“Mas toda lucha de clases es
una lucha política.”
Karl Marx (1818-1883) y
Friedrich Engels (1820-1895)
Bienvenidas y bienvenidos a la segunda parte de la undécima clase del curso.
La clase de hoy está dedicada a la teoría
marxista del Estado. Es una continuación de nuestro encuentro anterior, en el
que hicimos la presentación del Manifiesto comunista (1848). Ahora nos
toca analizar el capítulo 1 de dicha obra, con el objetivo de esbozar el
planteo de Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895) sobre el
Estado. [1] Dada la limitación de tiempo, apenas si podré mencionar (y mucho
menos desarrollar) otras obras en las que Marx examinó la cuestión estatal. Sin
embargo, me veré obligado a incursionar en la teoría marxista de la sociedad;
ello es necesario para comprender mejor la argumentación de Marx y Engels.
Sin más dilación, arranquemos con la
clase propiamente dicha.
Clase trabajadora, socialismo y
marxismo
El marxismo surgió como resultado de
las luchas del movimiento obrero europeo en las primeras décadas del siglo XIX.
[2] Esto representa una diferencia significativa con la teoría social anterior.
Los filósofos siempre habían pertenecido, por su origen social, a la clase
dominante, y lo mismo ocurría con los economistas. Por tanto, los filósofos y los
economistas elaboraron teorías para justificar el orden existente; ninguno de
ellos desarrolló una teoría pensada desde la perspectiva de la clase
trabajadora; siempre justificaron los objetivos y las aspiraciones de la clase
dominante en todas las épocas. [3]
La irrupción de la clase obrera
quebró las reglas de juego de la teoría social. Los campesinos, la
clase trabajadora de las sociedades precapitalistas, se hallaban dispersos en
un territorio muy vasto y, por lo general, eran analfabetos; sólo excepcionalmente
pudieron organizarse a nivel nacional. El trabajador asalariado, en cambio,
residía en las ciudades y se incorporó rápidamente a los sistemas educativos
nacionales que se desarrollaron a lo largo del siglo XIX. Desde muy temprano se
organizó en sindicatos, que desafiaron la dominación del capital.
Además, y esto es central para los propósitos de este curso, comenzaron a
desarrollar su propia concepción de la sociedad capitalista. [4]
El MC es el punto de confluencia de
los procesos que acabamos de esbozar. Marx y Engels (sobre todo el primero)
provenían de los medios intelectuales y se habían acercado a la clase
trabajadora. Esto los llevó a romper con su ideología anterior y a desarrollar
una nueva teoría de la sociedad. Esto aparece plasmado en obras como la Ideología
alemana (un extenso manuscrito redactado en 1845-1846 y publicado recién en
1932), y Miseria de la filosofía (1847).
El MC tuvo origen en la solicitud que
hizo la Liga de los Comunistas a Marx y Engels, quienes militaban en esa
organización constituida por obreros y artesanos alemanes exiliados en varios
países europeos, para que pusieran por escrito el programa del grupo. Esto hizo
que el MC fuera, a la vez, un documento político y un texto de teoría social.
Los comunistas pensaban que era necesario fundamentar su crítica de la
sociedad, y que el programa de un partido socialista debía estar basado en un
análisis científico de la realidad. Cabe decir que el MC constituye un
brillante ejemplo de combinación de estrategia política y teoría social,
independientemente de la opinión que se tenga del socialismo.
