Noticia bibliográfica:
Para la redacción de esta ficha se utilizó: Portantiero, Juan Carlos. (1998). “Introducción a La sociología clásica”. En: Di Tella, Torcuato Salvador y Lucchini, Cristina, comps. (1998). Fundamentos de sociología. Buenos Aires: Biblos (pp. 13-29). (1) Agradezco la colaboración de mi compañera Pez López, quien me facilitó sus notas de lecturas.
Advertencia: Los textos que se encuentran entre corchetes se refieren a comentarios formulados por el autor de esta ficha.
Juan Carlos Portantiero (1934-2007) fue un sociólogo argentino, que jugó un papel importante en la institucionalización de la Sociología en Argentina. Se encontró entre los organizadores de la Carrera de Sociología en la UBA. En 1966 fue uno de los fundadores del CICSO (Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales), del que fue su primer director (1967-1975). Exiliado en 1976, se desempeñó como docente en Universidades de América Latina y Canadá. Es autor, junto a Miguel Murmis, de la obra Estudios sobre los orígenes del peronismo (Buenos Aires, Siglo XXI, 1971).
Durante milenios, la reflexión sobre los problemas de la organización de la sociedad y el Estado estuvo a cargo de las filosofías de la sociedad y de doctrinas para poner en marcha reformas sociales, ambas ligadas generalmente a especulaciones religiosas. (p. 13).
Portantiero se preocupa por establecer “el punto de ruptura de esa tradición [la reflexión filosófica sobre la sociedad y el Estado], que permitirá progresivamente la constitución autónoma del conjunto de las hoy llamadas ciencias sociales” (p. 13).
El Renacimiento marca dicho punto de ruptura. Maquiavelo (1469-1527) representa el momento en que la reflexión sobre la política se libera de sus condicionantes teológicos y filosóficos.
“Lo que podríamos llamar ciencia política, esto es, teoría del gobierno y de las relaciones entre el gobierno y la sociedad, es el primer campo secularizado del saber que habrá de irse constituyendo dentro del orden más vasto de las ciencias sociales.” (p. 13; el resaltado es mío – AM-).
El campo de trabajo inaugurado por Maquiavelo se prolonga en la obra de los contractualistas (Hobbes, Locke, Montesquieu, Rousseau).
“Lo social y lo político, que hasta entonces aparecían como algo dado, invariante, fijo, absolutamente regulado por un sistema organizativo que no distinguía lo público de lo privado, comienza a ser pensado como un proceso de construcción colectiva en el que el hombre precede a la sociedad, la crea y la organiza.” (p. 14).
Portantiero considera que se trata del producto de la generalización de las relaciones mercantiles. Nace la ciencia política, la primera de las nuevas ciencias sociales. (p. 14).
La segunda de las ciencias sociales en aparecer es la economía política.
“Tanto la ciencia política cuanto la economía política no eran concebidas por sus fundadores como compartimentos cerrados, como disciplinas irreductibles. Eran, en realidad, fragmentos de una única ciencia de la sociedad.” (p. 14).
El origen de la sociología (pp. 14-17).
La sociología es el tercero de los campos del conocimiento de la sociedad surgidos a partir del Renacimiento.
Portantiero explica por qué se la considera “ciencia de la crisis”:
“La sociología es un producto del siglo XIX y en ese sentido puede decirse, efectivamente, que aparece ligada a una situación de crisis. Pero la respuesta que a ella propondrá, desde sus fundadores en adelante, es antes bien que revolucionaria, conservadora o propulsora de algunas reformas tendientes a garantizar el mejor funcionamiento del orden constituido.” (p. 15).
A diferencia de la ciencia política y de la economía política, la sociología surge como respuesta a la crisis social económica y política generada por la Revolución Industrial.
“El orden estamental del precapitalismo aseguraba una unificación entre lo social y lo político-jurídico. El capitalismo disolvería esta identidad entre lo público y lo privado y con ello la idea de la armonía de un orden integrado. La sociología arrancará de este dato para intentar reconstruir las bases del orden social perdido; de aquella antigua armonía sumida ahora en el caos de la lucha de clases.
