“La ciencia realiza sus objetos,
sin encontrarlos jamás hechos.”
Gaston Bachelard (1884-1962),
filósofo francés.
Bienvenidas y
bienvenidos al tercer encuentro del curso.
A
partir de hoy inauguraremos una nueva sección de la clase. Antes de comenzar con
el desarrollo de los temas del día, dedicaremos un espacio a responder dudas y
cuestiones varias, ya sean de la clase anterior o de la lectura de los textos
de la bibliografía obligatoria. Para ello voy a utilizar las consultas que
ustedes envían por correo electrónico (este texto fue escrito para el curso anterior. En la presente cursada los foros se complementarán con el correo electrónico). De este modo espero hacer que la clase
se asemeje un poco más a las clases presenciales, con las intervenciones de los
estudiantes. A esto agregaré, a partir del fin de semana, clases grabadas (audio y vídeo).
Tengan
presente que el trabajo de profesor puede convertirse, muchas veces, en el
equivalente a la experiencia de volar a ciegas, en la que el docente confía en
su experiencia, sin tomar en cuenta si los estudiantes comprenden realmente los
temas de la clase. Pero, como suele suceder, quien vuela a ciegas termina
estrellado. Para evitar ese resultado resulta imprescindible que pregunten todo
lo que no se comprenda, todo lo que les parezca mal explicado, ya sea en los
textos o en las clases. Como dicen los vendedores ambulantes, “su consulta no
molesta”.
No
hay que tener miedo en reconocer que los docentes damos malos clases,
explicamos mal los conceptos o somos confusos en la expresión, damos por
sentadas cosas que necesitan mucho más laburo para su comprensión, etc.; pero
pensamos que no es así por pura autocomplacencia. De ahí que necesitamos como
el aire las opiniones y críticas de los estudiantes.
Va la primera consulta:
-
Quería hacerle una pregunta acerca
del primer capítulo del libro de Palma y Pardo. Hay una descripción de los
términos logos y episteme, pero no llegué a comprender la diferencia entre ellos,
especialmente siendo que en la página 29 parece que como que los mezcla entre
sí, aunque eso puedo haberlo interpretado debido a mi confusión.
Mi respuesta:
-
Es verdad que la distinción entre doxa y episteme aparece algo confusa en el texto. Intentaré aclararla.
Empiezo por el principio. El mito
alude a un tipo de explicación basada en la intervención de seres
sobrenaturales. El ejemplo más conocido está en la Biblia, en el libro del Génesis, cuyo primer capítulo narra el
origen de la Tierra, de los animales y las plantas, de los seres humanos. Allí
está claro que la voluntad de Dios es el elemento determinante y que esa
voluntad es incognoscible. Nuestra razón (nuestra capacidad de conocer) no
sirve para comprender los motivos divinos. En otras palabras, el mito explica,
pero esa explicación remite a factores ajenos a la razón humana. Sólo nos queda
la fe, creer o no creer.
El logos,
en cambio, es un discurso fundamentado. Es decir, tiene que tener coherencia
lógica y ofrecer pruebas de lo que se dice allí. En la clase N°2 afirmo que el
logos está relacionado con la democracia directa, la forma de gobierno
imperante en varias polis griegas.
Por ejemplo: un ciudadano pretende imponer una moción en la asamblea. Para ello
está obligado a elaborar un discurso que persuada a los demás ciudadanos de la
conveniencia de votar a favor de su moción. Ese discurso tiene que tener una
estructura que incluya pruebas (que pueden ser empíricas, históricas, lógicas,
etc.). El ciudadano en cuestión no puede presentarse en la asamblea diciendo:
"Voten a favor de la moción porque es Zeus el autor de la misma". El
mito es desplazado por el logos.
Ahora bien, ¿cuál es la distinción
entre logos, episteme y doxa?
La episteme y la doxa son formas diferentes del
logos (ver el cuadro que se encuentra en la pág. 29). El episteme remite a un saber fundamentado, lógico, implica el uso de
conceptos que tienen que estar definidos de manera precisa. Un buen ejemplo de
episteme es el conocimiento filosófico. La doxa
(opinión), en cambio, es un conocimiento fundamentado y lógico, pero carece de
rigor en la definición de los términos, y las pruebas que presenta pueden ser otras
opiniones.
