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jueves, 9 de enero de 2014

“MEJOR NO HABLAR DE CIERTAS COSAS”: LOS INTELECTUALES Y EL KIRCHNERISMO SEGÚN RICARDO FORSTER

Ricardo Forster escribe un artículo ("La cuestión Milani", Página/12, 5/01/2014) sobre el debate suscitado en torno  al ascenso de César Milani, actual jefe del Estado Mayor del Ejército argentino, al cargo de teniente general. Forster, devenido “filósofo oficial” del kirchnerismo, realiza la hazaña de intervenir en la discusión sin decir una palabra sobre el núcleo de lo que se está debatiendo. Ya sólo por esto podemos decir que se trata de un texto antológico. Pero su artículo presenta interés, además, porque expresa con precisión los límites de la intelectualidad progresista que adhirió al kirchnerismo.

Forster calla sobre Milani. No es que no tenga nada para decir. Simplemente considera innecesario hacerlo. Le basta con afirmar que los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández han realizado una tarea de “reparación” en el campo de los derechos humanos, la cual no tiene precedentes en el mundo. Eso, y la mención al pasar de que los cargos contra Milani son acusaciones que no han sido probadas en sede judicial, es lo único que nuestro filósofo se digna a darnos como opinión sobre el caso en sí. 

¿Por qué Forster, tan dado a escribir largos párrafos ininteligibles para el vulgo, considera innecesario hablarnos de Milani?

En este punto, nuestro filósofo es, por una vez, claro. El caso Milani forma parte de una disputa mucho más general, que se da entre quienes habitan el “reino de las ideas” y quienes moran en el “espacio de la política”. En otras palabras, de un lado están los intelectuales que anteponen la crítica y la discusión de principios; del otro, quienes anclan su reflexión en el terreno complejo de la política, donde hay que hacer concesiones y los compromisos están al orden del día. De un lado, los “principistas”; del otro, los “realistas”. De un lado, los intelectuales de café; del otro, los intelectuales que meten las patas en el “barro de la historia”. Como es obvio, Forster se ubica en el segundo grupo; los intelectuales kichneristas que se atrevieron a mostrar dudas en el tema Milani (por ejemplo, Horacio González), son clasificados en el primero.

Forster no habla de Milani porque escuchó decir que en política hay que hacer concesiones. La enormidad de designar a un militar sobre el que pesan acusaciones de complicidad en la desaparición de personas durante la dictadura es una de esas concesiones. Pero para Forster la cuestión es simple. La lógica política se impone sobre la lógica intelectual. Colorín colorado, este cuento se ha terminado. Hegel es un poroto al lado de nuestro maestro de la dialéctica.

Forster está hablando, en definitiva, de la relación entre la política y los intelectuales. Más concretamente, la relación entre el kirchnerismo y los intelectuales que le son afines. La forma en que Forster concibe el carácter de la relación deja en claro que espera el kirchnerismo de los intelectuales.

Los intelectuales pueden rumiar algún rezongo respecto a Milani. Pueden aludir a principios éticos, a la moral, etc. Pero no pueden cuestionar las razones políticas que motivan el ascenso de Milani. No pueden hacerlo porque la fijación de la política está a cargo de Cristina Fernández. Ella sabe lo que hay que hacer. En el límite, el intelectual sólo puede aplaudir los actos de gobierno, le gusten o no. Si le aprietan los zapatos, si le salen callos, debe sonreír. El zapato es bueno, por más que su pie le indique lo contrario. En el fondo, años de parlotear sobre el pluralismo, sobre la diversidad, sobre la expansión de la democracia, quedan reducidos a la consigna: “Subordinación y valor”.

Pero, ¿es posible acometer transformaciones estructurales recurriendo a la política de la “subordinación y valor”?

Si a Forster le interesara el socialismo, la única “anomalía” posible en tiempos de hegemonía mundial del capitalismo, la respuesta sería no. Pero está claro que el kirchnerismo no es socialismo, ni liberación ni nada que se le parezca. Es, ni más ni menos, un proyecto político dirigido a estabilizar la dominación del capital en Argentina, luego de la crisis de 2001. Alguna vez Perón dijo que “el bolsillo era la víscera más sensible en el ser humano”. Retomando a Perón, una forma de calibrar la naturaleza del proyecto kirchnerista consiste en evaluar las ganancias de los empresarios. Cuando se observa el período 2003-2013 puede verse que los empresarios fueron los grandes ganadores de la Argentina kirchnerista. Es por ello que no ha podido avanzarse ni en la reducción del trabajo informal ni de la pobreza. Si Forster piensa que aumentar las ganancias del empresariado significa oponer un modelo alternativo al “neoliberalismo”, allá él. La regla del bolsillo enunciada por Perón sigue vigente y ella no miente. “Lo que falta”, para usar una expresión tan cara a los progresistas que militan en el kirchnerismo, no es otra cosa que el resultado del funcionamiento del “modelo”.

