En los años ‘60 del siglo pasado se
publicaron una serie de importantes trabajos sobre la historia de la sociología
en particular, y sobre la historia de la teoría social en general. Entre ellos
se encuentra The sociological Tradition (1966), del sociólogo
norteamericano Robert Nisbet (1913-1996).
Göran Therborn (n. 1941), sociólogo
noruego y profesor en la Universidad de Cambridge, en su libro Science,
Class and Society (1976), valora así la obra de Nisbet:
“Existe una tesis
interesante, defendida tanto por críticos conservadores como radicales, y según
la cual los orígenes de la sociología fueron conservadores. Su principal
portavoz es el sociólogo norteamericano Robert Nisbet, que pertenece a la
primera categoría. Nisbet ha defendido su tesis durante más de veinte años en
diversos ensayos que culminan en un libro muy inteligente, The Sociological
Tradition. (..) La tradición sociológica se compone de cinco ideas-unidad o
focos de interés: la comunidad, la autoridad, el estatus, lo sagrado y la
alienación. La tradición se desarrolló como respuesta a los problemas de orden
planteados por las revoluciones (francesa) e industrial.” (p. 116).
El presente trabajo es el primero de
una serie de fichas de lecturas dedicadas a comentar la obra de Nisbet. Dicha
serie será continuada por varias series, una dedicada a Ideología y teoría
sociológica, de Irving Zeitlin (n. 1928), y otra a La crisis de la
sociología occidental, de Alvin Gouldner (1920-1980).
La serie de fichas dedicada a Nisbet se
abre con el examen del Prefacio. Para ello utilicé la traducción española de
Enrique Molina de Vedia: Nisbet, R. (2001). La formación del pensamiento
sociológico. Buenos Aires: Amorrortu.
La edición española de la obra consta de
dos volúmenes y se encuentra dividida en partes. La 1° Parte se titula “Ideas y
contextos” (vol. 1, pp. 13-67); la 2° Parte, “Las ideas elementos de la
sociología” (v. 1, pp. 69-230, y v. 2, pp. 7-179); la 3° Parte, “Epílogo” (v.
2, pp. 181-188).
El Prefacio (pp. 9-11), está fechado en
junio de 1966 en la Universidad de California, en Riverside. Nisbet formula
allí el objetivo del trabajo: “Este libro constituye un esfuerzo por exponer lo
que tiene de fundamental y distintivo, en lo conceptual e histórico,
respectivamente, la tradición sociológica.” (p. 9; el resaltado
es mío - AM-).
El uso del término tradición
conlleva múltiples dificultades; entre ellas, una fundamental en términos de la
reconstrucción de la historia de la sociología: oculta las diferencias
irreductibles entre el materialismo histórico de Karl Marx (1818-1883) y
las distintas corrientes que componen la denominada sociología clásica.Ya
el mero hecho de incluir a Marx entre los “Padres Fundadores” de la sociología
implica una doble arbitrariedad, consistente en: a) reducir la obra de Marx a
una teoría sociológica (o, mejor dicho, acostar a Marx en el lecho de los
compartimentos estancos de las ciencias sociales); b) ignorar las diferencias
epistemológicas y metodológicas entre el materialismo histórico y la sociología
clásica. En todo caso, y aunque resultaría igualmente incorrecto, sería más
preciso hablar de la existencia de tradiciones en la sociología, pues
permite enfatizar la inexistencia de una ciencia sociológica unificada.
Nisbet sostiene que la tradición
sociológica se articula en torno a cinco ideas-elementos:
“En el centro de toda
tradición intelectual hay un núcleo de ideas que le da continuidad a través de
las generaciones, y la identifica entre todas las otras disciplinas que
componen el estudio humanístico y científico del ser humano. (...) he elegido
cinco ideas como elementos constitutivos de la sociología: comunidad - autoridad
- status - lo sagrado - alienación. Creo que ellas configuran,
en su relación funcional recíproca el núcleo al que hacemos referencia.” (p.
9).
El autor advierte que estas cinco
ideas-elementos no representan la totalidad de la sociología moderna: “Me
limito a sostener que ellas dan a la tradición sociológica la continuidad y
coherencia que tienen desde hace más de un siglo.” (p. 9).
Además de las ideas-elementos, Nisbet
distingue “nociones más vastas y generales comunes a todas las ciencias
sociales”: estructura - cultura - individualidad - proceso
- desarrollo - función. (p. 9).
La sociología se formó a partir de
segundo tercio del siglo XIX. Nisbet ubica allí el comienzo del período
formativo de la nueva ciencia:
“En el gran período
formativo que va de 1830 a 1900, la concurrencia de estas cinco ideas fue lo
que señaló el resurgimiento cada vez más distintivo, desprendiéndose de la
matriz de la filosofía moral que albergara otrora los elementos de todas las
ciencias sociales modernas.” (p. 9-10).