Una segunda consulta dice lo
siguiente:
1- No entendí bien la parte donde
habla de las características de la ciencia en la posmodernidad.
2- Cuál es la diferencia entre el
saber fundamentado y el carácter metódico.
Mi respuesta:
El profesor Pardo trata el tema de
las características de la ciencia en la posmodernidad en el artículo “La
invención de la ciencia”, cuando describe los rasgos del paradigma actual.
Pardo distingue tres épocas históricas en la ciencia, a las que denomina paradigmas. En el artículo dedica mucha
atención al paradigma premoderno y al paradigma moderno. El paradigma actual
recibe un tratamiento diferente y lo considera más como una crítica a los
postulados del paradigma moderno que como un modelo consolidado. En ese
sentido, la clave se encuentra en la pág. 39, donde señala que la Modernidad se
desplegó en torno al proyecto de una "racionalidad plena", cuyo
núcleo era la idea que nuestra razón podía conocer y explicar todo lo existente
en el universo (en la pág. 32 se encuentra un análisis de la noción de
racionalidad plena).
La Posmodernidad, cuyos orígenes podemos situar alrededor de la década
de 1970, es ante todo una corriente filosófica que discute esa idea de
racionalidad plena. En esa misma pág. 39, Pardo menciona la crítica a la noción
de verdad defendida por la Modernidad. Esto sirve de ejemplo para comprender la
posición de los posmodernos, quienes se concentran en la discusión de los
ideales de la Modernidad antes que en la construcción de un nuevo
paradigma.
Respecto a la distinción entre
"saber fundamentado" y "carácter metódico". La
fundamentación se refiere a la presentación de pruebas (fundamentos) a favor de
un argumento o de una posición determinada. Esas pruebas pueden ser empíricas,
producto de la observación cotidiana o de un experimento (una situación
controlada y manipulada), lógicas, históricas, etc. En síntesis, es un saber
que tiene que ser probado. El carácter metódico hace referencia a que hay que
seguir un método para obtener conocimiento. La noción de método significa que
hay pasos, etapas, en el proceso de investigación, y que esas etapas se deben
lleva a cabo en el mismo orden. Conviene consultar la pág. 21 del artículo de
Pardo (allí describe el carácter metódico, al enumerar los rasgos de la ciencia
en sentido descriptivo).
Cerramos con esto las respuestas a
las consultas. Pasamos ahora a los temas de la clase de hoy
En esta clase vamos a iniciar nuestro
recorrido por la epistemología anglosajona.
La epistemología es una disciplina
que estudia el conocimiento científico. También se la conoce como filosofía de
la ciencia. Aquí no podemos detenernos en la discusión por el nombre (si
corresponde llamarla ‘epistemología’ o si hay que denominarla ‘filosofía de la
ciencia’), su relación con la filosofía
en general (si se trata de una rama de ésta o si se ha convertido en una
disciplina específica). Para los fines de este curso basta con decir que
estudia el conocimiento producido por la ciencia y que su crecimiento es un
subproducto del desarrollo de la ciencia y la tecnología.
Si hoy se encuentran cursando
Epistemología es porque la ciencia y la tecnología se convirtieron en una
fuerza económica al servicio (y modelada por) el capital. La ciencia es uno de
los motores del desarrollo del capitalismo. En este sentido, el interés por los
problemas del conocimiento científico fue incrementándose en paralelo con el
aumento de la influencia de la ciencia en la sociedad.
La Revolución Científica de los
siglos XVI y XVII parió la filosofía moderna, con su obsesión por el método para
obtener conocimiento. La Revolución Industrial de fines del siglo XVIII (y sus
continuaciones en los siglos XIX y XX) parió la epistemología o filosofía de la
ciencia. El problema del conocimiento se convirtió en el problema del
conocimiento científico.
