Bienvenidas y
bienvenidas a este curso que, por razones de público conocimiento, comienza en
condiciones excepcionales.
Estamos obligados a
realizar una cursada a distancia, con todos los inconvenientes que ello implica
para el proceso de enseñar y aprender. Nada reemplaza la interacción profesor –
estudiante en el aula. Pero intentaremos que esa ausencia se note lo menos
posible. Por último, y para no hacer más extensa esta pequeña introducción, les
pido disculpas por la demora en implementar las clases virtuales. Ustedes y yo
estamos aprendiendo a desenvolvernos en un contexto novedoso.
La obligatoriedad
de una materia en el plan de la carrera exime a profesores y estudiantes de
preguntarse seriamente sobre el para qué
es necesario estudiar esa materia. La fundamentación del programa de la
asignatura debería servir de respuesta a esa cuestión, pero nadie acostumbra leer
los fundamentos del programa. Al estudiante le basta con saber que la materia
es obligatoria y que, para ello, tiene que aprobar los parciales y los trabajos
prácticos; siendo honestos, los profesores contamos con ello para lograr que
los alumnos estudien.
Las cosas pueden y deben
ser diferentes en un curso de Metodología de la investigación. Ante todo porque
la investigación aparece como algo esotérico, alejado de la práctica de los
estudiantes. Para éstos, Metodología cobra importancia al final de la carrera,
cuando deben hacer la tesis para graduarse. Pero esto resulta muy distante para
los alumnos que cursan los primeros años. Y, como es sabido, lo distante no
existe. Metodología aparece como una asignatura marginal en la carrera, que
deben cursar exclusivamente por obligación.
De modo que el
profesor del curso tiene que vencer dos obstáculos que se plantean desde el
vamos en la materia. De un lado, la firme convicción de los estudiantes sobre
el carácter marginal de la asignatura; de otro lado, la ausencia de una
práctica que los acerque a los problemas de la investigación.
Ahora bien, tal
como ya se dijo, Metodología cobra importancia al final de la carrera, cuando los
estudiantes tienen que encarar la tarea de hacer la tesis para graduarse.
Además, quienes cursen estudios de posgrado se enfrentarán inevitablemente al
trabajo de confeccionar proyectos de investigación y tesis. Por último, algunos
de ustedes pueden optar por seguir la carrera de investigador en Turismo o en
otras disciplinas sociales.
Por todas las
razones enumeradas es importante contar con una buena formación en Metodología
de la Investigación. De ahí que el profesor deba hacer un esfuerzo extra para
lograr que los estudiantes se interesen en la materia. Es por esto que conviene
comenzar el curso justificando la pertinencia de estudiar Metodología. Esto nos
obliga a realizar una serie de rodeos. Paciencia.
Ante todo, ¿por qué
hay que investigar?
La pregunta parece
trivial, pero no lo es si pensamos con detenimiento.
Vivimos en un mundo
saturado de información. La computadora o el celu que usted está utilizando
para leer esta clase le permite acceder una masa gigantesca de información.
Basta escribir cualquier término (metodología, por ejemplo) e Internet hace el
resto. La facilidad para acceder a la información genera la ilusión de que
obtenerla es tarea sencilla (no más de un clic en la computadora o en el celu).
A esto hay que sumarle la distancia entre nosotros y la ciencia y la tecnología.
Paso a explicarme.
Veamos, por
ejemplo, el caso de la computadora en la que usted está leyendo esta clase.
Usted y yo sabemos prenderla y apagarla, operar los comandos del Word, enviar
mensajes por correo electrónico, interactuar en una o varias redes sociales.
Pero no sabemos nada (o casi) de cómo funciona la computadora. Ignoramos los
principios físicos que están detrás de su funcionamiento. Sabemos que la
computadora funciona si está enchufada a un tomacorriente (algo que, por
cierto, se vuelve obvio cada vez que se corta la luz), pero desconocemos qué es
la electricidad. Lo mismo vale para cada uno de los programas que emplea la
computadora. Como dijimos, sabemos usar el Word, pero no sabemos nada acerca
del lenguaje de programación.
El desconocimiento
generalizado de la ciencia y la tecnología (insisto en que se trata del
desconocimiento de cómo se hacen las
cosas y no del cómo se usan) hace que
ignoremos la manera en que la ciencia produce conocimiento.
