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jueves, 4 de junio de 2020

INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA CURSO 2020 – CLASE N° 4


“Saben que un hombre débil se convertirá
en un esclavo y un esclavo en un autómata aterrorizado.”
Ricardo Piglia (1941-2017), escritor argentino.

Bienvenidas y bienvenidos a la cuarta clase del curso.
De a poco vamos entrando en ritmo, a pesar de la pandemia, las dificultades con las computadoras y celulares, la falta de tiempo y demás padecimientos. Reitero un pedido: escríbanme ante las dudas, inquietudes y cuestiones varias que vayan surgiendo en esta cursada tan particular. Mi tiempo de respuesta no es veloz, lo sé, pero en los casos en que las preguntas atañen a problemas colectivos difundo mis respuestas a todo el grupo, así suplimos en parte el intercambio colectivo que se da en el aula.
Hoy vamos a trabajar la acumulación originaria, tal como la describe Karl Marx (1818-1883) en el capítulo 24 de El capital. [1] A lo largo de la exposición iremos desgranando el concepto; en esta introducción diré que se trata de un tema que conecta y sintetiza las problemáticas que trabajamos en las clases anteriores. La larga y compleja transición del feudalismo al capitalismo es uno de los temas centrales de la sociología. La noción de AO es una de las principales herramientas teóricas para abordar la cuestión de la transición. No se trata de un asunto menor; estamos hablando de cómo se conformó el mundo en que vivimos.
Termino aquí este preámbulo. Pasemos a la clase.