En ese sentido, nace íntimamente ligada con los objetivos de estabilidad social de las clases dominantes. Su función es dar respuestas conservadoras a la crisis planteada en el siglo XIX. Es una ideología del orden, del equilibrio” (p. 15).
Frente a la crisis social originada por la expansión del capitalismo se formularon dos respuestas antitéticas: a) socialismo; b) sociología clásica. (p. 15).
En sus orígenes, la sociología discutió con el Iluminismo, la filosofía que desembocó en la Revolución Francesa (1789). Esta confrontación se dio en dos aspectos:
- La construcción de la cientificidad de la nueva ciencia pasaba por adoptar los métodos de las ciencias naturales. En este sentido, la ciencia elegida fue la biología. El positivismo significaba aquí “la necesidad de constituir el estudio de la sociedad como disciplina científica” (p. 16).
- La supeditación de la ciencia a los hechos (consecuencia de la adopción del método de las ciencias naturales) tuvo su correlato en la “tendencia a la aceptación de lo dado como natural.” (p. 16). El positivismo representó aquí el rechazo de la “filosofía negativa” [Iluminismo], cuyo contenido fundamental era “el intento crítico, negador de lo real” (p. 16). La sociología se dio a sí misma la tarea de “desentrañar ese orden – es decir, desentrañar las leyes que lo gobiernan -, contemplarlo y corregir las desviaciones que se produzcan en él. Así, todo conflicto que tendiera a destruir radicalmente ese orden debía ser prevenido y combatido, lo mismo que la enfermedad en el organismo.” (p. 16-17). Aquí se observa nítidamente el carácter conservador de la nueva ciencia.
Los padres fundadores (pp. 17-23).
Los pensadores racionalistas del siglo XVIII constituyen el antecedente directo de la sociología: buscaron descubrir leyes del desarrollo social. El caso más significativo fue el de Montesquieu (1689-1755). (2)
Montesquieu analizó las instituciones políticas desde una perspectiva sociológica. En su obra fundamental, El espíritu de las leyes (3), planteó que “las instituciones políticas dependen del tipo de Estado y éste, a su vez, del tipo de sociedad. (…) no hay ningún tipo de régimen político universalmente aceptable.” (p. 17).´”La construcción de una tipología de sociedades, que permitiera la comparación, entre ellas y, por otra parte, la intención de encontrar leyes de lo social, junto con una serie de hipótesis acerca de las relaciones entre el desarrollo social y el desarrollo político, permiten considerar legítimamente a Montesquieu como un precursor” (p. 18).
Entre los precursores de la sociología jugó un papel fundamental la ideología tradicionalista, ligado a la reacción conservadora frente a la Revolución Francesa (1789). Exponentes: Louis de Bonald (1754-1850), Joseph de Maistre (1754-1821) y Edmund Burke (1729-1797). Todos ellos reivindicaron el orden medieval, poniendo en el centro del análisis nociones tales como comunidad, autoridad, lo sagrado, status y alienación (4). Frente a los filósofos iluministas, que defendían la capacidad del individuo para moldear la sociedad a voluntad, los tradicionalistas plantearon “la concepción de [la sociedad] como un todo orgánico, superior (y exterior) a los individuos que la componen, unificado en sus elementos por valores que le dan cohesión y estabilidad y que proporcionan sustento a las normas que reglan la conducta de los individuos y a las instituciones en las que esas conductas se desenvuelven. (…) El tema central es, pues, el orden social.” (p. 18-19).
Portantiero reivindica la figura de Claude Saint-Simon (1760-1825) frente a las opiniones que hacen de Auguste Comte (1798-1857) el fundador de la sociología. (5). La obra de Saint-Simon tiene un significado ambivalente. Por un lado, se lo considera un “socialista utópico”; por otro, como un teórico del industrialismo y un profeta de la sociedad tecnocrática. Esto es posible porque en su obra se fusionan elementos conservadores y progresistas. Rescató de autores como Bonald y Maistre la afirmación del orden; sin embargo, el intento de reconstruir el orden medieval era un disparate, porque impedía el desarrollo industrial. A diferencia de los conservadores, Saint-Simon pensaba que la ciencia debía ocupar el lugar de la religión, y que los técnicos y los industriales tenían que ocupar el lugar de la nobleza feudal. Uno de sus aportes fundamentales a la sociología fue haber reconocido en las leyes económicas el fundamento de la sociedad.
