El
mundo está dominado por los estereotipos y los clichés. Los estereotipos
consisten en atribuir un conjunto de características a un grupo social
determinado; los clichés, por su parte, son afirmaciones consideradas como propias
de un estereotipo determinado. El mecanismo de construcción de los estereotipos
es sencillo. Se asocia a una persona o a un grupo una determinada característica
y/o comportamiento, y a partir de allí el matrimonio entre comportamiento y personaje es hasta que la muerte los separa. Hace
ya mucho tiempo que la teoría sociológica demostró que el proceso de generación
de estereotipos no es aleatorio, sino que obedece a causas sociales, derivadas
de la distribución del poder en la sociedad. No obstante, el dominio al que
hice referencia al comienzo de este párrafo se mantiene incólume.
Desde
el punto de vista del conocimiento de lo social, los estereotipos ahorran el
trabajo de informarse y pensar. Constituyen una de las manifestaciones más
concretas del poder de la ideología. Como en la sociedad existen diversas
ideologías, y puesto que estas ideologías se encuentran entre sí en una
relación de desigualdad, los estereotipos nos ofrecen una ilustración de los
rasgos centrales de la ideología dominante. En otras palabras, los estereotipos
más difundidos expresan la visión del mundo de la clase dominante o la forma en
que las clases subordinadas decodifican dicha visión.
En
este ensayo no me propongo formular una teoría de los estereotipos. El objetivo
es mucho más limitado. Consiste en ilustrar, mediante un ejemplo, la función de
los clichés. Para ello me remitiré al tratamiento de la noción de igualdad en
la obra de Marx, Crítica del Programa de
Gotha. (1).
El
cliché sostiene que Marx (y por extensión todo militante socialista) era un
fanático de la igualdad. Por ende, su propuesta política gira en torno a la
igualación de los seres humanos, hasta llegar a convertirlos en una especie de
copias idénticas desprovistas de iniciativa propia. La diversidad y la
diferencia de opiniones, preferencias y gustos serían, siempre según el Marx
cliché, manifestaciones del pensamiento burgués, impropias del proletariado. De
este modo, el marxismo queda reducido a una teoría tosca, que atenta contra la
libertad.
La
concepción de Marx en lo referente a la cuestión de la igualdad se encuentra en
las antípodas de lo que dice el cliché. En la Crítica, para horror de los amantes de los lugares comunes, aparece
defendiendo el derecho desigual frente a la noción de igualdad. Veamos el
argumento completo.
El
proyecto de programa criticado por Marx sostenía lo siguiente:
“1.
El trabajo es la fuente de toda riqueza y de toda cultura, y como el trabajo útil sólo es posible
dentro de la sociedad y a través de ella, todos los miembros de la sociedad
tienen igual derecho a percibir el fruto íntegro del trabajo.” (p. 329).
“3.
La emancipación del trabajo exige que los medios de trabajo se eleven a
patrimonio común de la sociedad y que todo el trabajo sea regulado
colectivamente, con un reparto equitativo del fruto del trabajo.” (p. 331).
Marx
somete estos dos puntos a una discusión minuciosa. En primer término, pone en
cuestión el significado de la noción de “equidad”.
“¿Qué es «reparto equitativo»?
¿No
afirman los burgueses que el reparto actual es «equitativo»? ¿Y no es éste, en
efecto, el único reparto «equitativo» que cabe, sobre la base del modo actual
de producción? ¿Acaso las relaciones económicas son reguladas por los conceptos
jurídicos de las relaciones económicas? ¿No se forjan también los sectarios
socialistas las más variadas ideas acerca del reparto «equitativo»?” (p. 332).
La
noción jurídica de igualdad aparece subordinada a las relaciones de producción.
La igualdad jurídica se da, por tanto, en el marco de determinadas condiciones
económicas, que establecen los límites de esa igualdad. Pretender instalar la
igualdad social a partir del derecho, sin tomar en consideración dichas
condiciones, equivale a construir castillos en la arena. (2).