Alguien dijo alguna
vez que si el conocimiento estuviera al alcance de la mano toda la ciencia
entera sobraría. [1] La facilidad del acceso a la información profundiza la
ilusión de que el conocimiento se encuentra a nuestra disposición, sin mediar mayor
esfuerzo.
Una buena manera de
empezar el curso consiste, pues, en mostrar que la producción de conocimiento
requiere de un trabajo considerable, que implica el dominio de un complejo
aparato de técnicas y herramientas conceptuales.
Ahora bien, ¿por
qué las cosas son así?
El mundo que nos
rodea puede ser muy engañoso. Lo que pensamos que es un saber sólido se
desvanece muchas veces en el aire. [2] Veamos un ejemplo. Si observamos el
cielo en una noche despejada podemos notar varios fenómenos interesantes. En
primer lugar, la Luna, los planetas y las estrellas se desplazan en el cielo,
no permanecen inmóviles. En segundo lugar, la Tierra en la que estamos parados
no se mueve durante el tiempo de la observación. Esto es lo que registramos a
través de nuestros sentidos. Si alguno de esos hipotéticos observadores llegara
a decir al final de la noche que observó o sintió el movimiento de la Tierra,
probablemente dudaríamos de su salud mental o le preguntaríamos si consumió
alguna bebida alcohólica antes de la observación. Si dejamos de lado lo
aprendido en la escuela y nos manejamos únicamente con la información que nos
proporcionan nuestros sentidos, no podríamos decir otra cosa que lo indicado
antes: la tierra está inmóvil y en torno a ella se mueven el Sol, la Luna, los
planetas y las estrellas. Es más, estaríamos tentados a afirmar que la tierra
permanece inmóvil en el centro del universo. El observador que afirmó que la
tierra también se mueve sería condenado como alguien que pretende perturbar
nuestras creencias, basadas en la experiencia empírica.
El movimiento de la
Tierra fue descubierto al cabo de milenios, por medio de investigaciones
llevadas a cabo por algunos de los científicos más importantes de la humanidad.
Otro ejemplo. Hasta
un niño sabe que si soltamos una lapicera ésta caerá al piso. Si se nos pide
que digamos por qué cae la lapicera, nuestra respuesta automática es: “Por la
gravedad”. Pero ninguno de nosotros observa la gravedad: vemos caer lapiceras,
tizas, celulares, pianos, etc., pero jamás vemos caer a la gravedad. Mejor
dicho, no observamos a la gravedad haciendo caer los objetos. La gravedad no
puede ser captada por los sentidos. No vemos a la “señora gravedad” tirando
hacia abajo a las cosas que son soltadas.
Pero la gravedad
existe. Ocurre que su existencia no es la de un objeto, sino la de un concepto.
Los conceptos son elaboraciones de nuestras mentes, creadas para explicar la
realidad. Como veremos más adelante, una de las finalidades de la investigación
es la producción de conceptos.
Llegados a este
punto podemos repasar lo obtenido hasta ahora. El mundo que nos rodea (para los
que hacemos ciencias sociales, la sociedad) es un lugar engañoso, donde casi
nada es lo que parece. Ese mundo ofrece a nuestros sentidos y a nuestra razón una
cara visible, constituida por innumerables fenómenos que suceden continuamente
a nuestro alrededor. Esa cara visible es una apariencia, que oculta las causas
por las que ocurren esos fenómenos. Los objetos que caen no nos dicen nada
acerca de la realidad. La Tierra en la que estamos parados no nos indica los
diversos movimientos que realiza en el espacio.
Está claro que
tenemos que conocer esa cara visible del mundo para poder sobrevivir. Nuestro
conocimiento de esas apariencias, al que podemos denominar saber cotidiano, es fundamental para nuestra existencia. Eso está
fuera de discusión. Pero también es cierto que necesitamos ir más allá de esas
apariencias si queremos explicar cómo se producen las mismas, cómo está
estructurado el mundo en que vivimos, cuáles son las maneras en que esas
apariencias varían y porqué. Necesitamos hacerlo porque es la única manera en
que podemos enfrentar exitosamente los cambios. El saber cotidiano falla cuando
cambian las rutinas, cuando el mundo a nuestro alrededor comienza a
transformarse.
