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lunes, 31 de enero de 2022

SAINT-SIMON Y EL SURGIMIENTO DE LA SOCIOLOGÍA



 “La crisis en que se hallan comprometidas Inglaterra y Francia a la vez, 

acabará con el completo abandono del sistema feudal y 

el establecimiento exclusivo del sistema industrial.”

Saint-Simon, Catecismo político de los industriales (1823)

 

El profesor Irving Zeitlin es autor de un libro clásico sobre la historia de la sociología: Ideology and the Development of Sociological Theory (Englewood Cliffs: Prentince-Hall, 1968). Esta obra se caracteriza, entre otras cosas, por dedicarle un espacio considerable a los precursores de la moderna teoría sociológica, es decir, los autores que comenzaron a diferenciarse de la filosofía política y a elaborar un cuerpo teórico cuyo núcleo era el análisis del capitalismo, esa nueva forma de organización social que estaba reemplazando al feudalismo.

Entre los precursores ocupa un lugar destacado Claude-Henri de Rouvroy, conde Saint-Simon (1760-1825). Zeitlin dedica el capítulo 6 de la obra a presentar los lineamientos principales de la teoría social de Saint-Simon. Esta ficha es un resumen de dicho capítulo, con comentarios propios y agregados varios.

Saint-Simon constituye un caso singular, pues ha sido considerado uno de los padres de la sociología, uno de los primeros defensores del industrialismo y de la tecnocracia y, como si esto fuera poco, uno de los creadores de la teoría socialista. Tal variedad de caracterizaciones, cada una de las cuales contiene algo de verdad, es consecuencia de la época histórica en la que vivió Saint-Simon, y de la manera peculiar en la que éste interpretó las características de esa época; Saint-Simon vivió una era de transición y fue plenamente consciente de ello; esa conciencia le permitió construir una obra compleja, plagada de ideas fructíferas y de errores grandiosos.

Al hablar de transición nos referimos al largo pasaje del feudalismo al capitalismo. No es posible esbozar aquí los rasgos principales de dicha transición; basta con señalar que abarcó todos los aspectos de la cultura, desde la economía y la política hasta las costumbres cotidianas y las ideología. Saint-Simon experimentó de manera más o menos directa dos sucesos fundamentales de esa transición: la Revolución industrial inglesa, iniciada hacia 1770 y que permitió el despegue definitivo del capitalismo; y la Revolución Francesa de 1789, cuyas consecuencias inmediatas fueron el final de la monarquía y de la nobleza feudales. [1] Para un observador situado en 1800 y que abarcase con su mirada la realidad mundial, estaba claro que ambas revoluciones habían acelerado procesos anteriores, así como también iniciado otros nuevos, cuyo impacto se concretaría en los siglos XIX y XX. Saint-Simon es un ejemplo de este tipo de observador.

Los efectos de la Revolución Francesa fueron más notorios en lo inmediato, dada la índole de la misma. La ejecución de Luis XVI (1793) y la acción de las masas parisinas en las calles horrorizaron a los conservadores de todo pelaje; el orden, entendido como la sumisión incondicional de los pobres hacia sus superiores “naturales”, había sido trastocado; las cosas parecían marchar hacia la hecatombe, en la que la propiedad privada y la jerarquía social sería arrasadas por las masas sedientas de venganza. 

La sociología se originó en este caldo de transformaciones económicas, revoluciones políticas, irrupción de las masas y temores de las clases dominantes. Por ello, no es de extrañarse que una parte de los autores que ejercieron influencia en la nueva disciplina hayan adherido a posiciones conservadoras respecto a la Revolución Francesa y a los cambios económicos. Así, Louis de Bonald (1754-1840) y Joseph de Maistre (1754-1821) criticaron el individualismo y la filosofía de la Ilustración desde una perspectiva centrada en la admiración por los “buenos” viejos tiempos medievales, en los que imperaba la autoridad terrenal del señor feudal y la autoridad celestial de la Iglesia. [2] Sin embargo, no todos los conservadores proponían una vuelta a la Edad Media. Auguste Comte (1798-1857), señalado por muchos como el “padre” de la sociología, 