La epistemología anglosajona no es
toda la epistemología. La epistemología es un campo de batalla de distintas
corrientes, y la variante anglosajona es sólo una de ellas. Pero su influencia
ha sido enorme, a punto tal que ha moldeado los problemas y los métodos de la
disciplina. De ahí que merezca nuestra atención, a pesar de sus limitaciones. Por
eso dedicaremos esta clase y la siguiente a la revisión de algunos de los
principales temas de esta corriente epistemológica. Ustedes tienen el artículo
del profesor Pardo como lectura obligatoria [1]. Dado que dispondrán de una guía
de preguntas sobre el texto (que sirve de base a su lectura), haré una
selección de cuestiones que resultan especialmente significativas para este
curso.
a) De la ciencia como
producto a la ciencia como proceso
En primer lugar, conviene tener una
visión de conjunto de la trayectoria de la epistemología anglosajona en el
siglo XX, pues ella nos servirá para una mejor comprensión de los problemas
abordados en el artículo del profesor Pardo.
La epistemología anglosajona
constituye la versión estándar de la filosofía de la ciencia. Recibe también la
denominación de Concepción Heredada
(CH) [2]. ¿En qué consiste esta herencia? Básicamente en el empirismo y en su
versión modernizada, el positivismo del siglo XIX. La CH agregó la preocupación
por el análisis del lenguaje, en línea con el desarrollo de la filosofía analítica, corriente de
enorme influencia en los países anglosajones.
El empirismo sostiene que la base de todo nuestro conocimiento reside
en la información que nos proporcionan los sentidos. Nuestra mente procesa esos
datos y construye todo nuestro saber. No existe otra fuente de conocimiento
válida que no sean los sentidos. Esta concepción se desarrolló en debate con el
racionalismo y se convirtió en positivismo en el siglo XIX. [3]
La CH se divide en dos variantes: a)
el empirismo lógico, cuyo principal
exponente es el Círculo de Viena; b) el racionalismo
crítico, desarrollado por el filósofo austríaco Karl Popper (1902-1994). El
profesor Pardo menciona una serie de características comunes a ambas variantes,
así que no es necesario explayarnos aquí. [4]
La CH considera a la ciencia como
producto, es decir, como algo acabado, al que hay que aplicarle el análisis
lógico. En todo caso, es tare de otras disciplinas (la sociología y la historia
de la ciencia) investigar cómo se produce el producto (por ejemplo, una teoría científica).
La filosofía de la ciencia debe ocuparse únicamente de la validez del
conocimiento obtenido. Esto requiere de una rígida división del trabajo entre
las disciplinas que tienen a la ciencia como objeto de estudio.
El filósofo alemán Hans Reichenbach
(1891-1953), exponente del Círculo de Viena, desarrolló la distinción entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación, la cual
sirvió de apoyatura filosófica a la mencionada división del trabajo entre
disciplinas.
El contexto de descubrimiento abarca
todos los procesos (económicos, sociales, políticos, ideológicos, personales)
que confluyen en un descubrimiento científico. Es el ámbito propio de la
sociología de la ciencia y de la historia de la ciencia. Queda fuera de la
incumbencia de la epistemología.
El contexto de justificación, en
cambio, se refiere a la problemática de la validación de las teorías
científicas. En otras palabras, se ocupa de la validez del CC. Es el terreno de
la epistemología, tal como la concibe la CH.
Veamos con más detenimiento la
distinción que acabamos de describir. En este aspecto se percibe la filiación
entre el empirismo y la CH.
El empirismo clásico, surgido al
calor de la RC, afirmaba que todo nuestro conocimiento provenía de la
información proporcionada por los sentidos (vista, oído, etc.). De modo que
podíamos estar seguros de nuestro conocimiento si le hacíamos caso a nuestros
sentidos. Sin embargo, era evidente por experiencia que los sentidos nos
proporcionaban información errónea en muchas oportunidades. Todos sabemos que
en estado de borrachera nuestros sentidos confunden el tiempo, el espacio, nos
muestran cosas inexistentes, etc. René Descartes (1596-1650) aprovechó a fondo
las debilidades del empirismo y construyó una filosofía alternativa, el
racionalismo, basada en el método de la duda sistemática.
