“Es verdad que, mientras no hacía otra cosa que considerar
las costumbres de las demás personas, no encontraba en ellas
casi nada seguro, y hallaba en ellas casi tanta diversidad como
había encontrado antes entre las opiniones de los filósofos. “
René Descartes (1596-1650), filósofo francés.
Bienvenidas y bienvenidos a la décima clase del curso.
Nuestro
encuentro de hoy estará dedicado al artículo del profesor Pardo, “El desafío de
las ciencias sociales” [1], cuyo análisis fue iniciado en la clase anterior.
Además, comenzaremos el estudio del artículo “La teoría de la ideología”. [2]
Vayamos ahora al contenido de la clase propiamente dicha.
En nuestro encuentro
anterior examinamos algunos aspectos de la CNE de las CS. Esa
concepción predominó en el siglo XX, a punto tal que fue denominada concepción
estándar de las CS. [3] Eso significa que las diferentes teorías de la
economía, de la sociología, de la ciencia política, etc., se basaron en los
supuestos epistemológicos de dicha concepción. En otras palabras, esas teorías
pensaron la sociedad desde la concepción estándar. Por supuesto, hubo
perspectivas diferentes, siendo el marxismo un ejemplo de
estas últimas.
La CNE presenta una
serie de inconvenientes, que fueron advertidos rápidamente por muchos
científicos sociales. El primero de los problemas de la CNE radica en la
separación entre el científico y su objeto de estudio (en este caso, la
sociedad). La dificultad radica en que un economista, un sociólogo, etc., forma
parte de la sociedad que estudia, forma parte de su objeto de estudio. Si esto
es así, ¿cómo puede escindirse en una persona que vive en una sociedad determinada,
por un lado, y en un científico social que estudia dicha sociedad por el otro?
La cuestión
planteada en el interrogante anterior se vuelve más compleja si se tiene en
cuenta que los científicos sociales producen conocimiento en el marco de una
sociedad dividida en clases sociales que tienen intereses opuestos,
antagónicos. Dicho en forma esquemática, el capitalismo es una forma de organización
social que posee las siguientes características: un grupo de personas, los
capitalistas, concentra la propiedad de los medios de producción, en tanto que
otro grupo de personas, los trabajadores (cuyo número es mucho mayor que el de
los capitalistas) se ve obligado a trabajar para los primeros y así obtener en
forma de salario el dinero necesario para comprar las mercancías que requiere
para vivir. En otras palabras, empresarios y trabajadores viven de modo diferente
y, además, tienen intereses antagónicos, más allá de los diferentes tipos de
acuerdos que tengan en momentos determinados. Sé que esto es extremadamente
esquemático, pero se trata de una presentación general del problema.
Veamos un ejemplo para
ilustrar lo anterior. Supongamos que un economista elabora una teoría sobre el
salario, en la que sostiene que es preciso reducir los ingresos de los
asalariados para mejorar la competitividad de la economía. Esa teoría puede
estar apoyada en pruebas empíricas, puede estar expresada en fórmulas
matemáticas. Como es de esperarse, será aceptada por los empresarios, que
suelen ver con buenos ojos una rebaja de los salarios. Sin embargo, los
trabajadores asalariados la rechazarán, por ir en contra de sus intereses. Por
más pruebas científicas que presente el economista, los trabajadores
considerarán a su teoría como una expresión de los intereses del empresariado.
Como puede verse, pasamos del terreno científico al político.
Dejo aquí el ejemplo,
cuya única finalidad es presentar una de las dificultades implicadas en la CNE
de las CS: el rechazo del carácter político de las CS. Si vivimos en una
sociedad contradictoria y desigual, ¿por qué podríamos tener CS neutrales
frente a esas contradicciones y desigualdades?