En este contexto, cobra sentido la relación que propone Forster entre intelectuales y política. En una sociedad tan desigual como la nuestra, donde los ricos viven en barrios privados y los asalariados en barrios donde se corta la luz, los intelectuales pueden parlotear acerca de los principios. Pero no demasiado. En lo concreto, deben acatar las directivas de la conducción. La desigualdad no es buena amiga del debate sobre cuestiones concretas. La filosofía, tal como se desprende del artículo de Forster, cumple dos funciones: por un lado, sirve de adorno al poder, es decir, opera como un diccionario de donde puede extraerse lo políticamente correcto; por otra lado, aliena a muchos intelectuales, que, ya sea por obtener una colocación en alguna repartición estatal, o ya sea para avanzar en la carrera académica, se condenan a sí mismos a una genuflexión continua frente al gobernante de turno y frente a los lugares comunes del pensamiento progresista.

Es por todo esto que Forster se queda sin palabras frente al caso Milani. Es por eso, también, que prefiere ubicar la cuestión en el terreno abstracto del choque entre los “principios” y la “política”. Su rol de intelectual acostumbrado a las agachadas y la ingesta de sapos le impide pensar en el plano de la política concreta. Con el ascenso de Milani, el kirchnerismo puso al ejército en el primer plano de la política argentina. Ello no ocurría desde 1983. Y lo hizo recurriendo a un militar especialista en Inteligencia que participó activamente de la dictadura militar. Aquí no hay ninguna traición a los principios, salvo que se crea que el kirchnerismo encarnó alguna vez un camino de liberación social. Se trata, hablando en criollo, de que el modelo hace agua y de que, por tanto, la represión comienza a vislumbrarse en el centro de la escena. En un contexto de crisis económica, la extrema desigualdad existente en la sociedad argentina requiere de la represión para sostenerse.

Como diría el general, “la única verdad es la realidad”.


General Paz y Avenida San Martín, jueves 9 de enero de 2014

jueves, 19 de enero de 2012

LOS INTELECTUALES Y EL KIRCHNERISMO: PLATAFORMA 2012

En Argentina, la inmensa mayoría de la población se ha visto obligada a adoptar un "pensamiento único", cuyos preceptos regulan las distintas acciones que componen su existencia. Ese "pensamiento único" tiene como dogma principal la preocupación constante por el dinero, que se ha convertido en el primer motor que regula los actos y los deseos de las personas. El dinero pauta nuestra existencia de un modo que ninguna religión pudo lograr en el pasado. El dinero es la forma moderna de la religión y, por tanto, constituye la base de un "pensamiento único" tal como nunca hubo en la historia

El "pensamiento único" construido en torno al dinero se expresa en la preocupación de los asalariados por llegar a fin de mes, en la búsqueda de nuevos trabajos para ganar más dinero, en las charlas constantes sobre los precios de los bienes, etc., etc. Basta salir a la calle para observar que buena parte de las conversaciones de las personas giran en torno al dinero. La omnipresencia del eje del "pensamiento único" es difícil de discutir.

El "pensamiento único" no es producto del azar ni de tendencias inherentes a la naturaleza humana. Para que se convierta en dominante es preciso que se conjuguen determinadas relaciones sociales. Ante todo, es necesario que el mercado sea la principal institución de la vida económica y que los medios para producir sean propiedad de una parte de la población, y no del conjunto de los productores. Los trabajadores, desprovistos de medios de producción, se ven obligados a vender su capacidad y sus habilidades en el mercado. Se convierten en asalariados. A esta forma de organización social se la denomina capitalismo. A partir de este momento están dadas las condiciones para el predominio del "pensamiento único".

En la Argentina actual, la vida de las personas está pautada por la lógica del mercado. Vivienda, salud, educación (no estamos negando aquí la existencia de la gratuidad de la enseñanza, pero los insumos que precisa el estudiante tienen el carácter de mercancías), transporte, esparcimiento, son esferas en las que impera la mercancía. Todo esto refuerza la vigencia del "pensamiento único", sobre todo si se tiene presente que más de un tercio de la fuerza de trabajo se encuentra en situación de precariedad (por ejemplo, trabajadores "en negro") y que desde el 2002 los capitalistas no han dejado de obtener ganancias exorbitantes.