Así como no podemos tratar en este
curso los múltiples aspectos de la teoría marxista, tampoco estamos en
condiciones de desarrollar de modo acabado la argumentación del MC. Nuestros
objetivos serán más limitados. Nos concentraremos en tres cuestiones: a) la
teoría del capitalismo; b) la teoría de las clases sociales (burguesía y clase
trabajadora); c) la teoría de la política. Para ello propondré una lectura
particular, con saltos frecuentes de un capítulo a otro de la obra. [5]
La teoría del capitalismo:
Marx y Engels eran perfectamente
conscientes del carácter novedoso de la organización social capitalista. A lo
largo de la historia hubo múltiples formas de sociedad, pero ninguna tan
peculiar ni tan expansiva como el capitalismo. Mientras que los imperios
antiguos y el feudalismo habían sido estructuras políticas que modificaron poco
y nada la manera de trabajar y las condiciones de vida de los campesinos (la
mayoría de la población), el capitalismo, en el plazo de unas pocas décadas, introdujo
modificaciones sin precedentes en las sociedades. La expresión “unas pocas
décadas” no es un recurso retórico; el capitalismo moderno surgió con la
primera Revolución Industrial, y está comenzó entre 1760 y 1770. El MC, por su
parte, se publicó a principios de 1848, unos 80 años después del comienzo de
esa revolución. En un plazo históricamente breve, el capitalismo modificó dramáticamente
la vida de las personas. [6]
El primer capítulo del MC describe la
magnitud de los cambios sociales bajo el capitalismo. Resulta casi paradójico
que hayan sido dos socialistas quienes escribieron el elogio de la capacidad de
la burguesía para transformar el mundo: “La burguesía ha desempeñado en la
historia un papel altamente revolucionario.” (p. 37).
¿Cuál es el sentido de esta afirmación?
“La burguesía, con su dominio de clase, que cuenta apenas con un siglo
de existencia, ha creado fuerzas productivas más abundantes y más grandiosas
que todas las generaciones pasadas juntas. El sometimiento de las fuerzas de la
naturaleza, el empleo de las máquinas, la aplicación de la química a la
industria y a la agricultura, la navegación a vapor, el ferrocarril, el
telégrafo eléctrico, la adaptación para el cultivo de continentes enteros, la
apertura de los ríos a la navegación, poblaciones enteras surgiendo de la
tierra como por encanto. ¿Cuál de los siglos pasados pudo sospechar siquiera
que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el seno del trabajo social?”
(p. 41).
El capitalismo, a diferencia de las
formas de organización social que lo precedieron, se caracteriza por una
fenomenal capacidad para desarrollar las fuerzas productivas, esto
es, la potencia para producir mercancías, constituida por el saber y la
habilidad de los trabajadores, las herramientas y máquinas, la organización del
proceso laboral, la ciencia y la tecnología. Marx y Engels señalaron que la
burguesía se había apropiado la ciencia y la utilizaba para sus propios fines,
modelándola a su imagen y semejanza. Nosotros, que vivimos en un mundo dominado
por la tecnología (¡este curso sería imposible sin computadoras e internet!)
comprendemos mejor que sus contemporáneos el significado de esa apropiación de la
ciencia por el capital.
Pero ¿cuál es el motor de las
transformaciones llevadas a cabo por la burguesía? La respuesta proporcionada
por Marx y Engels es sencilla. La burguesía vive de explotar la fuerza de
trabajo:
“En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el
capital, desarróllase también el proletariado, la clase de los obreros
modernos, que no viven sino a condición de encontrar trabajo, y lo encuentran
únicamente mientras su trabajo acrecienta el capital. Estos obreros, obligados
a venderse al detalle, son una mercancía como cualquier otro artículo de
comercio, sujeta, por tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a todas
las fluctuaciones del mercado.” (p. 43).
El capitalista compra el uso de la
fuerza de trabajo por un tiempo determinado, y se preocupa por obtener el mayor
rendimiento posible de ese uso, dado que se apropia los frutos de ese trabajo
gracias a la propiedad privada de los medios de producción. La riqueza generada
en el proceso productivo le pertenece y dispone de ella, comandando por lo
tanto la economía de la sociedad. No se trata de un mero interés egoísta del
empresario (aunque el egoísmo es el motor del capitalista en tanto individuo),
sino que el capitalista encarna los intereses, la lógica del capital.
“Ser capitalista significa ocupar, no sólo una posición personal en la
producción, sino también una posición social. El capital es un producto
colectivo; no puede ser puesto en movimiento sino por la actividad conjunta de
muchos miembros de la sociedad y, en último término, sólo por la actividad
conjunto de todos los miembros de la sociedad. El capital no es, pues, una
fuerza personal; es una fuerza social.” (p. 54).