La crítica anterior
a la CNE fue desarrollada, entre otros, por Karl Marx (1818-1883, sobre todo en
su obra El capital (1867), donde discute los fundamentos de la
economía política. El profesor Pardo, por su parte, menciona otra de las
críticas a la CNE, cuya expresión fue la llamada reacción
comprensivista. [4]
Los comprensivistas,
cuyos principales exponentes son los sociólogos Max Weber (1864-1920) y Alfred
Schütz (1899-1959) defendieron la existencia de una distinción fundamental
entre CN y CS. Mientras que en las primeras los científicos podían abordar a su
objeto de estudio como algo ajeno (algo exterior a ellos), en las CS los
científicos no podían separarse de su objeto. Mientras que para los
positivistas (una de las variantes de la CNE) las CN y las CS formaban parte de
un continuum, los comprensivistas sostenían la existencia de una
separación radical entre ambos tipos de ciencia. Esta separación pasaba no sólo
por la diferente posición del científico respecto al objeto de estudio en unas
y otras, sino también por los métodos que debían utilizar los científicos
naturales y los científicos sociales.
El profesor Pardo
resume los rasgos característicos del comprensivismo en la página 114. Allí
define la noción de comprensión:
“«Conocer» en
ciencias sociales ya no será subsumir – desde la objetividad – fenómenos particulares
mediante leyes (explicar), sino «comprender»: esto es, desocultar significados,
alcanzar – desde la propia subjetividad del intérprete – la subjetividad del
actor social. El conocimiento de las ciencias sociales posee, entonces, un
ineludible componente de empatía: se trata de desentrañar los propósitos e
intenciones del otro; algo así como acceder al alma del otro. Sólo así sería
posible entender el proceso social.”
Aquí es necesario
tener presente dos cosas: en primer lugar, el comprensivismo fue minoritario
dentro de las CS, pues la corriente mayoritaria en el siglo XX siguió
adhiriendo a los postulados de la CNE. En segundo lugar, desde el principio el
comprensivismo fue criticado por subjetivismo o psicologismo. El profesor Pardo
explica así esta última cuestión:
“El problema de la
concepción naturalista-empirista radicaba en la desmedida pretensión
metodológica de un punto de partida objetivo que permitiera la formulación de
leyes generales explicativas. La particular dificultad de las ciencias sociales
de establecer leyes de ese tipo derivaba, por un lado, en la afirmación de una
esencial inferioridad de éstas en comparación con las disciplinas
físico-matemáticas («ciencias blandas», «ciencias duras»); y por otro, en una
descripción del quehacer del científico social que no hace justicia de la
especificidad de su labor: hacer ciencias sociales no es sólo una actividad
explicativa, o al menos mediante esta actividad no se da cuenta totalmente de
la tarea llevada a cabo en una investigación social. Ahora bien, si la
concepción estándar peca de reduccionismo, la visión comprensivista lo hace de
psicologismo y, por ende, de subjetivismo. ¿Qué significa esto? Que, en la
medida en que la comprensión – modo de conocimiento propio de las ciencias sociales
– es concebida como empatía, vale decir, como acceso al pensamiento o a la
mente del autor, no es controlable científicamente. ¿Cómo sería posible
establecer – con ciertos criterios de cientificidad – lo que ocurre en la mente
de otra persona? Si comprender es recrear en la subjetividad del investigador
las intenciones, los sentimientos y los propósitos del otro, en tanto objeto de
estudio, es inevitable la objeción de psicologismo y de subjetividad
a-metodológica y, por tanto, a-científica.” [5]
Los partidarios de
la concepción estándar atacaron al comprensivismo y mantuvieron sus posiciones
hegemónicas en las CS. A despecho de las críticas de marxistas y
comprensivistas [6], la CNE siguió proveyendo a los científicos sociales de
fundamentos epistemológicos para sus teorías. Sin embargo, los comprensivistas
no permanecieron quietos. En la segunda mitad del siglo XX elaboraron un método
que reforzaba la objetividad de la comprensión: ese método fue la hermenéutica.
El profesor Pardo
describe la hermenéutica en el tercer apartado de su artículo [7] el desarrollo
de la incorporación de la hermenéutica a las CS. Hay que tener presente que la
hermenéutica se originó como una disciplina externa a las CS. En rigor, surgió
como método para la interpretación de los libros sagrados de la religión y de
allí pasó al estudio de los textos literarios. Fueron dos filósofos, el alemán
Hans-Georg Gadamer (1900-2002) y el francés Paul Ricoeur (1913-2005), quienes
desarrollaron la aplicación de este método a las CS.