En los primeros días de enero publicó su documento fundacional un nuevo grupo de intelectuales, denominado PLATAFORMA 2012 (1). La larga introducción a esta nota viene a cuento de que el documento, titulado "Plataforma para la recuperación del pensamiento crítico", hace énfasis en la existencia de un "pensamiento único" en nuestro país. Sin embargo, y como se verá a continuación, el texto firmado por los adherentes de Plataforma 2012 tiene muy poco que ver con los problemas cotidianos que mencionamos al comienzo.

Los firmantes declaran que pretenden "escapar al efecto impositivo de un discurso hegemónico". Desde el vamos aclaran que esto "no es una tarea fácil. Pero es necesario y posible generar una voz colectiva que enuncia este problema y lo transforme en acto de demanda." En pocas palabras, la consigna es: ¡Abajo el discurso hegemónico! 
¿En qué consiste el "discurso hegemónico" al que se refieren los autores? Desde el vamos hay que decir que no se trata del dominio del dinero, de la mercancía o del capitalismo sobre la existencia de las personas. Tampoco (y esto lo demostraremos a partir del análisis del documento) acerca de las caracteristicas del modelo de acumulación capitalista imperante en Argentina luego de la crisis de 2001. Nada de ellos es relevante para los firmantes. 

Su crítica va dirigida al "pensamiento único" kirchnerista, al cual le atribuyen las siguientes características: "asistimos a la construcción de un relato oficial, que por la vía de la negación, ocultamiento o manipulación de los hechos, pretende investir de gesta épica el actual estado de cosas". Si esto es así, la pregunta que viene a la mente es: ¿cuál es la diferencia con los procedimientos empleados por los demás gobiernos?, ¿los actos del gobierno de Cristina Fernández son tan distintos como para merecer una calificación especial?, ¿no será mucho?

Sigamos adelante con el documento. El "pensamiento único" se convierte en "relato hegemónico" que "pretende imponer sobre la materialidad y el valor simbólico de estas muertes [los asesinados en luchas sociales en los últimos años] (...) se elabora un discurso oficial que construye consensos, porque aparenta dar cuenta de una serie de necesidades sociales y reividicaciones nacionales mientras se afianza la persistencia de lo mismo que aparenta cuestionar. Este relato disciplinador y engañoso utiliza la potencia de los recursos comunicacionales de que dispone crecientemente el gobierno para ejercer control social mediante la inducción de mecanismos alienatorios sobre las formas colectivas de la subjetividad." Nos vemos obligados a aclarar, aunque tendría que estar claro, que el principal objetivo del Estado es "ejercer el control social". En este punto, el gobierno de Cristina Fernández no hace nada nuevo (dicho esto con independencia del análisis de los mecanismos específicos utilizados por el "kirchnerismo" para lograr ese objetivo). Pero, el énfasis puesto por los autores del documento lleva a pensar que la utilización de mecanismos disciplinadores no es un patrimonio del Estado en general, sino del "kirchnerismo" en particular.

No contentos con lo dicho, los firmantes del documento insisten: "El contenido de la producción ideológica oficial se inscribe en una metodología. La discusión de ideas es sustituida por la descalificación del interlocutor y toda disidencia es estigmatizada. Trivialización del debate, bravata 'intelectual', sacralización de sus referentes con independencia de las acciones que producen, son sólo algunas de las modalidades en las que se expresa el intento de imponer un discurso único. Cuando desde los medios públicos se utiliza la denigración de toda crítica por medio de recortes de frases, repeticiones, burlas y prontuarización como procedimiento intimidatorio y se invalida a esas mismas voces cuando se expresan en otros medios, se produce una encerrona por que una u otra vías sólo promueve el silencio." La crítica de Plataforma 2012 se concentra, pues, en la metodología y en el tipo de "relato" producido por el "kirchnerismo". A estas cuestiones está dedicado el núcleo del documento fundacional de Plataforma.


Un discurso no gira en el vacío de las ideas puras. Tampoco es autónomo respecto a la realidad de los pobres mortales que viajan en colectivo y no llegan a fin de mes. El "kirchnerismo", en la medida en que se ha convertido en la expresión política de un nuevo modelo de acumulación de capital, se ha visto obligado a formular una ideología destinada a legitimar sus acciones. Los firmantes del documento dejan de lado esta cuestión y prefieren "demonizar" al "kirchnerismo" como creador de un "pensamiento único". De este modo, el documento se mueve dentro de los límites de las disputas intelectuales en Argentina, cuya característica fundamental es la negativa a "sacar los pies del plato". A continuación intentaremos fundamentar esta última afirmación.


