios. Sostenía que ello aumentaría la productividad del suelo y provocaría un alza de los salarios, al disminuir la competencia entre los trabajadores. Rechazó la propuesta oweniana de fundar granjas colectivas. Logró fundar algunas colonias agrícolas "cartistas" (Charterville, O'Connorville, etc.), que consistieron en pequeñas granjas de propiedad individual. (I: 148).

El hecho de que el cartismo fuera el punto de confluencia de diversas corrientes político-ideológicos generó, rápidamente, una serie de conflictos internos. Hay que tener presente que dentro del cartismo convivían un ala democrático-burguesa (Attwood), un ala reformista obrera (Lovett y buena parte de las
trade-unions) y un ala revolucionaria-obrera (O´Brien).

Algunos de los debates "eternos" del movimiento obrero se encuentran prefigurados ya en esta época. Sobre todo, la política de alianzas de los trabajadores y la necesidad de contar con una organización política propia. Estos son puntos fundamentales y están encadenados. La existencia de una organización política propia, esto es, de una organización que abogue por los intereses de clase de los trabajadores en tanto opuestos de manera irreductible al capitalismo, es condición necesaria para poder encarar correctamente la política de alianzas. Autonomía de la clase trabajadora implica construir una alternativa política a la dominación de la burguesía. Esto es, considerar que la abolición del capitalismo es el objetivo hacia el cual deben dirigirse todos los esfuerzos. No se trata de caer en una política de todo o nada (la cual, en definitiva, es el reflejo extremista de la política burguesa), sino de poner en marcha un cambio efectivo de la realidad, construyendo la organización de los trabajadores y demás sectores populares. Autonomía es evitar la tendencia a considerar cada reforma como un objetivo en sí misma, y no como un paso hacia el objetivo final (Recordar al amigo Bernstein). Por eso, cuando una parte de los militantes cartistas rechazaban la alianza con las clases medias y confiaba exclusivamente en los trabajadores, estaba planteando una verdad a medias. Y en política (en la política de las clases trabajadoras) las verdades a medias suelen derivar en agua para la burguesía, que posee todos los recursos para visualizar la situación y que se apoya en un sólido instinto de clase (¡no me toquen el dinero!). Las clases explotadas necesitan de la verdad, de la claridad en la expresión de una posición. Sólo así puede construirse autonomía en condiciones extremadamente difíciles. De ahí que sea necesario insistir en la tesis de que la clase trabajadora no puede arremeter sola contra el capitalismo. La experiencia de los movimientos revolucionarios de los siglos XIX y XX demuestra esto hasta el hartazgo. Mucho menos en las condiciones actuales, en la que la capacidad del capitalismo para generar resignación, indiferencia y distracción se ha multiplicado. Vayamos a 1838 (pero esto es válido hoy). La clase obrera necesitaba construir una organización política (no una dependencia de los partidos de las clases dominantes) para proponerse tareas y objetivos políticos propios, ya fueran estos reformas o el derrocamiento del capitalismo. Ahora bien, cualquiera sea el objetivo propuesto, resultaba imprescindible una política de alianzas que aglutinara a las "clases medias" y a los trabajadores agrícolas detrás de los objetivos del proletariado. Había que evitar llegar a la situación del "solo fúnebre del proletariado". Y una política de alianzas es factible en términos revolucionarios si se cuenta con una organización revolucionaria segura de sí misma. Hay que evitar tanto el aislamiento político de los trabajadores como el seguidismo de los objetivos políticos de la burguesía y de la pequeña burguesía.

En 1838 se unieron en torno a la lucha por la Carta los opositores a la Ley de Beneficencia, los partidarios de la Reforma de las Fábricas, los descontentos de los distritos urbanos, los radicales, republicanos y "socialistas" de diversas vertientes (sólo quedaron afuera una parte de los owenistas y los fourieristas). (I: 149). O'Connor pronto se convirtió en el principal dirigente cartista. Su denuncia de las injusticias económicas y sociales atrajo a los grupos de obreros y mineros. Esto provocó la desconfianza de Lovett (quien lo consideraba un demagogo), y los radicales de Birmingham, quienes querían un cambio pacífico. (I: 148).

A pesar de las diferencias entre los impulsores de la Carta, el movimiento se mantuvo unido. En 1838 se redactó la Petición Nacional, que hacía referencia al malestar económico, hacía referencia a la reforma monetaria y ponía el eje en el sufragio universal y secreto. Fue un intento de combinar los esfuerzos del grupo de Birmingham y de los demás nucleamientos cartistas. (I: 145). La idea que nucleó a los diversos grupos fue la presentación de la Petición en el Parlamento, avalada por cientos de miles de firmas. No se resolvió que hacer si el Parlamento rechazaba la petición. (I: 149).