Los
progresistas se caracterizan por criticar las injusticias sociales, tales como
la pobreza, el hambre, la creciente destrucción de la naturaleza, etc. Su
indignación es sincera y muchas veces conduce a la acción militante. Sin
embargo, consideran que estas injusticias son producto del egoísmo de las
personas y no de la organización social capitalista. El capitalismo debe ser
perfeccionado para evitar o mitigar las consecuencias del egoísmo. Por
supuesto, existen numerosas variantes del progresismo, algunas más radicales
que otras, pero todas tienen en común la convicción de que es imposible un
sistema social alternativo al capitalismo. Para la temática abordada en este
trabajo resulta especialmente interesante un grupo de progresistas, quienes
piensan que el problema de la sociedad está en las leyes. Por ello, atacan la
igualdad jurídica existente en el capitalismo con el argumento de que es formal
y no real. Para volver concreta a la igualdad, abogan por la sanción de leyes
que promuevan la reducción de la desigualdad material, en el convencimiento de
que por este camino puede llegarse a una sociedad en la que rijan a la vez la
economía mercantil y la igualdad en las posibilidades. En este punto
corresponde retomar el análisis de Marx.
Al
criticar de este modo al derecho burgués, los progresistas pasan por alto que
dicha igualdad se corresponde con las relaciones económicas capitalistas;
decretar la igualdad, o pretender avanzar hacia la igualdad con medidas
jurídicas que mantienen intocado el régimen de producción capitalista, lleva a
una acumulación de contradicciones. Tomemos, por ejemplo, el caso de la
emancipación de la mujer. La legislación actual asegura la plena igualdad entre
los hombres y las mujeres..., en la medida en que son propietarios. Si una
mujer es obrera, sirvienta, jornalera, difícilmente tenga las mismas
oportunidades que las mujeres de la alta burguesía o las profesionales. Una
hija de obreros asiste, por regla general a peores colegios que una hija de
profesionales, acumula menos relaciones (o, como diría Bourdieu, menos capital
simbólico), se ve obligada a entrar al mercado laboral a una edad más temprana
que las chicas de clase media. Todo ello en medio de la plena vigencia de la
igualdad jurídica. Para gozar plenamente
de los derechos es preciso tener dinero, el equivalente universal que puede ser
cambiado por cualquier mercancía. Pero aún teniendo dinero, la emancipación de
una persona se realiza a costa del cercenamiento de la libertad de otras. Por
ejemplo, .una mujer profesional o empresaria puede gozar plenamente de los
derechos que le garantiza el derecho burgués; sin embargo, para poder concretar
plenamente su emancipación es preciso que alguien haga por ella las tareas del
hogar (por más progresista que es el mundo actual, los quehaceres hogareños
siguen a cargo, fundamentalmente, de las mujeres). Esa tarea queda a cargo de
otra mujer, contratada muchas veces en condiciones de precariedad; dicha mujer,
luego de limpiar, cocinar y planchar en la casa de la mujer emancipada, debe ir
a realizar las mismas tareas a su hogar. ¡Bonita emancipación, que requiere del
sobretrabajo de otras personas!
El
derecho no construye a piacere las relaciones sociales; por el contrario,
expresa el carácter contradictorio y complejo de dichas relaciones. El derecho
es el resultado de la lucha entre las clases y grupos sociales, no el producto
de la reflexión de los juristas y/o los legisladores.
“Para saber lo que aquí hay que entender por la frase de
«reparto equitativo», tenemos que cotejar este párrafo con el primero. El
párrafo que glosamos supone una sociedad en la cual los «medios de trabajo son
patrimonio común y todo el trabajo se regula colectivamente», mientras que en
el párrafo primero vemos que «todos los miembros de la sociedad tienen igual
derecho a percibir el fruto íntegro del trabajo».
¿«Todos
los miembros de la sociedad»? ¿También los que no trabajan? ¿Dónde se queda,
entonces, el «fruto íntegro del trabajo»? ¿O sólo los miembros de la sociedad
que trabajan? ¿Dónde dejamos, entonces, el «derecho igual» de todos los
miembros de la sociedad?
Sin
embargo, lo de «todos los miembros de la sociedad» y el «derecho igual» no son,
manifiestamente, más que frases. Lo esencial del asunto está en que, en esta
sociedad comunista, todo obrero debe obtener el «fruto íntegro del trabajo»
lassalleano.” (p. 332).
Transcribí
los pasajes anteriores para que el lector pueda juzgar en detalle la forma en
que Marx se burlaba de los lugares comunes de la izquierda progresista de su
época y a la liviandad con que ésta planteaba sus consignas. La referencia de
Marx “a los que no trabajan” sirve para hacer notas las inconsistencias del
“derecho igual”. Su afirmación de que
las consignas planteadas en el proyecto no son más que “frases” debe
interpretarse como una crítica general a estos progresistas, quienes formulaban
sus reivindicaciones sin analizar previamente las condiciones de la producción
capitalista.