La frase anterior es particularmente
significativa, pues muestra que Marx y Engels concebían al capitalismo como un
sistema de relaciones sociales que condicionaban la conducta de los individuos,
y no como el resultado de las decisiones individuales. En otros términos, el
capitalismo es un sistema específico de relaciones sociales. Esto va en contra
del sentido común dominante en nuestra época, que se expresa en frases tales
como “pobre es el que quiere”, como si las posiciones sociales que ocupan las
personas fueran el producto del carácter individual de cada una de ellas. Marx
y Engels no niegan el papel del individuo, de su determinación, de su carácter,
pero nos dicen que debemos prestar atención a las condiciones sociales que
permiten que prosperen o se frustren sus decisiones individuales. De este modo,
Marx y Engels estaban construyendo una ciencia social.
El capitalista dirige el proceso
productivo; ello lo lleva a promover el desarrollo de nuevas técnicas y
herramientas para volver más eficiente el proceso. En pocas palabras, trata de
ahorrar el máximo posible de materiales utilizados en la producción, abaratando
así los costos. Eso le permite afrontar la competencia con otros capitalistas
y, en el plano internacional, la competencia entre países y bloques regionales.
Por eso la burguesía debe desarrollar constantemente las fuerzas productivas.
Los resultados de las tendencias
mencionadas ya estaban a la vista en 1848 y aparecen reflejados en MC.
a) “Una serie de revoluciones en el
modo de producción y de cambio” (p. 36). Desde la primera Revolución Industrial
(1760-1830), se han sucedido otras revoluciones industriales y grandes
transformaciones tecnológicas. Ello no es producto de la casualidad ni de una
mayor inventiva de los seres humanos, sino que es consecuencia de la necesidad
de la burguesía de buscar mejores métodos para triunfar en la competencia con
otros capitalistas y reducir el valor de la fuerza de trabajo (salarios).
b) “La burguesía suprime cada vez más
el fraccionamiento de los medios de producción, de la propiedad y de la
población.” (p. 40). El capital se centraliza cada vez más, las grandes
empresas absorben o controlan a las más chicas. Esto es consecuencia de que las
empresas con mayor proporción de capital desarrollan métodos y técnicas más
eficientes de producción, lo cual les permite triunfar en la competencia.
c) “La gran industria ha creado el
mercado mundial. (..) El mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo
del comercio, de la navegación y de todos los medios de transporte por tierra.”
(p. 36). El mercado mundial, si bien contaba ya con una historia de varios
siglos, se hallaba en pañales en 1848. Su desarrollo no dejó de profundizarse
hasta la actualidad. Esto se nota, por ejemplo, en la difusión de las mismas
técnicas, la misma moda, la misma música, etc., en todos los países.
d) “Mediante la explotación del
mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al
consumo de todos los países.” (p. 39).
Estas tendencias permiten
caracterizar el capitalismo. Marx dedicó toda su vida intelectual a profundizar
el estudio del modo de producción capitalista; ese trabajo quedó plasmado
en El capital, cuyo Libro Primero fue publicado por primera vez en
1867. Sin embargo, la presentación de dichas tendencias en MC resulta
insuperable por su claridad y poder de síntesis.
La teoría de las clases sociales:
La
sociedad capitalista se basa en la propiedad privada de los medios de
producción. Éstos pertenecen a una parte de la población, mientras que el
resto se encuentra excluido de dicha propiedad. [7] Marx y Engels sostienen que
esta forma específica de propiedad se encuentra en la base de la estructura de
clases de la sociedad moderna:
“La propiedad privada actual, la propiedad burguesa, es la última y más
acabada expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido
basado en los antagonismos de clase, en la explotación de los unos por los
otros.” (p. 53).
Esa
propiedad privada (la de los medios de producción) requiere de la colaboración
de los trabajadores para ponerse en movimiento. Dicho de manera burda, las
materias primas y las máquinas no crean mercancías por sí solas, hace falta un
trabajador que las acciones.
“[El trabajo asalariado] lo que crea es capital, es decir, la propiedad
que explota al trabajo asalariado y que no puede acrecentarse sino a condición
de producir nuevo trabajo asalariado, para explotarlo a su vez. En su forma
actual, la propiedad se mueve en el antagonismo entre el capital y el trabajo
asalariado.” (p. 53-54).
Como ya
indicamos en el encuentro anterior, y a diferencia de lo que ocurre en las
sociedades precapitalistas, la clase dominante en el capitalismo (la burguesía)
está interesada en expandir la producción, en desarrollar las fuerzas
productivas. Esa expansión no es armónica sino contradictoria, se da en el
marco de la lucha entre el capital y el trabajo, entre empresarios y
trabajadores.