Ir más allá de lo
percibido por medio de los sentidos supone un esfuerzo. El mundo de las
apariencias se nos presenta naturalmente como la realidad. Nos sentimos cómodos
y no queremos salir de esa zona de confort.
Se da así la
paradoja de que la realidad misma “actúa” como un obstáculo epistemológico,
como un obstáculo al conocimiento. No nos detendremos en este concepto,
desarrollado en uno de los textos de la bibliografía obligatoria. [3] Basta
decir que las explicaciones habituales sobre tal o cual aspecto de la realidad
operan como verdaderos obstáculos a nuestro conocimiento. Ya desarrollaremos y
explicaremos el papel de los prejuicios en la investigación social.
La investigación
científica es un esfuerzo para construir conocimiento, superando los obstáculos
epistemológicos que opone la realidad misma. Esa construcción se da por medio
de la elaboración de conceptos y de teorías.
Un breve recorrido
por la historia de la ciencia puede ser de utilidad para la comprensión cabal de
las dificultades inherentes a la construcción del conocimiento.
La ciencia moderna
tiene unos pocos siglos de existencia. Si se toma en cuenta que la especie
humana tuvo un proceso evolutivo que abarcó varios millones de años y que la
actividad (o el conjunto de actividades) que hoy llamamos ciencia no tiene más
de 500 años de antigüedad, estamos en condiciones de mensurar la juventud de
nuestra ciencia.
La mayor parte de
la historia humana transcurrió con el predominio de otras formas de
conocimiento. Durante siglos imperó el saber cotidiano, el conocimiento
práctico de los campesinos, pastores, artesanos, alfareros, herreros, etc.
Mujeres y hombres edificaron un saber basado en la tarea cotidiana de
subsistir. Los procedimientos del ensayo y error, la observación metódica, los
rudimentos de la experimentación, fueron descubiertos y desarrollados por
personas que no asistieron a la universidad. Descubrimientos trascendentales
como el fuego, la agricultura, la domesticación de animales, la metalurgia,
fueron realizadas por ellos. Sin esa saber cotidiano hubiera sido imposible la
ciencia y, mucho más importante, nuestra supervivencia como especie.
El saber cotidiano
supone el dominio de la realidad que se presenta ante nuestros sentidos. Los
campesinos y los artesanos sabían manejar las propiedades de las cosas, pero desconocían
las causas de esas propiedades. Tampoco podían explicar las variaciones en lo
cotidiano, los sucesos inesperados que interrumpían las regularidades
conocidas. Por ejemplo, los agricultores sembraban trigo en una región de clima
templado. Si el clima variaba y se volvía más cálido, no podían dar cuenta de
los motivos del cambio. Atados a las rutinas, a las regularidades, se sentían
desconcertados frente a los cambios.
En tiempos más
recientes, algunas sociedades desarrollaron otras formas de conocimiento,
diferentes del saber cotidiano. Hace varios milenios y a partir del desarrollo
de la agricultura, surgieron aldeas y ciudades. En lugares como Egipto,
Sumeria, China, se constituyeron Estados. Apareció la escritura y, con ella, se
aceleró la posibilidad de la transmisión de conocimientos entre generaciones.
En este nuevo contexto tuvieron origen las primeras formas de matemática y de
astronomía, necesarias para fijar las fechas del calendario agrícola, para la
construcción y la administración de los flamantes Estados. Por último, en
algunas sociedades apareció la filosofía.
En Grecia se
produjo el florecimiento de la filosofía, con logros en áreas tales como la
lógica, la retórica y el análisis del discurso. También hubo notables progresos
en la matemática, en especial en geometría (por ejemplo, los Elementos del matemático griego Euclides - c. 325-c. 265 a. C.-). En Roma se alcanzó un enorme progreso en la
ingeniería. Durante la Edad Media continuaron los desarrollos de la filosofía
del lenguaje; también hubo avances en la matemática. Sin embargo, y en líneas
generales, el desarrollo de la ciencia fue extremadamente lento hasta el siglo
XVI.
¿Por qué tardó
tanto el desarrollo científico?