“era conservador en un sentido diferente que Bonald y Maistre. Comte no quería conservar el statu quo ante, sino el statu quo, esto es, la sociedad de clase media que entonces estaba emergiendo y consolidándose. La llamada filosofía positiva de Comte era un repudio explícito de la filosofía “negativa” del Iluminismo y de la Revolución. Comte quería conservar el ≪es≫. Cada etapa del desarrollo evolutivo de la sociedad, según él, es necesaria y perfecta. Sentía gran respeto por el orden fáctico existente, que no debía ser trascendido o negado en ninguna circunstancia.” (p. 70)

Saint-Simon, a pesar de sus críticas a la Revolución Francesa, no adhirió a las concepciones conservadoras. Comprendió que el orden surgido de la Revolución de 1789 estaba plagado de contradicciones y que la superación de las mismas debía darse en el marco de una teoría y una política enfocadas en el futuro, no en el pasado. Por estas razones supo leer mejor la transición de un modo más fructífero que su discípulo Comte.

“La filosofía de Saint-Simon (...) que originó prácticamente todas las ideas de Comte y que fue plagiada por este en forma desconsiderada, era una crítica del statu quo, al menos en algunos aspectos limitados. Esta es la razón por la cual a veces se ha considerado a Saint-Simon como uno de los precursores del socialismo.” (p. 70) [3]

El profesor Zeitlin enfatiza una y otra vez la importancia de las contribuciones (así, en plural) de Saint-Simon a las ciencias sociales:

“Los eruditos han demostrado en forma cabal que Saint-Simon desarrolló antes de 1814 todas las ideas importantes que posteriormente Thierry y Comte reclamaron como propias. Estas ideas - el positivismo, el industrialismo, el internacionalismo y una ≪nueva religión≫ - y la originalidad con que las abordó lo convierte, pues, en uno de los pensadores sociales más importantes del siglo XIX.” (p. 71).

En la primera parte del capítulo, Zeitlin presenta a grandes rasgos la teoría de Saint-Simon; luego, dedica sendos apartados a la concepción evolucionista de la historia y a la cuestión de la religión.

Nota bibliográfica:

Para la redacción de esta ficha utilicé la traducción española de Néstor A. Míguez: Ideología y teoría sociológica. Buenos Aires: Amorrortu. (pp. 70-84).

Abreviaturas:

RF = Revolución Francesa de 1789 / RI = Revolución Industrial


Saint-Simon construyó su teoría de la sociedad a partir de una toma de posición respecto a la respuesta conservadora ante la RF:

“Si bien Saint-Simon admiraba la unidad social de la Edad Media tanto como Bonald, reconocía también que no había manera de volver atrás, con lo cual se separaba de los teóricos del resurgimiento católico. La nueva unidad social debía basarse en una nueva unidad en el dominio del pensamiento, de los principales intelectuales.” (p. 72)

La convicción saintsimoniana de la imposibilidad de volver al pasado se sustentaba en una concepción etapista de la historia (luego retomada casi al pie de la letra por Comte  en su conocida teoría de los tres estados): 

“El conocimiento humano había pasado por tres etapas de desarrollo: de la teología a la metafísica y de esta a la científica. El estudio de la conducta humana, al que Saint-Simon llamaba ≪fisiología social≫, debía convertirse en una ciencia positiva, del mismo modo que el estudio de los fenómenos físicos se había hecho científico. Así, el conocimiento científico ocupará el lugar del dogma religioso, y los hombres de ciencia  e industriales serán la nueva élite ≪natural≫ que reemplazará a los líderes de la sociedad medieval, el clero y la nobleza.” (p. 72)

Los esfuerzos de los conservadores por restaurar el statu quo previo a 1789 eran inútiles, pues la RF expresaba una tendencia histórica, un momento necesario en el desarrollo de la humanidad. Saint-Simon pensaba que la nueva etapa estaba signada por el dominio del pensamiento científico.

“Una nueva élite internacional científico-industrial sustituiría a la vieja élite cultivada y educada de la Edad Media. La ciencia debía cumplir en el nuevo orden la misma función que la religión en el viejo. ¿Cómo? Por medio del positivismo, o sea la aplicación de los principios científicos a todos los fenómenos naturales y humanos.” (p. 72).