El documento no pretende discutir el "kirchnerismo" en tanto modelo específico de acumulación capitalista, ni como forma específica de la hegemonía capitalista (diferente al neoliberalismo de los '90). Nada dice respecto a la manera en que el "kirchnerismo" logró construir consenso popular manteniendo en buena medida la legislación privatizadora y flexibilizadora de los años neoliberales. Plataforma 2012 hace silencio sobre estos temas.


Sin embargo, sería erróneo afirmar que los autores dejan de lado absolutamente los temas terrenales. En el texto aparece la lista de los asesinados en luchas sociales durante el "kirchnerismo", acompañada por el siguiente comentario: "Muertos que, lejos de ser inocentes, marcan un encarnizamiento represivo que no puede ser negado ni atribuido a lejanas decisiones para desresponsabilizar al gobierno central. (...) El proceso de concentración de la propiedad de la tierra y la soja-dependencia de los últimos ocho años son un correlato en el presente de aquel despojo [de los pueblos originarios], que el discurso oficial oculta." A pesar de que esta alusión es, con mucho, la referencia terrenal más elaborada del documento, la misma es superficial y unilateral. Es superficial porque la cuestión de la tierra va mucho más allá de la soja y de la concentración de la propiedad. Las condiciones favorables de mercado mundial sirvieron para valorizar la tierra aún en zonas consideradas no rentables en tiempos pasados. La concentración y el arriendo se expandieron. El crecimiento de la producción de soja se vio acompañado por el de otros cultivos (como el maíz). Limitarse a hablar de soja-dependencia equivale a simplificar la cuestión agraria en Argentina. Resulta más preciso partir del hecho de que estamos viviendo una fenomenal expansión de las relaciones capitalistas en el campo, la cual se inició en la década del '90. La producción agropecuaria se ha "industrializado" a una velocidad inconcebible hace treinta años atrás. En la primera década del siglo XXI, los efectos combinados de los precios internacionales, la devaluación de 2002 y la explotación de la fuerza de trabajo, permitieron el salto exportador que, entre otras cosas, proveyó las divisas para el crecimiento de la economía argentina. En definitiva, todos estos cambios se articularon en la construcción de un nuevo patrón de acumulación capitalista en Argentina.

La siguiente alusión terrenal del documento es: "Quieren aparecer como actores de una gesta contra las 'corporaciones', mientras grandes corporaciones como la Barrick Gold, Cerro Vanguardia, General Motors, las cerealeras, los bancos y las petroleras - y el propio grupo Clarín (...) - han recibido enormes privilegios de este gobierno." El punto no es si hubo corporaciones que han recibido (y reciben) "privilegios" del gobierno, sino de que el nuevo modelo de acumulación requiere la participación privilegiada de los sectores del gran capital. Esta es la relación que corresponde analizar y explicar.


Finalmente, un par de referencias terrenales más: "Quieren también aparecer como protagonistas de una histórica transformación social, mientras la brecha de la desigualdad se profundiza." Suena impresiontante, pero no es más que una frase, porque el documento no aclara qué entienden los autores por "desigualdad". El problema no radica en una simple cuestión terminológica, sino que se encuentra referido a la forma en que se encuentra distribuido el poder en la sociedad. Si la "desigualdad" es entendida como desigualdad en los ingresos, la lucha política pasa a ser una pelea por ingresos. Si la "desigualdad" es concebida como desigualdad en la posibilidad de tomar decisiones sobre las cuestiones fundamentales (cómo se trabaja, acceso a la vivienda, salud, educación, etc.), la lucha política consiste en una pelea en torno a la propiedad. En términos antidiluvianodos: o la lucha de los trabajadores es un regateo por el precio de venta de su fuerza de trabajo en el mercado, o su lucha pasa a ser un cuestionamiento radical a la necesidad misma de venderse en el mercado. En definitiva, la discusión sobre la "desigualdad" es un juego de salón si se pierde de vista a la principal fuente de desigualdad, que es el capitalismo.

Por último, Plataforma 2012 deja una última referencia terrena: "La asociación entre derecho de huelga y extorsión o chantaje." Poco es lo que puede decirse. No está presentada en relación al proceso de producción, a la lucha entre capital y trabajo o, simplemente, a los padecimientos de los laburantes que no llegan a fin de mes. Estos problemas parecen ser minucias para los firmantes. Para ellos la preocupación pasa por la "homogeneidad discursiva" que promueve el gobierno de Cristina Fernández. Dadas las condiciones en que viven millones de argentinos, la postura de Plataforma 2012 tiene un fuerte aire de irrealidad.