La
burguesía y la clase trabajadora se crean (y re-crean a cada momento)
mutuamente.
“En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el
capital, desarróllase también el proletariado, la clase de los obreros
modernos, que no viven sino a condición de encontrar trabajo y lo encuentran
únicamente mientras su trabajo acrecienta el capital. Estos obreros, obligados
a venderse al detalle, son una mercancía como cualquier otro artículo de
comercio, sujeta, por tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a todas
las fluctuaciones del mercado.” (p. 43).
Este punto
es importante, pues el énfasis que pone el MC en la lucha de clases no debe
hacer olvidar que esa lucha presupone la relación de dependencia recíproca de
las clases en conflicto. Dicho conflicto surge, precisamente, del tipo de
relación que se entabla entre burgueses y proletarios en el proceso productivo,
y no de las cualidades personales de unos y otros. En otras palabras,
empresarios y trabajadores luchan por intereses materiales, no por egoísmo
individual.
El
desarrollo de la producción capitalista aumenta el número de asalariados, así
como también modifica las condiciones materiales en que producen los
trabajadores:
“La industria, en su desarrollo, no sólo acrecienta el número de
proletarios, sino que los concentra en masas considerables; su fuerza aumenta y
adquieren mayor conciencia de la misma. Los intereses y las condiciones de
existencia de los proletarios se igualan cada vez más a medida que la máquina
va borrando las diferencias en el trabajo y reduce el salario, casi en todas
partes, a un nivel igualmente inferior.” (p. 46).
No importa
en este momento discutir si los pronósticos de Marx y Engels sobre la capacidad
de la clase trabajadora para derrocar al capitalismo y construir una nueva
sociedad eran correctos; con el diario del lunes en la mano es evidente que
esto no fue así (o, por lo menos, no ha sido así hasta el presente). Lo
importante aquí es destacar que la clase obrera es moldeada por el desarrollo
del capitalismo, y que este desarrollo está condicionado por el tipo de
relación que se establece entre capitalistas y trabajadores. La burguesía crea
a los trabajadores; los trabajadores crean a la burguesía.
Ya hemos
visto como el capitalismo supone la modificación incesante de las condiciones
de producción social; esto se traduce en una mayor explotación de la clase
trabajadora. Marx y Engels describen así este proceso:
“El creciente empleo de máquinas y la división del trabajo quitan al
trabajo del proletario todo carácter sustantivo y le hacen perder con ello todo
atractivo para el obrero. Este se convierte en un simple apéndice de la
máquina, y sólo se le exigen las operaciones más sencillas, más monótonas y de
más fácil aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta hoy día el obrero se reduce
poco más o menos a los medios de subsistencia indispensables para vivir y para
perpetuar su linaje. Pero el precio del trabajo [de su fuerza de trabajo], como
el de toda mercancía, es igual a su costo de producción. Por consiguiente,
cuanto más fastidioso resulta el trabajo, más bajan los salarios. Más aún,
cuando más se desenvuelven el maquinismo y la división del trabajo, más aumenta
la cantidad de trabajo, bien mediante la prolongación de la jornada, bien por
el aumento del trabajo exigido en un tiempo dado, la aceleración del movimiento
de las máquinas.” (p. 44).
Este
aumento de la explotación de la clase trabajadora potenció la lucha de esta
contra la burguesía. Desde la perspectiva de Marx y Engels, toda la historia
humana era historia de la lucha de clases; al respecto, la frase
que figura al comienzo del MC es una de las más conocidas de la obra:
“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros
días es la historia de las luchas de clases.” (p. 34).
Pero la
lucha de clases asumió un carácter diferente en la sociedad capitalista. Por
primera vez en la historia una clase oprimida (la clase trabajadora) desarrolló
a su interior un proyecto teórico y político cuyo objetivo era la supresión de
las clases sociales y no el mero ascenso al poder político de una nueva clase.