La afirmación de la preeminencia de la ciencia en el terreno de la teoría de la sociedad venía a cerrar el largo período en el que dicha teoría estuvo encerrada en los marcos de la filosofía política, cuyo rasgo más significativo era el reconocimiento de la centralidad de la naturaleza humana como factor explicativo de las acciones de las personas. Saint-Simon se propuso realizar en el terreno de la teoría social una revolución semejante a la producida en las ciencias naturales a partir del siglo XVI. La filosofía positivista tenía el objetivo de sentar las bases para el desarrollo del pensamiento científico en el estudio de la sociedad y del Estado. Pero Saint-Simon pensaba que esa transformación debía tener su correlato en el terreno de la política.

“En el cuadro saint-simoniano de la sociedad futura es esencial tanto una élite espiritual como una temporal; la primera está constituida por hombres de ciencia y la segunda por industriales y otros propietarios ≪productivos≫. Se trata de una sociedad autoritaria, en la que una élite científico-tecnológica dominará juntamente con los propietarios.” (p. 73)

En este punto se produce la confluencia entre Saint-Simon y los conservadores: ambos temían la irrupción de las masas en la escena política y querían mantener la jerarquía social. Pero Saint-Simon era más realista en términos políticos y comprendía que las condiciones sociales se habían modificado de manera irreversible. Por eso puso a los industriales en la cima de la nueva organización social surgida de la RF. La sociedad burguesa había llegado para quedarse y había que reconocer a la nueva clase dominante. 

“La estructura de la nueva sociedad sigue siendo esencialmente la misma: la ciencia sustituye a la religión como principal fuerza cohesiva de la sociedad y cada élite del viejo sistema es suplantada por una nueva, los científicos por los sacerdotes y los industriales por los señores feudales. El conflicto entre los que tienen y los desposeídos continuará, pero los primeros podrán ahora recuperar el control sobre los segundos. En efecto, Saint-Simon implora a las clases poseedoras que se unan a los grupos más ilustrados de la sociedad, los intelectuales. Tal unión engendrará un orden que sea estable en el cual podrá recuperarse el control sobre los desposeídos, impidiéndose así la revolución.” (pp. 73-74)

En la teoría de Saint-Simon, el capital y la ciencia van juntos. Esta unidad expresa  la consolidación del nuevo orden capitalista. Pero Saint-Simon es consciente de la existencia de contradicciones en ese nuevo orden, siendo la principal de ellas la existente entre propietarios y no propietarios. Su énfasis en la necesidad de la unidad de la clase dominante es parte de esa preocupación por el conflicto social.

Saint-Simon analizó la estructura social emergente de las dos revoluciones:

“Tanto en sus primeras obras como en las posteriores, la estructura de cada sociedad nacional es la misma: hay ≪productores≫ y ≪ociosos≫. En la clase ≪productiva≫, Saint-Simon agrupaba a los banqueros, los industriales, los científicos, los administradores y los obreros manuales, en la suposición de que todos ellos tienen intereses comunes. (...) Además, en su esquema de la ≪nueva≫ sociedad, Saint-Simon dejó intacta la estructura de clase y, por ende, la institución de la propiedad privada; el único cambio que propugna es la compensación a los aparceros por el mejoramiento de las tierras que trabajen. La igualdad, según creía, es una idea extraña que no tiene cabida en la civilización europea.” (p. 75)

En este punto se observa cómo la teoría de Saint-Simon se encuentra próxima a las ideas de los conservadores, pues la reivindicación de la jerarquía y el rechazo de la noción de igualdad poseen un aire precapitalista, que calza mal con las relaciones sociales capitalistas. 

Otro punto de divergencia respecto al capitalismo reside en las concepciones económicas de Saint-Simon:

“En los primeros años de su labor intelectual (1815-21), las ideas de Saint-Simon en materia económica se alinean claramente en la concepción del laissez-faire. Pero difiere de los economistas clásicos en varios puntos importantes. No ve la producción como un fin en sí mismo, sino como un medio para mejorar las condiciones de vida; y en la sociedad jerárquica y orgánica que propone esto es posible sólo mediante la planificación racional de la producción. (...) También discrepa de la suposición de los economistas clásicos en el sentido de que la busca del bienestar individual conducirá automáticamente al bien general.” (p. 75)

El énfasis en la necesidad de la planificación de la economía hizo que se lo considerara uno de los precursores del socialismo moderno. Sin embargo, cabe señalar que dicho énfasis no implica per se una ruptura con el capitalismo, pues en esta forma de organización social la competencia entre los empresarios (y con otros países) genera dificultades cuya solución requiere de la acción de un capitalista colectivo (el Estado), entre cuyas funciones se encuentra, precisamente, la de elaborar algún tipo de planificación de la economía que mitigue los efectos de la competencia.