Como sabemos, las sociedades precapitalistas se estructuraban en torno al trabajo agrícola. La tierra era trabajada por los campesinos; el excedente de la producción era apropiado por la nobleza, la clase dominante en esas sociedades, que poseía el monopolio de los instrumentos de violencia física.
A pesar de lo difícil de su situación, los campesinos controlaban la forma de producir. Las familias campesinas vivían por generaciones en las mismas tierras y explotaban a éstas con técnicas heredadas de sus antepasados. El ritmo de trabajo, hasta cierto punto, era fijado por el campesino. Los nobles, quienes no se dedicaban al trabajo agrícola, se limitaban a extraer el excedente producido por los campesinos por medio de rentas, tributos, impuestos, diezmos (en el caso de la Iglesia), etc. Pero no les importaba cómo se producía ese excedente.
La productividad del trabajo (esto es, la unidad de producto producida por unidad de tiempo) era baja. Es comprensible pues, ¿qué incentivos podían tener los campesinos para producir más excedente si éste era apropiado por los nobles? Alguno de ustedes puede preguntar, ¿por qué no vender la mayor producción en el mercado, y obtener así dinero para comprar más bienes? El problema es que en las sociedades precapitalistas el mercado era una institución minoritaria. [2] En estas sociedades predominaba la economía natural, es decir, la producción para satisfacer las necesidades del individuo o del grupo familiar, pero no para la venta en el mercado. Dicho en otros términos, en las sociedades precapitalistas la inmensa mayoría de las personas producían por sí mismas casi todo lo que necesitaban; sólo en casos excepcionales se recurría al comercio.
En el mundo precapitalista la regla era la economía natural; la economía mercantil era minoritaria y no llegaba a la inmensa mayoría de la población.
Las cosas comenzaron a cambiar en los siglos XV-XVI. Resulta innecesario describir el proceso, pues ya hemos esbozado sus rasgos generales en la clase dedicada a la Utopía de Thomas More (1478-1535). Sin embargo, la descripción realizada por More en el Libro Primero de la obra mencionada no nos alcanza. Necesitamos disponer de conceptos que permitan entender el significado histórico y social del proceso de expropiación de las tierras de los campesinos, narrado de modo magistral por More. Para ello recurriremos a las herramientas teóricas elaboradas por Karl Marx (1818-1883) en el capítulo 24 de El capital. [3]
Si bien tienen en sus manos el capítulo 24 completo, nos concentraremos únicamente en dos apartados. No es nuestra intención realizar una reconstrucción exhaustiva del proceso de desarrollo del capitalismo, sólo queremos trazar los rasgos más generales del pasaje del feudalismo al capitalismo y, de rebote, comenzar a entender los fundamentos de la sociedad en que vivimos.
En otras palabras, el conocimiento de los orígenes del capitalismo nos proporciona información importante sobre las características de nuestra sociedad, la cual es, por cierto, una sociedad capitalista.
Ahora bien, como estamos acostumbrados a vivir en el marco de RS capitalistas, terminamos por considerarlas como naturales, como la “forma natural de vivir”. Un ejemplo: en el año 1991 me tocó participar como censista del Censo Nacional de Población y Vivienda. En una de las casas que tuve que censar me encontré con una mujer visiblemente agotada, cargando un chico en brazos y con otros dos nenes dando vueltas por ahí. Cuando le pregunte si trabajaba, contestó sin dudar: “No”. La respuesta contrastaba con su situación. Pero tenía sentido, el trabajo que realizaba en su hogar era no remunerado, no lo hacía por dinero; ergo, no era trabajo. El capitalismo nos enseña desde que nacemos que el trabajo es aquél que se realiza a cambio de un salario, el trabajo asalariado.
La “naturalidad” del capitalismo se desarma en cuanto retrocedemos hacia atrás en el tiempo. Encontramos sociedades que no son capitalistas. En este punto se plantea un problema: ¿cómo se llegó al capitalismo?, ¿cómo se produjo el pasaje de las sociedades precapitalistas a la sociedad precapitalista?
En este punto comienza el análisis del capítulo 24. Marx arranca desde una perspectiva micro [4], ligada a las explicaciones que formulan los empresarios de los orígenes de su riqueza:
Los orígenes de la primitiva acumulación pretenden explicarse relatándolos como una anécdota del pasado. En tiempos muy remotos —se nos dice—, había, de una parte, una élite trabajadora, inteligente y sobre todo ahorrativa, y de la otra, un tropel de descamisados, haraganes, que derrochaban cuanto tenían y aún más. Es cierto que la leyenda del pecado original teológico nos dice cómo el hombre fue condenado a ganar el pan con el sudor de su rostro; pero la historia del pecado original económico nos revela por qué hay gente que no necesita sudar para comer. No importa. Así se explica que mientras los primeros acumulaban riqueza, los segundos acabaron por no tener ya nada que vender más que su pelleja. De este pecado original arranca la pobreza de la gran masa que todavía hoy, a pesar de lo mucho que trabaja, no tiene nada que vender más que a sí misma y la riqueza de los pocos, riqueza que no cesa de crecer, aunque ya haga muchísimo tiempo que sus propietarios han dejado de trabajar.” (p. 101-102)
Insisto en que tienen que tener presente que Marx no está describiendo aquí el proceso de transición del feudalismo al capitalismo, sino la explicación del proceso tal como la formulan los empresarios. Para ellos, su riqueza es el resultado del esfuerzo personal. A su vez, también la pobreza es producto de decisiones (malas) individuales: hay personas que son vagas y, por tanto, terminarán siendo pobres. La explicación se basa, pues, en las acciones de los individuos, en su conducta; de ese modo, lo que es un proceso social se convierte en la consecuencia de las decisiones y las acciones de las personas.
La riqueza y la pobreza son decisiones de los individuos. El rico lo es por su capacidad de trabajo; el pobre lo es por su holgazanería. Todo sencillo, todo simple.
Desplazar la atención desde lo social hacia lo individual tiene otra consecuencia: la violencia desaparece de la escena. Los ricos son ricos por su esfuerzo, sin que la violencia cumpla ninguna función en la acumulación de riqueza.
“Sabido es que en la historia real desempeñan un gran papel la conquista, el esclavizamiento, el robo y el asesinato, la violencia, en una palabra. Pero en la dulce Economía política ha reinado siempre el idilio. Las únicas fuentes de riqueza han sido desde el primer momento el derecho y el «trabajo», exceptuando siempre, naturalmente, «el año en curso». En la realidad, los métodos de la acumulación originaria fueron cualquier cosa menos idílicos.” (p. 101).
De este modo, Marx comienza a rebatir el argumento habitual sobre la acumulación capitalista. La violencia es inseparable del proceso. Nosotros ya tuvimos oportunidad de observar los métodos violentos empleados para expulsar a los campesinos de sus tierras. A lo largo del capítulo, Marx proporciona numerosas pruebas del papel de la violencia.
Pero no se trata únicamente de mostrar el uso de la violencia; hay que mostrar la función que cumple ésta.
Para comprender esto hay que entender qué significa la noción de AO. En principio, partimos de algo que ya sabemos: el capitalismo no es la forma “natural” de organizar la sociedad. Si esto es así, ni la tierra ni las herramientas son capital; un trabajador no es naturalmente un asalariado. De esta manera, hay que explicar cómo la tierra, las herramientas, los trabajadores, pasan a ser mercancías y, de ese modo, pasan a ser capital y trabajo asalariado.