[8] Esto fue posible, entre otras cosas, por las condiciones sociales creadas
por la misma producción capitalista:
“Pero la industria, en su desarrollo, no sólo acrecienta el número de
proletarios, sino que los concentra en masas considerables; su fuerza aumenta y
adquieren mayor conciencia de la misma. Los intereses y las condiciones de
existencia de los proletarios se igualan cada vez más a medida que la máquina
va borrando las diferencias en el trabajo y reduciendo el salario, casi en
todas partes, a un nivel igualmente inferior.” (p. 46).
No
importan en este momento los errores del diagnóstico; con el tiempo, la
burguesía desarrolló la capacidad de integrar al capitalismo a la clase
trabajadora. Pero lo cierto es que el capitalismo generó las condiciones para
que los trabajadores pudieran organizarse en sindicatos y partidos políticos,
algo que no había ocurrido con las clases oprimidas en las sociedades
anteriores.
En MC se
encuentra una periodización de las etapas de la lucha de la clase obrera contra
la burguesía. No es una secuencia lineal, pues los mismos Marx y Engels admiten
que los triunfos obreros son “efímeros”. Aquí operan dos tendencias: de un
lado, el aumento de la cohesión, gracias al desarrollo de la producción
capitalista; del otro, la disgregación a partir de la competencia promovida por
esa misma producción.
“A veces los obreros triunfan: pero es un triunfo efímero. El verdadero
resultado de sus luchas no es el éxito inmediato, sino la unión cada vez más
extensa de los obreros. Esta unión es favorecida por el crecimiento de los
medios de comunicación, creados por la gran industria y que ponen en contacto a
los obreros de diferentes localidades. Y basta ese contacto para que las
numerosas luchas locales, que en todas partes revisten el mismo carácter, se
centralicen en una lucha nacional en una lucha de clases. Mas toda lucha de
clases es una lucha política. (…) Esta organización del proletariado en clase
y, por tanto, en partido político, es sin cesar socavada por la competencia
entre los propios obreros.” (p. 47).
La mencionada
periodización puede resumirse así:
“Al principio, la lucha es entablada por obreros aislados; después, por
los obreros de una misma fábrica; más tarde, por los obreros del mismo oficio
de la localidad contra el burgués aislado que los explota directamente. No se
contentan con dirigir sus ataques contra las relaciones burguesas de
producción, y los dirigen contra los mismos instrumentos de producción:
destruyen las mercancías extranjeras que les hacen competencia, rompen las
máquinas, incendian las fábricas, intentan reconquistar por la fuera la
posición perdida del trabajador de la Edad Media.” (p. 45-46).
El punto
más alto de la lucha de los trabajadores está dado por el desarrollo de una
organización política independiente de la burguesía. En términos más concretos,
se trata de la constitución de partidos socialistas, cuyo objetivo
es la abolición del capitalismo y la construcción de una nueva forma de
organización social, el socialismo.
La teoría de la política:
El MC es,
precisamente, la expresión de una organización política de la clase obrera; por
eso, en él se conjugan el análisis científico del capitalismo y el desarrollo
de una propuesta política para reemplazarlo por otra organización social.
Aquí sólo
podemos bosquejar los rasgos más generales de la concepción política contenida
en el MC. El punto de partida es la afirmación del carácter de clase
del Estado:
“El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra
los negocios comunes de toda la clase burguesa.” (p. 37). [9]
La clase
trabajadora, cuyas luchas se vuelven cada vez más nacionales, en el sentido de
que abarcan todo el territorio de un país, está obligada a derrocar el poder
político de la clase capitalista:
“Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado
contra la burguesía es primariamente una lucha nacional. Es natural que el
proletariado de cada país deba acabar en primer lugar con su propia burguesía.
(…) revolución abierta y el proletariado, derrocando por la violencia a la
burguesía, implanta su dominación.” (p. 50).
Esta
revolución tiene por objetivo la conquista del Estado:
“El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los
demás proletarios: constitución de los proletarios en clase, derrocamiento de
la dominación burguesa, conquista del Poder político por el proletariado.” (p.
52).
En otras
palabras, la organización política constituye el punto más alto del proceso de
unión y organización de la clase trabajadora, el momento en que los miembros de
esta clase adquieren la conciencia de ser una masa opuesta a la burguesía. Esa
conciencia se expresa, precisamente, en la construcción de la autonomía
política de la clase, es decir, en la construcción de un proyecto político
propio, independiente de los partidos políticos que responden a la burguesía.
