“Si ellos son la
patria, yo soy extranjero.”
Sui Generis, “Botas
locas”
Sergio Berni, Secretario de
Seguridad de la Nación, afirmó en el día de ayer que el país está “infectado”
por “delincuentes extranjeros” que vienen a “delinquir”. No viene al caso
discutir los fundamentos de esta afirmación, pues es errónea a la luz de los datos
estadísticos disponibles. Resulta mucho más interesante analizar las razones
políticas que llevan a Berni a formular semejantes declaraciones.
Ante todo, hay que tener en
cuenta que si Berni dice lo que dice es porque la presidenta Cristina Fernández
lo avala. En el gobierno kirchnerista, el margen de autonomía de los funcionarios
es muy acotado, y resulta difícil pensar que un Secretario de Estado como es
Berni salga a hacer declaraciones a la prensa sin haber consultado a Cristina.
En otras palabras, es lícito suponer que Cristina habla por boca de Berni.
El discurso de Cristina –
Berni llama la atención porque marca un quiebre respecto a los argumentos
defendidos por el kirchnerismo durante su década de gobierno. Este quiebre no
cae como rayo en cielo sereno, sino que se ha ido profundizando a lo largo de
este año, al compás del desenvolvimiento de la crisis económica. Desde el 2003
el discurso kirchnerista tuvo como uno de sus ejes la idea de que el delito
obedecía a causas sociales, y que había que intervenir sobre esas causas para prevenirlo
y/o disminuir su incidencia. Es verdad que entre el discurso y la realidad hubo
siempre una gran distancia (no podemos dejar de recordar que el “gatillo fácil”
de las fuerzas de seguridad es una práctica habitual, así como también la tortura
en comisarías y prisiones), pero el discurso servía para que el kirchnerismo se
ubicara en el terreno del progresismo.
Cristina - Berni, con brutalidad
calculada, corta todo contacto con el discurso mencionado en el párrafo
anterior y pasa a considerar al delito como el producto de individuos
inadaptados, que atacan a la sociedad. Como no podía ser de otro modo
(Argentina “es un país de buena gente”, reza una propaganda oficial), la culpa
del delito la tienen los extranjeros. No importa que esta afirmación contradiga
los datos disponibles, lo importante para Cristina – Berni es cargar con la
responsabilidad a los extranjeros (latinoamericanos).
Al responsabilizar a los
extranjeros (latinoamericanos), Cristina – Berni efectúa una segunda ruptura
con su discurso anterior. Hasta ahora, el kirchnerismo se reivindicaba a sí
mismo como defensor de la Patria Grande latinoamericana. Al arremeter contra
los extranjeros (latinoamericanos) como fuente del delito, Cristina – Berni destruye
la noción misma de Patria Grande y de hermandad latinoamericana. A partir de
ahora, tenemos que atrincherarnos contra la delincuencia proveniente de los países
latinoamericanos. Es difícil exagerar la importancia de este quiebre, que
aproxima al kirchnerismo a las capas medias que exigen seguridad a cualquier
precio.
Pero Cristina – Berni efectúa
otro quiebre, más sutil, en el universo discursivo del kirchnerismo. En los
últimos meses, Cristina Fernández levantó la consigna de “Patria o Buitres”,
como forma de expresar su negativa a negociar con los fondos buitres
beneficiados con el fallo del juez Griesa. No es necesario aclarar que esta
pelea era de cotillón, pues el kirchnerismo se ha definido a sí mismo como “pagador
serial” de deuda externa. No obstante, la consigna tenía importancia para la
militancia, en la medida en que fijaba un enemigo que podía ser entendido como
tal por el progresismo. Ahora las cosas cambiaron abruptamente. Cristina –
Berni deja de lado la consigna “Patria o Buitres” y nos propone “Patria o
Extranjeros indeseables”. El enemigo ya no son los fondos buitres, son los
latinoamericanos que vienen a delinquir.
Los cambios en el discurso
kirchnerista obedecen a motivos más profundos que la personalidad de un
funcionario como Berni. El modelo de acumulación implementado por el duhaldismo
en 2002 y continuado por el kirchnerismo desde 2003 se encuentra agotado.
Inflación, deterioro de los salarios, escalada del dólar, dificultades para
hacer frente a los pagos de deuda externa y de las importaciones, son otros
tantos indicadores de la bancarrota económica del gobierno. Como es lógico, la
crisis genera conflicto social y limita la capacidad del gobierno para hacer
concesiones que permitan desactivarlo y/o aislarlo.
La respuesta del
kirchnerismo a la crisis pasa por el aumento de la represión al movimiento
obrero (véase el caso de Lear la semana pasada) y por el ascenso del aparato de
seguridad en el gobierno kirchnerista (los ejemplos más claros son Milani y
Berni). Represión a las acciones organizadas del movimiento obrero y, a nivel
individual, a los indeseables (sean estos jóvenes pobres, morochos,
extranjeros, etc.).
Las crisis, al someter a prueba
a un gobierno, dejan al descubierto su carácter de clase, pues éste se ve
obligado a actuar sin poder maquillar su acción. En el caso del kirchnerismo,
su declamado progresismo y su “revolución cultural” se han convertido en
represión, xenofobia y apelación a los prejuicios más bajos.
“Pagadores seriales” frente
al capital financiero internacional, los kirchneristas se muestran arrogantes
al momento de cargar sobre los obreros, los pobres y los extranjeros. Como dice
su slogan de campaña, “en la vida hay que elegir”. Queda claro qué eligió el
kirchnerismo.
Villa del Parque,
miércoles 29 de octubre de 2014
¿Usted alguna vez dejó de escribir por un momento, se levantó de la silla y acompañó con su presencia la realidad puertas afuera? Con todo respeto, la xenofobia poco tiene que ver con bandas u organizaciones delictivas, que no sólo perjudican a los ciudadanos nativos de un país... sino principalmente a todos los que llegaron buscando una vida mejor y luchan honestamente por ella. Para eliminar la xenofobia, o los prejuicios, hay que eliminar primero su germen real. Así pierde sustento aquello que se incorpora por miseria personal. Del mismo modo diferenciemos a las mafias de pibes que roban por hambre o la necesidad de falopearse.
ResponderEliminarDesde la teoría todo es más sencillo, pero la práctica muchas veces difiere.
Agradezco el comentario, acotando, como tantas otras veces, que desearía,por una cuestión de educación y buen trato, poder llamar por su nombre al comentarista. No veo en su comentario un cuestionamiento a alguno de los temas tratados en mi nota. Más que hablar de las causas de la xenofobia, he preferido discutir los usos políticos de la misma según los entiende el Secretario de Seguridad, Berni. Éste actúa sobre un sustrato ya existente (en un contexto de crisis se profundiza la desconfianza y el odio hacia el extranjero, variante de algo más general que es el la desconfianza hacia el pobre, el trabajador joven, el villero) y lo emplea para desviar la atención de la población de asuntos primordiales como ser la inflación, el deterioro de los salarios, las suspensiones y despidos, etc. El kirchnerismo azuza la xenofobia para responsabilizar de la crisis a los extranjeros. Más claro, si hay robos y un clima de violencia generalizado, ello no se debe a la crisis económica y a la acción delictiva de la misma policía (recuerde el caso de Luciano Arruga, asesinado por negarse a robar para la policía), sino a la presencia de extranjeros indeseables. La otra cuestión importante que trato en el texto es que la ofensiva contra los extranjeros oculta el abandono progresivo de la consigna "Patria o Buitres", preludio necesario para un acuerdo con los acreedores externos. Saludos,
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