NOTA
BIBLIOGRÁFICA:
En esta ficha utilicé la
traducción española de José Babini (1897-1984): Bachelard, Gaston. (1988). [1°
edición: 1938]. La formación del espíritu
científico. México D. F.: Siglo XXI.
FICHA:
La obra (1), contemporánea
del libro fundamental de Popper (Logik
der Forschung, 1935), constituye una crítica feroz al “empirismo pasivo y
registrador”, al que opone el “empirismo activo y pensado” (p. 114). En esta
dirección, una de las tesis principales del libro establece la “supremacía del
conocimiento abstracto y científico sobre el conocimiento teórico e intuitivo”
(p. 125).
Bachelard se propone el
estudio del “conocimiento empírico” (p. 17), “el conocimiento del mundo
objetivo” (p. 26). Quedan afuera el “conocimiento matemático” (p. 17) y las
ciencias sociales.
La obra tiene la siguiente
estructura: en el capítulo 1 desarrolla el concepto de obstáculo epistemológico (retomado posteriormente por el sociólogo
Pierre Bourdieu). En los capítulos siguientes describe distintos obstáculos
epistemológicos (por ejemplo, la experiencia básica, el conocimiento general,
etc.).
En las Palabras Preliminares
(p. 7-9) esboza una periodización del desarrollo del “espíritu científico”:
a) Estado precientífico (Antigüedad clásica, Renacimiento, siglos
XVI-XVIII.
b) Estado científico (Siglos XIX y comienzos del XX).
c) Nuevo espíritu científico: surge en 1905 con la teoría de la
relatividad.
En un nivel más general, y
fuera de “toda correspondencia histórica”, Bachelard explica que dicha
periodización se corresponde al pasaje por tres estadios diferentes: “en su
formación individual, un espíritu científico pasaría necesariamente por los
tres estados siguientes” (p. 11):
a) Estado concreto: “el espíritu se recrea con las primeras imágenes
del fenómeno” (p. 11).
b) Estado concreto – abstracto: experiencia más esquema geométrico. El
espíritu adopta una abstracción “representada por una intuición sensible” (p.
11).
c) Estado abstracto: el espíritu rompe con la “intuición del espacio
real”, la “experiencia inmediata” y la “realidad básica, siempre impura,
siempre informe” (p. 11).
La noción de obstáculo
epistemológico aparece en el capítulo I (p. 15-26). Bachelard no alude a
“obstáculos externos”, ni a defectos de los sentidos o del espíritu humano. Se
trata de obstáculos que forman parte del “acto mismo de conocer”. Son causas de
inercia, de estancamiento. (p. 15).
El capítulo II (p. 27-65)
trabaja la experiencia básica como
obstáculo epistemológico.
“Es
la experiencia colocada por delante y por encima de la crítica que, esta sí, es
necesariamente un elemento integrante del espíritu científico” (p. 27).
En la experiencia básica “la
crítica no ha obrado explícitamente”. Por tanto, “no puede ser un objeto
seguro” (p. 27). Bachelard se opone aquí al sensualismo, a la concepción del
dato “claro, limpio, seguro, constante” (p. 27).
Frente a esta forma de
pensar la experiencia, opone la tesis de que “el espíritu científico debe
formarse en contra de la Naturaleza” (p. 27) (2); “para que un hecho sea
definido y precisado, es necesario un mínimo de interpretación” (p. 52).
Bachelard no se sirve del
concepto de ideología. Sin embargo, véase la siguiente referencia a la Histoire Naturelle de Buffon:
“…las
partes de la obra de Buffon donde el objeto no se indica naturalmente al
observador, para reconocer la influencia de los conceptos científicos nucleados inconscientemente (…) los retratos
de los animales bajo el signo de una falsa jerarquía biológica, están cargados
con rasgos impuestos por la fantasía inconsciente del narrador. El león es el
rey de los animales, porque conviene a un partidario del orden que todos los
seres, aun las bestias, tengan un rey. El caballo sigue siendo noble en su
servidumbre, porque Buffon, en sus funciones sociales, quiere seguir siendo un
gran señor.” (p. 54).