Saint-Simon pensaba que no bastaba con la planificación para resolver los conflictos inherentes a la organización capitalista de la sociedad. Era necesario algo más:

“El egoísmo sin medida de los ricos y la rebeldía irrefrenable de los pobres, tendrán efectos desorganizadores en ausencia de una ética mundana de algún género; la nueva sociedad necesitará, pues, un equivalente secular de la religión.” (p. 75-76)

En la inevitable transición del feudalismo al capitalismo las ideas juegan un papel primordial, pues ellas son el fundamento de todo el orden social: 

“Para resumir, el conocimiento es, según Saint-Simon, el factor subyacente y sustentador de una sociedad; un sistema social es la aplicación de un sistema de ideas. El desarrollo histórico del conocimiento, o de la ciencia, fue una causa fundamental de la transformación de la sociedad europea.” (p. 77).

En línea con esta concepción, Saint-Simon advirtió sobre la carencia de una ciencia de la sociedad, que fuera el equivalente de la física en el ámbito de la naturaleza:

“Si bien existen ya muchas ciencias, falta la más importante: la ciencia del hombre. Esta es la única ciencia que puede reconciliar los intereses de clases y, por ende, ser el fundamento de una sociedad orgánica unida. La ciencia del hombre debe tomar como modelo a las otras ciencias de la naturaleza, pues el hombre es, a fin de cuentas, parte de la naturaleza.” (p. 77)

Zeitlin cierra el capítulo con dos apartados: el primero está dedicado a la concepción evolucionista de la historia (pp. 78-80) y el último a la relación entre internacionalismo y religión (pp. 80-84). Por razones de espacio omito aquí la consideración de estos temas.


Villa del Parque, lunes 31 de enero de 2022


NOTAS

[1] Respecto a la actitud de Saint-Simon sobre la RF, el profesor Zeitlin escribe: “En cuanto a la Revolución Francesa tuvo una actitud ambivalente (...), como él mismo lo señala en su autobiografía de 1808: ≪No quise tomar parte en ella porque, por un lado, estaba convencido de que el antiguo régimen no podía perdurar, y por el otro sentía antipatía hacia la destrucción.≫ Documentos del período revolucionario revelan, sin embargo, que fue un adepto de la Revolución más entusiasta de lo que admitió posteriormente. Por ejemplo, renunció a su título aristocrático, preparó el cahier [cuaderno de exigencias y reclamos] de su cantón local para los Estados Generales y presidió la primera reunión de su comuna. Además, en 1793 se le otorgaron dos certificados de civisme [buena ciudadanía] y en otoño del mismo año actuó en hébertist [los hebertistas] y otros círculos radicales de París. Las ideas de Saint-Simon mantuvieron hasta el fin elementos del pensamiento iluminista y revolucionario, pero fusionados, como veremos, con elementos románticos y conservadores.” (p. 71).

[2] Zeitlin dedica el capítulo 5 de su obra al análisis de las concepciones de Bonald y Maistre (pp. 56-69).

[3] Para un resumen de las contribuciones de Saint-Simon al socialismo puede consultarse: Cole, G. D. H. (1980). Historia del pensamiento socialista: 1. Los precursores. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. El capítulo IV (pp. 44-57) está dedicado a Saint-Simon. También es recomendable la obra del historiador argentino Hernán Díaz: De Saint-Simon a Marx: Los orígenes del socialismo en Francia. Buenos Aires: Biblos, 2021.

domingo, 20 de marzo de 2011

HISTORIA DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA (9): SAINT-SIMON


Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página.

Hacia 1815, Saint-Simon se propuso unir a las clases industriales en contra de los ociosos (esto es, el conjunto de la antigua y la nueva nobleza - aquella que había sido creada por Napoleón I -). Propuso al rey de Francia, Luis XVIII, una alianza con los industriales, la cual estaría dirigida contra la nobleza y los militares; Saint-Simon planteó en su proyecto que se le confiase la tarea de elaborar el presupuesto nacional a un consejo de jefes de la industria.

