El caso que sigue a continuación puede ser considerado por algunos como un hecho sin importancia, una pequeña anécdota sin mayor trascendencia. Nosotros pensamos, por el contrario, que en las pequeñas cosas, en las pequeñas anécdotas que afectan la vida cotidiana del trabajador, se esconde el sentido más profundo de nuestra sociedad.
En estos tiempos que corren el mundo del trabajo carece de importancia para
las principales fuerzas políticas de nuestro país. Ni la emancipación nacional
y social que promete el progresismo kirchnerista, ni el “capitalismo
organizado” que promete la señora presidenta Fernández, ni la “nueva política”
que promueve el inefable Mauricio Macri, muestran mayor preocupación por
mejorar la situación de los trabajadores. Aunque, nobleza obliga, corresponde
decir algo en favor de nuestros líderes políticos: la presidenta Fernández no
pierde oportunidad de señalar que los trabajadores deben agradecer el tener
trabajo; por su parte, el inefable Mauricio no pierde oportunidad de indicar
que los trabajadores deben agradecer el percibir un salario por sus trabajos.
El horizonte de nuestros políticos es el capitalismo. El periodista Eduardo
Aliverti, afín al oficialismo, escribió,
con razón, que la oposición no levanta cabeza porque el “kirchnerismo” es la
única opción seria para el capitalismo argentino. Negación de la importancia
del movimiento obrero y afirmación del carácter natural del capitalismo van de
la mano.
El crecimiento de la economía argentina en la última década se edificó
sobre las derrotas de la clase trabajadora argentina en las tres últimas
décadas. Las “tasas chinas” de crecimiento de la economía en la primera década
del siglo XXI fueron posibles, entre otras cosas, por la fragmentación y la
debilidad de las organizaciones de los trabajadores, así como también por la
fusión de intereses entre funcionarios gubernamentales, empresarios y
sindicalistas empresarios. Es por eso que los políticos del “kirchnerismo” y de
la autodenominada “oposición” prefieren no hablar de ciertas cosas.
Para no perder de vista las cosas importantes, es preciso volver al mundo
del trabajo y los trabajadores, no del modo académico, sino de un modo explícitamente
político. En otras palabras, volver a hablar de explotación, de clases sociales
y de tantas otras cosas que pasan desapercibidas en estos días, salvo para los
sufridos mortales que las sufrimos a diario. El capitalismo se muestra al
desnudo en cuanto nos acercamos a la realidad laboral.
La tercerización laboral ha sido uno de los mecanismos implementados bajo
el peronismo menemista en los ’90 para debilitar a los trabajadores y
fortalecer la posición de los empresarios. Dicho sistema permaneció vivito y
coleando en el período “kirchnerista”.
La tercerización consiste en que la empresa principal delega algunas de sus
tareas en otras empresas, cuyo régimen laboral es menos benigno con los
trabajadores que el de la primera. En las empresas tercerizadas, la explotación
de los trabajadores se agudiza y no puede ser eludida con bellas palabras.
A continuación, reproducimos una escucha telefónica realizada por orden
judicial en el marco de la causa que se sigue a los asesinos del militante del
Partido Obrero, Mariano Ferreyra, asesinado por una patota del sindicato Unión
Ferroviaria el 20 de octubre de 2010. Ferreyra participaba de una manifestación
de trabajadores tercerizados que reclamaban su incorporación a la planta
permanente de la empresa que opera el Ferrocarril Roca. Esta escucha fue
recogida por el periodista Diego Rojas en su libro ¿Quién mató a Mariano Ferreyra? (Buenos Aires, Booket, 2012 – la
primera edición de la obra es de 2011 - ), pp. 202-204.
La conversación telefónica data del 11 de enero de 2011. Los protagonistas
son: Antonio Guillermo Luna, quien para esa fecha era Subsecretario de
Transporte Ferroviario (nombrado en 2004) del gobierno de la presidenta Fernández;
y Juan Carlos «El Gallego» Fernández, secretario adjunto de la Unión
Ferroviaria. Luna fue desplazado de su cargo el 4 de septiembre de 2012 por el
ministro del Interior Florencio Randazzo; luego de la masacre de Once, en que
murieron 51 personas y 700 resultaron heridas, la situación de Luna se había vuelvo
insostenible. Es probable que fuera su “probada” capacidad la que le permitió
sobrevivir al gobierno de Néstor Kirchner y al primer mandato de la presidenta
Fernández. El sindicalista Fernández, por su parte, mano derecha del
sindicalista empresario y secretario general de La Fraternidad, se encuentra en
estos días encarcelado y procesado en el juicio a los responsables del
asesinato de Mariano Ferreyra.