Mataderos, jueves 19 de enero de 2012
NOTAS: 

(1) El texto del documento se encuentra en: http://plataforma-2012.blogspot.com/



domingo, 15 de enero de 2012

LOS INTELECTUALES Y EL KIRCHNERISMO: COMENTARIOS A LA CARTA "ARGUMENTOS PARA UNA MAYOR IGUALDAD"

En la edición del miércoles 11 de enero de 2012, PÁGINA/12 publicó el documento "Argumentos para una mayor igualdad" (1).  Como se trata de un texto característico de los alcances y limitaciones del debate intelectual en la Argentina actual, hemos decidido dedicarle estos comentarios.

Los autores del documento comienzan el texto anunciando que pretenden "escapara a una falsa polarización". La referencia es a Carta Abierta (2) y a Plataforma 2012 (3), otros dos agrupamientos de intelectuales. En el primer caso, se trata de un grupo de intelectuales abiertamente "kirchneristas"; en el segundo, de intelectuales que dicen tener una posición crítica frente al gobierno. Es significativo que los autores opten por dejar al margen (por "ningunear") a los intelectuales que han adherido públicamente al Frente de Izquierda (4). Según parece, el pluralismo y la diversidad no llegan a tanto.

Los firmantes del documento afirman "desear que la Argentina sea una sociedad más igualitaria". Pero dejan a Carta Abierta al margen de sus críticas y la emprenden, en cambio, con Plataforma 2012: "¿Cómo es posible que nuestro diagnóstico acerca de lo que sucede en el país sea tan distante del de Plataforma?". Por tanto, desde el principio los firmantes se proponen confrontar con Plataforma 2012.

Los autores de Argumentos comienzan su crítica de Plataforma 2012 expresando sus diferencias en cuanto a la manera de concebir el "pensamiento crítico". En primer lugar, los autores afirman que conciben a éste como aquél que "distingue entre cualidades diferentes, se adentra con cuidado en procesos complejos". Un poco más abajo vuelven a enunciar lo mismo: "la principal función de la crítica (...) es la capacidad de distinguir". Ahora bien, si la principal función de la crítica es "distinguir": ¿qué distingue a la crítica de otras formas de pensamiento?, ¿acaso el pensamiento dogmático no tiene también que distinguir entre el dogma y la herejía? En nuestra opinión, los buenos modos académicos esterilizan las mejores intenciones. La crítica, tal como la entendían gente como Diderot o Marx, tenía por objetivo combatir un orden de cosas existente. No se trataba de una actividad útil para mejorar un proyecto de investigación. ¿Qué hubiera dicho alguien como Voltaire frente a recomendaciones como las formuladas por la gente de Argumentos? 

Si algún lector piensa que lo expresado en el párrafo precedente es una exageración, puede acomodarse en su silla y leer con calma la siguiente frase que figura en el documento: [El pensamiento crítico que reivindicamos - los firmantes de Argumentos - ] no descalifica a los adversarios o a quiénes piensan diferente: construye argumentos (...) creemos que es urgente desplegar un debate franco, que busque reconocer los matices y complejidades del proceso actual." Hay aquí demasiado apego a las normas de lo políticamente correcto. En política hace falta tanto construir, difundir y lograr que los argumentos se vuelvan carne en las masas, como también descalificar al adversario para hacerle perder influencia. Una cosa no quita la otra. Alguien que defiende la explotación está defendiendo una hijoputez y hay que decirlo claramente, sin que por ello descuidemos el trabajo de rebatir su argumento. La política es pasión, no un juego de salón.

En pocas palabras, el "pensamiento crítico" que reivindican los autores de Argumentos poco tiene que ver con la crítica de la sociedad por intelectuales comprometidos con la transformación de la misma; en cambio, expresa hasta la saciedad los lugares comunes del mundo académico actual.


Pasemos adelante. A continuación, los autores explican del siguiente modo sus diferencias con Plataforma 2012: "parten de una idea que consideramos equivocada: este gobierno es nefasto y sólo hace cosas nefastas." De paso, hacemos notar que siguen sin decir una palabra de Carta Abierta.


Para aclarar sus diferencias son Plataforma 2012, los firmantes proceden a formular una enumeración de 6 puntos. Con el objeto de ordenar esta exposición vamos a respetar el orden de los autores:


1) Ante la frase de Plataforma 2012, "se ha profundizado la desigualdad [durante los gobiernos kirchneristas], los firmantes de Argumentos responden: "Esto no puede afirmarse y menos aún al pasar (...) Nos parece muy preocupante que se realice una afirmación tan grave sin análisis ni datos". Ahora bien, y sin entrar a discutir por el momento la posición de los autores de Plataforma 2012, los firmantes de Argumentos, partidarios del "pensamiento crítico" que consiste en adentrarse "con cuidado en procesos complejos" tienen la oportunidad de dar datos y refutar cuidadosamente a la gente de Plataforma 2012. Veamos cómo lo hacen. 


