[Nota introductoria:
El Partido Laborista (PL) surgió por iniciativa de numerosos dirigentes
sindicales que habían participado de la movilización del 17 de octubre de 1945, y
que estaban dispuestos a conformar un partido político para lograr que
Juan Domingo Perón (1895-1974) ganara las elecciones de febrero de 1946,
consolidando así las conquistas obtenidas por los trabajadores a través
de la acción de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social. El Partido
Laborista tuvo por presidente al dirigente de los telefónicos, Luis Gay
(n. 1903), y por vicepresidente al dirigente del gremio de la Carne,
Cipriano Reyes (1906-2001).
El Partido Laborista jugó un papel fundamental en el triunfo de la
fórmula Perón-Quijano en las elecciones presidenciales de febrero de
1946. En esa oportunidad, el PL fue una de las tres fuerzas políticas
que sostuvieron la candidatura presidencial de Perón, siendo las otras
la UCR-JR (Unión Cívica Radical-Junta Renovadora) y el Partido
Independiente.
Durante la misma campaña electoral, y luego del triunfo de Perón, el PL no aceptó ser un instrumento pasivo en manos de la conducción del general, negándose a aceptar todas las directivas que formulaba este. En mayo de 1946 Perón presionó al PL para que se fusionara con las otras dos fuerzas que habían apoyado su candidatura, conformando el Partido Único de la Revolución Peronista. La dirigencia del PL mostró resistencia, y Perón ordenó la disolución del partido el 23 de mayo de 1946. La inmensa mayoría de los dirigentes y de los militantes del PL acataron la orden, salvo el grupo de Cipriano Reyes, que mantuvo la sigla a pesar de las presiones cada vez más violentas ejercidas por Perón.]
Durante la misma campaña electoral, y luego del triunfo de Perón, el PL no aceptó ser un instrumento pasivo en manos de la conducción del general, negándose a aceptar todas las directivas que formulaba este. En mayo de 1946 Perón presionó al PL para que se fusionara con las otras dos fuerzas que habían apoyado su candidatura, conformando el Partido Único de la Revolución Peronista. La dirigencia del PL mostró resistencia, y Perón ordenó la disolución del partido el 23 de mayo de 1946. La inmensa mayoría de los dirigentes y de los militantes del PL acataron la orden, salvo el grupo de Cipriano Reyes, que mantuvo la sigla a pesar de las presiones cada vez más violentas ejercidas por Perón.]
DECÁLOGO LABORISTA
1° Todo Centro Laborista, cualquiera sean las dificultades por que atraviese, debe permanecer en continua actividad. Por lo tanto deben hacerse todos los sacrificios que sean necesarios para mantener abierto el local, con el cartel del Partido a su frente porque él constituye una bandera de esperanza para los trabajadores, campesinos e intelectuales que han abrazado con cariño y fervor ciudadano nuestra causa.
2° En las Capitales de Provincia, ciudades y localidades en que haya más de un Centro Laborista, es preciso que sus presidentes realicen reuniones, por lo menos semanalmente, e intercambien opiniones a los fines de mantener informados a los afiliados de todas las novedades de interés general y, sobre todo, a los efectos de alentar el entusiasmo laborista. Por supuesto, cada presidente se reunirá también semanalmente a los fines de conocer y hacer conocer a los integrantes de la respectiva comisión todo lo que sea de interés para nuestro partido.
3° Cuando en la Capital de Provincia, ciudad o localidad, se constituya la Junta Organizadora del Partido Único de la Revolución, de acuerdo a las instrucciones impartidas por nuestro líder y primer afiliado Coronel Perón, el Laborismo debe reclamar la participación correspondiente, la que en ningún caso debe ser inferior a la que designe la Junta Renovadora del Radicalismo. Debe entenderse, además, que los miembros Laboristas que han de integrar dicha Junta Organizadora del Partido Único, deben ser designados por los cuerpos representativos locales de nuestro partido.