A
continuación, Marx pone la formulación abstracta del programa en la tierra de
los hechos económicos. El “fruto del trabajo” es el producto social global. Antes de poder realizar el reparto del
mismo, es preciso deducir de producto lo siguiente: 1) una parte para reponer
los medios de producción consumidos; 2) una porción destinada a inversión, es
decir, a ampliar la producción (imprescindible tanto para satisfacer las
necesidades del crecimiento de la población como para dotar de más bienes a la
población existente); 3) un fondo de reserva para compensar el efecto de
accidentes, catástrofes, etc.
Luego
de las deducciones mencionadas, lo que resta del producto constituye la parte
destinada a servir de medios de consumo. Sin embargo, todavía no es posible
iniciar el reparto individual, pues de dicha parte hay que deducir: 1) los
gastos generales de administración; 2) la parte destinada a la satisfacción
colectiva de las necesidades (por ejemplo: escuelas, hospitales, etc.); 3) los
fondos para las personas no capacitadas para el trabajo.
Sólo
a partir de aquí se puede efectuar la distribución del producto “parcial” (ya
hemos visto que no puede tratarse del producto “íntegro” del trabajo) entre los
productores individuales. Marx demuestra a continuación, tomando el caso de una
sociedad recién salida del capitalismo (a ella se refiere el punto 3 del
proyecto de programa citado más arriba), que el derecho igual preconizado por
los socialistas alemanes se transforma en su contrario. Veamos el argumento en
toda su extensión.
“De
lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base sino de una que acaba de salir precisamente de la sociedad
capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el
económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de
cuya entraña procede. Congruentemente con esto, en ella el productor individual
obtiene de la sociedad – después de hechas las obligadas deducciones –
exactamente lo que le ha dado. Lo que el productor ha dado a la sociedad es su
cuota individual de trabajo. Así, por ejemplo, la jornada social de trabajo se
compone de la suma de las horas de trabajo individual; el tiempo individual de
trabajo de cada productor por separado es la parte de la jornada social de
trabajo que él aporta en su participación en ella. La sociedad le entrega un
bono consignando que ha rendido tal o cual cantidad de trabajo (después de
descontar lo que ha trabajado para el fondo común), y con este bono saca de los
depósitos sociales de medios de consumo la parte equivalente a la cantidad de
trabajo que ha rendido. La misma cuota de trabajo que ha dado a la sociedad
bajo una forma, la recibe de ésta bajo otra forma distinta.
Aquí
reina, evidentemente, el mismo principio que regula el intercambio de
mercancías, por cuanto éste es el intercambio de equivalentes. Han variado la
forma y el contenido, porque bajo las nuevas condiciones nadie puede dar sino
su trabajo, y porque, por otra parte, ahora nada puede pasar a ser propiedad
del individuo, fuera de los medios individuales de consumo. Pero, en lo que se
refiere a la distribución de éstos entre los distintos productores, rige el
mismo principio que en el intercambio de mercancías equivalentes: se cambia una
cantidad de trabajo, bajo una forma, por otra cantidad igual de trabajo, bajo
otra forma distinta.” (p. 333-334).
Una
breve interrupción en el argumento de Marx. El lector atento habrá notado que
Marx refuta al pasar otro de los clichés que los críticos le atribuyen al
pensamiento socialista. Éstos sostienen que el socialismo se propone abolir toda propiedad (o la propiedad en
general). Marx repite algo que aparece en todos sus textos: el socialismo
consiste en la propiedad colectiva de los medios de producción, pero debe
mantener la propiedad privada de los medios individuales de consumo. Más allá
de las afirmaciones de los críticos malintencionados, en ningún momento Marx
propuso la abolición de la propiedad privada de los calzoncillos o de los
ejemplares de la Biblia.
A
continuación, Marx plantea la cuestión en términos del derecho:
“Por
eso, el derecho igual sigue siendo
aquí, en principio, el derecho burgués,
aunque ahora el principio y la práctica ya no se tiran de los pelos, mientras
que en el régimen de intercambio de mercancías no se da más que como término medio, y no en los casos
individuales.
A
pesar de este progreso este derecho igual
sigue llevando implícita una limitación burguesa. El derecho de los productores
es proporcional al trabajo que han
rendido; la igualdad, aquí, consiste en que se mide por el mismo rasero: por el trabajo.” (p. 334).
Interrumpo
otra vez la argumentación de Marx para enfatizar la relación que éste establece
entre el derecho igual y el derecho burgués, a partir de la constatación de que
el derecho igual se manifiesta, ante todo, en el intercambio de las mercancías.
