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jueves, 27 de agosto de 2020

SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN CURSO 2020 – CLASE N° 8


 

Bienvenidas y bienvenidos a la octava clase del curso.

Hoy corresponde concluir nuestro breve recorrido por la obra del filósofo francés Michel Foucault (1926-1984). Al momento de comenzar dicha travesía, señalé que el objetivo era estudiar algunos de los mecanismos utilizados por el modelo reproductivista en educación. Dicho de otro modo, la lectura de algunos trabajos del sociólogo francés Emile Durkheim (1858-1917) nos permitió esbozar los rasgos generales de dicho modelo. Con Foucault avanzamos en el análisis de los mecanismos concretos utilizados para realizar esa reproducción, con el agregado de que la obra examinada, Vigilar y castigar (1977) [1] presenta el desarrollo histórico de dichos métodos.

Antes de pasar a la clase propiamente dicha quiero anunciar que enviaré por correo electrónico las pautas para realizar el primer trabajo práctico de la cursada. Se tratará de un control de lectura.

Paso a la clase.


Luego de describir el origen del PD, Foucault se dedica a examinar la transformación de los objetivos de las disciplinas, que pasan a cumplir nuevas funciones en el marco del desarrollo del capitalismo. En otras palabras, concentra su atención en los procesos sociales que se encuentran detrás de la aparición de las disciplinas.

A continuación paso a enumerar y a comentar esos procesos, basándome en su presentación (y en la terminología adoptada) por Foucault:

1)   Inversión funcional de las disciplinas:

Las disciplinas tenían inicialmente una función represiva. El ejército, el hospital, los mecanismos para hacer frente a la peste, etc., pretendían evitar los problemas derivados de la concentración de muchas personas en el mismo espacio. La multitud era vista como una amenaza por el poder político, de ahí la necesidad de contenerla y de mellar su potencialidad para la rebelión. Sin embargo, el desarrollo del sistema fabril, cuya expresión más patente era la reunión de muchos trabajadores en el ámbito de la fábrica, presentó nuevas exigencias a las disciplinas. En palabras de Foucault, “se les pide [a las disciplinas] desde ahora, ya que se han vuelto capaces de ello, el desempeño de un papel positivo, haciendo que aumente la utilidad posible de los individuos” [2].

En el caso de la producción, del taller, la inversión se presente del siguiente modo:

“La disciplina de taller, sin dejar de ser una manera de hacer respetar los reglamentos y las autoridades, de impedir los robos o la disipación, tiende a que aumenten las aptitudes, las velocidades, los rendimientos, y por ende las ganancias; moraliza siempre las conductas, pero cada vez más finaliza los comportamientos, y hace que entren los cuerpos en una maquinaria y las fuerzas en una economía.” [3]

En la nueva economía, basada en la explotación de la fuerza de trabajo y no en la apropiación por los nobles del excedente producido por los campesinos, era imprescindible potenciar el trabajo. Ello requería disciplinar los trabajadores, acostumbrarlos al ritmo de la fábrica. Hay que recordar que el personal de los establecimientos fabriles provenía de los campesinos que fluían de manera incesante hacia las ciudades, y que esos campesinos tenían hábitos de trabajo muy diferentes a los requeridos por la organización industrial. Por ejemplo, el trabajo agrícola, tal como se practicaba en el siglo XVIII, estaba regido por el ciclo de las estaciones y se concentraba, por ende, en determinados períodos (el momento de la siembra, el momento de la cosecha, etc.). En la fábrica, en cambio, el trabajo era incesante y requería de una concentración continua por parte del trabajador. De ahí la necesidad de “disciplinarlo” a esas nuevas circunstancias.

Las nuevas exigencias provocaron una transformación de las funciones de la escuela. Foucault alude específicamente a las diferencias entre los fines confesados de las escuelas en el siglo XVII y los planteos del siglo XVIII. Cita al político y diplomático francés Talleyrand (1754-1838), quien sostuvo en plena Revolución Francesa (1791) que la escuela primaria debía prepara al niño “para cualquier trabajo mecánico en el futuro” [4].

Las disciplinas funcionan cada vez más como unas técnicas que fabrican individuos útiles. De ahí el hecho de que se liberen de su posición marginal en los confines de la sociedad, y que se separen de las formas de la exclusión y de la expiación, del encierro o del retiro. De ahí el hecho de que desenlacen lentamente su parentesco con las regularidades y las clausuras religiosas. De ahí también que tiendan a implantarse en los sectores más importantes, más centrales, más productivos de la sociedad; que vengan a conectarse sobre algunas de las grandes funciones esenciales: la producción manufacturera, la transmisión de conocimientos, la difusión de actitudes y de tacto, el aparato de guerra.” [5]

La transformación de las funciones de la escuela corre en paralelo con la transformación de la producción, con la aparición del sistema fabril. Este proceso supuso la unión de las disciplinas y la flamante institución escolar. Desde el principio, el objetivo primordial de la escuela moderna fue la producción de individuos útiles para el capital, de individuos capaces de adaptarse a las necesidades de la producción capitalista.