4° Mientras sea posible deben conservarse los emblemas e insignias relativas al Laborismo. Cuando ello no sea posible, por razones superiores a nuestra voluntad o por dificultades realmente insalvables, debajo de cualquier leyenda que se adopte debe figurar siempre nuestro lema: UNA NUEVA CONCIENCIA EN MARCHA.
5° Cuando por circunstancias superiores a nuestra voluntad sea preciso retirar esos carteles y todo lo que tenga sentido Laborista, no olvide guardarlos bien, pues, si las elecciones internas no fueran ejemplares y por lo mismo una lógica garantía de que nuestros principios y propósitos han de ser mantenidos, entonces habrá llegado la hora de sacar de nuevo todo lo que ha sido bandera de lucha y de fe, en nuestra acción contra los enemigos del pueblo, para levantarlo de nuevo y reconstituir el Partido de los trabajadores, campesinos, hombres de bien, mujeres y niños que nos han acompañado con tanto entusiasmo en nuestra dura lucha contra un enemigo poderoso: el capitalismo nacional e internacional.
6° Las iniciales de nuestro Partido deben figurar siempre, permanentemente renovadas en los muros de todas las ciudades, en el maderamen de todos los trenes que recorren las grandes extensiones de nuestro país, en los puentes, en los esquineros de los campos y en todos los lugares donde nuestras iniciales recuerden al correligionario, al obrero, al campesino y al amigo o simpatizante que nuestro partido, justa esperanza de los trabajadores, sigue viviendo en el corazón de todos los que le dieron vida.
7° Cuando se constituya el Partido Único de la Revolución hay que reclamar con energia que las elecciones internas, por las cuales deben elegirse las autoridades, se realicen con corrección, de manera que los electos sean la verdadera expresión del sentir de la mayoría. De lo contrario habremos perdido el Partido, incluso el Partido Único de la Revolución, y todos los esfuerzos realizados resultarían inútiles.
8° En todas partes, en el taller, en la oficina, en el café, en el Club y en todo otro lugar de reunión salude siempre a sus correligionarios con la afectuosa expresión empleada en el Centro: "amigo Laborista" o "compañero Laborista". Además, reproduzca cuantas veces pueda estas instrucciones y envíelas a sus amigos y a los centros cuya dirección conozca. De esta manera contribuirá a mantener encendido un entusiasmo y una fe que no deben perderse, porque el país y nuestro líder y primer afiliado, Coronel Perón, deberán contar, como siempre, con nuestro apoyo y nuestra adhesión decidida.
9° Cuando se constituya el Partido Único de la Revolución, éste tendrá que darse su Carta Orgánica, su declaración de principios y su programa político. Procure, entonces, que triunfe en las elecciones o en los Congresos lo que ha pertenecido a nuestro Partido, porque todo ello sintetiza y condensa el pensar de nuestro pueblo, cansado de los viejos y malos políticos.
10° Cuando deban designarse Delegados para cumplir una misión, integrar una Comisión o participar en Congresos Provinciales o Nacionales, es indispensable que se designe a compañeros probados, firmes de carácter y de probada honestidad. De los representantes nuestros dependerán las buenas o malas resoluciones que se adopten. El momento es decisivo, debemos mantener los ideales que ha encarnado nuestro Partido: EL PARTIDO LABORISTA, QUE POR SER UNA NUEVA CONCIENCIA EN MARCHA, HA DE SEGUIR VIVIENDO EN EL CORAZÓN Y EN EL PENSAMIENTO DE ESE MILLÓN DOSCIENTOS MIL CIUDADANOS QUE EN LAS HISTÓRICAS ELECCIONES DEL 24 DE FEBRERO LO HAN CONSAGRADO PRESIDENTE AL PRIMER PRESIDENTE AFILIADO DEL LABORISMO.
(Documento posterior a la disolución del Partido Laborista, junio de 1946).
[Tomado de Font, Elena Susana. (1984). Partido Laborista: Estado y sindicatos. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. (pp. 142-143).]
[Tomado de Font, Elena Susana. (1984). Partido Laborista: Estado y sindicatos. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. (pp. 142-143).]
Transcripción realizada en Mataderos, sábado 28 de abril de 2012
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