Si bien en MC se afirma más de una vez que la tendencia de la clase trabajadora
a la organización sindical y política es inexorable y que, a la larga, termina
indefectiblemente en la revolución, la verdad es que se trata de una tendencia,
contrarrestada por otra tendencia indicada en la obra: la competencia entre los
trabajadores. [10]
Por
último, en el MC se enfatiza la necesidad de la organización internacional de
los trabajadores, puesto que el capitalismo es un sistema mundial.
“Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no
poseen. Mas, por cuanto el proletariado debe en primer lugar conquistar el
Poder político, elevarse a la condición de clase nacional, constituirse en
nación, todavía es nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués. El
aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen de día en
día con el desarrollo de la burguesía, la libertad de comercio y el mercado
mundial, con la uniformidad de la producción industrial y las condiciones de
existencia que les corresponden.” (p. 89).
Marx y
Engels plantean que “la acción común del proletariado, al menos el de los
países civilizados, es una de las primeras condiciones de su emancipación” (p.
59-60). De ahí que el MC termine con el conocido llamamiento: ¡Proletarios
de todos los países, uníos!
Con esto
termina nuestra breve exposición del MC. En la clase siguiente nos dedicaremos
a describir el enfoque leninista del problema del Estado.
Muchas
gracias por su atención y paciencia.
Villa del Parque, martes 20 de octubre de 2020
ABREVIATURAS:
MC = Manifiesto comunista
NOTAS:
[1] En la redacción de esta
clase se utilizó la siguiente edición: Marx, K. y Engels, F. (1986). Manifiesto
del partido comunista. Buenos Aires, Argentina: Anteo. A esta edición, que incluye los distintos
prefacios redactados por Marx y Engels, así como también los Principios
del comunismo, redactados por Engels, pertenecen todas las citas incluidas
en el texto.
[2] Para un resumen de los orígenes del
marxismo, centrado en la trayectoria intelectual de Marx, consultar: Mayo, A. (2005). La
epistemología del conocimiento: Introducción a los modelos epistemológicos de
las ciencias sociales. Buenos Aires, Argentina: Jorge Baudino (Capítulo 4).
[3] Aquí podría objetarse que en el siglo XVIII
los filósofos de la Ilustración combatieron el absolutismo monárquico. Ahora
bien, dicho de modo esquemático, esa lucha fue parte del ascenso de la
burguesía al poder político; la clase burguesa, sin embargo, contaba con el
poder económico que derivaba de la propiedad privada de los medios de
producción; por tanto, su situación era muy diferente a la de la clase
trabajadora del siglo XIX.
[4] En este sentido, las primeras décadas del
siglo XIX constituyeron un verdadero caldo de cultivo de corrientes ideológicas
que alcanzarían gran difusión. El impacto de las transformaciones generadas por
el capitalismo, la velocidad y la extensión geográfica de los cambios, hicieron
que tanto los intelectuales como los militantes obreros discutieran entre sí el
capitalismo y las perspectivas de su transformación. Eso aparece reflejado en
el capítulo III del MC (“Literatura socialista y comunista”).
[5] Si bien el programa de la materia indica que
sólo el capítulo 1 es de lectura obligatoria, las necesidades de la exposición
obligan a traspasar ese límite. Confieso que no siento ninguna pena por ello.
[6] Es necesario limitar los alcances de esta
afirmación. En 1848 el capitalismo moderno abarcaba Gran Bretaña, algunos países
de Europa occidental (Bélgica y Francia) y los EE. UU.
[7] Engels redactó una nota para la edición inglesa
de 1888 del MC. En ella definió así a las dos clases principales de la sociedad
capitalista: “Por burguesía se comprende a la clase de los capitalistas
modernos, propietarios de los medios de producción social, que emplean el
trabajo asalariado. Por proletarios se comprende a la clase de los trabajadores
asalariados modernos, que, privados de medios de producción propios, se ven
obligados a vender su fuerza de trabajo para poder existir.” (p. 34).
