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jueves, 14 de mayo de 2020

DERECHOS HUMANOS, SOCIEDAD Y ESTADO CURSO 2020 – CLASE N° 4


“Dijo que recordaba al doctor Juan José Castelli, en el ejército del Alto Perú,
jurándole que un hombre libre es igual a otro hombre libre,
y que donde fuesen las armas de la libertad darían tierra,
pan, trabajo y escuelas a blancos, negros e indios.”
Andrés Rivera (1928-2016), escritor argentino.

Bienvenidas y bienvenidos a la cuarta clase de este curso.
Ante todo, pido disculpas por la demora. Escribo el texto de cada clase y eso lleva tiempo, dados los múltiples cursos que dicto a la vez. Prometo intentar presentar las clases en tiempo y forma. Veremos si soy capaz de cumplirlo.
Hoy nos toca examinar una parte del Libro II de la República del filósofo griego Platón (c. 427-347 a. C.). [1] Nuestro objetivo consiste en presentar la concepción platónica de la sociedad griega (la polis), sobre todo en lo que hace a las causas del conflicto social. Esto nos servirá para tratar la cuestión de la democracia, algo que haremos a partir de nuestro próximo encuentro. Además de la República, emplearé como material auxiliar el artículo de la historiadora canadiense Ellen Meiksins Wood (1942-2016), “El trabajo y la democracia antigua y moderna”. [2]
Pasemos ahora a la clase.

¿Por qué hablar de Atenas [3] y de las polis griegas en 2020, sobre todo en un curso dedicado a estudiar el Estado y la democracia? ¿Qué sentido tienen para nosotros las reflexiones acerca de la política formuladas por los filósofos griegos, quienes vivieron 2400 años?
Son preguntas pertinentes, que suelen hacerse los estudiantes, aunque no se animen a formularlas frente al profesor. Supongo que los alumnos de este curso no son la excepción; más de uno estará maldiciendo a las lecturas, a las clases, al profesor. Es un buen síntoma, pues puede ser indicador de un espíritu que se niega a aceptar sin más lo explicado y que necesita que se fundamente aquello que se enseña.
En verdad no tengo respuestas para esas preguntas (estoy tentado a decir que no tengo respuestas para casi nada). Sin embargo, podemos formular nuevas preguntas y, de ese modo, plantear de otro modo el problema del estudio de los griegos en particular y, más en general, de las sociedades precapitalistas. [4]
A la pregunta de ¿por qué hablar de Atenas y de las polis griegas en 2020? puedo responder preguntando a su vez: ¿Por qué no? Esta pregunta nos lleva a identificar la existencia de elementos comunes entre esa sociedad y la nuestra y, lo que es más importante todavía, la existencia de elementos y RS diferentes entre una y otra. Una de las principales dificultades del estudio de nuestra sociedad radica en que no conocemos otra forma de organización social, de modo que tendemos a ver como “natural” la manera en que vivimos. Esto puede llevarnos a pensar que el capitalismo, el mercado, el trabajo asalariado, existieron siempre y que cualquier otra forma de organizar la sociedad es inviable, porque iría en contra del “orden natural”. Si aceptamos este punto de vista, cuestiones tales como las desigualdades económicas, sociales, de género, etc., etc., pueden llegar a ser concebidas como “naturales”, lo cual equivale a decir, de un modo más sofisticado por cierto, cosas tales como: “pobres hubo siempre”.
Que Atenas y los filósofos griegos estén tan lejos de nosotros es una ventaja, pues esa distancia permite examinar desde lejos a nuestra sociedad. Tomar distancia y comparar. Comparar para comprender mejor nuestra forma de organización social, al confrontarla con otras formas muy diferentes.
Atenas era una polis, es decir, una forma específica de organización social precapitalista. Estaba constituida por una ciudad y por un territorio que rodeaba a aquélla, en la que vivían campesinos que trabajaban la tierra. Esos campesinos, a diferencia de lo que ocurría en buena parte del mundo antiguo, eran libres y participaban del gobierno de la polis: eran ciudadanos. La democracia ateniense se caracterizaba por un hecho inusitado: los trabajadores formaban parte del gobierno y participaban de la toma de decisiones. Estos campesinos-ciudadanos no elegían representantes, como lo hacemos nosotros, que dejamos en manos de éstos las tareas de hacer las leyes y gobernar, sino que eran el gobierno.
