El sociólogo
estadounidense Charles Wright Mill (1916-1962) acuñó el término imaginación
sociológica. Este concepto, ampliamente difundido en sociología y otras
ciencias sociales, fue desarrollado por su autor en la obra The Sociological
Imagination (Oxford University Press, 1959). Esta ficha está dedicada al
capítulo 1 de dicha obra, donde Mills esboza el sentido y los alcances del
concepto.
Referencia:
Mills, Ch. W. [1°
edición: 1959]. (1979). La imaginación sociológica. México, D. F.: Fondo
de Cultura Económica. 217 p. (Sección de Obras de Sociología). Traducción de
Florentino M. Torner. Incluye prólogo de Gino Germani.
Abreviaturas:
IS= Imaginación
sociológica / SH= Seres humanos
Capítulo 1: La
promesa (pp. 23-43) [1]
En el comienzo del
capítulo está el planteo del problema de la época actual. [2] Los SH tienen la
“sensación de estar atrapados”. El motivo: los cambios acelerados
experimentados por la sociedad a nivel mundial (crecimiento económico y
transformaciones tecnológicas, desarrollo del campo socialista - URSS y China
-, independencia política de las antiguas colonias, etc.). Frente a todo ello,
las personas no saben qué hacer, pues no acostumbran pensar sus problemas
personales en términos de “cambios históricos” y “contradicciones
institucionales”; los valores que defienden resultan impotentes frente a la
magnitud de los cambios: “los hombres advierten consternados que los viejos
modos de sentir se han ido abajo y que los comienzos más recientes son ambiguos
hasta el punto de producir parálisis moral.” (p. 24)
Lo que necesitan las
personas para enfrentar el problema de la sociedad actual es la imaginación
sociológica, esto es, la “cualidad mental que les ayude a usar la
información y a desarrollar la razón para conseguir recapitulaciones lúcidas de
lo que ocurre en el mundo y de lo que quizá esté ocurriendo dentro de ellos”
(p. 25)
A continuación de
estas afirmaciones, Mills divide el contenido del capítulo en seis
apartados.
El primer apartado
(pp. 25-27) está dedicado a esbozar cómo la IS muestra la relación entre la
historia y la biografía, entre lo social y lo individual. La IS pone el acento
en la conexión entre el escenario histórico más amplio y la vida interior de
las personas.
“El primer fruto de esta imaginación - y la primera lección de la
ciencia social que la encarna - es la idea de que el individuo sólo puede
comprender su propia experiencia y evaluar su propio destino localizándose a sí
mismo en su época; de que puede conocer sus propias posibilidades en la vida si
conoce las de todos los individuos que se hallan en sus circunstancias.” (p.
25)
Para Mills, “la
imaginación sociológica nos permite captar la historia y la biografía y la
relación entre ambas dentro de la sociedad. Esa es su tarea y su promesa.” (pp.
25-26) Más adelante indica que la IS “es la capacidad de pasar de las
transformaciones más impersonales y remotas a las características más íntimas
del yo humano, y de ver las relaciones entre ambas cosas” (p. 27). En otras
palabras,
“Darse cuenta de la idea de estructura social y usarla con sensatez es
ser capaz de descubrir esos vínculos entre una gran diversidad de medios; y ser
capaz de eso es poseer imaginación sociológica.” (p. 30)
Esa es la tarea que
caracterizó al análisis social clásico (ejemplos: Spencer, Marx, Comte,
Durkheim, Weber, etc.), que se dedicó a los problemas de la biografía, de la
historia y de sus interacciones dentro de la sociedad.
El análisis social
clásico se planteó tres preguntas clave: 1) ¿cuál es la estructura de esta
sociedad particular en su conjunto?; 2) ¿qué lugar ocupa esta sociedad en la
historia humana?; 3) ¿qué variedades de hombres y de mujeres prevalecen en esta
sociedad y en este período?
El segundo apartado
(pp. 27-30) desarrolla la distinción más importante que utiliza la IS:
“inquietudes personales del medio” y “problemas públicos de la orientación
social”. Las inquietudes corresponden al individuo como entidad biográfica y
dentro del ámbito de su ambiente inmediato; los problemas públicos van más allá
del ámbito del individuo, se relacionan con muchos ambientes que, en conjunto,
forman la estructura de la sociedad.
Ejemplo: desempleo.
Si en una comunidad de 1 millón de habitantes hay un desempleado, ello
constituye una inquietud personal y para resolver la cuestión hay que revisar
el carácter particular de ese individuo, sus capacidades y su constitución
inmediata. Si en un país de 50 millones de personas hay 5 millones de
desempleados, ello constituye un problema público y hay que revisar la estructura
de oportunidades.
Las transformaciones
en medios diversos y específicos son efecto de cambios estructurales.