Los empiristas devolvieron el golpe
desarrollando la noción de un observador que registraba toda la información sin
tener en cuenta ni gustos ni preferencias personales (y, que, por supuesto, no
está bajo los efectos de la borrachera). El empirismo parió una forma
específica de objetividad, en la que
el científico tenía que escindirse de su marco cultural, histórico e ideológico
para convertirse en un robot que acumulaba datos. Ese robot registra los datos
que ya existen en la naturaleza y sobre la base de éstos elabora las leyes y
teorías científicas.
La distinción entre contextos de
descubrimiento y justificación expresa de un modo más elaborado la noción de
objetividad del empirismo. La validez del CC del método utilizado y no de las
circunstancias históricas y sociales en que se da un descubrimiento científico.
Es por eso que la epistemología de la CH es una prescriptiva, esto es,
prescribe a los científicos el método que deben utilizar para obtener conocimiento.
El recorrido histórico de la
epistemología anglosajona comienza con el Círculo de Viena, que lleva al
extremo la distinción entre contextos y el carácter prescriptivo de la
filosofía de la ciencia. No deja espacio para la historia, por lo menos en lo
que hace a la filosofía de la ciencia. Su idea es un científico objetivo,
despojado de toda carga cultural e ideológica, que produce conocimiento
aplicando el método prescripto por los epistemólogos.
La concepción del Círculo de Viena
recibió fuertes críticas. Popper fue uno de esos críticos. Su racionalismo
crítico (también conocido como método
hipotético deductivo) expresa el intento de superar las limitaciones del
positivismo lógico, incorporando la noción de carga teórica de la observación. Popper advierte que no existe la
observación pura, separada de las nociones previas del observador. [5] Por eso
la ciencia procede formulando conjeturas (hipótesis) en respuesta a problemas;
no surge de la observación pura de los hechos. Sin embargo, Popper sigue
pensando en términos de la división entre contextos. El epistemólogo tiene la
tarea de proporcionar al científico el método correcto, que garantice la
obtención de conocimiento válido. [6]La epistemología de Popper sigue siendo
prescriptiva y, en este sentido, deja afuera de la consideración los elementos
históricos y sociales. La ciencia sigue siendo pensada como un producto, tanto
en el análisis de la validez del conocimiento como en la elaboración de un
método que asegure la objetividad del CC.
El modelo de filosofía de la ciencia
de la CH sufrió el cuestionamiento más importante con la publicación del libro La estructura de las revoluciones científicas
(1962), del epistemólogo estadounidense Thomas Kuhn (1922-1996).
Kuhn no actuó en solitario. Mejor
dicho, realizó su trabajo en el marco del desarrollo de una serie de estudios
sobre la historia de la ciencia que pusieron en discusión la imagen propuesta
por la concepción heredada. Kuhn mismo dedicó parte de su tiempo a la historia
de la ciencia.
En La estructura de las revoluciones científicas se demolió la
distinción entre contextos desarrollada por la CH. La ciencia pasó a ser
concebida como un proceso, es decir, como el resultado (inacabado) de un complejo
entramado de factores económicos, sociales, culturales. Según esta perspectiva,
la filosofía de la ciencia no debe prescribir a los científicos el método a
seguir, sino que tiene que dedicarse a estudiar la manera en que los
científicos producen conocimiento. Esa manera incluye, necesariamente, las
condiciones históricas y sociales en las que los científicos hacen ciencia.
En síntesis, a lo largo del siglo XX
la epistemología anglosajona describió una trayectoria que pasó de concebir a
la ciencia como producto a pensar al CC como proceso.
La
concepción de la ciencia como proceso implica afirmar que la historia juega un
papel importante en la producción del conocimiento científico y que no puede
ser dejada afuera del campo de estudio de la epistemología. Esto nos lleva a
examinar las relaciones entre ciencia e historia.
b) La historicidad de
la ciencia
El profesor Pardo examina el problema
de la historicidad de la ciencia al comienzo de su artículo (pp. 46-49). No voy
a repetir su argumentación, pues es innecesaria y, por otra parte, ustedes
tienen la guía de preguntas, donde se hace foco en los puntos fundamentales del
texto.