El órgano supremo de gobierno en Atenas era la asamblea. Podían participar de ella todos los ciudadanos. ¿Quiénes eran ciudadanos? Los hombres libres, atenienses y mayores de edad. Quedaban fuera de la ciudadanía las mujeres, los esclavos, los extranjeros. Esto es bien conocido y ha llevado a que muchos califiquen a Atenas de “democracia esclavista”, poniendo el acento en el hecho de que quienes realizaban la mayoría de los trabajos (los esclavos) estaban excluidos de la ciudadanía.
Sin embargo, la caracterización anterior es incorrecta por dos razones. En primer lugar, el grueso de los trabajos agrícolas y urbanos era realizado por trabajadores libres (campesinos y artesanos) y no por esclavos. En segundo lugar, esos trabajadores libres eran ciudadanos con plenos derechos y participaban de la asamblea. Esto último marca una diferencia fundamental no sólo con el resto de las sociedades precapitalistas, sino también con nuestra sociedad, en la que los trabajadores eligen representantes, pero no participan de ninguna de las decisiones del gobierno.
La democracia ateniense estaba basada en la figura del trabajador ciudadano (campesino o artesano), que participaba directamente en el gobierno.
E. M. Wood sintetiza así la especificidad del régimen democrático en Atenas:
“Los griegos no inventaron la esclavitud, pero en cierto sentido inventaron la mano de obra libre. Aunque la esclavitud creció en proporciones sin precedentes en la Grecia clásica y sobre todo en Atenas, en el mundo antiguo no había nada novedoso en el trabajo obligatorio o en la relación entre el amo y el esclavo. Pero el trabajador libre que disfrutaba el estatus de ciudadano en una sociedad estratificada, específicamente el ciudadano campesino, con la libertad jurídica/política que esto implicaba y la liberación de diversas formas de explotación mediante la coerción directa por parte de los terratenientes o los Estados, fue sin duda una formación distintiva y que señalaba una relación única entre las clases apropiadoras y las productoras.” [5]
Cabe recordar que las clases dominantes en las sociedades precapitalistas mantenían su estilo de vida, sus lujos, sus castillos y viviendas, apropiándose el excedente de la producción de los campesinos mediante el uso de la violencia física. Esa dominación era personal: un señor feudal gobernaba a decenas y cientos de familias campesinas, y ese señorío se transmitía a sus hijos, que gobernaban a las mismas familias campesinas.
En las sociedades precapitalistas la dominación era personal.
El carácter personal de la dominación implicaba que nadie (ni los señores feudales ni los campesinos) podía salir de su condición de nacimiento. El señor feudal nacía señor feudal en el seno de una familia noble. El campesino nacía campesino en el seno de una familia campesina. Ni el señor feudal ni el campesino podían cambiar su condición social a lo largo de la vida. Esto es bien diferente del capitalismo, donde la posesión de dinero, de mucho dinero, convierte a un trabajador en capitalista (si se decide a explotar a trabajadores asalariados).
Durante toda su vida el campesino x debía pagar tributo al señor feudal y. El Estado (generalmente la monarquía) era propiedad de la clase feudal; es decir, siempre estaba a cargo de un miembro de la nobleza. El rey era primus inter pares (primero entre pares). La función del Estado era asegurar la apropiación del excedente campesino por la nobleza y, a su vez, sacar su propia tajada de esa apropiación vía impuestos y tributos. El Estado aplastaba las rebeliones campesinas y organizaba expediciones de saqueo o conquista contra otros países. Los campesinos y artesanos no podían tener voz y voto en ese Estado, pues ello habría debilitado la dominación de la clase feudal.
Lo anterior permite comprender el carácter peculiar de la democracia ateniense, en tanto incluía al ciudadano trabajador (y lo incluía en la toma de todas las decisiones importantes de gobierno).
E. M. Wood afirma lo siguiente:
“El estatus de que gozó el trabajo libre de la Atenas democrática no tiene ningún precedente y no ha sido igualado desde entonces. El ciudadano campesino de la Antigüedad clásica representa una forma social única que, en grados variables, es una característica de la sociedad tanto griega como romana, pero que en ningún lugar se desarrolló tanto como en la democracia ateniense.” [6]
No podemos desarrollar aquí el proceso histórico que terminó con la instauración y consolidación de la democracia en Atenas. Basta con señalar que la democracia fue el resultado de un proceso de lucha de clases entre la nobleza ateniense (las familias propietarias de las mayores extensiones de tierra) y los campesinos, y que en el curso de esa lucha los campesinos demostraron la suficiente capacidad de organización para imponerse al poder de las familias aristocráticas.
