Peter Bachrach
(1918-2007), cientista político, participó activamente en el debate que sacudió
a la Ciencia Política estadounidense en las décadas del ’50 y ’60 del siglo
pasado. El debate giró en torno a la tesis de la élite dominante (desarrollada
por el sociólogo Charles Wright Mills, 1916-1962) y a la crítica de la misma
por un grupo de profesores de la Universidad de Yale, cuyo principal
representante fue Robert Dahl (1915-2014).
The Theory of Democratic Elitism: A Critique (Boston, Little,
Brown and Company, 1967) puede ser considerada la principal contribución de
Bachrach al debate. En esta obra, somete a crítica la teoría elitista de la
democracia, defendida por Dahl, y propone una teoría alternativa, cuyo objetivo
es contribuir al desarrollo de la democracia. Esta última teoría es
desarrollada en el capítulo 7 de la obra. Va a continuación una ficha de
lectura sobre el mismo, a partir de la traducción española de Leandro Wolfson: Crítica de la teoría elitista de la
democracia, Buenos Aires, Amorrortu, 1973.
Cap. 7: Un enfoque alternativo (pp. 146-155)
Bachrach describe en
este capítulo los rasgos fundamentales de las distintas teorías de la
democracia. En este sentido, puede ser considerado como un resumen de las
principales posiciones enfrentadas en el debate mencionada en la introducción
de esta ficha de lectura.
A] Teoría del elitismo democrático.
Se trata de una
teoría explicativa, que pretende dar cuenta del funcionamiento de las democracias
modernas en los países desarrollados (v. gr., el caso de EE.UU.), y no de una
teoría normativa, que sugiere como “deberían operar” los sistemas democráticos
(p. 146).
“Esta teoría general
pretende estar por encima de la ideología pero está, en verdad, profundamente
enraizada en una ideología, que se funda a su vez en un hondo recelo hacia la
mayoría de los hombres y mujeres corrientes y en la confiada creencia de que
las élites establecidas preservarán los valores de la civilidad y las «reglas
del juego» democrático.” (p. 146).
Adhiere a las ideas
liberales: 1) imperio de la ley; 2) derecho individual a la libertad de
conciencia y de expresión y a la vida privada. Rechaza “el principio
fundamental” de la teoría democrática clásica: “la confianza y la fe en el
pueblo” (p. 147). Su principio normativo puede sintetizarse así: “la
intolerancia de las masas es la amenaza suprema a la sociedad libre, la cual,
en caso de sobrevivir, lo hará gracias a la sabiduría y coraje de las élites
establecidas.” (p. 153).
Liberalismo y teoría
democrática clásica son incompatibles. Esto se manifiesta en los principios
explicativos básicos de la teoría del elitismo democrático, a saber:
I] Democracia
concebida exclusivamente como método político. “la democracia debe auto
perpetuarse como método, y asegurar por ende que la sociedad siga abierta a lo
largo del tiempo.” (p. 147). Desde este punto de vista, puede afirmarse que la
democracia goza de buena salud, en tanto se mantiene la apertura de la sociedad
y, a la vez, reconocer que hay un gran número de personas alienadas de la vida
social y política que las rodea. Sirve como argumento defensivo para las
elites, pues no es necesario discutir la centralización o la delegación en la
toma de decisiones, sino “el grado en que se ajusta el sistema a los principios
básicos del método democrático: igualdad política (sufragio universal), libertad
de palabra, gobierno de la mayoría, elecciones periódicas libres.” (p. 148).
II] Concepción unidimensional
del interés político: “el valor del sistema democrático para los individuos
corrientes debe medirse por el grado en que se ven beneficiados por los «productos»
del sistema, en la forma de seguridad, servicios sociales y apoyo material (…) cuanto
menos deba el individuo participar políticamente en sector de «insumos» y de
demandas del sistema para percibir intereses en el sector de productos, mejor
será su situación. (…) existen élites suficientes para representar sus intereses
en el proceso de toma de decisiones, relegándolo a la tarea, comparativamente
mucho menos penosa, de pagar pequeños impuestos, asistir de vez en cuando a
algún mitin y echar una papeleta en la urna.” (p. 148). [1]
III] Concepción
restringida e institucional de “lo político”: “Si «lo político» se limita a las
decisiones gubernamentales y todo lo que con ellas se vincula, las instituciones
claramente no gubernamentales son no políticas, con independencia del poder que
tengan y de la influencia que surtan sus decisiones en la sociedad. Y al ser no
políticas, la democratización no las alcanza por lo que incumbe a la teoría
democrática.” (p. 150). [Bachrach aborda aquí un problema fundamental como es
la distinción entre lo público (lo político) y lo privado. Según la teoría del
elitismo democrático, la gran empresa y la economía en general, están fuera de
la política. De ese modo, “la democracia es un método político, que no tiene
por intención ni por designio operar más allá del ámbito político. En segundo
lugar, ese estrecho concepto legitima el proceso decisional de la élite dentro
de las grandes empresas y otras importantes instituciones privadas.” (p. 151).]