En esta línea, sostuvo que la educación "debía ser dirigida únicamente por los sabios, y debía basarse en una enseñanza primaria universal destinada a inculcar en todo el pueblo un verdadero sistema de valores sociales, de acuerdo con los progresos de la «Ilustración». Estaba convencido de que la sociedad, para funcionar adecuadamente, necesitaba una base común de valores, ya la ciencia moral le correspondía formularlos en un código de educación y de conducta social." (I: 51). Como puede observarse, el sociólogo francés Emile Durkheim (1858-1917) no inventó nada nuevo. Saint-Simon adopta una concepción idealista de la sociedad, pues los valores morales - y, en términos más generales, el saber - son los que determinan el progreso de la sociedad. Ahora bien, no dice nada acerca de la cuestión de cómo surgen tanto el saber como dichos valores morales (1). En este sentido, puede decirse que los valores morales parecen derivar de una tendencia "innata" del espíritu humano. "Los dogmas cristianos estaban ya anticuados; pero la sociedad necesitaba más que nunca una dirección espiritual común, la cual ha de hallarse en la universalidad del saber científico." (I: 51).

En la fase final de su obra, Saint-Simon redactó la 1º parte del Nuevo Cristianismo (2). Se trataba de construir una cristiandad de nuevo tipo, basada en la ciencia. (I: 51).

Sólo a partir de la década de 1820 Saint-Simon empezó a tener discípulos. En la década anterior había trabajado en condiciones difíciles, de terrible pobreza. (I: 51).

Cole intenta definir así al socialismo de Saint-Simon: "En la raíz misma de su doctrina se halla la idea de que la tarea y el deber del hombre es el trabajo, y que en el nuevo orden social no se tendría consideración a ningún hombre sino en proporción al servicio que, mediante su trabajo, prestase a la comunidad." (I: 53). Respecto a la propiedad: "...consideraba que el derecho de propiedad sobreviviría sólo en la forma de derecho a tener la dirección de la propiedad en la medida en que se emplease para un fin bueno. El técnico o el organizador especializado tendrían poder sobre la propiedad con arreglo a sus diversas capacidades puestas al servicio del público, y todos los productores, descendiendo desde éstos a los trabajadores no especializados, gozarían de derechos cívicos en virtud del trabajo que hubiesen realizado." (I: 53). No hace un llamamiento a las clases obreras, sino que su mensaje va dirigido "a todos los productores, para que acepten las condiciones de la producción científicamente organizada, y para que colaboren activamente con arreglo a su diferente capacidad en el desarrollo de la producción social." (I: 53). Para Saint-Simon, obreros y patronos formaban una sola clase y no tenían, por tanto, intereses antagónicos.

El énfasis en la planificación de la economía es una de las características distintivas del pensamiento de nuestro autor: "...Saint-Simon afirmaba que las nuevas fuerzas sociales que tenían su origen en la revolución política y en el progreso científico exigían imperativamente una organización planificada y una dirección de la producción en beneficio del interés general. Fue el primero en ver claramente la importancia dominante de la organización económica en los problemas de la sociedad moderna y en afirmar la posición capital de la evolución económica como factor de las relaciones sociales." (I: 54). "...se anticipó a Marx al sostener que las relaciones de propiedad mantenidas por cualquier orden social daban a éstas su carácter esencial en todos los demás aspectos. Creía, también, como Marx, que la sociedad humana tendía en la marcha de la historia hacia un sistema de asociación universal, y sostenía que este nuevo sistema de asociación universal sería la garantía de la paz y del desarrollo progresivo." (I: 55).

Cole sintetiza así el aporte de Saint-Simon al socialismo: "...la gran contribución de Saint-Simon a la teoría socialista consiste en afirmar que la sociedad a través del estado, transformado y controlado por los productores, debe planificar y organizar el uso de los medios de producción a fin de marchar a la par con los descubrimientos científicos (...) lo que le importa a la humanidad no es la política sino la producción de la riqueza (...) pedía que se considerase a la producción abundante como el fin de la organización social, basándose en que, conseguido esto, existiría el máximo de libertad para que los hombres encontrasen satisfacción en su trabajo, y en que la elección de los gobernantes no se basaría ya en llamamientos sin sentido o inapropiados, sino que sería sencillamente cuestión de seleccionar con arreglo a una competencia técnica comprobada. Existiendo esta organización, decía, la abundancia quedaría asegurada para todos." (I: 56).