“En su sistema de pensamiento [el de Saint-Simon], economía, sociedad y política aparecen íntimamente relacionadas en una visión crítica y totalizadora. [Más tarde], esa unidad se parcelará. El punto de partida metodológico de la sociología clásica (…) será el postulado de la independencia de los problemas sociales con respecto a los económicos. Cada ciencia social extremará hasta la irritación los pruritos de su autonomía con respecto a las otras: por un lado, la sociología, independiente de la economía y la ciencia política; por otro, desde el triunfo de la escuela marginalista, la economía pura. Ambas limitadas a una observación de la correlación entre los hechos.” (p. 20-21).
Comte es el fundador de la autonomía de la sociología (en el sentido expuesto en el párrafo anterior). Dejó de lado los aspectos utópicos del sansimonismo y se concentró en los aspectos conservadores. Comte consideraba que la sociedad de su época se debatía en el desorden; la tarea de la sociología era proporcionar a los gobernantes (la elite autoritaria) los elementos necesarios para fortalecer el orden. La nueva ciencia debía dividirse en dos áreas: la estática social (análisis de las condiciones de existencia de la sociedad: orden) y la dinámica social (análisis de su movimiento: progreso).
“Orden y progreso se relacionan estrechamente. El primero es posible sobre la base del consenso, que asegura la solidaridad de los elementos del sistema. El segundo, a su vez, debe ser conducido de tal manera que asegure el mantenimiento de la solidaridad, pues de otro modo la sociedad se desintegraría.” (p. 21).
Al lado de la pareja conceptual orden y progreso, se encuentra la teoría de las tres etapas del desarrollo de la humanidad: la teológica, la metafísica y la positiva (o científica). La etapa positiva, caracterizada por la presencia dominante de la ciencia, permitiría compatibilizar orden y progreso. Entre las ciencias, la sociología ocuparía el lugar más destacado. (p. 22).
El sociólogo inglés Herbert Spencer (1820-1903) expresó la relación entre la sociología y los grupos interesados en conservar el orden social. Fue más positivista que Comte; afirmó que no existía ninguna diferencia metodológica entre el estudio de la naturaleza y el de la sociedad. El principio de la evolución unificaba a las ciencias naturales y a las ciencias sociales. Individualista extremo, “señalaba que la sociología debía demostrar que los hombres no debían intervenir sobre el proceso natural de las sociedades.” (p. 22).
En Alemania, Ferdinand Tönnies (1855-1936). Aquí la situación era muy difícil para la nueva ciencia. Existían dos tradiciones que ocupaban el espacio que debía corresponder a ella: a) los problemas sociales eran problemas políticos del Estado, de modo que debían ser estudiados por la ciencia jurídica; b) el influjo de la filosofía neokantiana, que sostenía que era imposible aplicar métodos analíticos a la ciencia del hombre. Se reproduce la distinción kantiana entre razón pura y razón práctica (ciencias de la naturaleza); sólo lo fenoménico, lo material, puede ser conocido; lo propio del espíritu sólo puede ser intuido (ciencias del espíritu). El historicismo predomina y determina el rechazo al positivismo y al marxismo. (p. 23).
La obra fundamental de Tönnies es Comunidad y sociedad (1887). La sociología es el estudio de las relaciones sociales, concebidas como el producto de la voluntad entre los hombres. Establece una tipología de relaciones: comunidad, fundada sobre lazos naturales, asimiladas al modelo de organismo (Ej.: familia, vecindario, grupo de amigos); sociedad, fundadas sobre el contrato, la racionalidad y el cálculo (Ej.: ciudad, Estado). (p. 23).
Portantiero sintetiza el punto afirmando que Saint-Simon, Comte, Spencer y Tönnies constituyen la prehistoria de la sociología clásica. Si bien sus obras han perdido actualidad, hay que destacar en ellas “las preocupaciones metodológicas que incorporan, tensionadas por el naturalismo y el historicismo; la línea general que preconizan, en relación con la sociedad, marcada por un afán conservador (…) configuran un capítulo relevante para el ingreso de la sociología a su etapa de madurez.” (p. 23).