En este período jugaron un “papel
preponderante” Karl Marx (1818-1883) y Alexis de Tocqueville
(1805-1859). Sus obras, aunque orientadas por concepciones ideológicas
opuestas, fueron fundamentales en la constitución de la teoría sociológica.
“En verdad, podemos
considerar a la tradición sociológica como una especia de campo magnético,
cuyos dos polos de atracción serían ellos. A la larga, la influencia de
Tocqueville ha sido al respecto más importante. (...) El triunfo del concepto
tocquevilliano de la sociedad y su curso de desarrollo sobre el concepto
marxista se refleja en las obras de Tönnies, Weber, Durkheim y Simmel, los
cuatro hombres que más hicieron por dar forma sistemática a la teoría
sociológica moderna.” (p. 10).
Sobre Marx opina lo siguiente:
“Sigue siendo una de
las dos mentes más creadoras y que más influencia ejercieron sobre el
pensamiento social del siglo pasado. Privado de la tensión intelectual que
desencadenó, por oposición a ella, la potencia inmanente de Marx - verdadero
heredero del Iluminismo -, es poco probable que la concepción
tocquevilliana
hubiera tenido los efectos modeladores que logró. En la historia de las
ideas, toda influencia ha requerido influencias antagónicas para nutrirse.”
(p. 10; el resaltado es mío - AM-).
Es necesario discutir la tesis de
Nisbet sobre el papel de Marx y Tocqueville en el desarrollo de la sociología.
Marx ejerció una enorme influencia porque su teoría cuestionó las bases mismas
de las ciencias sociales burguesas; a modo de ejemplo, cabe mencionar su
crítica de la naturalización de las relaciones sociales capitalistas por la
economía política. De ahí la respuesta de los diferentes sociólogos al desafío
del materialismo histórico. Esa respuesta fue importante en la
constitución las nuevas disciplinas sociales, como la misma sociología, la
ciencia política, etc.
Nisbet presenta como un episodio de la
historia de las ideas lo que es una parte de la lucha entre la burguesía y el
movimiento obrero. La sociología en particular, y las ciencias sociales en
general, tuvo como objetivo último la estabilización del dominio de clase de la
burguesía. Es por esto que no corresponde hablar de una única tradición
sociológica, que incluya a Marx y a Durkheim, por ejemplo.
Nisbet concede la misma importancia a
la oposición tradicionalismo - modernismo, que a la mencionada
confrontación entre Tocqueville y Marx.
“Hoy resulta evidente
que los conflictos ideológicos fundamentales del último siglo y medio se han
planteado entre dos conjuntos de valores: por una parte, los de la comunidad,
la autoridad moral, la jerarquía y lo sagrado, y por la
otra parte, los del individualismo, la igualdad, la liberación
moral y las técnicas racionalistas de la organización y del poder.
Lo que ha hecho la sociología en sus aspectos mejores y más creativos es
extraer estos conflictos del torbellino de controversias ideológicas en que
aparecieron durante las revoluciones Industrial y democrática, y elevarlos -
por muchos caminos teóricos, empíricos y metodológicos - a la categoría de
problemas y conceptos (...) En la medida en que estos conflictos continúen, la
tradición sociológica seguirá siendo tan incitante y significativa como lo ha
sido durante más de un siglo.” (p. 11).
El método de Nisbet consiste en agrupar
a los teóricos de la burguesía y a los marxistas dentro de una supuesta
tradición sociológica. Eso es factible si se ignoran tanto las diferencias
teóricas fundamental acerca de qué es la sociedad, como las diferencias de
praxis política. Desde este punto de vista, su método es unilateral e
idealista.
Por su parte, Therborn, en la obra
mencionada, se refiere del siguiente modo a las “ideas-elementos” de Nisbet:
“La elección y el
tratamiento de las ideas-unidad sociológicas de Nisbet podría cuestionarse. Sin
embargo, la objeción decisiva ante ésta y parecidas concepciones radica en que
presentan los objetivos científicos de los sociólogos como algo no
problemático, y lo que aquí nos interesa es el sentido de esos objetivos y los
logros que representan; en otras palabras, la contribución de la sociología a
una ciencia de la sociedad.” (p. 117).
En la siguiente ficha se comenzará el
examen de la primera parte de la obra: Ideas y contextos (pp. 13-67).
Villa del Parque,
lunes 19 de noviembre de 2018
Bibliografía complementaria:
Gouldner, A. W. (1979) [1° edición:
1970]. La crisis de la sociología occidental. Buenos Aires: Amorrortu.
Therborn, G. (1980) [1° edición: 1976].
Ciencia, clase y sociedad: Sobre la formación de la sociología y del
materialismo histórico. Madrid: Siglo XXI de España.
Zeitlin, I. M. (1997) [1° edición:
1968]. Ideología y teoría sociológica. Buenos Aires: Amorrortu.
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