Simplificando con fines didácticos la cuestión, en el mercado se intercambian
las mercancías por su precio, medido en el tiempo de trabajo socialmente
necesario para su producción.
“Pero
unos individuos son superiores física o intelectualmente a otros y rinden,
pues, en el mismo tiempo, más trabajo, o pueden trabajar más tiempo; y el
trabajo, para servir de medida, tiene que determinarse en cuanto a duración o
intensidad; de otro modo, deja de ser una medida. Este derecho igual es un derecho desigual para trabajo
desigual. No reconoce ninguna distinción de clase, porque aquí cada individuo
no es más que un obrero como los demás; pero reconoce, tácitamente, como otros
tantos privilegios naturales, las desiguales aptitudes de los individuos, y, por consiguiente, la desigual
capacidad de rendimiento. En el fondo, es, por tanto, como todo
derecho, el derecho de la desigualdad. El derecho sólo puede consistir, por
naturaleza, en la aplicación de una medida igual; pero los individuos
desiguales (y no serían distintos individuos si no fuesen desiguales) sólo
pueden medirse por la misma medida siempre y cuando que se les mire solamente
en un aspecto determinado; por ejemplo, en el caso concreto, sólo en cuanto obrero, y no se vea en
ellos ninguna otra cosa, es decir, se prescinda de todo lo demás. Prosigamos:
unos obreros están casados y otros no; unos tienen más hijos que otros, etc.,
etc. A igual rendimiento y, por consiguiente, a igual participación en el fondo
social de consumo, unos obtienen de hecho más que otros, unos son más ricos que
otros, etc. Para evitar todos estos inconvenientes, el derecho no tendría que
ser igual, sino desigual.” (p. 334-335; el resaltado es mío).
Marx
parte del reconocimiento de que los seres humanos somos desiguales. Esto
significa que tenemos distintas habilidades, preferencias, gustos. El derecho
burgués, en la medida en que está dirigido a plasmar la igualdad, sólo puede
igualar en la medida en que toma un aspecto unilateral de la personalidad de
los individuos; la igualación se logra, pues, mediante una operación de
negación de la diversidad existente entre los individuos. De modo que colocar
el “derecho igual” como el eje de las reivindicaciones del socialismo implica
adoptar el punto de vista de la burguesía, que construye una igualdad formal
(unilateral), pasando por encima de la multiplicidad de facetas de la
individualidad de la persona. Como puede observarse, el pensamiento de Marx se
encuentra, en esta cuestión, a años luz de las toscas exposiciones que formulan
algunos de sus críticos.
Marx
tenía en mente una forma de organización social capaz de garantizar el
desarrollo pleno del individuo. En su crítica de la economía política planteó
que la división del trabajo capitalista conduce a una personalidad unilateral,
empobrecida, despojada de la posibilidad misma de seguir distintos caminos de
expansión de sus capacidades. En ningún momento hizo un reclamo de originalidad
en esta cuestión, pues autores como Adam Smith también habían alertado sobre
los peligros de la división del trabajo para la personalidad del individuo.
Pero Marx fue más allá de la advertencia. Sostuvo que la unilateralidad
generada por la división del trabajo no es una maldición divina ni un efecto
colateral e inevitable del progreso (al estilo de la consideración de la burocracia
en la obra de Max Weber). Es el resultado de determinadas relaciones de
producción, históricas y, por tanto, transitorias.
“En
la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la
subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con
ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el
trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital;
cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan
también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la
riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho
horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en su bandera: ¡De
cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades!” (p. 335).
El
comunismo para Marx debía ser la forma de organización social capaz de asegurar
el desarrollo pleno de la individualidad, donde cada persona podría dar riendo
suelta a sus preferencias y habilidades sin tener que pagar el precio de la
miseria y/o la persecución. En vez de aplastar la individualidad, el comunismo
marxista busca potenciar al máximo dicha individualidad. A diferencia del
pensamiento liberal, Marx considera que esa potenciación de la persona sólo es
posible en un marco colectivo, es decir, requiere para su plena realización que
en el individuo se encuentre plenamente integrado en la comunidad, que vea en
ella una parte indisoluble de su persona.
Villa
Jardín, miércoles 1 de enero de 2014
NOTAS:
(1)
En este ensayo utilicé la siguiente traducción española: Marx, Karl y Engels,
Friedrich. (1981). Obras escogidas.