Durkheim: El problema del orden (pp. 24-26).
Emile Durkheim (1858-1917) elaboró un proyecto teórico (la sociología) cuyo objetivo primordial era político: consolidar la III República Francesa, surgida luego de la dura derrota ante Prusia y el aplastamiento de la insurrección obrera de la Comuna de París (1871). Para ello se propuso colaborar en la creación de un “orden moral” más sólido que el del Antiguo Régimen.
La pregunta fundamental de Durkheim es:
“¿Cómo [asegurar el orden] en la compleja sociedad industrial en donde los lazos tradicionales que atan al individuo a la comunidad están rotos?” (p. 24).
El problema del orden consiste en que los individuos se proponen fines inaccesibles. Se trata, por tanto, de limitar dichos fines. Dicha limitación no surge ni de la constitución orgánica ni psicológica de los seres humanos. Sólo puede originarse en un poder externo al individuo: la sociedad, que fija dichos límites con la autoridad de un poder moral indiscutido. En consecuencia, Orden moral = orden social = “un sistema de normas que, por su parte, se constituyen en instituciones.” (p. 24).
Sociología = “el análisis de las instituciones, de la relación de los individuos con ellas.” (p. 24).
Durkheim analiza la transición del feudalismo al capitalismo a través del análisis de los tipos de solidaridad [relación social] que se dan entre los individuos. Se produce un pasaje de la solidaridad mecánica a la solidaridad orgánica.
Solidaridad mecánica = “la conexión entre los individuos – esto es, el orden que configura la estructura social – se obtiene sobre la base de su escasa diferenciación. Es una solidaridad construida a partir de semejanzas y, por lo tanto, de la existencia de pocas posibilidades de conflicto.” (p. 25).
Solidaridad orgánica = “es más compleja. Supone la diferenciación entre los individuos y, como consecuencia, la recurrencia de conflictos entre ellos, que sólo pueden ser zanjados si hay alguna autoridad exterior que fije los límites. Es la solidaridad propia del industrialismo. Esa autoridad, esa fuerza externa – moral, social, normativa – es la conciencia colectiva, que no está constituida por la suma de las conciencias individuales, sino que es algo exterior a cada individuo y resume el conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de la sociedad. Es esta conciencia colectiva la que modela al individuo, la que permite que finalmente que la sociedad no se transforme en una guerra de todos contra todos.” (p. 25).
La relación entre los individuos y las normas fue estudiada en El suicidio (1897). A diferencia de la opinión habitual, que considera al suicidio como un suceso meramente individual, Durkheim sostiene que se trata de un hecho social. (6)
Distinguió tres tipos de suicidio:
- Egoísta: Está motivado por el aislamiento del individuo respecto a la sociedad. Es el suicidio de los marginados, los solitarios, etc.
- Altruista: Se produce cuando el individuo está demasiado ligado a la sociedad. Ejemplo: orden militar.
- Anómico: el más importante desde el punto de vista del análisis de la sociedad moderna [capitalista]. “El suicida por anomia es aquel que no ha sabido aceptar los límites que la sociedad impone; aquel que aspira a más de lo que puede y cae, por lo tanto, en la desesperación.” (p. 25). (7)
En síntesis, la idea central en Durkheim es la existencia objetiva y exterior del mundo social por encima de los individuos concretos.
Weber: Racionalidad y dominación (pp. 26-29).
A diferencia de Durkheim, Max Weber (1864-1920) toma como unidad de análisis de la sociología a los individuos, “porque son los únicos que pueden albergar fines, intenciones, en sus actos.” (p. 26).
En la obra de Weber se encuentra una doble determinación. Por un lado, el debate epistemológico en torno al estatus científico del estudio de lo social. Por el otro, la discusión con el marxismo (Weber identificará a éste con su vertiente economicista vulgar, imperante en Alemania en esa época).
El tema central de la obra de Weber es el origen y el carácter del capitalismo.
