Atilio Borón publicó un
artículo en el diario PÁGINA/12 sobre la reanudación de las relaciones
diplomáticas entre Cuba y EE.UU. (“Un denso diálogo”, jueves 22 de enero de
2015). A pesar de su brevedad, la nota resulta una expresión característica tanto
de la forma en que Borón entiende al marxismo como de su caracterización de la
Revolución Cubana. Ambas son profundamente erróneas y tienden a banalizar al
marxismo y a la Revolución Cubana. Sin embargo, su refutación exige un trabajo
mucho más extenso del que estoy en condiciones de realizar en este momento.
Dicho mal y pronto: nada hay más complicado que refutar seriamente una
tontería; ante todo, porque ello implica remontarse a los principios y desde
allí desenredar los nudos generados por la zoncera. Vaya, pues, un esbozo de
crítica sobre los puntos que considero más significativos.
Borón escribe: “La fortaleza de la Revolución Cubana no radica en su
economía, sino en su cultura y su política.” En esta frase radican todos los
problemas de la concepción del marxismo defendida por el autor, así que debe ser
analizada con detenimiento.
Ante todo, ¿qué
sentido tiene la frase? En apariencia, Borón nos está diciendo que la economía
de la isla es débil respecto a su cultura y a su política. Pero, ¿es lícito
efectuar esta separación desde el marxismo? Desde el vamos aclaro que no se
trata de un problema exclusivamente teórico, de esos que se “dilucidan” en el
ámbito académico, sino que tiene un carácter eminentemente político.
Para Marx,
economía, cultura y política son aspectos de una misma totalidad, y sólo pueden
ser separadas a los fines del análisis, a sabiendas de que esta separación es
artificial y que puede conducir a la falacia de confundir el todo con la parte.
En rigor, las ciencias sociales modernas (una creación de la burguesía) se
construyeron en torno a la fragmentación de lo social en esferas separadas,
cada una de las cuales debía ser estudiada por una ciencia particular
(economía, sociología, ciencia política, etc.). Al separar economía de cultura
y política, Borón adhiere (más allá de sus intenciones -.las cuales no son
juzgadas aquí -) a la tesis que concibe a la economía como el ámbito de lo
técnico, es decir, de la combinación de los factores de producción (capital,
tierra, trabajo) para producir de la manera más eficiente. Cuando dice que la
fortaleza de la Revolución Cubana no radica en su economía, está afirmando que
la economía cubana anda mal, es decir, que no es eficiente ni lo suficientemente
productiva. Cuando escribe que, no obstante lo anterior, las fortalezas de la
Revolución radican en la cultura y en la economía, está postulando que es
posible separar economía de cultura y política sin que ello afecte el carácter
del proceso revolucionario. O sea, y en el límite, la miseria económica es
compatible con la fortaleza en la cultura y en la política. Todo esto no es más
que una enorme tontería desde el punto de vista del marxismo. Para Marx no
cabía la posibilidad de un socialismo de la pobreza, entendido como un reparto
de miserias. El socialismo, en el sentido marxista del término, necesita del
desarrollo de las fuerzas productivas como requisito imprescindible para la
organización de la sociedad sobre nuevas bases. Sólo así es posible el desarrollo
pleno de los seres humanos. De lo contrario, las personas seguirían encadenadas
a la división del trabajo. Ahora bien, Borón es un intelectual y, como es
sabido, la manifestación más significativa de la división del trabajo es la
separación entre trabajo manual y trabajo intelectual. En el fondo, postular la
escisión entre política y cultura de un lado, y economía del otro, equivale a
defender la perpetuación de la separación entre trabajo manual e intelectual. ¿Qué
tiene que ver esto con el socialismo? Nada.
Borón incurre en
otro error de peso. Atribuye al bloqueo económico llevado adelante por los EE.
UU. una “influencia crucial” sobre la economía cubana. De más está decir que la
cuestión del bloqueo es importante para Cuba. Pero afirmar esto último no
implica defender la tesis de que el bloque explica la situación de la economía
cubana y el fracaso del socialismo en la isla. La situación económica, política
y cultural de Cuba puede explicarse a partir de factores “endógenos”, antes que
cargar todo el peso de la explicación en el bloqueo. Así, por ejemplo, la
vigencia de la circulación mercantil y el paulatino incentivo al desarrollo de
actividades mercantiles (por ejemplo, el pequeño comercio entre el campo y la
ciudad), redundan en un proceso de acumulación desigual de riqueza. Así, por
ejemplo, la política de estímulo a las inversiones extranjeras (producto de la
debilidad estructural de la inversión en Cuba) contribuye al incremento de la
desigualdad social al fortalecer a quienes tienen acceso a las divisas y
empobrecer a quienes carecen de dicho acceso. Todo esto queda fuera del campo
de análisis de Borón, quien prefiere hablar todo el tiempo del bloqueo y de la
posibilidad de que Cuba se recueste en Rusia o China para escapar de la presión
norteamericana. Esto no tiene nada que ver con el marxismo.
Ser marxista
implica llevar a cabo un análisis minucioso de cada situación, análisis en el
que juega un papel central el estudio de las relaciones entre las clases sociales
a partir de la forma en que éstas participan del proceso productivo. Borón, con
su pretendida “alta política” (sus conjeturas de salón sobre Rusia, etc.), se
ahorra el trabajo de decir algo serio sobre la situación de Cuba en la
actualidad. No es casualidad. Borón hace del marxismo una caricatura, al dejar
de lado la lucha de clases y concentrar sus esperanzas en el Estado como
herramienta para reformar la sociedad. De este modo, Borón puede elogiar
constantemente a los regímenes latinoamericanos que, proclamándose de
izquierda, defienden celosamente las ganancias de los empresarios.
Villa
del Parque, miércoles 4 de febrero de 2015
2 comentarios:
muy bien pelada la chaucha
ERNESTO ROSENBERG- Neuquén
Gracias por el comentario, Ernesto. ¡Hace mucho que no escuchaba esa expresión! Saludos,
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