Mientras que la ciencia
premoderna sostenía la creencia en el saber absoluto,
“la
doctrina filosófica que afirma la ciencia como esencialmente inacabada es de inspiración moderna. Y
es también moderno, ese tipo de pensamiento en expectativa, de pensamiento que
se desarrolla partiendo de hipótesis consideradas mucho tiempo como presuntas y
que se mantienen siempre revocables.” (p. 57).
Bachelard enfatiza el papel
de las experiencias del físico norteamericano Albert Michelson (1852-1931) en
el origen del concepto de ciencia relativista, pues el fracaso de éste en
mostrar la inamovilidad del éter obligó a las ciencias a modificar sus
principios fundamentales. (p. 58).
El capítulo III (p. 66-86)
está referido al conocimiento general
como obstáculo epistemológico.
La filosofía tiene la
“ciencia de la generalidad”:
“Esta
ciencia de lo general, es siempre una detención de la experiencia, un fracaso
del empirismo inventivo.” (p. 66).
En este punto realiza una
referencia a las ciencias sociales, pues afirma que el esfuerzo por brindar
definiciones preliminares es potente en la sociología del siglo XX. (p. 68).
El problema con el
conocimiento general radica en que
“estas
leyes generales bloquean actualmente
al pensamiento. Pues ellas contestan en bloc, o mejor, ellas contestan sin que
se las interrogue.” (p. 68).
“Cuanto
más corto es el proceso de identificación tanto más pobre es de pensamiento
experimental.” (p. 68).
“En
el entorno de un conocimiento demasiado general, la zona de lo desconocido no
se concreta en problemas precisos.” (p. 69).
En este capítulo, el autor
hace algunas observaciones sobre la relación entre la matemática y la realidad:
“La
matemática misma de los fenómenos está jerarquizada y no es siempre la primera forma matemática la buena, no es siempre
la primera forma la que es verdaderamente formativa.” (p. 69).
Aborda luego la cuestión de
las tablas (de grados o del método de las variaciones concomitantes), basadas
en el registro automático de los datos de los sentidos. Bachelard argumenta que
la tabla de presencia ignora las anomalías, las perturbaciones y la física
contemporánea “trabaja casi únicamente en la zona de las perturbaciones” (p. 70).
“…la
idea de tabla, que parece ser una de las ideas constitutivas del empirismo
clásico, funda un conocimiento completamente estático que tarde o temprano traba a la investigación científica.”
(p. 69-70).
El autor formula una crítica
al empirismo de Bacon, a punto tal que llega a hablar de “la influencia nefasta
del baconismo” (p. 71).
Ahora bien, en el capítulo 1
afirma que tanto la “atracción de lo singular” como la “atracción de lo
universal” constituyen obstáculos epistemológicos. Entonces, cabe preguntarse
cuál es la fuente del dinamismo del espíritu científico. La respuesta de
Bachelard es la siguiente:
“La
riqueza de un concepto científico se mide por su poder de deformación (…) Para
poder englobar nuevas pruebas experimentales, será menester entonces deformar los conceptos primitivos,
estudiar las condiciones de aplicación de esos conceptos y sobre todo
incorporar las condiciones de aplicación
de un concepto en el sentido mismo del concepto (…) carácter dominante del
nuevo racionalismo que corresponde a una sólida unión entre la experiencia y la
razón. La división clásica que separaba la teoría de sus aplicaciones ignoraba
esta necesidad de incorporar las condiciones de aplicación en la esencia misma
de la teoría.” (p. 73).
De este modo, los conceptos
científicos son construidos,
“…el
concepto científico que corresponde a un fenómeno particular es el agrupamiento de las aproximaciones
sucesivas bien ordenadas.” (p. 73).
“…la
ciencia realiza sus objetos, sin encontrarlos
jamás hechos (…) Un concepto se ha tornado científico en la proporción en que
se ha tornado técnico, en la medida en que es acompañado por una técnica de
realización.” (p. 79).
Bachelard dice que se ubica
entre realistas y nominalistas, entre positivistas y formalistas. En este
punto, puede establecer una comparación con el caso de Marx, quien rechazaba al
viejo materialismo y al viejo empirismo, y les oponía la filosofía de la
praxis, donde el conocimiento es presentado como una producción.
