Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G.
H. D. (1980). Historia del
pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo
de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos
indico el número de volumen, y en arábigos la página.
Retomo, después de mucho
tiempo, la serie dedicada a la historia del socialismo. Comienzo con los
comentarios y notas al capítulo XXIII, titulado “Marx y Enges. El marxismo
hasta 1850” (I: 262-278).
La trayectoria política-intelectual
de Karl Marx (1818-1883) hasta el Manifiesto
Comunista (1848) se encuentra resumida por éste en su prefacio a la Contribución a la crítica de la economía
política (1859). Para redactar este capítulo, Cole utiliza este texto a
modo de fuente y lo complementa en los puntos en los que resulta escueto.
Si bien Marx inició estudios
universitarios de Derecho, pronto pasó a dedicarse al estudio de la Filosofía
en la Universidad de Berlín, donde imperaba la filosofía hegeliana. Allí tomó
contacto con los Jóvenes Hegelianos (JH, el ala izquierda de los discípulos de
Hegel – 1770/1831- ); entabló amistad con Bruno Bauer (1809-1882) y con Karl
Friedrich Köppen (1808-1863), dos de los principales exponentes del grupo.
Marx se graduó de Doctor en Filosofía
en 1841 en la Universidad de Jena; en esta ciudad existía un clima de mayor
libertad que en Berlín. Durante un tiempo, Marx pensó seguir la carrera
académica, emulando los pasos de su amigo Bauer. Sin embargo, éste fue
exonerado de sus cargos universitarios por el gobierno prusiano, en el marco de
la ofensiva antiliberal del rey Federico Guillermo IV (1795-1861; rey de Prusia
de 1840 a 1861).
La exoneración de Bauer fue
un momento importante para Marx, pues le cerró las puertas de la docencia
universitaria y, lo que es mucho más significativo, le mostró los límites de la
crítica de la religión llevada adelante por los JH. En este sentido, cabe
afirmar que el liberalismo alemán de principios de la década de 1840, impotente
en el plano político, enfrentaba al absolutismo en el campo filosófico, a
través de la crítica de la religión. Pero esta lucha, desprovista de su
correlato político, giraba en el vacío. El caso Bauer forzó a Marx a tomar
conciencia de la debilidad del liberalismo; el combate contra el absolutismo
tendría que ser emprendido por medios más terrenales y efectivos.
Marx pasó a desempeñarse
como periodista, en buena medida gracias a Arnold Ruge (1802-1880), quien desde
1838 dirigía el HALLISCHE JAHRBÜCHER, órgano de prensa que publicaba escritos
de los JH. El recrudecimiento de la censura obligó a Ruge a trasladarse a
Dresde (Sajonia) en 1841; ahí comenzó a publicar el DEUTSCHE JAHRBÜCHER, desde
donde pretendió aglutinar a los JH más decididos en la lucha contra el absolutismo.
Marx accedió a colaborar, pero la censura lo impidió. Para evadirla, Ruge
resolvió publicar en Suiza las Anécdota Philosophica
(1843), una compilación de artículos de autores prohibidos por la censura. Marx
preparó para ese volumen un artículo sobre las nuevas disposiciones prusianas
sobre la censura a la prensa, su primer texto periodístico, redactado a
comienzos de 1842.
En enero de 1842, un grupo
de liberales de Colonia fundó la RHEINISCHE ZEITUNG (RZ, Gazeta Renana). Marx
participó del proyecto como periodista. Redactó varios artículos para el
periódicos; por primera vez se vio obligado a enfrentar las cuestiones
económicas, para las que contaba con una formación muy deficiente. La tarea
periodística y el combate diario con la censura terminaron de convencer a Marx
de la impotencia política del liberalismo y, por ende, de la burguesía alemana.
En octubre de 1842 fue designado Director de la RZ; el enfrentamiento con la
censura prusiana recrudeció y, a la vez, debió confrontar con los JH de Berlín
que insistían con la crítica de la religión, y con la burguesía renana que
sostenía financieramente al periódico. La RZ cerró sus puertas en marzo de
1843, poco después de que Marx presentara su renuncia al cargo de Director.
La RZ fue una experiencia “bisagra”
en la vida de Marx. Marcó el comienzo del abandono progresivo del liberalismo y
el inicio de una búsqueda que lo llevaría al socialismo. 1843 fue, pues, el año
de ruptura con el liberalismo y de arreglo de cuentas con la filosofía
hegeliana.
Luego de la RZ, Marx y Ruge
decidieron fundar un periódico fuera de Alemania. El lugar elegido fue París.
La publicación llevaría por título DEUTSCHE-FRANZÖSISCHE JAHRBÜCHE (Anales
franco-alemanes). Marx salió de Alemania en noviembre de 1843 y se instaló en
París, donde continuó la preparación de los Anales. Al final, sólo salió a la
luz un número, que contenía artículos de Heinrich Heine (1797-1856), Ludwig
Feuerbach (1804-1872), Moses Hess (1812-1875), Mijail Bakunin (1814-1876),
Friedrich Engels (1818-1883) y el propio Marx.