Moscú: Progreso. (pp. 325-353). La obra está constituida por una serie de
manuscritos y cartas en los que Marx y Engels discuten con la dirección del
Partido Socialdemócrata Alemán. Los socialistas alemanes estaban divididos en
dos corrientes: una de ellas, liderada por August Bebel (1840-1913) y Wilhelm
Liebknecht (1826-1900), se encontraba cercana a los planteos de Marx; la otra
reunía a los seguidores de Ferdinand Lassalle (1825-1864). Lassalle, además de
ser un personaje pintoresco, abogaba por la colaboración entre el movimiento
obrero y el Estado prusiano para obtener mejoras en la condición de los
trabajadores. Lassalle y sus seguidores (Lassalle murió muy joven en un duelo)
preferían negociar con el Estado y conseguir concesiones antes que desarrollar
un movimiento obrero políticamente autónomo. Hay que decir, para complicar un
poco las cosas, que Lassalle cumplió un
papel significativo en el desarrollo del movimiento obrero alemán luego de la
derrota de 1848-1849. En 1875 ambos grupos del socialismo alemán, marxistas y
lassalleanos, emprendieron negociaciones tendientes a la unificación. En este
marco, los marxistas elaboraron un proyecto de programa para el partido
unificado; en el documento estaban contempladas muchas de las posiciones de los
lassalleanos. Marx, quien no participó ni de las negociaciones ni de la
redacción del proyecto, se indignó ante lo que consideró una claudicación
inconcebible e inútil frente a los lassalleanos.
(2)
En la Crítica, Marx formula la
siguiente observación sobre el derecho: “El derecho no puede ser nunca superior
a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella
condicionado.” (p. 335).
12 comentarios:
"A igual rendimiento y, por consiguiente, a igual participación en el fondo social de consumo, unos obtienen de hecho más que otros, unos son más ricos que otros, etc. Para evitar todos estos inconvenientes, el derecho no tendría que ser igual, sino desigual.” (p. 334-335; el resaltado es mío)."
¿Es idea mia o eso es como una incoherencia?, digo Marx, como dices, cree en la diferencia de habilidades, pero aqui dice otra cosa, segun entiendo, dice que el derecho (o la forma de trabajo) debe ser desigual para algunos, para "evitar estos inconvenientes".
Ojala puedas aclararme este punto, saludos.
Guerrilla Guitar, gracias por el comentario y perdón por la demora en responder. En el pasaje citado, Marx critica la tesis de quienes sostienen que la plena vigencia de un derecho igualitario suprimiría todas las desigualdades sociales. Para ello da el caso de un obrero con hijos enfrentado a otro que no tiene hijos. Si el derecho les concede a ambos igual retribución (ambos realizan la misma cantidad de trabajo), el segundo se ve favorecido, porque el primero tiene que repartir el mismo ingreso entre un número mayor de miembros de la familia. De este modo, con un derecho igual se produce una acumulación desigual de riqueza. Saludos,
Perdón por inrrumpir dentro de la evidente oposición en cuanto a la posición de igualdad de Carlos Marx: pero parece conveniente conocer lo que significa trabajar y trabajar día y noche, y percibir un miserable sueldo, sin que pueda compartir con la familia, ni siquiera satisfacer las necesidades básicas... Allí es donde se afinca el término de plusvalía. Es decir las desigualdades propiciadas por el burgués,con la intención de aumentar su capital. Pero es fácil hacer comentarios imbéciles, como los realizados por Ariel, cuando en el mundo la gente se muere de hambre, la conservación del ambiente poco importa y lo mas alarmante se busca las guerras de los pueblos hermanos por la necesidad de obtener el capital
Respondiendo al anónimo: desgraciadamente hay desacuerdos por intereses y tal vez Ariel es de las personas que prefiere obtener capital a costa del proletariado. Jajaja. Bueno, pero dentro lo leído de este socialista entiendo que, todo producto viene del trabajo, que es convertido como mercancía por el burgués, inclusive el propio trabajo del proletariado. Es injusto, aunque pusiera entenderse que si tienes los medios para producir el capital, porque no tener el derecho de aumentarlo; pero a costa de qué? del pensamiento maquiavélico "el fin justifica los medios"?. Ariel, no leas sólo pasajes, debes leer toda la teoría del capital para no caer en comentarios que parecen impertinentes. te voy hacer mención de otro pasaje de este señor, quitándome el sombrero por su sentido altruista,aunque quieran darle un sentido utópico, que al final ha sido intencional ya que no se ha permitido que se de la igualdad entre los más necesitados, igualdad entendida en que el burgués no debe tener una exorbitante ganancia a costilla del pendejo. Ganemos lo justo, diría el pendejo, verdad?. Retomando el pasaje, a saber, “La teoría sólo se convertirá en fuerza material cuando se apodere de las masas”. Es decir, que su utopía se convertirá en realidad, cuando el proletariado entienda que no puede permitir tanto abuso que van en contra de los Derechos Humanos.