La democracia fue combatida por la mayoría de los filósofos [7]; entre ellos, el más conocido es Platón. La filosofía adoptó esta actitud de rechazo a la democracia porque este régimen presuponía la igualdad de los SH (entendida aquí como igualdad entre los varones que gozaban de la condición de ciudadanos). La filosofía, en cambio, apoyaba la tesis de la desigualdad esencial de los SH. [8] Desde la perspectiva de los filósofos la democracia era sencillamente inaceptable. Platón desarrolló de manera consecuente esa perspectiva.
“Para decirlo lisa y llanamente, la división entre dirigentes y productores es el principio fundamental de la filosofía de Platón, no sólo de su pensamiento político sino también de su epistemología. En su obra podemos apreciar en toda su plenitud el estatus del trabajo en la democracia ateniense. (…) Los escritos de Platón son (…) una negación deliberada de la cultura democrática.” [9].
República contiene lo fundamental de los argumentos platónicos contra la democracia ateniense. En ella se encuentra el “mito de los metales”, con su justificación de la desigualdad humana, y la propuesta del gobierno de los filósofos, los únicos capacitados para gobernar porque son los únicos que poseen la sabiduría para hacerlo. Pero también contiene el diagnóstico de la situación social de Atenas, causa del surgimiento del régimen democrático y de la crisis de la polis. Dicho diagnóstico, que se encuentra contenido en el Libro II de la obra, incluye varias observaciones de importancia para los fines de nuestro curso. [10]
Ante todo, Platón consideraba que la democracia era la expresión de la crisis de la polis. [11] Como ya dijimos, la polis era una organización económica, social y política. Los griegos no concebían la vida fuera de la polis; de ahí que el destierro fuese una pena terrible en Atenas. Demócratas y aristócratas coincidían en la centralidad de la polis en la vida de los individuos; diferían, en cambio, respecto a la forma de organización política que debía tener ella.
Platón desarrolló una crítica sistemática de la democracia. Esa crítica se sustentó en un análisis de la organización social ateniense; una parte sustancial del mismo se encuentra en el Libro II. Aquí no podemos desarrollar toda la riqueza del texto; nos limitaremos a comentar los aspectos fundamentales del mismo.
El texto que tienen en sus manos (o en sus pantallas) puede dividirse en tres partes: a) los fines de la sociedad; b) la exposición de las características del Estado “sano”; c) las características del Estado “enfermo” (y las razones por las que se pasa de una a otra forma de Estado).
a)  El origen y los fines de la sociedad:
Para empezar, es necesario aclarar una confusión que surge del texto de la República. Platón habla constantemente de Estado en vez de sociedad [12], cosa que lleva a confusiones, porque históricamente existieron sociedades sin Estado. La sociedad preexiste al Estado.  La existencia del Estado implica que las relaciones entre grupos sociales se han vuelto conflictivas, a punto tal que se vuelve necesaria la existencia de una institución que asegure la dominación de la clase dominante. Esa institución (o conjunto de instituciones cuan la sociedad se vuelve más compleja) es el Estado.
Una vez dicho lo anterior, aclaro que en esta clase utilizo el término Estado como sinónimo de sociedad.
Platón sostiene que la sociedad surge para satisfacer las necesidades de las personas. [13] Esta afirmación parece presuponer la existencia de una situación en la que no hay Estado, porque cada persona produce todo lo que necesita para sí misma. A la luz de lo visto hasta ahora podemos discutir la afirmación platónica. Los SH somos seres sociales, es decir, vivimos en sociedad, necesitamos relacionarnos con otros individuos para vivir. La vida humana es imposible fuera de la sociedad. De modo que la afirmación platónica es errónea.
Una vez aceptado el carácter esencialmente social de los SH podemos pasar adelante. La vida en sociedad supone la existencia de alguna forma de DT; una persona no puede realizar por sí misma todas las tareas (cazar y/o cosechar, confeccionar su ropa, construir su casa, elaborar todas las materias primas y utensilios necesarios para la vida cotidiana, etc.), pues ello significaría una gran pérdida de tiempo. Es por eso que las tareas se dividen al interior de cada sociedad: algunas personas se dedican a producir alimentos, otras a confeccionar vestimentas, etc., etc.
