Noticia
bibliográfica:
Para la redacción de esta
ficha utilicé la traducción española de Carme Font Paz y Francisco Martín
Arribas: Burke, Peter. (2012). Historia
social del conocimiento. Barcelona: Paidós. Poseo una fotocopia que incluye
la Introducción (pp. 13-20), capítulo I (“Recabar conocimientos”, pp. 23-66) y
capítulo II (“Analizar conocimientos”, pp. 67-106).
Advertencia:
Los textos que se encuentran
entre corchetes se refieren a comentarios que exceden los límites del texto. La presente ficha abarca la Introducción y el capítulo I
del libro.
Antes de comenzar con el
libro, así se caracteriza Burke a sí mismo: “el autor del mismo es un
pluralista en el sentido de considerar que la pluralidad de conocimientos, al
igual que de opiniones, son deseables, puesto que la comprensión surge del
diálogo intelectual e incluso del conflicto.” (p. 20).
El autor afirma que la obra
puede describirse como sociología
histórica del conocimiento. (p. 16). Además, “esta obra, a pesar de su
extensión, debería considerarse como un ensayo de metodología impresionista que
propone conclusiones provisionales, sin tener pretensión alguna de cubrir todos
los frentes de este tema tan amplio, pues sólo aspira a sobrevolarlos. En cierto
sentido, se trata de una secuencia de ensayos.” (p. 20).
La Introducción está dedicada a presentar el libro. Ante todo, procura
establecer la relación con un trabajo anterior del autor, Historia social del conocimiento: De Gutenberg a Diderot.
Sobre el libro (al que
califica de “ensayo”).
“…este volumen ofrece una
perspectiva general de los cambios que se han producido en el mundo del
aprendizaje desde la Encyclopédie
(1751-1766) hasta la Wikipedia (2011). Sus temas principales son los procesos,
entre ellos la cuantificación, la secularización, la profesionalización, la
especialización, la democratización, la globalización y la tecnologización.”
(p. 14).
TESIS del libro: “la
importancia de la coexistencia y la interacción de tendencias que discurren en
direcciones opuestas, un equilibrio de antagonismos que de vez en cuando
desembocan en un desequilibrio. (…) La nacionalización del conocimiento coexiste
con su internacionalización, la secularización con la contrasecularización, la
profesionalidad con lo amateur, la estandarización con los productos hechos a
medida, la profesionalización con los proyectos interdisciplinarios y la
democratización con movimientos que la contrarrestan y la restringen. Incluso
la acumulación de conocimiento se ve compensada en cierto modo por su pérdida.
(…) Sólo la tecnologización parece avanzar sin toparse con graves obstáculos.”
(p. 14).
Para finalizar la
introducción, Burke reflexiona sobre dos preguntas:
¿Qué es la historia social?
Utiliza el concepto “social”
porque no se concentra en pequeños grupos intelectuales. “Los protagonistas de
este estudio son lo que los sociólogos denominan «grupos que aportan
conocimiento», en especial, aunque no en exclusiva, los grupos pequeños en los
que todos los miembros se conocen y las «instituciones que generan conocimiento»,
entendidas como agrupaciones de individuos que se reúnen regularmente,
comparten objetivos y siguen las normas que producen distintas funciones
sociales, desde el obispo al catedrático de universidad y desde el primer
ministro al consejero delegad de una empresa. (…) este ensayo se ocupará de los
numerosos papeles sociales de las personas que aportan conocimiento, las
funciones que desempeñan estas organizaciones de conocimiento tales como las
universidades, los archivos, las bibliotecas, los museos, los centros de
investigación, los círculos eruditos y las revistas científicas. Los procesos
mediante los cuales se institucionaliza este conocimiento también formarán
parte de este debate. (…) se privilegiará su [de las instituciones] frente a la
interna, los entornos intelectuales frente a la problemática intelectual.” (p.
16).
¿Qué es el conocimiento?
Burke no aporta demasiado.
Distingue entre información (no
procesada, o sólo procesada en parte) y conocimiento
(procesado). (p.17-18).
El libro se ocupa del
conocimiento académico generado en Occidente.
Capítulo
I: Recabar conocimientos.
Este capítulo está centrado
en el proceso de recabar (reunir) conocimiento.