El tercer apartado
(pp. 30-33) examina cuáles son los mayores problemas públicos y las inquietudes
personales en la época en que se escribió la obra. Para ello sostiene que hay
que establecer cuáles son los valores preferidos y amenazados, y cuáles son
preferidos y apoyados. Ello implica indagar qué contradicciones internas de la
estructura pueden estar implicadas.
Mills afirma que “la
primera tarea política e intelectual - porque aquí coinciden ambas cosas - del
científico social consiste hoy en poner en claro los elementos del malestar y
la indiferencia contemporáneos.” (p. 32)
El cuarto apartado
(pp. 33-37) está dedicado a la cuestión del estilo de pensamiento propio
de la era contemporánea. No se trata de modas de pensamiento, que dejan poca
huella; un estilo de pensamiento es un común denominador de una época
intelectual. Dos ejemplos de estilos de pensamiento son: la física newtoniana y
la biología darwiniana. Ambas constituyen el común denominador de respectivas
épocas intelectuales.
En la época moderna,
las ciencias físicas y biológicas fueron común denominador del pensamiento
serio y de la metafísica popular. Pero ni esas ciencias ni la literatura
representan hoy un común denominador del pensamiento. En nuestra época pasan a
ser reemplazadas por la IS, la cual:
“es una cualidad mental que parece prometer de la manera más dramática
la comprensión de nuestras propias realidades íntimas en relación con las
amplias realidades sociales.” (p. 34)
En el quinto apartado
(pp. 37-41) señala que el propósito del libro es “definir el significado de las
ciencias sociales para las tareas culturales de nuestro tiempo” (p. 37). Esto
lo lleva a hacer una breve descripción de la situación de las ciencias sociales
en EE. UU.
En opinión del autor,
los cientistas sociales experimentan “un malestar generalizado, tanto
intelectual como moral, por la dirección que está tomando la disciplina de su
elección” (pp. 38-39). Algunos elementos que generan malestar: a) el acento en
el refinamiento de los métodos y las técnicas de investigación; b) el énfasis
en el formalismo y en la formulación de conceptos aislados de la realidad; c)
los estudios en primera escala, sin tomar en cuenta su relación con la
totalidad.
No obstante lo
anterior, la IS “se está convirtiendo en un denominador común de nuestra vida
cultural general” (p. 41)
En el sexto apartado
(pp. 41-43) esboza el desarrollo de la sociología, pues esta disciplina “se ha
convertido en el centro de reflexión acerca de la ciencia social” (p. 41)
La sociología se
movió en tres direcciones generales, cada una de ellas expuesta a
deformaciones:
Tendencia I: hacia una teoría
de la historia. La sociología es entendida como “una empresa enciclopédica,
relativa a la totalidad de la vida social del hombre. Es al mismo tiempo
histórica y sistemática: histórica porque trata materiales del pasado y los
emplea; sistemática porque lo hace con objeto de distinguir ‘las etapas’ del
curso de la historia y las regularidades de la vida social” (p. 42). Esta senda
puede deformarse al punto de convertirse en un “molde trans-histórico donde se
meten a la fuerza los materiales de la historia humana y del cual salen
visiones proféticas” (p. 42)
Tendencia II: hacia una teoría
sistemática de la ‘naturaleza del hombre y de la sociedad’. En este camino,
la sociología se propone construir conceptos para clasificar todas las
relaciones sociales y conocer sus características (a las que se considera
invariables). Corre el riesgo de deformarse si se abandona la historia; en ese
caso, se convierte en formalismo.
Tendencia III: hacia el estudio
empírico de los hechos y de los problemas sociales contemporáneos. Esto puede
derivar (deformación) en la elaboración de una serie de datos de ambiente sin
relación entre sí y con poca significación.
Con esto concluye el
capítulo.
Villa del Parque,
viernes 2 de septiembre de 2022
Notas:
[1] Mills informa que
el capítulo 1 fue presentado en forma abreviada en la American Political
Science Association, en septiembre de 1958 en St. Louis.
[2] Para comprender mejor el sentido del texto hay que recordar que la primera edición de la obra data de 1959. En esa época el mundo capitalista experimentaba una prolongada etapa de desarrollo económico, iniciada luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Por otra parte, el mundo socialista experimentaba su etapa más próspera en términos económicos; la URSS había iniciado la exploración del espacio con el lanzamiento del primer satélite artificial, el Sputnik (1957) y se encontraba en pleno deshielo político luego de la muerte de Stalin (1953). Finalmente, los países de la periferia se encontraban en pleno proceso de descolonización, la cual incluía, en muchos pasos, la adopción de formas económicas identificadas con el socialismo soviético. 1959 fue el año del triunfo de la Revolución Cubana.
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