La idea central de
los hermeneutas consiste en dotar de bases objetivas a la interpretación de los
motivos de la acción de los individuos. Para ello recurren a los instrumentos
forjados en el marco de la interpretación del sentido de los textos literarios.
De ese modo intentan eliminar los factores subjetivos del proceso de
comprensión. Pardo resume así la posición de los hermeneutas:
“Afirmar el carácter
interpretativo de todo conocimiento implica, en primer lugar, reconocer que a
esa supuesta primera relación de sujeto-objeto en la que se asienta la
«objetividad» la antecede otra más originaria: la ligazón del ser humano con un
mundo, con una tradición. Y esa relación previa a la subjetivación, suelo
ineludible de todo posible teorizar, es lo que en la hermenéutica se denomina
pertenencia. Entonces no sólo las ciencias sociales estarán determinadas por
ese círculo entre el intérprete y el objeto, sino que el conocimiento todo se
mueve dentro de una cierta circularidad: al fin y al cabo, siempre hablamos
«desde» algún lugar.” [8]
El profesor Pardo
sostiene que las nociones de tradición y pertenencia son
fundamentales para la entender los aportes de la hermenéutica al
comprensivismo. Desde esta perspectiva, la sociedad es concebida como una
“comunidad de prejuicios condicionantes” [9]; si se acepta esto, es inaceptable
la CNE, pues resulta imposible fundamental la objetividad, dado que el propio
científico pertenece a esa “comunidad”.
No es preciso
proseguir con esta cuestión. Los que están interesados en profundizar el tema
de la hermenéutica pueden consultar la bibliografía mencionada en el artículo
del profesor Pardo. [10]
Antes de concluir el
análisis del texto de Pardo quiero indicar la importancia de los ejes
problemáticos señalados al principio del artículo. [11] Se trata de ejes en
torno a los cuales gira el debate epistemológico en las CS: el objeto de
estudio, el método y el estatus epistemológico. Ya hemos hablado de los dos
primeros ejes; respecto a la cuestión del estatus epistemológico, muchas
personas piensan que las CS no son ciencias: tal es la influencia de la CNE. En
este punto cabe situar el debate entre la CNE y el comprensivismo (hay que
agregar a los marxistas, con una posición diferente a las de los otros dos
contendientes). Repito algo que ya hemos dicho, desde el punto de vista de la
CNE, las CS sólo pueden ser ciencias en la medida en que acepten los postulados
naturalistas-empiristas.
Sobre el final del
artículo, el profesor Pardo enumera los rasgos del escenario
posnaturalista y posempirista [12], esto es, de las corrientes que
cuestionaron a la CNE a partir de la década de 1960. La descripción de cada
rasgo es precisa en el texto, así que no es necesario repetirla aquí. Pero
resulta conveniente prestar atención a alguno de esos rasgos: en primer lugar,
el giro lingüístico:
“Con esta
denominación volvemos a referirnos al cambio fundamental que reviste la
consideración del lenguaje, el cual ya no es comprendido al modo de un medio de
comunicación, de un mero instrumento para intermediar la relación del hombre
con las cosas, sino como «materia prima del mundo social», esto es, como
horizonte último de la inteligibilidad de los procesos históricos y sociales.
La realidad social y, a la vez, el hombre mismo, su racionalidad, son
lenguaje.” [13]
En segundo lugar,
el supuesto hermenéutico, que implica una ruptura con el empirismo
propio de la CNE. Si se acepta este supuesto: “La tarea de las ciencias
sociales es interpretar una realidad que ya ha sido interpretada por otros, por
los actores sociales. A esto suele hacerse referencia con el concepto de doble
hermenéutica.” [14]
Por último, está la
pertenencia del intérprete a una tradición, es decir, a una comunidad de
sentido aceptada por el conjunto de los individuos que viven en una sociedad
determinada, incluyendo en este conjunto a los científicos sociales. Esta
pertenencia es previa a toda práctica que busca la objetividad.
Luego del análisis
del texto de Pardo tenemos que pasar a mi texto sobre la ideología. Para
no hacer demasiado extensa a esta clase voy a limitarme a presentar la
estructura de este último artículo, cuyo examen concluirá la clase siguiente.