“Es indudable que una
historia social del conocimiento debe ocuparse del modo en el que distintos
grupos de personas adquieren, procesan, difunden y emplean el conocimiento, una
secuencia que en el mundo de la inteligencia – en otras palabras, del espionaje
– se divide en ocasiones en otras cuatro etapas: recopilación, análisis, diseminación
y acción.” (p. 13).
La metáfora de reunir
conocimiento contiene la idea engañosa de que el conocimiento está disponible
en algún lugar y sólo hace falta ir y tomarlo. “Estos términos se emplean como
meras simplificaciones de una serie de procesos que incluyen la exploración, la
observación, el examen y la experimentación, por no mencionar la compra, el
saqueo y, desde luego, la formulación de preguntas y la escucha a los
informantes.” (p. 23-24). Estos procesos se describen como investigación.
La palabra investigación era
poco empleada antes de 1750. Su uso se difundió a partir de esa fecha para
describir estudios llevados a cabo en varios ámbitos (anatomía, astronomía, economía
política, física, etc.). Algunos de ellos implicaban trabajo en archivos, otros
“trabajo de campo”.
1750-1850: Acumulación de
gran cantidad de conocimiento por los europeos (fauna, flora, geografía e
historia de otras partes del mundo). Algunos historiadores hablan de “segunda gran era de descubrimiento”.
(p. 24) (1) Exploración de las costas de los mares del Sur y otros lugares,
pero también del interior de África, América del Norte y del Sur, Australia,
Siberia, Asia Central y otros lugares.
“Tanto por tierra como por
mar, las grandes aportaciones al conocimiento, especialmente el conocimiento
geográfico, fueron obra de individuos que no se consideraban a sí mismos
eruditos sino exploradores, que solían contar con la ayuda (no reconocida) de algunos
de los habitantes indígenas de la región que estaban explorando.” (p. 28).
Mientras que los barcos de
la primera era de descubrimiento transportaban soldados, comerciantes,
misioneros y administradores, los de la segunda (época de creciente especialización)
llevaban también astrónomos, naturalistas y otros especialistas. (p. 28-29).
A fines del siglo XVIII, la expedición científica (como fenómeno
organizado y recurrente dedicado a recabar información) pasó a ser una
institución. (p. 29). “La captación de conocimiento se incluyó en la serie de
instrucciones que se daban a los capitanes, en cuyos navíos podían embarcar los
equipos de especialistas.” (p. 29).
Los viajes de descubrimiento
no terminaron hacia 1850. Posteriormente, continuaron con la exploración de los
Polos Norte y Sur, de la Antártida, del mundo bajo el mar y del espacio (esta
última permite hablar de una “tercera
era de descubrimiento”). (p. 30-31).
Otras expediciones se
preocuparon menos por la naturaleza y más por la cultura, tanto la del pasado
como la del presente. (p. 31-34).
“Los arqueólogos fueron el
único grupo que contribuyó a lo que se ha descrito como «el descubrimiento del
tiempo», en especial del «tiempo profundo».” (p. 34).
1750: Los europeos pensaban
que el mundo tenía 6000 años de antigüedad. Esa noción fue puesta a prueba por
arqueólogos, paleontólogos, geólogos y astrónomos. (p. 34).
Mediados s. XIX: Los
antropólogos ingleses comenzaron a utilizar la palabra prehistoria para referirse al pasado humano antes de la invención
de la escritura. Este período se fue ampliando poco a poco. Hacia la década de
1970, la especie humana contaba ya con 3 millones de años de antigüedad. (p.
34-35). La paleontología amplió la antigüedad de los animales: hoy se cree que
la vida en la Tierra comenzó hace 3800 millones de años. La geología hizo lo
propio con la antigüedad del planeta, que terminó por ser fijada alrededor de
los 4500 millones de años. (p. 35). Por último, la astronomía demostró que el
universo era mucho más antiguo de lo que se pensaba. En la actualidad se estima
que el big bang ocurrió hace 10000
millones de años. (p. 35-36).
“Los participantes de muchas
de las expediciones [de la segunda era de descubrimiento] pueden describirse
como recolectores de conocimientos en un sentido casi literal del término. No
era infrecuente que los directores de las expediciones, desde finales del siglo
XVIII, recibieran el encargo de traer de vuelta objetos locales y muestras
científicas.” (p. 37). Creció el acervo de los museos y bibliotecas de Europa y
EE. UU.