Agradezco a los dos comentaristas anónimos por su disposición a leer este texto y por manifestar su posición. Como digo siempre, agradecería que dieran un nombre, porque resulta penoso tener que dirigirse a "anónimos". Paso a lo central. Marx no se refiere en este pasaje al capitalismo, sino a la sociedad socialista, y está criticando la consigna del "derecho igual", incluida en el Programa de Gotha del socialismo alemán. Marx sostiene que, una vez conquistado el poder, el socialismo no se construye mediante la introducción de un derecho igualitario, sino a través de la autoorganización de los trabajadores y el desarrollo de las fuerzas productivas. En definitiva, está discutiendo la ilusión que hace del derecho la solución a los problemas sociales. En todo caso, recomiendo a ambos anónimos la lectura del texto original de Marx, que se encuentra disponible en marxists.org, por ejemplo. Saludos,
En el capitalismo: "A cada cual según su aporte."
En el socialismo: "A cada cual, según su capacidad."
En el comunismo: "A cada cual, según sus necesidades."
El Che debatió más luego, en la Cuba revolucionaria del ´63, la teoría del valor y el de los incentivos (morales vs materiales); la no competencia capitalista y la no "emulación" stalinista, y de allí movilizar la conciencia socialista.
Gracias Eduardo por el comentario. Es preciso volver a reexaminar la experiencia cubana y, en especial, el pensamiento económico del Che. Hay que tener presente que la persistencia de la producción mercantil obliga a revisar la cuestión de los incentivos y del pasaje al socialismo. Dicho de manera rápida, no es posible el socialismo si se mantiene la producción mercantil. En este sentido, hay que tener presente la indicación de Marx, formulada en los Grundrisse, acerca de la "conexión" interna entre producción, distribución y circulación. Saludos,
"Hasta aquí, todo marchó bien. Ahora bien, uno de los principios más esenciales del comunismo, por el que se distingue de todo socialismo reaccionario, estriba en la concepción empírica, basada en la naturaleza del hombre, de que las diferencias referentes a la cabeza y a las capacidades intelectuales no condicionan absolutamente ninguna diferencia en cuanto al estómago y a las necesidades físicas; de que, por tanto, la tesis falsa, basada en nuestras condiciones actuales, de "a cada cual con arreglo a sus capacidades", debe transformarse, referida al disfrute en sentido estricto, en la tesis de a cada cual con arreglo a la necesidad; de que, dicho en otras palabras, la diferencia en cuanto a las actividades, a los trabajos, no justifica ninguna desigualdad, ningún privilegio en cuanto a la posesión y al disfrute". (La Ideología Alemana)
Excelente articulo.
Es interesante el poco pie que se le dio, dentro del socialismo burgues, tan "legalista" a la cuestion de como se aplican en la practica las estupideces como "prohibicion de despidos" y demas columnas de arenas.
Interesante tambien, creo yo, la paradoja de la derrota en alemania... De ese programa que marx criticaba, salio uno un poco menos terrible pero que al final seguia reflejando el transfondo de culto al estado militar aleman y del que lamentablemente resultaria no solo la entrega y desmoralizacion de la clase obrera mas avanzada de la tierra, sino tambien su posterior corrupcion e incorporacion en el nazismo...
Recomiendo en ese sentido, "De Alemanes a Nazis" que quizas con mas tiempo te podria prestar ariel. Saludos!
excelente trabajo
Muchas gracias, Macedonio.
Veo estimados camaradas que sois muy entusiastas con los predicamentos marxistas. ¿A quien no le fascina el tema de igualdad sobre todo cuando se promete igualdad para todos? El mundo está lleno de buenas intenciones y buenas teorías que incluso nos hacen soñar y a algunos incluso luchar. Por el conocimiento y la experiencia que tengo a cada cosa hay que darle su lugar si queremos ser realistas y objetivos. Por si acaso conocen a algún socialista 'revolucionario', o una agrupación o un gobierno que haya actuado con coherencia con aquello que predica y dice luchar. Lo único que he visto de ello sólo es odio, muerte de inocentes y pobres, dictadura abusiva del poder, enriquecimiento, corrupción, causantes de más pobrezas e injusticias...
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