Quiero retomar aquí la reflexión que
iniciamos en el punto anterior y desarrollarla en función de las dos cuestiones
que plantea Pardo: la objetividad y la responsabilidad
de la ciencia.
La CH en su conjunto defendió la
escisión entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación. De ese
modo, la historia quedó fuera de la incumbencia de la filosofía de la ciencia y,
más importante todavía, se propuso una imagen de la ciencia en la que ésta
aparece separada de los problemas económicos, sociales y políticos. En el
límite y dicho de manera muy burda, la ciencia es objetiva porque es apolítica.
Esta concepción enlaza con la posición de los positivistas en el siglo XIX,
quienes sostenían que la ciencia podía resolver los problemas sociales
precisamente porque era neutral, porque no tomaba partido por ninguno de los
grupos sociales enfrentados, dado que su conocimiento provenía de la
experiencia empírica, que era objetiva.
La concepción de la neutralidad de la
ciencia está en la base de los planteos tecnocráticos, que postulan que los
conflictos sociales sólo pueden ser resueltos por los especialistas. Así, por ejemplo,
la cuestión de la deuda externa únicamente puede ser tratada por los
economistas, quienes poseen el saber necesario para hacerlo. Esta postura se
basa en un supuesto bien conocido en la filosofía occidental, la tesis de que
sólo una minoría posee el conocimiento necesario para gobernar, en tanto que la
mayoría de las personas carece de él y por lo tanto tiene que obedecer a “los
que saben”. [8]
El problema de la historicidad de la
ciencia tiene, pues, relación con la distribución del poder en la sociedad. Es
también un problema político. Esto tiene especial relevancia para nosotros, que
estudiamos la teoría social, y le dedicaremos atención más adelante, cuando nos
adentremos en el ámbito específico de la epistemología de la ciencia social.
En la
próxima clase continuaremos con el examen de este problema.
Villa
del Parque, viernes 17 de abril de 2020
ABREVIATURAS:
CC: Conocimiento
científico / CH: Concepción heredada
/ RC: Revolución Científica
NOTAS:
[1] Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La
concepción heredada y la ciencia como producto”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales.
Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social,
Buenos Aires, Biblos.
[2] El profesor Pardo caracteriza la CH en las págs.
43-45 de su artículo: Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La concepción
heredada y la ciencia como producto”.
[3] Para una breve distinción entre racionalismo y
empirismo me remito a lo expuesto en la segunda clase de este curso.
[4] Ver la enumeración de características de la CH en:
Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La concepción heredada y la ciencia
como producto”, pág. 44.
[5] Ver la crítica de la noción de observación pura
en: Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La concepción heredada y la
ciencia como producto”, pág. 55.
[6] El método propuesto por Popper es el hipotético
deductivo. Pardo realiza una descripción del mismo en: Pardo, R. (2012), “La
verdad como método: La concepción heredada y la ciencia como producto”, pág. 64,
gráfico 2.
[7] El profesor Palma describe el giro sociohistórico
de la epistemología anglosajona en: Palma, H. (2012), “La ciencia como proceso:
de la filosofía de la ciencia a los estudios sobre la ciencia y la tecnología”,
en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología
de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones
científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos, pp. 77-79. Kuhn es autor de
La revolución copernicana (1957), una
obra importante en el campo de la historia de la ciencia, dedicada al estudio
de la Revolución Científica en la astronomía.
[8] Esta es la posición del filósofo griego Platón (c.
427-347 a. C.) en su obra República,
donde afirma que los filósofos deben gobernar, pues son los únicos que poseen
el conocimiento necesario. Quiero enfatizar que esta idea no es compartida por
TODA la filosofía, ni siquiera limitando nuestro campo de acción a la filosofía
griega. El filósofo Protágoras (c. 485-c. 411 a. C.), por ejemplo, discutió el
argumento platónico. Esta discusión fue expuesta por el propio Platón en su
diálogo Protágoras: Platón. Diálogos I: Apología, Critón, Eutifrón, Ión, Lisis, Cármides, Hipias
Menor, Hipias Mayor, Laques, Protágoras. Madrid, Gredos, 1985. El Protágoras se encuentra
en pp. 487-589 de dicha edición.
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