Las causas de este
retraso son complejas y exceden el marco de esta materia. Basta decir que las
sociedades anteriores a la Modernidad se basaban en el trabajo de los
campesinos, que eran esclavos o siervos. El trabajo era extraordinariamente
barato. La clase dominante en esas sociedades (la nobleza) no estaba interesada
en el desarrollo tecnológico; las máquinas eran más caras que un campesino. A esta
exposición, harto esquemática, hay que agregarle la influencia de factores
religiosos, ideológicos, etc.
La situación cambió
a partir del siglo XV. En Europa occidental, sobre todo en Inglaterra, surgió
el capitalismo, una nueva forma de organización social. Los capitalistas
estaban interesados en la obtención de ganancias en el comercio y, cada vez
más, de la explotación del trabajo asalariado. El auge del comercio fue el
incentivo para el ciclo de descubrimientos geográficos, cuya mayor expresión
fue el viaje de Cristóbal Colón (1451-1506) a América (1492).
Los viajes
ensancharon el mundo conocido por los europeos y crearon el aliciente para el
desarrollo de la matemática, la astronomía, la física, la ingeniería. Las
viejas respuestas de la filosofía y la teología no servían para describir el
nuevo mundo “creado” al calor de los viajes y de la observación de la
naturaleza.
La Revolución Científica de los siglos XVI
y XVII [4] cambió completamente la imagen del mundo. La tierra dejó de ser el
centro del universo y pasó a ser un pedazo de roca que giraba alrededor del
sol, una de las innumerables estrellas existentes en el universo.
Las viejas
respuestas fueron descartadas (aunque el proceso fue muy paulatino y llevó
varios siglos); la vieja filosofía fue reemplazada por una nueva, centrada en
los problemas del método para obtener conocimiento. La preocupación pasaba por
encontrar una vía que permitiera obtener un conocimiento sólido.
El siglo XVII
aportó dos nuevas corrientes filosóficas: el empirismo y el racionalismo.
Los empiristas afirmaban que la única fuente de conocimiento eran los sentidos.
Los racionalistas, por su parte, decían que la razón (nuestra inteligencia,
nuestra capacidad de conocer) era la principal herramienta para obtener
conocimiento, pues los sentidos podían engañarnos. [5]
Hasta aquí llegamos
en la clase de hoy. En nuestro próximo encuentro desarrollaremos la distinción
entre conocimiento científico y saber cotidiano, que es tratada en uno de los
textos de lectura obligatoria. [6] Eso nos llevará a describir en forma
sintética las principales características del conocimiento científico y,
posteriormente, podremos comenzar nuestra indagación en el terreno específico
de la Metodología de la investigación.
Villa del Parque, lunes
6 de abril de 2020
NOTAS:
[1] La frase
pertenece a Karl Marx (1818-1883) y la cita textual dice: “La manera como se presentan las cosas no es la manera
como son; y si las cosas fueran como se presentan la ciencia entera sobraría”.
[2] “La burguesía
no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los
instrumentos de producción y, por consiguiente, las relacionas de producción, y
con ello todas las relaciones sociales. La conservación del antiguo modo de
producción era, por el contrario, la primera condición de existencia de todas
las clases industriales precedentes. Una revolución continua en la producción,
una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, un movimiento y una
inseguridad constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores.
Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de
ideas admitidas y veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen
añejas antes de haber podido osificarse. Todo lo sólido se desvanece en el
aire: todo lo sagrado es profanado.” (K. Marx y F.Engels, Manifiesto del partido comunista, Buenos Aires, Anteo, 1986, p.
38-39).
[3] Mayo, A. (2013). Bachelard y la
noción de obstáculo epistemológico. [en línea] Miseria de la Sociología,
21/04/2013.
[4] Se considera que la Revolución Científica se inicia en
1543 con la publicación del libro de Copérnico, De revolutionibus orbium coelestium (Sobre las
revoluciones de las esferas celestes), y culmina con la publicación de
la obra de Newton, Philosophiae naturalis principia mathematica (Principios matemáticos de filosofía natural)
en 1687.
[5] El empirismo
fue desarrollado por varios filósofos ingleses, entre los que se destacaron Francis
Bacon (1561-1626) y David Hume (1711-1776). El racionalismo tuvo como su
principal exponente al filósofo francés René Descartes (1596-1650)
[6] Mayo, A. (2013). Conocimiento
científico y saber cotidiano: La concepción de Ernst Nagel. [en línea] Miseria
de la Sociología, 12/08/2013.
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