Para desentrañar la naturaleza del capitalismo, Weber utilizó el método histórico-comparativo: “Si comparando sociedades diferentes, logramos igualar las principales variables – económicas, sociales, políticas, culturales, etc. – que aparecen en ellas, quedando una y sólo una cuyas características no son compartidas por la totalidad, queda claro que es la decisiva para explicar la diferencia específica.” (p. 28).
Luego del análisis histórico, pasa al sociológico. El científico construye a partir de la realidad tipos-ideales. Esta construcción se basa en el actor y en la relación social. El eje de la sociología weberiana es el estudio del comportamiento individual.
Detrás de la sociología weberiana se encuentra una filosofía de la historia, cuya idea fuerza es la racionalidad. “El desarrollo del hombre es el de una creciente racionalidad en su relación con el mundo.” (p. 29).
Las regularidades de la conducta humana son consecuencia de la creencia en un orden legítimo que les otorga validez. La legitimidad puede derivarse de: la tradición, la entrega afectiva, el acatamiento a valores absolutos o la adhesión a la legalidad estatuida positivamente (= legalidad contemporánea, sobre la que se construye el moderno tipo de dominación, legal y burocrático, racional). (p. 29).
El capitalismo lleva a su grado máximo la racionalidad y la dominación burocrática. (p. 29).
Portantiero termina el texto afirmando que después de Durkheim y Weber no hubo mayor desarrollo de la teoría sociológica, a excepción de Talcott Parsons.
“El único avance logrado lo ha sido en el campo de las técnicas específicas de investigación, no en las grandes líneas teóricas. La sociología contemporánea - que, como ciencia del hombre, ha quedado muy atrás de la lingüística, de la psicología y de la economía – se ha reducido a una teoría general formal, integrada por teoremas abstractos deducidos de un modelo de comportamiento racional, acompañada por un cuerpo de técnicas aptas para obtener correlaciones empíricas a partir de lo dado.
El círculo abierto a mediados del siglo pasado [s. XIX] para oponer una nueva ciencia de la sociedad al fantasma del socialismo se ha cerrado sin que la sociedad haya recuperado el equilibrio pasado.” (p. 29).
Villa del Parque, lunes 4 de julio de 2016
NOTAS:
(1) La 1° edición del texto de Portantiero data de 1978.
(2) Fue Durkheim quien señaló el aporte de Montesquieu a la sociología. Ver al respecto: Durkheim, Emile. [1° edición: 1892]. (2001). Contribución de Montesquieu a la constitución de la ciencia social. En: Durkheim, Emile. (2001). Montesquieu y Rousseau: Precursores de la Sociología. Buenos Aires: Miño y Dávila. (pp. 15-84).
(3) Puede consultarse la traducción española de Mercedes Blázquez y Pedro de Vega: Montesquieu. [1° edición: 1748]. (1998). Del Espíritu de las Leyes. Madrid: Tecnos.
(4) Estos conceptos son, según Nisbet, las cinco ideas-elementos esenciales de la sociología. Ver Nisbet, Robert. (1969). La formación del pensamiento sociológico. Buenos Aires: Amorrortu.
(5) Comte fue secretario de Saint-Simon entre 1817-1823. Colaboró en la redacción del Plan de operaciones científicas necesarias para la reorganización de la sociedad, obra de Saint-Simon en la que se afirmaba que la política tenía que convertirse en “física social” (el término con el que Comte pensó inicialmente en denominar a la sociología), cuyo objetivo era descubrir las leyes naturales de la evolución de la sociedad.
(6) Durkheim desarrolló la noción de hecho social en Las reglas del método sociológico (1895). Se trata de “toda forma de obrar, de pensar y de sentir que ejerce sobre el individuo una presión exterior. (…) Se expresan en normas, en leyes, en instituciones que aseguran la tendencia a la buena integración del individuo con la sociedad.” (p. 26).
(7) “Anomia significa ausencia de normas.” (p. 25).
3 comentarios:
Excelente publicación :)
Muchas gracias! Saludos
muy buen artículo. PRegunto: hay acceso al libro de Di Tella y Lucchini (1998). Fundamentos de sociología?
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