La AO es el proceso, mediado por la violencia, de transformación de la tierra y los instrumentos de producción en capital, y del trabajo en trabajo asalariado.
En el texto, el pasaje clave es el siguiente:
“Ni el dinero ni la mercancía son de por sí capital, como no lo son tampoco los medios de producción ni los artículos de consumo. Hay que convertirlos en capital. Y para ello han de concurrir una serie de circunstancias concretas, que pueden resumirse así: han de enfrentarse y entrar en contacto dos clases muy diversas de poseedores de mercancías; de una parte, los propietarios de dinero, medios de producción y artículos de consumo deseosos de explotar la suma de valor de su propiedad mediante la compra de fuerza ajena de trabajo; de otra parte, los obreros libres, vendedores de su propia fuerza de trabajo y, por tanto, de su trabajo. Obreros libres en el doble sentido de que no figuran directamente entre los medios de producción, como los esclavos, los siervos, etc., ni cuentan tampoco con medios de producción de su propiedad como el labrador que trabaja su propia tierra, etc.; libres y desheredados. Con esta polarización del mercado de mercancías se dan las condiciones fundamentales de la producción capitalista.” (p. 102).
Según Marx, para que haya capitalismo es preciso que los medios de producción se concentren en un polo de la sociedad (los capitalistas) y que los trabajadores sean libres en un doble sentido: libres de toda forma de dependencia personal (esclavitud, servidumbre) y libres de la propiedad de los medios de producción.
“Las relaciones capitalistas presuponen el divorcio entre los obreros y la propiedad de las condiciones de realización del trabajo. Cuando ya se mueve por sus propios pies, la producción capitalista no sólo mantiene este divorcio, sino que lo reproduce en una escala cada vez mayor. Por tanto, el proceso que engendra el capitalismo sólo puede ser uno: el proceso de disociación entre el obrero y la propiedad de las condiciones de su trabajo, proceso que, de una parte, convierte en capital los medios sociales de vida y de producción, mientras que, de otra parte, convierte a los productores directos en obreros asalariados. La llamada acumulación originaria no es, pues, más que el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de producción. Se la llama «originaria» porque forma la prehistoria del capital y del modo capitalista de producción.” (p. 102-103; el resaltado es mío)  .
Para que haya capitalismo es preciso separar al trabajador de los medios de producción. Nosotros hemos visto un ejemplo de ello: More cuenta cómo los campesinos eran expulsados de las tierras que habitaban desde tiempos inmemoriales. Separados de la tierra, los campesinos carecían de medios propios para ganarse la vida. No les quedaba otro remedio que emplearse como trabajadores asalariados. [5]
La violencia utilizada en el proceso de expropiación de los productores (los campesinos) fue enorme. Y no se trató sólo de los campesinos ingleses; la AO se verificó en todos los lugares donde hizo pie el capitalismo. En el ejercicio de la violencia jugó un papel fundamental el Estado.
En primer lugar, el Estado cumplió un papel central en el control de las masas de campesinos expulsados. Marx escribe lo siguiente:
“Los contingentes expulsados de sus tierras al disolverse las huestes feudales y ser expropiados a empellones y por la fuerza formaban un proletariado libre y privado de medios de existencia, que no podía ser absorbido por las manufacturas con la misma rapidez con que aparecía en el mundo. Por otra parte, estos seres que de repente se veían lanzados fuera de su órbita acostumbrada de vida, no podían adaptarse con la misma celeridad a la disciplina de su nuevo estado. Y así, una masa de ellos fue convirtiéndose en mendigos, salteadores y vagabundos; algunos por inclinación, pero los más, obligados por las circunstancias. De aquí que a fines del siglo XV y durante todo el siglo XVI se dictase en toda Europa Occidental una legislación sangrienta persiguiendo el vagabundaje. De este modo, los padres de la clase obrera moderna empezaron viéndose castigados por algo de que ellos mismos eran víctimas, por verse reducidos a vagabundos y mendigos.” (p. 122).
Los campesinos eran perseguidos como delincuentes. Se trataba de emplear la violencia contra ellos para evitar que se convirtieran en un peligro para el orden social, ese orden social que era responsable de expulsarlos de sus tierras y convertirlos en delincuentes.
El Estado aparece así como el representante de la clase dominante, en este caso la nobleza feudal que se iba adoptando cada vez más conductas mercantiles. Su papel consistía en garantizar las condiciones de dominación.
Marx describe así la situación:
Después de ser violentamente expropiados y expulsados de sus tierras y convertidos en vagabundos, se encajaba a los antiguos campesinos, mediante leyes grotescamente terroristas a fuerza de palos, de marcas a fuego y de tormentos, en la disciplina que exigía el sistema del trabajo asalariado.” (p. 125).
Para nosotros es algo natural salir a trabajar, cumplir horario, ordenar los ritmos de nuestra vida en función del trabajo. Sin embargo, cuando retrocedemos en el tiempo, cuando estudiamos la historia, nos damos cuenta de que lo “natural” es algo que exigió dosis enormes de violencia y disciplinamiento. [6]
Marx resume el papel del Estado en un párrafo que merece leerse con detenimiento:
“No basta con que las condiciones de trabajo cristalicen en uno de los polos como capital y en el polo contrario como hombres que no tienen nada que vender más que su fuerza de trabajo. Ni basta tampoco con obligar a éstos a venderse voluntariamente. En el transcurso de la producción capitalista, se va formando una clase obrera que, a fuerza de educación, de tradición, de costumbre, se somete a las exigencias de este régimen de producción como a las más lógicas leyes naturales. La organización del proceso capitalista de producción ya desarrollado vence todas las resistencias; la creación constante de una superpoblación relativa mantiene la ley de la oferta y la demanda de trabajo y, por ello, el salario a tono con las necesidades de crecimiento del capital, y la presión sorda de las condiciones económicas sella el poder de mando del capitalista sobre el obrero. Todavía se emplea, de vez en cuando, la violencia directa, extraeconómica; pero sólo en casos excepcionales. Dentro de la marcha natural de las cosas, ya puede dejarse al obrero a merced de las «leyes naturales de la producción», es decir, puesto en dependencia del capital, dependencia que las propias condiciones de producción engendran, garantizan y perpetúan. Durante la génesis histórica de la producción capitalista, no ocurre aún así. La burguesía, que va ascendiendo, necesita y emplea todavía el poder del Estado para «regular» los salarios, es decir, para sujetarlos dentro de los límites que benefician a la extracción de plusvalía, y para alargar la jornada de trabajo y mantener al mismo obrero en el grado normal de dependencia. Es éste un factor esencial de la llamada acumulación originaria.” (p. 125-126; el resaltado es mío).
Con lo dicho hasta aquí tenemos un panorama esquemático de la AO. En el transcurso de la clase señalamos el papel del Estado en el desarrollo del capitalismo; volveremos sobre este tema en varias ocasiones durante la cursada y el año próximo el Estado será uno de los contenidos fundamentales de una materia de 2° año, Derechos Humanos, Sociedad y Estado, en la que tendré el gusto de volver a encontrarme con ustedes.
También hemos esbozado de manera más precisa los rasgos principales del capitalismo. Eso nos lleva al texto de la próxima clase, Ideología del capitalismo, con el que examinaremos las características centrales del proceso de trabajo capitalista.