Bachelard sintetiza el
contenido de este capítulo en este pasaje:
“Un
conocimiento que carezca de precisión, o mejor, un conocimiento que no esté
dado con sus condiciones de determinación precisa no es un conocimiento
científico. Un conocimiento general es casi fatalmente un conocimiento vago.”
(p. 86).
El capítulo IV (p. 87-98)
analiza un ejemplo de obstáculo epistemológico verbal: la esponja.
Este obstáculo consiste en:
“explicación
verbal por referencia a un sustantivo cargado de epítetos, sustituto de una
sustancia rica en poderes (…) una sola imagen, hasta una sola palabra,
constituye toda la explicación.” (p. 87).
Aborda la cuestión del papel
de las metáforas en la ciencia:
“Seducen
a la razón. Son imágenes particulares y lejanas que insensiblemente se
convierten en esquemas generales. Un psicoanálisis del conocimiento objetivo
debe pues aplicarse a decolorar, sino a borrar, estas imágenes ingenuas. Cuando
la abstracción haya pasado por ahí, ya habrá tiempo para ilustrar los esquemas racionales.” (p. 93).
Así como en el capítulo
anterior realizó una crítica a Bacon, Bachelard enfila ahora sus armas contra
Descartes, diciendo que “la duda general
es más fácil que la duda particular.”
(p. 94).
El capítulo V (p. 99-114)
está dedicado al conocimiento unitario y pragmático como obstáculo
epistemológico.
“…la
ciencia contemporánea se instruye sobre sistemas
aislados, sobre unidades parcelarias.
Ella sabe mantener sistemas aislados.” (p. 108).
El pragmatismo es definido como:
“Todo
pragmatismo, por el mero hecho de ser un pensamiento mutilado, lleva fatalmente
a la exageración. El hombre no sabe limitar lo útil. Lo útil por su
valorización, se capitaliza sin cesar.” (p. 109).
El capítulo VI (p. 115-153) presenta
el sustancialismo de lo oculto, el sustancialismo de lo íntimo y el
sustancialismo de la cualidad evidente. Todos ellos son obstáculos
epistemológicos.
El capítulo VII (p. 154-175)
está dedicado al psicoanálisis del realista.
El libro de Bachelard tiene
dos defectos: 1) el lenguaje utilizado es confuso (espíritu, alma,
psicoanálisis, etc.), en el sentido de que permiten un fácil deslizamiento al
terreno del idealismo y del individualismo metodológico; 2) el punto de partida
es el individuo (v.gr, el “espíritu científico”). La ciencia se desarrolla por
medio de rupturas individuales. La idea de obstáculo epistemológico es fértil,
pero debe ser desembarazada de connotaciones idealistas e individualistas.
Las limitaciones del punto
de partida del autor se perciben en el análisis de las piedras preciosas que se
halla en el capítulo VII. Allí se observa que Bachelard tiene dificultades para
concebir al conocimiento científico como un fenómeno social. Prefiere, en
cambio, pensarlo como un problema individual, que exige un psicoanálisis para
eliminar los errores. Nótese que al abordar el problema de las piedras
preciosas no hace una “sociología” del realista, sino un “psicoanálisis”.
Villa del Parque,
lunes 6 de enero de 2014
NOTAS:
(1) Título original: La formation de l’esprit scientifique:
Contribution à une psychoanalyse de la connosaince objective. La 1° edición
fue publicada por Vrien en 1938.
(2) Afirma que “comprendemos
la Naturaleza resistiéndole” (p. 27). Cfr. con el análisis del fetichismo de la
mercancía por Marx. La economía política es ciencia en la medida en que se
considera a las formas aparenciales como la realidad (naturalización de las
mismas). Si, en cambio, se las toma como formas que ocultan las relaciones
reales (como la expresión superficial de las mismas), las categorías de la
economía política son un obstáculo epistemológico al conocimiento científico. El
concepto de obstáculo epistemológico parece aplicable especialmente en las
ciencias sociales.
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