Nuestros cultores del "pensamiento crítico" comienzan incurriendo en dos simplificaciones: a) ignoran el carácter capitalista de la sociedad argentina, cuestión que es fundamental en cualquier análisis de la desigualdad; b) reducen la problemática de la desigualdad a la "distribución del ingreso". Todo el punto 1 del documento es un esfuerzo por mostrar (amontonando medidas del gobierno de Cristina Fernández y sin dar un sólo dato numérico) que "la desigualdad no se ha profundizado desde 2003 a la actualidad". Puestas así las cosas, la afirmación de Argumentos está tan pobre de análisis y de datos como la de Plataforma 2012. La afirmación de los autores de Argumentos tiene que ser discutida en dos planos: 1) la desigualdad no puede ser reducida a una cuestión de ingresos. Proceder así implica legitimar el capitalismo, pues se deja incólume la principal desigualdad que consiste en la que se verifica en el proceso de producción entre el empresario y el trabajador. Esta desigualdad no es sólo económica, sino también política. El lugar de trabajo es un lugar de producción de desigualdad. Una lucha consecuente contra la desigualdad en el capitalismo requiere modificar la forma en que se produce y no solamente la forma en que se distribuye. El capitalismo supone necesariamente una distribución desigual, desde el momento en que está basado en la propiedad privada de los medios de producción. El planteo de Argumentos tiende a reducir la cuestión a un regateo entre empresarios y trabajadores, bajo la supervisión de un Estado árbitro; 2) el estudio cuidadoso de los datos para mostrar lo sucedido con la distribución del ingreso en el período 2003-2011. 


A lo anterior, hay que agregar que no estamos de acuerdo con una serie de afirmaciones puntuales de Argumentos respecto a la cuestión de la desigualdad. Así, "la reducción del trabajo precario (aún modesta para los objetivos que deben plantearse)". Esta frase es un modelo de ligereza enel tratamiento de los problemas sociales. En la actualidad, hay un 35/40 % de la fuerza de trabajo  en situación de precariedad (no registrados). Esta cifra se da en el marco de un largo período de crecimiento económico. Es un ejemplo de cómo la desigualdad en un sentido fuerte (los trabajadores "no registrados" tienen mucho menos derechos al pataleo que los registrados) ha sido uno de los pilares del modelo de acumulación implementado por el "kirchnerismo". Pero la gente de Argumentos prediere no decir palabra. Es verdad que manifiestan escrúpulos al acotar que "la reducción del trabajo precario" es "modesta". Ahora bien, la vaguedad de la frase  "los objetivos que deben plantearse" muestra que los firmantes del documento no tienen muy en claro cuáles son sus metas en la lucha contra la desiguadad. Si de trabajo precario se trata, el objetivo tiene que ser su completa eliminación, dado que es una fuente permanente de "desigualdad". ¿Por qué no lo dicen los autores de Argumentos? 


Los firmantes también sostienen que las retenciones y el Imperio a las Ganancias, "mejoran la distribución". Así formulada, la frase es inexacta. Las retenciones y el Impuesto a las Ganancias mejoran la situación financiera del Estado, pero no necesariamente la distribución del ingreso. Esto último tiene que ser demostrada mediante un estudio cuidadoso, cosa que no hacen nuestros adalides del "pensamiento crítico". 


Por último, "leyes como el matrimonio igualitario o del peón rural reducen otras desigualdades" [que no son las generadas por la distribución del ingreso]. Los firmantes muestran inconsecuencia en el manejo del "pensamiento crítico", pues antes habían afirmado que "la principal función de la crítica es la capacidad de distinguir". ¿Por qué se mezclan, entonces, cuestiones tan distintas como el matrimonio igualitario y el Estatuto del Peón? Como indicamos, este punto 1 tiene el carácter de "amontonamiento" y no de argumento cuidadoso.


2) Los firmantes de Argumentos coinciden con los de Plataforma 2012 en la "preocupación" por la erosión de "la máxima (...) de que la policía concurra sin armas a las protestas sociales". Consideran que esta fue "una de las grandes conquistas democráticas posteriores a los asesinatos de Kosteki y Santillán". Estas conquista comenzó a resquebrajarse con el asesinato de Fuentealba y se vio vapuleada con los hechos del Parque Indoamearicano, la represión en Formosa y el asesinato de Mariano Ferreyra.