2)   La enjambrazón de los procedimientos disciplinarios:

En el siglo XVIII se observa una multiplicación de las instituciones disciplinarias. Pero, a la vez, ese proceso va acompañado por una extensión de las mismas a toda la sociedad. En vez de ser instituciones compactas, cerradas sobre sí misma, se convierten en formas que se flexibilizan y se extienden por todos los espacios sociales. [6] El proceso se comprende mejor si se presta atención a los cambios en la institución escolar:

“Así la escuela cristiana no debe simplemente formar niños dóciles; debe también permitir vigilar a los padres, informarse de su modo de vida, de sus recursos, de su piedad, de sus costumbres. La escuela tiende a formar minúsculos observatorios sociales para penetrar hasta los adultos y ejercer sobre ellos un control regular” [7].  

Los mecanismos de disciplina no sólo se perfeccionan y multiplican; también incrementan su área de influencia, hasta abarcar el conjunto de la población de un país. Es verdad que el Estado, en el sentido moderno del término, existía desde el siglo XVI (Francia, España, Inglaterra), pero su capacidad de control sobre el territorio seguía siendo reducida. La expansión del PD y el desarrollo del capitalismo (procesos ambos que, como hemos visto, se encuentran estrechamente relacionados) permitieron que, por primera vez en la historia, el Estado pasara a dominar efectivamente todo el ámbito de su territorio. La expansión de las instituciones disciplinarias, entre las que ocupó un lugar notorio la escuela, generó una estructura de enjambre que envolvió a toda la sociedad y permitió disponer de información sobre todos los habitantes del país. Esto era algo impensable en los siglos anteriores.

3)   La nacionalización de los mecanismos de disciplina:

En línea con lo expuesto en el punto anterior, la institución que lleva adelante esa nueva forma de poder estatal, esa capacidad de control sobre el territorio y la población que reside en él, es la policía. No se trata de que no existan otras instituciones estatales que abarquen todo el espacio del país y que ejerzan funciones semejantes de control; pero fue la policía la primera en desarrollarse, en buena medida porque las condiciones sociales de los siglos XVIII y XIX pusieron en primer lugar las tareas represivas (revoluciones, insurrecciones, conspiraciones, organizaciones obreras, huelgas, etc.).

La policía combinó a la vez el fortalecimiento del poder estatal con la adopción y perfeccionamiento de los mecanismos disciplinarios:

“Si bien la policía como institución ha sido realmente organizada bajo la forma de un aparato del Estado, y si ha sido realmente incorporada de manera directa al centro de la soberanía política, el tipo de poder que ejerce, los mecanismos que pone en juego y los elementos a los que se aplica son específicos. Es un aparato que debe ser coextensivo al cuerpo social entero y no sólo por los límites extremos que alcanza, sino por la minucia de los detalles de que se ocupa.” [8]

La policía está obligada a vigilar a todos los habitantes. Al hacerlo, produce el material (los datos) necesarios para clasificarlos y, por ende, para realizar un estudio científico de los mismos. El desarrollo de los mecanismos de control va de la mano con el desarrollo de las ciencias sociales. En este sentido, la policía se adelantó a la escuela, otra fuente notable de conocimiento sobre los seres humanos.

Foucault señala que la policía del siglo XVIII une a su función de instrumento de dominación estatal, la función disciplinaria:

“Función compleja, ya que une el poder absoluto del monarca a las más pequeñas instancias de poder diseminadas en la sociedad; ya que, entre estas diferentes instituciones cerradas de disciplina (talleres, ejércitos, escuelas), extiende una red intermedia, que actúa allí donde aquéllas no pueden intervenir, disciplinando los espacios no disciplinarios; pero que cubre, une entre ellos, garantiza con su fuerza armada: disciplina intersticial y metadisciplina.” [9]

Desarrollo del capitalismo, fortalecimiento del poder estatal, expansión y perfeccionamiento de las técnicas disciplinarias: todos estos procesos se dan en paralelo y se retroalimentan unos a otros. El resultado, una nueva forma de sociedad y de Estado:

“La organización del aparato policíaco del siglo XVIII sanciona una generalización de las disciplinas que alcanza las dimensiones del Estado.” [10]

En este punto, Foucault enfatiza que las disciplinas no fueron absorbidas completamente por el Estado, sino que son una manera de ejercer el poder, ya sea estatal, comunitario, etc. Por eso las define como una  tecnología del poder.

Foucault resume toda su argumentación afirmando que el pasaje de las disciplinas cerradas al panoptismo implica la “formación de una sociedad disciplinaria” [11]. Mientras que en las sociedades precapitalistas el espectáculo jugaba un papel fundamental, el poder se manifestaba a través de monumentos, de edificios y de festividades públicas, por medio de las cuales el pueblo apreciaba el poder de los gobernantes y la clase dominante, en el capitalismo (la nueva forma de organización que comenzaba a expandirse en el siglo XVIII) las cosas funcionaban de modo diferente: un pequeño número de personas tenía que vigilar, estudiar, controlar y obtener mayor rendimiento de multitudes de individuos. [12] La nueva sociedad ya no es la del espectáculo, es la sociedad de la vigilancia.