El proceso de tomar “muestras”
se transformó en “proceso de confiscación, «anexión» o «conquista científica»”,
y se trasladó a archivos, bibliotecas y museos. (p. 40). Burke da ejemplos del
pillaje de fósiles por los ejércitos a finales del siglo XVIII.
Pillaje “era una palabra que
se utilizaba con bastante frecuencia para describir las colecciones de
antigüedades (…) Fue una expresión que utilizaron incluso los coleccionistas,
generalmente cuando se referían a sus rivales” (p.41).
“Lo novedoso en este período
fue el creciente interés en otras tradiciones culturales, así como la
adquisición de libros y manuscritos en árabe, sánscrito, chino, japonés y otras
lenguas no europeas.” (p. 43).
En este período se
produjeron varios cambios importantes en los archivos: a) Guardar los documentos en espacios construidos a tales
efectos; b) profesionalización de los archiveros; c) Asegurar que los
documentos fueran accesibles a los estudiosos y, después, al público en
general. (p. 44).
Desarrollo del trabajo de campo. “El mundo fuera de
los museos y las universidades no sólo se consideraba un campo de estudio y
observación. El trabajo de campo exterior pasó a ser una práctica que se fue
consolidando a finales del siglo XVIII, dando pie a conflictos entre «el campo»
(el «terreno») y el estudio (el «despacho»), asi como a las rivalidades entre
los académicos nómades y los sedentarios, los trabajadores del centro y los de
la periferia.” (p. 45).
El campo fue ganando espacio
sobre el estudio desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XX.
Luego, la tendencia se invirtió, en buena medida gracias al desarrollo d las
comunicaciones. (p. 50).
Uno de los principales
argumentos a favor del trabajo de campo fue la cercanía de la observación. Burke remarca que hay que
prestar atención a la historicidad de la
observación, “incluido no sólo el incremento cada vez más rápido de ayudas
a la observación sino también a una mayor toma de conciencia de los problemas
que plantea esta práctica.” (p. 50).
1750: Comienza a
desarrollarse el interés por la disciplina de la observación, tanto si se la
consideraba un arte o una ciencia. (p. 50-51).
Al lado de la vista, se
desarrolló la escucha como medio de
recabar información. Hay dos formas: la escucha a escondidas y el
interrogatorio. Una forma suave de interrogatorio, la entrevista, se desarrolló en el siglo XIX, sobre todo en la prensa.
“Una alternativa a la entrevista, así como una herramienta de ayuda para los
entrevistadores, es el cuestionario,
es decir, una serie de preguntas idénticas que se formulan a distintas
personas, lo que permite comparar o incluso contar las respuestas.” (p.59).
Etapas en la historia del
cuestionario:
1750 en adelante: Las
preguntas se dirigían a los miembros de las élites, entre ellos el clero, los
miembros de las expediciones científicas, los viajeros, los inspectores
escolares y los antropólogos con el fin de guiarlos en sus observaciones o interrogatorios.
(p. 59).
En una segunda etapa, la
población se alfabetizó y los cuestionarios se dirigieron directamente a las
personas objeto de investigación: trabajadores de las fábricas, soldados,
consumidores de distintos productos o, en el caso del censo, las cabezas de
familia de un país determinado. (p. 59).
En la práctica no se pueden
establecer diferencias tan marcadas entre el trabajo de campo y el estudio,
entre recabar datos y analizarlos: “el procesamiento de la información comienza
en el preciso instante en que se recababan esos datos. A menudo la escritura se
emprende sobre el terreno.” (p. 60).
Fue desarrollándose la
importancia de las imágenes. En el
siglo XX se expandió la fotografía.
Burke termina el capítulo
examinando los problemas de almacenamiento de datos (el creciente espacio que
requieren las bibliotecas y archivos para guardar la información). (p. 63-66).
Villa del Parque,
domingo 17 de abril de 2016
NOTAS:
(1) La
“primera era de descubrimiento” se inició con Colón y Vasco da Gama. Estuvo
centrada en la exploración de las costas. (p. 25).
Gracias por el trabajo.
ResponderEliminarUn importante t