La coincidencia con Plataforma 2012 es fuerte en este punto, los firmantes de Argumentos apenas acotan que "ese hecho [el encarcelamiento de Pedraza en el caso Ferreyra] parece no existir para Plataforma". A diferencia del punto 1, Argumentos es más preciso en los objetivos que propone: "consideramos imprescindible que el gobierno nacional tenga una política consecuente con su política de derechos humanos en relación con los asesinatos ocurridos en Jujuy, Santiago del Estero, Formosa y otras provincias. Una política que logre retrotraernos a la situación previa a los primeros muertos en las provincias". Los cultores del "pensamiento crítico" vuelven a simplificar las cosas, hasta el punto en el que sus críticas se vuelven irrelevantes. No dicen una palabra acerca de las causas del cambio (del resquebrajamiento) de la política de derechos humanos. ¿Acaso fue producto del capricho?


Pero, y esto es lo principal, los firmantes de Argumentos reducen los derechos humanos a la represión de las protestas sociales. En el fondo, no salen de los límites del esquema "kirchnerista", que hacen de los derechos humanos una cuestión de memoria y no de actualidad. Desde una concepción más amplia, los derechos humanos incluyen vivienda, salud, educación y trabajo. El modelo "kirchnerista" subordina la satisfacción de estos derechos a la acción del mercado, y la insatisfacción de los mismos no es considerada como una violación a los derechos humanos. Tampoco se hace ninguna referencia a la tortura en comisarías y cárceles, ni al "gatillo fácil" aplicado sobre los jóvenes "morochos". El planteo de Argumentos es demasiado pulcro, demasiado académico, como para molestar a nadie. 

3) Comienza con una frase que nos retrotrae a la visión posmodernista de la sociedad: "Todos los gobiernos, de izquierda o de derecha, construyen relatos." La noción de "relato" es la forma posmoderna de aludir a la vieja cuestión de la ideología. Sin entrar en detalles, la mencionada noción tiende a formular una versión relativista del proceso histórico, pues lleva a pensar que la ideología es una mera justificación de los actos de cada actor político, construida como si se tratara de una obra de ficción. Hablar de ideología, en cambio, supone ligar estos "relatos" a intereses determinados, y dejan de ser ficciones para volverse parte de la realidad, ya sea justificando la dominación o poniéndola en cuestión. De ahí que la mención a la "izquierda" y a la "derecha" termine girando en el vacío. Cabe decir que, hasta este momento, el documento presenta a la izquierda y a la derecha como una cuestión de distribución del ingreso; la producción (base de la desigualdad que dicen combatir los autores del documento) queda intacta. Por último, la mención a los relatos está armada de un modo tal que parece que los principales destinatarios de esos relatos fueran los intelectuales. Todo es muy autorreferencial.


A continuación, los firmantes de Argumentos se preocupan por negar la existencia de un "discurso único" bajo el "kirchnerismo", tal como sostiene la gente de Plataforma 2012. Despachan la cuestión diciendo que hay "debate público" y que, por tanto, no puede hablarse de "pensamiento único". En rigor, las cosas son un poco más complejas. La dominación capitalista requiere, para ser efectiva, la apariencia de pluralidad. Esto es así, porque dicha pluralidad se halla garantizada por la dictadura capitalista en la fábrica. Este es el marco imprescindible para analizar la cuestión de la pluralidad. Pero los autores parecen haber hecho la promesa de no mentar ni en sueños al capitalismo ni a cualquier otra cuestión terrenal. 


4) En este punto del documento se encuentra la defensa más encendida de la política del "kirchnerismo". El punto comienza así: "Existen disputas por la legitimidad política muy asociadas con los procesos de distribución económica." Al revés, ¿existen, acaso, disputas políticas que no estén asociadas a "procesos de distribución económica"? Entonces la afirmación de Argumentos es una verdad de Perogrullo, sólo que lavada y empeorada. Si aceptamos el punto de vista de los autores: a) queda abierta la posibilidad para escindir ciertas luchas políticas de la disputa por los "procesos de distribución económica"; b) está implícita la negación de que las luchas políticas puedan tener por objeto los procesos de producción. Para los autores del documento que estamos comentando, todo el proceso político gira en torno a la distribución.