Hay que tener presente que Cole dice que no va a desarrollar la historia del movimiento obrero, limitándose a indicar los hitos relacionados con la historia de la teoría socialista. De ahí las ausencias que se perciben en esta descripción.

El Parlamento rechazó la Petición. En 1839 se reunió la I Convención Cartista Nacional. En ella se hizo notar la profunda diferencia entre dos posiciones extremas:

a) Cartistas de fuerza física: Grupo minoritario constituido por republicanos radicales y por ex miembros de las trade-unions. Afirmaban que era imposible que el Parlamento se reformara a sí mismo (tomaban nota de la experiencia de 1832). Se dividían, a su vez, entre los partidarios del levantamiento armado, y los que pensaban sólo en utilizar la amenaza del levantamiento para obtener concesiones del Parlamento. Entre los cartistas de fuerza física circuló también la propuesta de impulsar una huelga general (Grand National Holiday) (I: 149-150).

b) Cartistas de fuerza moral: Grupo que consideraba que el movimiento era la continuación de la agitación de la Reforma de 1830-1832. Aspiraban a conseguir el sufragio universal para todos los varones. (I: 149).

Según Cole, la mayoría de los cartistas pertenecían a grupos intermedios entre ambas posiciones. Entre los cartistas de fuerza física y los de fuerza moral predominaban los segundos. (I: 149-150).

En 1839 se produjo la derrota del cartismo, luego del fracaso del Sacred Month y del levantamiento de Newport. Muchos de sus dirigentes fueron encarcelados por breves períodos. (I: 151).

La derrota produjo la divisoria de aguas en el cartismo. Los partidarios de la colaboración de clases (clases medias y trabajadores) migraron a la Unión para el sufragio completo de Joseph Sturge (1793-1859) (4). Lovett redujo al mínimo su relación con el cartismo y se dedicó a la labor educativa mediante su Asociación Nacional para el fomento de la mejora política y social del pueblo. El grupo de la London Working se disolvió. En Birmingham, Thomas Attwood se había retirado. En Escocia se agudizó la división entre el ala izquierda dirigida por O'Connor y la sección partidaria de la "fuerza moral". (I: 151).

En 1840 se produjo la constitución de la Asociación Nacional de la Carta. La jefatura del cartismo pasó decididamente a manos de O'Connor (5). (I: 151).

En 1841 O'Connor pidió a los cartistas que empleasen la fuerza electoral para favorecer a los tories. Esto produjo la ruptura con O'Brien, quien pensaba que los cartistas debían mantenerse independientes tanto de los tories como de los whigs y acumular fuerzas en un proyecto propio. (I: 152). Autonomía de la clase trabajadora. La independencia como recurso pedagógico; mediante ella puede aprenderse a elaborar planes a futuro, a gobernarse a sí mismo. Además, implica adoptar una visión de la totalidad, que trascienda la coyuntura inmediata (el posibilismo). La Asociación de la Carta preparó una Segunda Petición Nacional, que reunió muchas más firmas que la primera. (I: 151-152).

En 1842 se produjo el auge del movimiento cartista. La segunda petición recibe mucho más apoyo de parte de la clase obrera que la primera. Es un año de fuerte depresión industrial; se producen muchas huelgas; la clase obrera lucha desesperadamente contra el hatimbre. Las huelgas de agitación fracasan. O'Connor, quien inicialmente se opuso a las huelgas (creía que estaban manipuladas por los patrones para favorecer la Anti Corn League); posteriormente, promovió una huelga general en favor de la Carta del Pueblo. (I. 152-153). Esto demuestra que no se puede "jugar" a la huelga general. Desde el punto de vista del proletariado, la huelga general es un recurso extremo, que debe utilizarse sólo cuando se está dispuesto a pasar a la insurrección. La huelga general, siendo exitosa, muestra la fuerza de los trabajadores, pero no quiebra la dominación capitalista. Hay que tener en cuenta que esta reposa sobre la propiedad privada de los medios de producción y el monopolio de la fuerza física. La huelga general no derriba ninguno de estos dos pilares. De hecho, es necesario quebrar al aparato represivo del Estado para poder arremeter contra la propiedad privada de los medios de producción. De ahí que la huelga general sea un paso en la insurrección, pero no un fin en sí mismo. Esto sirve para mostrar, otra vez, la necesidad de contar con una dirección política que centralice la lucha.

Ante la nueva derrota, O'Connor convocó ese mismo año (1842) a que los cartistas participaran en la conferencia nacional de la Unión del Sufragio Completo (Sturge). La conferencia votó en favor de la Carta, los partidarios de Sturge se retiraron y el intento quedó en la nada. (I: 153).

A partir de 1843, O'Connor se volcó hacia los proyectos de reforma agraria. Organizó la National Land Company, que poco a poco fue cayendo en un caos financiero. (I: 153).