[8] “Todas las clases que en el pasado lograron
hacerse dominantes trataron de consolidar la situación adquirida sometiendo a
toda la sociedad a las condiciones de su modo de apropiación. Los proletarios
no pueden conquistar las fuerzas productivas sociales, sino aboliendo su propio
modo de apropiación existente en vigor, y, por tanto, todo modo de apropiación
existente hasta nuestros días. Los proletarios no tienen nada que salvaguardar;
tienen que destruir todo lo que hasta ahora ha venido garantizando y asegurando
la propiedad privada existente.” (p. 49).
[9] La frase,
que se encuentra en el Manifiesto del Partido Comunista, es harto
conocida por militantes políticos, estudiantes y académicos. Cada vez que hay
que resumir la concepción marxista del Estado se recurre a ella. Su sentido
parece ser evidente: Marx y Engels enfatizan con ella el carácter de clase del
Estado, su función de instrumento que garantiza la dominación de la burguesía. Sin
embargo, si la función del Estado fuera tan visible, la dominación capitalista
correría peligro. Un poder demasiado evidente es ineficaz. Los dominados se
darían cuenta que se encuentran sometidos por un poder ajeno, que tiene por
misión someterlos. En el límite, podrían llegar a pensar que el fundamento del
Estado es la fuerza al servicio de la dominación de una clase particular. No
obstante, la frase de Marx y Engels puede entenderse de otro modo, más complejo
y rico en consecuencias políticas. La burguesía no es un todo homogéneo; se
halla dividida en fracciones que defienden intereses específicos; los
empresarios compiten entre sí. Pero la frase hace referencia a los “intereses
generales” de la burguesía. ¿Cuáles pueden ser éstos? Ante todo, la
preservación de la propiedad privada de los medios de producción y la
reproducción de las relaciones sociales capitalistas. Pero puede darse el caso
de que los intereses particulares de una fracción de la burguesía vayan en
contra de esos intereses colectivos. Por ejemplo: los empresarios agrícolas
prefieren exportar porque los precios del trigo son más altos en el mercado
internacional que en el interno. Eso encarece el precio del pan en el país. En
consecuencia, los trabajadores reclaman el alza de su salario, perjudicando así
las ganancias de los empresarios que no producen ni trigo ni pan. El Estado
interviene regulando el precio del pan y/o poniendo un tope a la cantidad de
trigo que puede exportarse. De ese modo, resguarda los intereses colectivos de
la clase capitalista.
La intervención del Estado en contra de
una fracción particular de la burguesía tiene otro efecto, fundamental para la
consolidación de la dominación del capital: crea la posibilidad de que el
Estado aparezca como representante de los intereses de todos. De ese
modo, se oscurece el clasismo del Estado. Denunciar el carácter de clase del
Estado es sólo el primer paso; es preciso analizar los mecanismos políticos de
la dominación capitalista. El análisis de la composición de la burguesía en
cada caso concreto resulta imprescindible para entender la dialéctica entre sus
intereses colectivos y los intereses particulares de sus diferentes fracciones.
El conocimiento de esa dialéctica es central para entender las formas en que el
capitalismo supera sus crisis. La concepción del Estado expuesta en el Manifiesto
se resiste a los esquemas fáciles. Durante mucho tiempo, en épocas de ascenso
del movimiento obrero (el destinatario último de la argumentación contenida en
la obra) la frase citada fue interpretada en su sentido más evidente: el
énfasis en el carácter de clase del Estado. Ahora, en una etapa de derrota de
los trabajadores, quienes seguimos defendiendo la causa del socialismo estamos
obligados a leer el otro significado contenido en la afirmación de Marx y
Engels, pues hay que comprender cada uno de los mecanismos de que dispone el
capitalismo para perpetuarse como régimen social.
[10] En la época en que Marx y Engels
redactaron el MC, el Estado se dedicaba a combatir a las organizaciones
obreras, por ejemplo, prohibiendo los sindicatos. Pero esta actitud fue
cambiando a partir de la segunda mitad del siglo XIX: el reconocimiento legal de
los sindicatos, el sufragio universal, etc. Estas medidas, que se fueron dando
gradualmente y al calor de las luchas entre capital y trabajo, aumentaron
notablemente la capacidad de la clase capitalista para erosionar la
independencia política de los trabadores e integrarlos a las reglas de juego
del sistema.
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