Llegados a este punto, es
preciso retroceder un poco. El período previo a la estadía en París fue
fundamental en la evolución de Marx hacia el socialismo. Hay que destacar tres
momentos centrales, que aparecen yuxtapuestos en el tiempo: a) la crítica del
liberalismo y de la Revolución Francesa de 1789; b) la crítica de la filosofía
hegeliana y de los JH; c) el acercamiento al movimiento obrero y al
socialismo).
Es difícil exagerar el papel
de Feuerbach en la formación intelectual de Marx. Si bien los biógrafos suelen
destacar el papel de Hegel, lo cierto es que Feuerbach, con mucho menos nombre
en la historia de la filosofía, contribuyó decisivamente al abandono del
idealismo hegeliano por Marx.
“Feuerbach fue, más que nadie, el
filósofo que quitó al idealismo hegeliano el lugar de predominio en el
pensamiento alemán, y lo sustituyó por el aspecto materialista, al insistir en
que el punto de partida de toda filosofía y de todo pensamiento social no ha de
ser ni Dios ni la «Idea», sino el hombre. (…) Ejerció un influjo profundo (…)
tanto en Marx como en el pensamiento socialista alemán en su conjunto.” (I:
263-264).
“[Feuerbach] como muchos otros
filósofos alemanes de las décadas de 1830 a 1840 (…) se ocupó principalmente de
la crítica de la religión y de juzgar el papel que ocupa en la mente. Pensaba
que la religión era esencialmente un medio para satisfacer profundas
necesidades humanas; pero (…) consideraba que su elemento teológico como una
simple proyección por la imaginación del hombre mismo. El hombre (…) ha hecho a
Dios a su propia imagen, y el problema que se presenta a la humanidad es el de
hallar un sustituto a la teología (anticuada por el progreso del conocimiento
científico) que satisfaga la necesidad de un ideal. Este objeto de devoción
creía encontrarlo en el hombre mismo concebido, no individualmente, sino en sus
propias relaciones sociales, mediante las cuales trascendía sus limitaciones
individuales y podía identificarse con algo a la vez más grande que su propia
naturaleza y no exterior a él. El amor a la humanidad llegó a ser la
proposición principal de la filosofía de Feuerbach. Su «materialismo»
consistía, en esencia, en esta sustitución de Dios por el hombre, como el punto
de partida de todo pensamiento filosófico realista. Feuerbach no dijo que el
cuerpo y el alma fuesen lo mismo, o que el alma no era más que el cerebro; sino
que afirmó que no podía haber espíritu sin cuerpo, y que era necesario partir
de una concepción del hombre como una mente en un cuerpo, más bien que de
cualquier dualismo de materia y espíritu.” (I: 264).
Feuerbach
se movía dentro de dos coordenadas del pensamiento filosófico alemán de la
primera mitad del siglo XIX; a) la crítica de la religión; b) la superación del
individualismo metodológico propio de la economía política. La preocupación por
la religión era, en rigor, una constante del pensamiento europeo de la época.
Mejor dicho, la preocupación por la decadencia de la religión frente al desarrollo
del capitalismo. Autores como Saint-Simon (1760-1825) y Comte (1798-1857)
plantearon la necesidad de reemplazar las formas religiosas anticuadas por una
nueva religión, emparentada con la ciencia. Todo esto porque la religión era
concebida como el pilar ideológico del orden social. Sin religión era imposible
la moral. Es sintomático que los autores mencionados vivieran en una sociedad
que había consumado su revolución burguesa, donde el proletariado comenzaba a
ser una amenaza para el poder de la burguesía. Feuerbach, en cambio, vivía en
Alemania, un mosaico de Estados en los que el absolutismo era la moneda
corriente. En Alemania, la lucha contra la religión era una forma de combate
contra el absolutismo. Lo novedoso del planteo feuerbachiano consistía en el
énfasis con que postulaba el origen humano de la religión, rechazando la
intervención de factores sobrenaturales o de Ideas abstractas. El énfasis de
Feuerbach en el origen humano del fenómeno religioso constituye una especie de
anticipación de la famosa inversión de la dialéctica hegeliana por Marx. Más
allá de sus limitaciones, Feuerbach contribuyó a la crítica del individualismo
metodológico a través de la tesis de que había que estudiar al ser humano en
sus relaciones sociales. La crítica de la religión y del individualismo
metodológico, ejes de su filosofía, fueron retomadas por los JH y, en especial,
por Marx.
Cole
afirma que Feuerbach,
“influyó profundamente para que fuesen
hacia el socialismo muchos filósofos jóvenes que se habían formado en el medio
hegeliano, y que adoptaran con entusiasmo su «materialismo» como medio para
escapar de la metafísica antidemocrática de Hegel.” (I: 264).
Feuerbach sirvió a Marx para
salir del hegelianismo (si bien Marx siguió siendo tributario de muchas de las
ideas hegelianas durante toda su vida); no obstante, Marx no tardó mucho en
comprender que las categorías de «hombre» y de «sociedad» tenían un carácter
abstracto en la filosofía feuerbachiana.
Villa Jardín, viernes
27 de febrero de 2015