Platón describe el desarrollo de la DT al interior de la polis. Comienza enumerando los oficios que sirven para satisfacer las necesidades básicas (comer, vestirse, tener un lugar donde habitar, etc.) e indica que la DT permite producir más en menor tiempo (mayor productividad).
“La primera y más importante de nuestras necesidades es la provisión de alimentos con vistas a existir y a vivir. (…) La segunda de tales necesidades es la vivienda y la tercera la vestimenta”. [14]
En este sentido, el núcleo de la vida social es la satisfacción de necesidades. Esto va en línea con lo dicho al principio de la cursada, cuando dijimos que el proceso de producción era la llave para la comprensión de la sociedad. Platón es enfático al respecto, al Estado “lo forjarán nuestras necesidades”. [15]
Con la expansión de la DT se satisfacen mejor las necesidades de más personas. Se llega así a lo que Platón denomina un “Estado sano”, en el que cada persona obtiene lo necesario para vivir.
b)  El Estado “sano”:
Es aquella etapa de la polis en la que existe equilibrio entre la producción de bienes y la satisfacción de necesidades. Las personas no desean más porque tienen lo que necesitan y no conocen todavía el lujo ni las riquezas. El mencionado equilibrio entre producción y consumo se basa en el hecho de que la polis produce casi todo lo que necesita; en otras palabras, la polis es autárquica, se autoabastece.
El conflicto social no existe, pues las personas están satisfechas. Uno de los interlocutores de Sócrates en el diálogo califica de “un Estado de cerdos” [16] a esta situación, porque las personas se alimentan de manera frugal, consumiendo alimentos sencillos.
El equilibrio existente en el Estado “sano” implica la existencia de una jerarquía entre los individuos. Esto significa que éstos no son iguales, sino que desempeñan tareas diferentes a partir de constituciones naturales que son diferentes. Para Platón la DT se desarrolla a partir de la existencia previa de disposiciones “naturales” diferentes; en otras palabras, la DT surge para satisfacer mejor las necesidades humanas, pero se basa en la NH, que es desigual entre los individuos. O, dicho más claro, somos desiguales por naturaleza.
Veamos, por ejemplo, cómo describe Platón a los trabajadores:
“Hay aún otros tipos de servidores que no son muy valiosos para nuestra sociedad en inteligencia pero que poseen la fuerza corporal suficiente para las tareas pesadas. Porque ponen en venta el uso de su fuerza y denominan «salario» a su precio son llamados «asalariados».” [17]
En otras palabras, las personas que son forzudas pero poco inteligentes (y estas condiciones vienen de nacimiento) están destinadas a ser trabajadores, porque harían mal cualquier otra tarea. Platón afirma así la existencia de un orden “natural”, basado en la NH. Ese orden es jerárquico, implica que hay personas que deben gobernar mientras otras se ocupan de trabajar. Nosotros ya examinamos “el mito de los metales”, así que no es necesario decir más al respecto.
Todo lo anterior permite aseverar que Platón piensa que gobierno debe estar en manos de los filósofos, porque ellos poseen el saber para hacerlo. Los gobernantes deben procurar mantener la ausencia de conflicto, y para ello es imprescindible evitar el aumento de la riqueza en la sociedad.
c)  El Estado “enfermo”:
Una vez esbozadas las características del Estado “sano”, Platón pasa a describir al Estado “enfermo”. La pregunta que surge inmediatamente es ¿por qué se pasa de un Estado a otro? La respuesta es el surgimiento de nuevas necesidades, las que no pueden ser satisfechas con los productos de la polis y requieren el desarrollo del comercio.
Platón no indaga en las causas de esas nuevas necesidades. Le basta con afirmar que esto es así, y luego pasa a examinar los efectos del comercio. En principio, éste surge entre las distintas sociedades, que intercambian aquello que producen en exceso. Ahora bien, la expansión del comercio genera el surgimiento de la clase de los mercaderes y de toda una serie de oficios relacionados, como por ejemplo los marinos y los constructores de barcos. Se profundiza así la DT. Todo ello hace que la sociedad se vuelva más compleja y que, en su interior, algunas personas comiencen a acumular más riqueza que otros. Los mercaderes obtienen pingües beneficios del tráfico comercial con otras regiones, y eso hace que se enriquezcan.