Luego de haber establecido el origen y las características de la SD, Foucault establece la relación entre la misma y los procesos económicos, sociales y políticos que se estaban desarrollando en la época. Dado que ya los hemos mencionado (sobre todo, el capitalismo, que comenzaba su expansión), no es necesario extendernos aquí. En todo caso, el estudiante puede leer el texto, donde se desarrollan estas cuestiones. No obstante, conviene transcribir un párrafo que permite una comprensión acabada del proceso de surgimiento de la SD:

“De una manera global puede decirse que las disciplinas son unas técnicas para garantizar la ordenación de las multiplicidades humanas. (…) no hay nada en esto de excepcional (…) a todo sistema de poder se le plantea el mismo problema. Pero lo propio de las disciplinas es que intentan definir respecto de las multiplicidades una táctica de poder que responde a tres criterios: hacer el ejercicio del poder lo menos costoso posible (…), hacer que los efectos de este poder social alcancen su máximo de intensidad y se extiendan lo más lejos posible, sin fracaso ni laguna; ligar en fin este crecimiento económico del poder y del rendimiento de los aparatos en el interior de los cuales se ejerce (…), en suma aumentar a la vez la docilidad y la utilidad de todos los elementos del sistema.” [13]

Las disciplinas resolvieron los problemas del manejo de multitudes en los comienzos de la producción capitalista. Así, el cuartel, el hospital, el taller y la fábrica, permitieron reunir gran número de personas en un mismo sitio y disciplinarlos reduciendo el costo de ese disciplinamiento. En pocas palabras,

“La disciplina es el procedimiento técnico unitario por el cual la fuerza del cuerpo está con el menor gasto reducida como fuerza política, y maximizada como fuerza útil.” [14]

Con esto damos por concluida nuestra revisión de ciertos aspectos de la obra de Foucault. En la próxima clase comenzaremos con el examen de la sociología de la educación de Pierre Bourdieu (1930-2002).

Como siempre, les agradezco su atención.

 

 

Villa del Parque, jueves 27 de agosto de 2020


ABREVIATURAS:

 PD = Poder disciplinario / SD = Sociedad disciplinaria / VyC = Vigilar y Castigar / RS = Relaciones sociales


NOTAS:

[1] Foucault, M. (2006). Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina. La traducción española es de Aurelio Garzón del Camino. La obra, cuya edición original data de 1975 (París, Gallimard), consta de cuatro libros: Suplicio, Castigo, Disciplina, Prisión. El segundo libro está constituido por tres secciones: I) Los cuerpos dóciles; II) Los medios del buen encauzamiento; III) El panoptismo.

[2] Foucault, M., op. cit., p. 213. Aclaro que cito en base a la paginación original de la obra, que consta en rojo (entre corchetes) en la versión en PDF del texto.

[3] Foucault, M., op. cit., p. 213.

[4] Informe de Talleyrand a la Asamblea Constituyente. Citado por Foucault, M., op. cit., p. 214.

[5] Foucault, M., op. cit., p. 214. El resaltado es mío (AM).

[6] “Las disciplinas masivas y compactas se descomponen en procedimientos flexibles de control, que se pueden transferir y controlar.” (Foucault, M., op. cit., p. 214).

[7] Foucault, M., op. cit., p. 214. “De la misma manera el hospital está concebido como punto de apoyo para la vigilancia médica de la población externa” (p. 215).

[8] Foucault, M., op. cit., p. 216. La policía “es lo infinitamente pequeño del poder político. Y para ejercerse, este poder debe apropiarse de instrumentos de una vigilancia permanente, exhaustiva, omnipresente, capaz de hacerlo todo visible, pero a condición de volverse ella misma invisible.” (p. 216). No nos interesa aquí discutir la concepción foucaultiana del poder; lo importante en este momento es prestar atención a la relación existente entre una nueva forma de organización económica y social (el capitalismo), que considera a las personas como fuente de valor económico, y la extensión y desarrollo de mecanismos disciplinarios.

[9] Foucault, M., op. cit., p. 218.

[10] Foucault, M., op. cit., p. 218.

[11] Foucault, M., op. cit., p. 219. La expansión y perfeccionamiento de los mecanismos disciplinarios conlleva la posibilidad efectiva de ejercer el poder en todos los rincones (aun los más recónditos) de la sociedad.

[12] “En una sociedad donde los elementos principales no son ya la comunidad y la vida pública, sino los individuos privados de una parte, y el Estado de la otra, las relaciones no pueden regularse sino de una forma exactamente inversa del espectáculo” (Foucault, M., op. cit., p. 219).

[13] Foucault, M., op. cit., p. 221.

[14] Foucault, M., op. cit., p. 224. Más claro: “El crecimiento de una economía capitalista ha exigido la modalidad específica del poder disciplinario” (p. 221).

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