En 1847 O´Connor fue elegido miembro del Parlamento por Nottingham. El fracaso de su proyecto agrario lo llevó a impulsar nuevamente el cartismo. También se conjugaron los acontecimientos revolucionarios del continente europeo. (I: 153).

En 1848, la Asociación Nacional de la Carta lanzó la 3° Petición Nacional. Esta vez se hablo de "medidas ulteriores" en caso de que no fuera aceptada por el Parlamento. Sin embargo, no hubo un movimiento huelguístico que apoyara la petición. En abril se realizó una gran manifestación en Kennington Common para presentar la petición. La movilización fue contenida por las fuerzas gubernamentales comandadas por el famoso duque de Wellington (1769-1852). Ante el nuevo fracaso, algunos cartistas intentaron un levantamiento, pero no llegaron a concretarlo. La Asamblea Nacional de delegados se reunió y disolvió sin decidir nada. No hubo ninguna "medida ulterior". (I: 153). "Pasado 1848 nunca volvería a tener [el cartismo] ni siquiera la apariencia de un movimiento nacional que tuviese el apoyo de masas." (I: 154).

Este fue el réquiem para la primera experiencia de movilización de masas de la clase obrera. Hay que profundizar en el estudio de esta experiencia, pues los cartistas tuvieron que hacer frente a los problemas concretos de la organización autónoma del proletariado. Algunas cuestiones al respecto: a) la forma de organización necesaria para combinar dirección centralizada - fundamental para potenciar la lucha de las clases dominadas - con movilización democrática de los trabajadores; 2) la elaboración de un programa político propio, dirigido a la emancipación de la clase trabajadora; 3) la política de alianzas (qué hacer frente a las capas medias, los campesinos, cómo aprovechar los conflictos al interior de la burguesía, etc.); 4) la huelga general y la insurrección (el problema de la toma del poder).

Luego de la derrota de 1848 quedaron dos grupos que se reivindicaban cartistas:

a) la reorganizada Asociación Nacional de la Carta, cuya dirección pasó de O'Connor a Ernest Jones (1819-1869) y George Julian Harney (1817-1897). Ambos tuvieron estrecha relación con Karl Marx (1818-1883) y el grupo que había publicado el Manifiesto Comunista. "La izquierda del cartismo, libre del dominio de O'Connor, llegó a considerarse a sí mismo como la rama británica de un movimiento revolucionario internacional y a tener mucho más en cuenta las ideas socialistas y comunistas del continente." (I: 154). Estos cartistas mantuvieron una activa particip ación en The Society of Fraternal Democrats (fundada en 1846). Las derrotas de la Revolución de 1848-1849 provocaron la definitiva decadencia del cartismo. Harney se peleó con Marx por seguir manteniendo contacto con revolucionarios de todas las tendencias. La jefatura de la izquierda cartista pasó a Jones, quien mantuvo la militancia cartista hasta 1858, año en que impulsó la construcción de un movimiento que uniese a la clase obrera y a las clases medias. (I: 154-155);

b) el movimiento de Bronterre O'Brien (1805-1864).

Los sectores de clase media que apoyaron al cartismo lo abandonaron definitivamente y pasaron a engrosar las filas de la Asociación para la Reforma parlamentaria y financiera, dirigida por sir Joshua Walmsley (1794-1871) y Joseph Hume (1777-1855), que reclamaban la "pequeña carta", esto es, el voto para los hombres que eran cabeza de familia. (I: 154).

Buenos Aires, jueves 28 de julio de 2011

NOTAS:

(1) Esta nota está basada en el capítulo 13 (La Carta del Pueblo) del libro de Cole. Los cartistas intervinieron tanto en las luchas de la reforma parlamentaria como en el movimiento oweniano y cooperativista. (I: 144). Sus dirigentes "pertenecían al grupo de los mejores obreros especializados, pobres, pero no miserables, y a los que no afectó en su experiencia personal el sistema de fábricas. Eran autodidactas, de inteligencia superior, entregados al razonamiento, y que se dejaban impresionar fácilmente por la retórica..." (I: 144-145). Para entender el contexto en que se originó el cartismo, hay que tener presente que a finales de la década de 1830 se inició una prolongada depresión industrial, que continuó en la década de 1840. (I: 149).

(2) Hacia 1837 el owenismo conservaba partidarios en Londres, en Birmingham, en Manchester (aquí su influencia era considerable), en algunas ciudades de Yorkshire, en Glasgow y en otros distritos. Pero desde 1834 el owenismo se había ido alejando progresivamente del movimiento de masas.

(3) Los autores de la Carta hicieron consultas a varios políticos radicales, entre los que se contaban Francis Place (1771-1854) y Joseph Hume (1777-1855). (I: 144).


(4) Ligada, a su vez, con la Liga contra la ley de granos o de cereales. (I: 151).

(5) Fue liberado de la prisión en 1841. (I: 151).