IV] El principio de
igualdad de poder deja lugar al principio de igualdad de oportunidades: “el
primero sólo tiene sentido como ideal por el cual esforzarse en una sociedad en
la que hay esperanzas de lograr una base más igualitaria para la toma de
decisiones, en tanto que el segundo se ajusta a un sistema político en el que
el poder está sumamente estratificado” (p. 152).
B] Teoría clásica de la democracia.
La teoría clásica se
sustenta en el siguiente principio básico: “la suposición de que la dignidad
del hombre, y en verdad su crecimiento y desarrollo como ente actuante y
responsivo en una sociedad libre, depende de su posibilidad de participar en
forma activa en las decisiones que gravitan significativamente sobre él.” (p.
153).
Bachrach pasa
inmediatamente a la crítica de la teoría clásica, “no llega a constituirse en
una teoría política viable para la sociedad moderna, ya que si bien subraya la
importancia de una amplia participación en la toma de decisiones políticas, no
ofrece pautas realistas en cuanto a la manera de cumplir con sus preceptos en
las grandes sociedades urbanas no llega a constituirse en una teoría política
viable para la sociedad moderna, ya que si bien subraya .la importancia de una
amplia participación en la toma de decisiones políticas, no ofrece pautas
realistas en cuanto a la manera de cumplir con sus preceptos en las grandes
sociedades urbanas.” (p. 154).
C] Teoría de la democracia del autodesarrollo.
Bachrach la propone como
alternativa tanto a la teoría clásica como a la del elitismo democrático.
Sostiene que el teórico de la democracia debe abandonar el método explicativo
para aproximarse a su objeto de estudio: “Si se despoja a la teoría política
-inclusive a la democrática- de fines normativos, no podrá cumplir con su
función crucial de orientar las acciones humanas.” (p. 156).
La cuestión central a
resolver es la siguiente: “el problema fundamental no es si la democracia debería
o no tener un objetivo general, sino más bien si su objetivo debiera estar
consagrado tácitamente a la viabilidad de un sistema democrático elitista, o
apuntar explícitamente al autodesarrollo del individuo.” (p. 156-157).
Si el objetivo es el
autodesarrollo del individuo, hay que tener presente que esto se logra
participando en forma más activa en las decisiones significativas de la
comunidad. La propuesta de Bachrach consiste en desarrollar esta participación
incorporando los métodos democráticos de decisión a la gran empresa: “Para
muchos, los problemas políticos y las elecciones son cuestiones triviales, o bien
demasiado remotas y ajenas a su influencia; no tienen el mismo carácter los
problemas que los afligen directamente en sus lugares de trabajo; estos últimos
pueden ser comparativamente nimios, pero están cargados de las tensiones y
emociones que suelen enfurecer a los hombres y poner a prueba su espíritu. Es allí donde se revela plenamente -a
despecho de los efectos legitimadores de las formas burocráticas-, en todo su
horror, la dominación del hombre por el hombre, es allí, en consecuencia, donde
debe establecerse y llevarse a la práctica la democracia.” (p. 160; el
resaltado es mío – AM-).
En definitiva, “la
educación política resulta más eficaz en el plano en que desafía al individuo a
cooperar en la solución de los problemas concretos que lo afectan a él y a su
comunidad inmediata.” (p. 161).
Bachrach termina así
el capítulo: “Si ya ha llegado la hora de abandonar el mito la adhesión del hombre
común a la democracia también ha llegado la hora de que las élites en general y
los politólogos en particular reconozcan que, sin el apoyo activo del hombre común
la libertad no puede, a la larga, preservarse.” (p. 164-165).
Villa del Parque,
domingo 24 de junio de 2018
NOTAS:
[1] Se opone a la
concepción bidimensional del interés político, propia de la teoría clásica de
la democracia, que concibe al interés como resultado final y en el proceso de
participación: “Al concebir aquel exclusivamente en función de lo que el hombre
recibe del gobierno, rechaza de manera tácita la afirmación de los teóricos clásicos
en el sentido de que los intereses del ser humano incluyen también la
oportunidad para su desarrollo que le proporciona la participación en
decisiones políticas significativas.” (p. 149).
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