La hermandad
latinoamericana, la unidad tan soñada por los héroes de la independencia, se va
realizando poco a poco en este nuevo tiempo que nos toca vivir. Después de
tanto sufrimiento, de dictaduras, golpes de mercado y neoliberalismo, llega al
fin la hora de la “emancipación nacional y social”. No se trata, como en otros
tiempos, de palabras vacías. Los hechos comienzan a demostrar el nuevo curso de
la historia.
Pero la realidad adopta
formas extrañas, que no quieren ser reconocidas por sus creadores. Razones
tendrán para ello…
Pasemos ahora del reino de la ironía al mundo de lo real.
En el día de hoy, los diarios trajeron el anuncio de que el multimillonario mexicano Carlos Slim, considerado el hombre más rico del mundo, adquirió el 8,36% de las acciones de YPF. Slim compró las acciones a través de una de sus compañías, el Banco Inbursa, y se hizo en dos etapas. Las acciones adquiridas pertenecían a la familia Eskenazi, quienes fueron entronizados en su momento a la condición de héroes de la “burguesía nacional” por el finado don Néstor Kirchner.
Pasemos ahora del reino de la ironía al mundo de lo real.
En el día de hoy, los diarios trajeron el anuncio de que el multimillonario mexicano Carlos Slim, considerado el hombre más rico del mundo, adquirió el 8,36% de las acciones de YPF. Slim compró las acciones a través de una de sus compañías, el Banco Inbursa, y se hizo en dos etapas. Las acciones adquiridas pertenecían a la familia Eskenazi, quienes fueron entronizados en su momento a la condición de héroes de la “burguesía nacional” por el finado don Néstor Kirchner.
Hace un tiempo, la familia
Eskenazi demostró que en el capitalismo se puede comprar parte de la propiedad
de una empresa sin desembolsar un peso, cosa que demuestra que el sistema brinda
oportunidades a todo el mundo. ¿Cómo pudo ser esto? Le damos la palabra al
periodista Fernando Krakowiak:
“El Grupo Petersen,
controlado por la familia Eskenazi, llegó a tener el 25,46 por ciento de YPF.
En febrero de 2008 adquirió un 14,9 por ciento por 2235 millones de dólares y
para concretar la operación se financió con el aporte de un pool de bancos y de
la propia Repsol. En noviembre de ese mismo año puso 100 millones para elevar
su participación al 15,46 por ciento y, en mayo de 2011, hizo uso de la opción
que tenía por otro 10 por ciento, llegando al mencionado 25,46 por ciento,
también con dinero prestado (1304 millones) por Repsol y un grupo de bancos.
Esa deuda, los Eskenazi la estaban cancelando con las propias utilidades de
YPF, pero luego de la expropiación el Gobierno adelantó que no se distribuirían
ganancias entre los accionistas para fortalecer las inversiones de YPF.
Finalmente, los Eskenazi no pudieron cumplir con los vencimientos de deuda y
los bancos y Repsol ejecutaron las garantías y se quedaron con esos papeles.
Una parte de las acciones que cayeron en poder de los bancos es la que ahora posee
Carlos Slim a través de Inbursa y de Inmobiliaria Carso.” (Página/12, 15 de
junio de 2012).
En otras palabras, la
familia Eskenazi (Grupo Petersen) se convirtió en propietaria de un cuarto del total
de las acciones de la empresa más grande de nuestro país sin poner un peso.
Fascinante, ¿no? Y esta maravilla se hizo efectiva durante el gobierno “nacional
y popular” (años 2008 y 2011). No creo necesario decir mucho más, salvo que la
incorporación a YPF de una burguesía tan emprendedora como los Eskenazi no
contribuyó un ápice a mejorar la situación energética del país, pero si engrosó
los bolsillos de la mencionada familia. Cuando Cristina Fernández decidió
expropiar a Repsol el 51% de las acciones de la YPF, también resolvió que la
empresa dejara de repartir dividendos entre los accionistas (había que
fortalecer las inversiones en la empresa). Cuando la familia Eskenazi se dio
cuenta de que no tenía más dividendos para pagar la deuda contraída para pagar
la compra de las acciones de YPF, tomó la heroica decisión de dejar de pagar la
deuda (en criollo, no poner un peso propio, como hizo todo este tiempo). Sucedió
entonces lo inevitable. Los acreedores se quedaron con la porción de las
acciones que correspondía a las cuotas impagas. Esas son las acciones que
compró, a su vez, Slim.
El ingeniero Miguel Galuccio
(actual CEO de la YPF “nacional y popular”) saludó alborozado la llegada de
Slim. Galuccio tiene motivos bien concretos. El Estado nacional no puede seguir
pagando las importaciones de combustibles generadas por la política de la YPF “neoliberal”
de Menem, Néstor Kircher y Cristina Fernández (digo esto haciendo referencia a
que YPF fue controlada por Repsol durante la presidencia de estas personas), y
tampoco dispone de los fondos necesarios para invertir en exploración de nuevos
pozos. En consecuencia, la YPF “nacional y popular” de Cristina Fernández
precisa con urgencia de inversiones extranjeras para poder salir adelante. Las
multinacionales petroleras negocian desde una posición de fuerza, pues quieren
el oro y el moro, aprovechando que la heroica “expropiación” dio una pátina “alocada”
al gobierno argentino. La compra de acciones por Slim fue interpretada por
Galuccio como un gesto hacia los mercados financieros, que puede favorecer la
negociación con las multinacionales petroleras.
Slim, como es obvio, no
actúa por un sentimiento de hermandad latinoamericana. Se calcula que su
fortuna personal es de 69.000 millones de dólares. La compra de acciones de YPF
le costó cerca de 330 millones de dólares. Slim “arriesgó” muy poco. Como botón
de muestra basta decir que el grupo Eskenazi “abonó” un precio de 38,1 dólares
por acción en febrero de 2008. Hoy, Slim pagó 11,1 dólares por acción. Conducta
emprendedora, como acostumbran decir en esta época. Conocedor de la debilidad
de YPF, Slim apuesta a pescar a río revuelto. No le falta, por cierto, poder de
fuego.
Para completar esta epopeya:
En su momento, la familia Eskenazi se endeudó con Repsol para “comprar” su parte
de YPF. Como la familia Eskenazi dejó de pagar sus deudas, Repsol volvió a
apropiarse de esas acciones. Gracias a esto, en el día de la fecha Repsol pasó
a controlar otro 5,6% de las acciones. De modo que Repsol es propietaria del
12% de las acciones de YPF.
Todo un logro de la “emancipación
nacional y social”.
A despecho de los discursos, en América Latina la burguesía está más viva que nunca. No es ninguna novedad.
Pero es bueno reconocerlo.
Buenos Aires, viernes 15 de junio de 2012
2 comentarios:
la verdad que impresionante el blog; como decías en la otra entrada, evidentemente el saber trae consigo tristeza, desde cierto punto de vista; ojalá pudiese transformarse en algo piola, no?
Abrazo!
Leonel
Muchas gracias, Leonel. ¿Qué puedo decir? El saber se transforma en algo piola, para usar tus palabras, cuando se comparte, cuando se vuelve colectivo.
Un abrazo,
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