La charla versa sobre la incorporación de una trabajadora al ferrocarril.
El diálogo nos exime de mayores comentarios. Solo podemos agregar que se trata
de una pequeña muestras de las delicias que ofrece el trabajo en la Argentina
actual, y que muestra a las claras como el lugar de trabajo es un ámbito político,
en el sentido de que allí se construye el sometimiento o la rebelión de la
clase trabajadora.
La conversación es la siguiente:
“Luna: Hola.
Fernández: ¿Cómo andás?
Luna: Qué mierda te importa.
Fernández: Bueno, está bien, está bien. Tenés derecho a contestar como
quieras.
Luna: Ya soy subsecretario.
Fernández: Ya sos subsecretario.
Luna: Por ahora (ríe).
Fernández: Cómo andás.
Luna: Y, para el orto, para el orto…
Fernández: ¿Qué pasó? ¿Levantó el paro el Negro?
Luna: No era paro. (1)
Fernández: Bueno, no. La medida.
Luna: Era trabajo a reglamento. ¿Por qué?
Fernández: Sí, ¿y cómo sigue?
Luna: Y no sé, preguntale al Negro (2), loco, qué me preguntás a mí…
Fernández: Ah, yo pensé que me llamabas por eso.
Luna: Escuchame un poquito, ¿cómo viene la mano? (…) Bueno, loco, anotá un
nombre.
Fernández: Un nombre.
Luna: Se llama L. V (3). Para picaboleto.
Fernández: Bueno, ¿dónde está?
Luna: L. V., entrando el sábado o el domingo de esta semana (…)
Fernández: Entonces entra.
Luna: El sábado este y sale el otro sábado a la mañana.
Fernández: Sí. Lo que no dice es el lugar. Esto está complicado, ahora sí
que está complicado, déjame que te confirmo. Dale.
Luna: Fijate qué podés hacer.
Fernández: ¿Y qué, uno solo es?
Luna: Si, ella sola.
Fernández: Bueno, déjame que veo y te digo y te llamo.
Luna: Cama matrimonial por si vas vos o yo... Podemos ir a visitar.
Fernández: Jaja.
Luna: Y llevo a José que está acá enfrente mío.
Luna: Que también le da a José, qué problema tiene.
Fernández: Dale, ahora te averiguo… “(4)
Buenos Aires, domingo 23 de septiembre de 2012
NOTAS:
(1) Se refieren al trabajo a reglamento implementado por el sindicato que
agrupa a los maquinistas ferroviarios, La Fraternidad, con el objeto de
oponerse al ingreso de los trabajadores tercerizados al ferrocarril. Para la
mejor comprensión del lector hay que tener en cuenta que el Estado nacional se
hace cargo del sueldo íntegro de los trabajadores que trabajan en las empresas
tercerizadas en el ámbito de los ferrocarriles. Sin embargo, los trabajadores
reciben un monto inferior al depositado por el Estado (un 70% o, inclusive,
menos). La diferencia se la embolsan funcionarios, sindicalistas y empresarios.
De ahí la oposición de los dirigentes sindicales devenidos empresarios a
incorporar a los trabajadores a la planta permanente de la empresa principal,
pues ya no quedaría diferencia para “repartir”.
(2) El Negro es Omar Maturana, Secretario General de La Fraternidad.
(3) El autor dice que decidió utilizar solamente las iniciales de esta
persona de sexo femenino para resguardar su privacidad.
(4) Rojas comenta el diálogo transcripto: “En el ámbito del ferrocarril es vox populi que una de las formas de
acceder a trabajos se da a través de la realización de favores sexuales. Este
cronista [Rojas] conversó con muchos ferroviarios que confirmaron este modo de
obrar de los responsables de los ingresos a planta o a las tercerizadas:
aseguran se incrementó a medida que se agravó la decadencia de la dirección
sindical ferroviaria. Este diálogo muestra que las más altas esferas del
ámbito, que incluye a funcionarios del gobierno, también formaban parte de esta
operatoria.” (p. 204).
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