Eso es todo por hoy. Gracias por su atención y paciencia.

Villa del Parque, jueves 4 de junio de 2020

ABREVIATURAS:
AO = Acumulación originaria /  RS = Relaciones sociales / SH = Seres humanos

NOTAS:
[1] Para las citas del texto de Marx utilizo la copia existente en el sitio marxists.org, cuyo link envié oportunamente por correo electrónico. Por las dudas y como lo que abunda no daña, vuelvo a transcribir aquí el link: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/eccx86s.htm Esta edición está tomada de: Marx, K. y Engels, F. (1974). Obras escogidas. Moscú: Instituto de Marxismo-Leninismo & Progreso. El capital está incluido en el tomo II. En cada cita indico entre paréntesis el número de página, que corresponde a dicha edición.
[2] Por supuesto, no me refiero al mercado en tanto lugar (ejemplo: la feria instalada en el centro de una ciudad), sino a la institución, a la economía de mercado, esto es, a la producción de mercancías destinadas a la venta.
[3] A lo largo del curso trabajaremos repetidas veces la obra de Marx. De hecho, en el capítulo 1 de Ideología del conocimiento el autor dice expresamente que adopta el enfoque marxista para estudiar la sociedad. Más adelante expondremos de modo sistemático las líneas generales de la teoría marxista de la sociedad; por el momento, nos basta con tener presente su análisis del proceso de trabajo, que nos preparó para analizar la cuestión de la AO.
[4] Con enfoque micro me refiero a los estudios e investigaciones que se realizan desde la perspectivas de los individuos o de los pequeños grupos (por ejemplo, los alumnos del 1° año del profesorado de Psicología del ISP Joaquín V. González). Es lo opuesto a la perspectiva macro, que estudia los grandes grupos (por ejemplo, la sociedad argentina).
[5] Pero existía un problema: no existía un mercado laboral capaz de absorber a la masa de campesinos expulsados. De ahí que muchos de ellos se convirtieran en vagabundos, ladrones, prostitutas, etc. More describe en detalle este proceso. Hubo que esperar al siglo XVIII, cuando el desarrollo de la producción manufacturera (y luego de la producción industrial), permitió la conversión de los campesinos en obreros asalariados.
[6] Una lectura recomendable sobre estos procesos de disciplinamiento es Vigilar y castigar, del filósofo francés Michel Foucault (1926-1984).

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