Luego de este comienzo, vuelve a ser rechazada la tesis de la "profundización de la desigualdad", postulada por los firmantes de Plataforma 2012. Acto seguido, nos presentan una verdadera perla: "los poderes económicos y corporativos son mucho más reales de lo que un lector de Plataforma podría suponer. (...) todos hemos vistos actuar a los grupos rurales, eclesiásticos, a los medios, a transnacionales, fondos buitres y gobiernos extranjeros." ¿Cómo debemos entender esta afirmación y qué relación guarda con la cuestión de la desigualdad? En principio, a nadie se le ocurre negar la realidad, por ejemplo, de los grupos rurales (¿por qué no mencionar directamente a la Mesa de Enlace o a la Sociedad Rural?). El problema es que los autores no arman explícitamente todo su argumento. Veamos. Dicen que las luchas políticas se encuentran asociadas con los procesos de distribución económica, y que esas luchas "son verdaderamente complicadas". Pero no explican directamente porque son "complicadas". Viene una referencia a la "corriente progresista" que enuncia la tesis de la profundización de la desigualdad, y acto seguidon formulan su referencia a los poderes "económicos y corporativos", y a sus tensiones con el gobierno. El argumento implícito parece ser: el gobierno de Cristina Fernández quiere reducir la desigualdad, pero la correlación de fuerzas le es desfavorable frente a los "poderes económicos y corporativos". En consecuencia, el deber de los intelectuales es apoyar al "kirchnerismo" para no hacer el juego a esos "poderes económicos y corporativos". Pero nada de esto aparece formulado claramente. Hay que tener presente que se trata de un texto político, dirigido al gran público.

5) Para los autores de Argumentos, la "disyuntiva" actual en el país se da entre una "concepción neodesarrollista, que en el fondo cree que mayores formas de inclusión y justicia serán alcanzadas gracias al crecimiento económico" y una "concepción igualitarista que cree en un desarrollo integral, económico y social, ambiental y cultural". Todo muy bonito, pero si las clases son planteadas de este modo, ambas concepciones parecen girar en el vacío o ser meros "relatos". Esto es así porque los autores piensan la disyuntiva en términos estrictamente académicos, no políticos. Si el "pensamiento crítico" pretende transformar la realidad, tiene que empezar por ser verdaderamente critico. En vez de plantear una disyuntiva abstracta, los autores de Argumentos podrían comenzar por identificar a los actores que se encuentran detrás de ambas concepciones, y luego ponerlos en relación con : a) el carácter capitalista de la sociedad argentina; b) los "poderes económicos y corporativos".


6) En el último punto del documento, los autores esbozan su posición frente al gobierno de Cristina Fernández. Expresan su desacuerdo ("no compartimos") con "acciones y metodologías" del gobierno. Citan el Indec y la minería contaminante. Ni una palabra sobre vivienda, salud, educación, jubilaciones, precariedad laboral. Pero, a la vez, niegan la posibilidad misma de construir un proyecto político a la izquierda del "kirchnerismo". Así, sostienen que dichas discrepancias con acciones y metodologías del gobierno, "no nos lleva a creer que exista hoy en la Argentina la posibilidad de una construcción de izquierda que insista en desconocer los avances logrados en estos años." Si la izquierda desconoce los "logros", es por irracionalidad y tozudez. Expresado en términos más llanos, dada la correlación de fuerzas, el "kirchnerismo", con todos sus defectos, es la única izquierda posible. De ahí que sostengan que "un pensamiento crítico comprometido con lo que hay que lograr, pero también con lo logrado, intervendrá activamente en el debate acerca de lo que falta, que es un avance cualitativo en todos los terrenos de una mayor igualdad."


Un "pensamiento crítico" comprometido con la lucha de los trabajadores comenzará por formular un análisis en términos de la correlación de fuerzas entre las clases sociales, teniendo presente que la lucha por la igualdad debe incluir como eje a las relaciones de producción. Los firmantes de Argumentos eligen un camino diferente. Parten de la petición de principio de que el "kirchnerismo" lucha por la igualdad, y a partir de allí cuentan cuanto falta para lograr esa igualdad. Ni siquiera tienen en cuenta la disyuntiva que indicaron en el punto 5. Como su horizonte teórico es la distribución, no tienen necesidad de hablar de capitalismo, ni de explicar como una sociedad capitalista, desigual por definición, puede volverse igualitaria sin perder su condición de capitalista. 




Mataderos, domingo 15 de enero de 2012

NOTAS:

(1) Ver el documento completo, así como también la lista de los firmantes, en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-185201-2012-01-11.html

(2) El sitio oficial de Carta Abierta es: http://www.cartaabierta.org.ar/

(3) La dirección del blog de este agrupamiento es: http://plataforma-2012.blogspot.com/

(4) El blog de la Asambles de intelectuales, docentes y artistas en apoyo al Frente de Izquierda y los Trabajadores es: http://asambleadeintelectualesfit.wordpress.com/