La acumulación de riquezas profundiza, a su vez, la DT, pues aparecen oficios vinculados con la satisfacción de las necesidades de los ricos (por ejemplo, los joyeros, los perfumistas). Cuanta más rica es una polis, mayor es la DT. Crece la población y se expanden las necesidades, que ya no pueden ser satisfechas con lo producido en el territorio. Comienzan las expediciones de conquista, dirigidas a saquear otras polis o, lisa y llanamente, a apoderarse de nuevos territorios.
Surge la guerra y con ella la necesidad de mantener un ejército, ya sea para la defensa, ya sea para emprender conquistas. A su vez, el éxito en las conquistas y la expansión territorial profundizan la acumulación desigual de riquezas al interior de la polis. Terratenientes, comerciantes, militares afortunados, todos ellos pasan a tener mucho más que el resto de la población. En el otro extremo de la pirámide social surgen los esclavos.
La desigualdad de riqueza, las guerras, producen nuevos conflictos en la polis. Se llega así a la situación del Estado “enfermo”. Por eso Platón termina el Libro II dedicándose al examen de las características que tienen que tener los guardianes y a la censura a los poetas.
En la próxima clase veremos cómo Platón sostiene que la democracia potencia todos los males sociales. A la vez, analizaremos los argumentos de los demócratas. Para ello trabajaremos una parte del Protágoras de Platón. Por supuesto, les enviaré una copia del texto vía correo electrónico.


Villa del Parque,  jueves 14 de mayo de 2020

ABREVIATURAS:
DT = División del trabajo / NH = Naturaleza humana / RS = Relaciones sociales / SH = Seres humanos

NOTAS:
[1] Utilizo la traducción española de Conrado Eggers Lan: Platón. (1988). Diálogos IV: República. Madrid, España: Gredos.
[3] Wood, E M. (2000). “El trabajo y la democracia antigua y moderna”. EN: Wood, E. M. (2000). Democracia contra capitalismo: La renovación del materialismo histórico. México D. F.: Siglo XXI. (pp. 211-237).
[3] La referencia a Atenas se fundamenta en el hecho de que fue la polis griega (utilizo aquí este término como sinónimo de ciudad-Estado) en la que alcanzó mayor desarrollo la democracia. Grecia era en la Antigüedad un mosaico de polis grandes, medianas y pequeñas, que nunca conformaron una unidad política. En ese mosaico había realidades sociales y políticas diferentes. El caso más conocido es el de Esparta, la polis más fuerte en términos militares, que se enfrentó a Atenas en la guerra del Peloponeso (431-404 a. C.), resultando victoriosa.
[4] Para las sociedades precapitalistas ver: Mayo, A. (2015). La ideología del conocimiento. Buenos Aires: Jorge Baudino. (Cap. 1).
[5] E. M. Wood, op. cit., p. 211.
[6] E. M. Wood, op. cit., p. 216.
[7] Una parte de los filósofos, básicamente algunos sofistas, apoyaron el régimen democrático. En la próxima clase examinaremos el argumento a favor de la democracia del más conocido de los filósofos sofistas, Protágoras (c. 485-c. 411 a. C.).
[8] Dedicamos la clase N° 3 del curso al análisis del “mito de los metales”, fragmento de la República de Platón, en donde se expone la tesis de la desigualdad de los SH.
[9] E. M. Wood, op. cit., pp. 222-223.
[10] Platón. (1988). Diálogos IV: República, op. cit., pp. 121-146.
[11] Por supuesto, los demócratas tenían una opinión bien diferente a la de Platón. Esto se verá cuando trabajemos el Protágoras, diálogo de Platón en el que éste expone el argumento del filósofo sofista sobre la democracia.
[12] No sé griego antiguo y mucho menos soy filólogo; por tanto, no puedo entrar en el tema de cuál es el término griego que utiliza Platón para designar al Estado (y si esa palabra admite múltiples acepciones). Prefiero concentrarme en lo importante para este curso, es decir, la teoría social de Platón. En este sentido, acepto la palabra utilizada por C. Eggers Lan, el traductor, y empleo el término ‘Estado’ como sinónimo de sociedad.
[13] “El Estado nace cuando cada uno de nosotros no se autoabastece, sino que necesita de muchas cosas”. (Platón, República, op. cit., p.121.
[14] Platón, República, op. cit., p. 122.
[15] Platón, República, op. cit., p. 122.
[16] La calificación es obra de Glaucón. Ver Platón, República, op. cit., p. 127.
[17] Platón, Republica, op. cit., p. 126.

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