11. La "religión" saint-simoniana.

A la muerte de Saint-Simon (1825), un pequeño grupo de discípulos se dió la tarea de difundir las enseñanzas del maestro. Predominaban las concepciones expuestas en el Nuevo Cristianismo. El sansimonismo era una "religión" en la que, sin embargo, se conservaba la fe en la misión civilizadora de la industria científica. Esto último fue un factor que permitió la expansión del sansimonismo, pues atrajo a ingenieros (3), intelectuales y autores de proyectos universales. (I: 58).

Saint-Simon eligió como sucesor a Olinde Rodrígues (1795-1851), pero este fue pronto reemplazado por el ingeniero Barthélemy -Prosper Enfantin (1796-1864), quien se encargó de organizar a los sansimonianos como una jerarquía eclesiástica.

La sistematización y difusión de las ideas del maestro quedó a cargo de Saint-Amand Bazard (1791-1832), un radical que había sido carbonario. (4) Gracias a su acción el grupo publicó La doctrina saint-simoniana (1826-1828). Los puntos centrales de la doctrina eran: a) abolición de la herencia de la propiedad; b) todas las riquezas deberían pasar, a la muerte de sus titulares, al Estado, que se convertiría así en la única fuente de capital en la sociedad; c) creación de un Banco Central, dirigido por los grandes industriales y acompañado por una red de bancos especializados, cuya función sería facilitar capital a quienes estuvieran capacitados para emplearlo productivamente.; d) la industria debía estar organizada en grandes compañías, que ejecutarían los planes económicos diseñados por un consejo compuesto por los jefes técnicos industriales y por la gerencia.

Los elementos socialistas de Saint-Simon fueron acentuados por Bazard. Esta evolución socialista del sansimonismo fue tronchada posteriormente por el mencionado Enfantin, quien prefirió acentuar los componentes religiosos de la doctrina del maestro. (5)

Mataderos, domingo 20 de marzo de 2011

NOTAS:

(1) A pesar de la importancia que concedía a los factores económicos en el desarrollo social, Saint-Simon los veía más como consecuencia que como causa. Cole afirma que "opinaba que los cambios son el resultado de los descubrimientos científicos, y que las raíces del progreso humano se hallan en el avance del conocimiento, con los grandes descubridores como los agentes supremos de la historia." (I: 56).

(2) La edición 1825 del Nouveau Christianisme se encuentra disponible en el siguiente link: http://www.archive.org/stream/nouveauchristian01sainuoft#page/n5/mode/2up

(3) Muchos sansimonianos eran ingenieros egresados de la Ecole Polytecnique.

4) Los carbonarios eran los integrantes de la liga secreta de los carbonari o charbonnerie, surgida en el Franco Condado antes de 1789, y renacida en el reino de Nápoles hacia 1806. Tanto en su vertiente francesa como en la italiana, se caracterizó por su oposición revolucionaria a Napoleón I y a la posterior Restauración borbónica. No eran socialista, pero proporcionaron un entrenamiento revolucionario a muchos militantes socialistas. También brindaron un modelo a las sociedades secretas de la década de 1830. Los carbonarios fueron aplastados en la década de 1820. En sus filas militaron Bazard, Chevalier (1806-1879), Buchez (1796-1865) y Cabet (1788-1856), quienes jugaron luego un papel importante en el desarrollo del socialismo en Francia.

(5) En honor a Enfantin hay que destacar que fue partidario de la concepción de la igualdad de los sexos. (I: 60, 67).

domingo, 20 de febrero de 2011

HISTORIA DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA (8): SAINT-SIMON

Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página.