El artículo sobre
ideología tiene el objetivo de plantear los alcances de la objetividad
en las CS. Recordemos que la CNE concibe a la objetividad como toma de
distancia, como distanciamiento respecto al objeto de estudio. La puesta en
práctica del distanciamiento implica que el científico está obligado a desechar
sus supuestos previos sobre el hecho o los hechos que está estudiando (sus
teorías, sus prejuicios, su ideología, etc.), dedicándose a recopilar y
examinar los hechos “desnudos” (insisto, dejando de lado todo marco conceptual
anterior a ese examen de los hechos).
La teoría de la
ideología permite discutir esta noción de objetividad. Mediante dicha
teoría es posible establecer los límites de la objetividad en las CS o, todavía
mejor, las características que asume la objetividad en las CS. No se trata de
rechazar toda noción de objetividad y convertir así a las CS en un lugar donde
se puede decir cualquier cosa. Nada de eso. La teoría de la ideología permite
comprender los alcances de nuestra objetividad como científicos sociales. Ya
veremos esto con más detalle.
Desde el punto de
vista de su estructura, el artículo se divide en tres partes: a) presentación
de la teoría de la ideología y su relación con la cuestión de la objetividad
[15]; b) ejemplos de teorías de la ideología. Esta parte, la más extensa del
texto, está dedicada a la descripción de algunas de las teorías de la
ideología. En ella desfilan los “ideólogos”, la teoría de la falsa conciencia
(Marx y Engels), la teoría del fetichismo de la mercancía (Marx), la teoría de
las prenociones (Durkheim) [16]; c) una síntesis en la que se desarrolla la
relación entre ideología y objetividad en las CS. [17]
En la próxima clase
trataremos los contenidos del artículo, en especial las teorías de la ideología
de Marx.
Como les digo
siempre, agradezco mucho su atención.
Villa del Parque, viernes 16 de octubre de
2020
ABREVIATURAS:
CN = Ciencias naturales / CNE = Concepción naturalista–empirista / CS
= Ciencias sociales / NH = Naturaleza humana / SH = Seres humanos
NOTAS:
[1] Pardo, R. (2012), “El desafío de las ciencias sociales:
desde el naturalismo a la hermenéutica”, en Palma, H. y Pardo,
R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas
y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos
Aires, Biblos. (pp. 103-126).
[2] Mayo, A. (2012), “La teoría de la ideología”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.)
(2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y
problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos
Aires, Biblos. (pp. 223-247).
[3] El profesor Pardo menciona a la concepción estándar en la
pág.108 del artículo que estamos trabajando. Lamentablemente carecemos de
tiempo para mencionar las corrientes teóricas agrupadas bajo ese término (y
mucho menos para analizarlas). Basta decir que la sociología empírica
estadounidense, adhirió a los supuestos de la concepción estándar.
[4] Pardo, op. cit., pp. 112-115.
[5] Pardo, op. cit., p. 115.
[6] Como ya
indicamos en repetidas oportunidades, el marxismo constituyó desde sus orígenes
una alternativa al modelo de CS desarrollado desde la Revolución Industrial. En
este sentido, su planteo epistemológico difiere esencialmente de los postulados
de la CNE y del comprensivismo. Más adelante proporcionaremos algunos elementos
para entender las diferencias entre el marxismo y las otras corrientes
epistemológicas.
[7] Pardo, op. cit.,
pp. 115-121.
[8] Pardo, op. cit., p. 118-119.
[9] Pardo, op. cit., p. 119.
[10] Respecto al comprensivismo, pueden
consultar: Mayo, A. (2013). Ficha de lectura. Alfred Schütz: «El sentido común
y la interpretación científica de la acción humana» (1953). Blog Miseria de la
Sociología: 11/07/2013.
[11] Pardo, op. cit., p. 105-106.
[12] Pardo, op. cit., pp. 121-124.
[13] Pardo, op.
cit., p. 121.
[14] Pardo, op.
cit., p. 123.
[15] Mayo, “La
teoría de la ideología”, op. cit., pp. 223-226.
[16] Mayo, “La
teoría de la ideología”, op. cit., pp. 226-241
[17] Mayo, “La
teoría de la ideología”, op. cit., pp. 241-247.
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