10: Saint-Simon (1760-1825) (1)

Su vida merece, en sí misma, una obra aparte. Era miembro de una familia noble (se consideraba descendiente directo de Carlomagno). Desde joven fue un aristócrata amante de la libertad. Luchó en la Guerra de Independencia de EE.UU. Regresó a Francia luego de dicha guerra y dejó el ejército, en el que había alcanzado el grado de coronel. A partir de este momento se dedicó a las ciencias. Su participación en la Revolución Francesa se limitó a labrar una fortuna mediante especulaciones en la Bolsa. Utilizó el dinero ganado para proseguir sus estudios. Creía tener una misión; se asignaba a si mismo un papel de reformador social, tal como, según su opinión, había sido Sócrates. Para descubrir en qué consistía esta misión se dedicó a las ciencias y al estudio de la historia de Francia después de la Revolución de 1789.

En esta primera etapa de su actividad, su proyecto era la unificación de las ciencias: "Su tarea (...) consistía en descubrir un principio capaz de unificar todas las ciencias, proporcionando de esta manera a la humanidad un conocimiento claro de su futuro, de tal modo que los hombres pudieran proyectar su propia marcha colectiva de acuerdo con el orden conocido de la ley universal. Su espíritu estaba dominado en este momento por la idea de unidad, a la que por ese entonces concebía sobre todo como la unidad de conocimiento, una síntesis y ampliación necesarias en el gran avance que desde Bacon y Descartes se había hecho en las ramas especializadas y crecientes de las ciencias naturales y en la comprensión del hombre mismo." (I: 46). Tomó de los filósofos D'Alembert (1717-1783) y Condorcet (1743-1794) (2) "su creencia en el empleo de la ciencia aplicada como base de la organización social y su concepción del desarrollo histórico, basado en los progresos del conocimiento." (I: 46).

Sus primeros escritos son de esta época y tiene por eje la propuesta de la unidad de la ciencia (que aborda aquí la totalidad del saber): Lettres d'un habitant de Genève (1802); Introduction aux travaux scientifiques du XIX siècle (1807-1808); Esquisse d'une nouvelle encyclopedie (1810); Memoire sur la science de l'homme (1813); Memoire sur la gravitation universelle (1813). (3). En esta última obra desarrolló la idea de que la ley de gravedad descubierta por Newton (1643-1727) era el principio unificador de las ciencias, sobre el que podría construirse un orden nuevo (I: 48). En estas obras defiende la necesidad de las ciencias sociales: "Tiene que haber una ciencia de la moral que trate de los fines, del mismo modo que una ciencia natural útil que trate de los medios, es decir, del dominio del hombre sobre su ambiente." (I: 46-47).

En esta época Saint-Simon pensaba que Napoleón I (1769-1821) podría guiar al mundo hacia un principio unitario, aunque también creía que sobre las conquistas militares no se podía edificar nada duradero. (I: 48). Apoyado en estas creencias acudió a Napoleón I con una propuesta para crear una nueva estructura académica, pero no obtuvo éxito. En esta actitud ya se vislumbra una de las características centrales del llamado socialismo utópico, pues sus exponentes solían apelar al gobierno o a los empresarios para conseguir reformas y crear así una nueva sociedad. En cambio, los socialistas posteriores (ya sean éstos revolucionarios o reformistas) apelan a la organización de las masas trabajadoras para transformar la sociedad.

Saint-Simon fue elaborando una filosofía de la historia: "Miraba con espíritu crítico los resultados de la gran Revolución Francesa, que consideraba como la realización necesaria de una gran obra de destrucción de las instituciones anticuadas, pero que no había logrado nada constructivo por falta de un principio unificador. La historia humana (...) pasaba por épocas alternativas de construcción y de crítica y de destrucción. En todas las épocas la humanidad necesitaba una estructura social que correspondiese a los avances realizados por la Ilustración (3) (...); e instituciones adecuadas y beneficiosas en un estado del desarrollo humano se volvían perjudiciales cuando estaba cumplido lo que tenían en sí; pero se prolongaban después de terminada su labor, aceptando los cambios necesarios." (I: 47). Creía en el progreso de la humanidad: "Estaba seguro de que cada gran etapa constructiva en el desarrollo de la humanidad había llegado mucho más adelante que las anteriores." (I: 47).

Saint-Simon distinguía dos etapas constructivas en la historia de la humanidad: a) la Antigüedad clásica; b) el mundo medieval del Cristianismo. Además, consideraba que en su época estaba comenzando una tercera etapa, c) los descubrimientos científicos (era de la opinión que desde la Reforma del siglo XVI se experimentaba un período de críticas y de destrucción del viejo mundo medieval). Para cimentar esta tercera fase constructiva era necesario encontrar (y Saint-Simon pensaba que esta era su misión en la vida) una nueva concepción unificadora: "¡Una ley universal! ¡Ley y orden! Saint-Simon tenía pasión por ambos, y sentía fuerte aversión por los desórdenes de la revolución y de la guerra. Quería una nueva era de paz en la cual se haría manifiesto un orden mundial que se sujetaría a una ley común." (I: 48). En su obra De la réorganisation de la société Européenne (1814), escrita en colaboración con el historiador Augustin Thierry (1795-1856), proponía un proyecto de federación europea, basada en la alianza entre Francia y Gran Bretaña.

Hacia 1815 había desarrollado lo fundamental de su concepción del nuevo orden social. El eje era la transición de un orden fundado en las artes de la guerra (feudalismo, agricultura, dominación de las clases ociosas -nobleza y militares-) a otro basado en las artes de la paz. Era el momento de la dominación de los industriales (4), que desarrollaron las artes productivas mediante empresas privadas no reglamentadas" (I: 49). "Ha llegado el momento de que los industriales lleven la dirección de la sociedad y de acabar con la dominación de los ociosos o sea de la nobleza y los militares. La sociedad en adelante debe organizarse por los industriales para promover el bienestar de «la clase más numerosa y más pobre», y a cada uno debe retribuírsele con arreglo a su capacidad puesta de manifiesto en los servicios positivos prestados a la causa del bienestar humano." (I: 49) (5).

En la concepción de Saint-Simon no hay elementos de democracia ni de reconocimiento de la existencia de la lucha de clases. Desconfiaba del "gobierno del populacho" debido a los sucesos de la Revolución Francesa: "Quería que gobernase el saber; insistía en que los guías naturales de los trabajadores pobres son los grandes industriales, sobre todo los banqueros, que proporcionaban crédito a la industria, y de este modo desempeñaban la función de planificar la economía. No le cabía duda de que los grandes industriales, ejerciendo el poder como dirigentes de la nueva sociedad, actuarían como tutores de los pobres, difundiendo la capacidad de compra, y mejorando de ese modo el nivel general de bienestar."(I: 49-50). "...los grandes industriales, si se les da responsabilidad y un saber unificado, actuarán movidos por un espíritu de solidaridad con la mayoría de la clase industrial." (I: 50). "Siente reverencia por el orden como condición necesaria para una organización social científica, y está mucho menos interesado en hacer a los hombres felices que en que trabajen bien." (I: 50).

(La continuación de esta nota se encuentra en: http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2011/03/cole-9-saint-simon.html)

Mataderos, domingo 20 de febrero de 2011

NOTAS:

(1) Cole trata la vida y obra de Saint-Simon en el volumen I, pp. 44-57.

(2) El Esbozo para un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano (cuya 1º edición se publicó de manera póstuma en 1794) de Condorcet influyó profundamente sobre Saint-Simon (I: 47). Esta obra puede consultarse online (se trata de la edición publicada en Paris en 1878 por la Librairie de la Bibliothèque Nationale) en: http://www.archive.org/stream/esquisseduntable00cond#page/n5/mode/2up


(4) "...la revolución política y la revolución en la esfera del pensamiento humano iban unidas, de tal modo que cada gran trastorno político iba seguido rápidamente de una revolución en la actitud del hombre respecto a los problemas morales y científicos." (I: 51-52). La tesis de que la estructura social y las ideas, el saber, las instituciones, se hallan íntimamente relacionadas, y que no permanecen inmutables, es especialmente fructífera para las ciencias sociales. Sobre ella se fundan tanto la sociología propiamente dicha, como el materialismo histórico. Pero la concepción de Saint-Simon aparece hasta aquí como idealista, pues la estructura social parece depender, en su argumento, del estado del saber en cada período determinado. En definitiva, es el conocimiento el que está operando como variable independiente en el desarrollo histórico.

(4) Debemos a Saint-Simon la introducción de la palabra industrial, utilizada para definir las nuevas condiciones debidas al proceso que más tarde se denominó Revolución Industrial.

(5) Las tres clases "útiles" de la sociedad eran los "productores", los "hombres de ciencia" y los "artistas" (en esta última categoría incluía a los literatos y a los científicos sociales). (I: 52).