Sans-culottes bailando |
La obra La era de la revolución (1962), del historiador
británico Eric Hobsbawm (1917-2012), abre su ciclo de grandes síntesis dedicado
a la historia contemporánea. No soy
historiador y por lo tanto no me atrevo a chapucear en un terreno en el que soy
apenas un lector desprolijo. Sin embargo, como sociólogo corresponde hacer
notar que las ciencias sociales
surgieron como respuesta a las dos revoluciones, la Revolución Industrial y la Revolución
Francesa. De ahí que La era de la
revolución resulte de lectura ineludible para todas las personas
interesadas en comprender el proceso que dio origen a la sociología. Al margen
de estas consideraciones, leer a Hobsbawm siempre es un placer, entre otras
cosas por la manera en que combina la historia económica y social con las
transformaciones en la vida cotidiana de los hombres y las mujeres comunes.
Referencia bibliográfica:
Hobsbawm, E. J. (2009). La era de la revolución: 1789-1848.
Buenos Aires, Argentina: Crítica. 344 p. (Biblioteca E. J. Hobsbawm de Historia
Contemporánea). Traducción de Felipe Ximénez de Sandoval.
Abreviaturas:
GB= Gran Bretaña / RF= Revolución Francesa / RI= Revolución Industrial
Capítulo 3: La Revolución Francesa (pp. 61-83)
La presente ficha aborda el
capítulo 3 de la obra, que está dedicado a la Revolución Francesa. No tiene más
pretensiones que proporcionar un resumen y formular algunos comentarios que
pueden resultar útiles para el lector interesado en el libro.
Desde el punto de vista de su
estructura, el capítulo 3 se divide en cuatro apartados: el primer apartado (pp.
61-72) caracteriza a la RF, señala su influencia a nivel mundial e indica
cuáles fueron sus causas; el segundo apartado (pp. 72-75) relata de manera
sucinta las alternativas de la RF entre 1789 y 1793; el tercer apartado (pp.
75-79) desarrolla la experiencia de la República jacobina (1793-1794); el
cuarto apartado (pp. 79-83)
La Revolución Industrial modeló la economía del mundo en el siglo XIX;
la Revolución Francesa, en cambio,
contribuyó decisivamente a formar la política y la ideología de ese siglo.
Hobsbawm sintetiza la influencia
de la RF:
“Entre 1789 y 1917, las políticas europeas (y las de
todo el mundo) lucharon ardorosamente en pro o en contra de los principios de
1789 o los más incendiarios todavía de 1793. Francia proporcionó el vocabulario
y los programas de los partidos liberales, radicales y democráticos de la mayor
parte del mundo. Francia ofreció el primer gran ejemplo, el concepto y el
vocabulario del nacionalismo. Francia proporcionó los códigos legales, el
modelo de organización científica y técnica y el sistema métrico decimal a
muchísimos países. La ideología del mundo moderno penetró por primera vez en
las antiguas civilizaciones, que hasta entonces habían resistido a las ideas
europeas, a través de la influencia francesa. Esta fue la obra de la Revolución
Francesa.” (p. 61)
Es cierto que la RF formó parte
de un período de crisis para los regímenes políticos europeos y para sus
sistemas económicos, que incluyeron movimientos secesionistas en algunas de sus
regiones y colonias[1].
Pero la RF fue mucho más profunda que cualquiera de los movimientos anteriores
por tres razones principales:
a) Francia era el más populoso
de los Estados europeos (uno de cada cinco europeos era francés en 1789);
b) fue una “revolución social de
masas, e inconmensurablemente más radical que cualquier otro levantamiento” (p.
62);
c) fue la única revolución
ecuménica. Su influencia indirecta fue universal, brindó el patrón para todos
los movimientos revolucionarios subsiguientes.
Hobsbawm se pregunta por los orígenes
de la RF. Éstos deben buscarse en la específica situación del Estado francés; a
pesar de su desarrollo económico y colonial, Francia no era una potencia como
GB, “cuya política exterior ya estaba determinada sustancialmente por los
intereses de la expansión capitalista” (p. 63) Francia era la más poderosa de
las viejas monarquías absolutistas y aristocráticas de Europa. Por lo tanto, en
Francia era más agudo el conflicto entre las fuerzas del Antiguo Régimen [la
nobleza feudal] y las nuevas fuerzas sociales en ascenso [la burguesía].
El programa de la burguesía
consistía en: eficaz explotación de la fuerza, libertad de empresa y de
comercio, administración estatal eficiente de un territorio nacional único y
homogéneo, abolición de las restricciones y desigualdades sociales que
obstaculizaban el desenvolvimiento de los recursos nacionales, tributación
equitativa. Pero su implementación resultaba imposible por la oposición de los
intereses tradicionales. En Francia estaba cerrado el camino para la reforma
desde arriba.
La estructura social del país
permite comprender la dinámica de las fuerzas en conflicto.
Hacia 1789 Francia tenía una
población total de 23 millones de personas.
La nobleza (el “primer estado”) estaba constituida por unas 400 mil
personas; gozaba de considerables privilegios (que incluían la exención de
varios impuestos) y el derecho a cobrar tributos feudales. Pero su situación
política era débil en relación a la monarquía; los nobles carecían de
independencia y responsabilidad políticas; sus instituciones representativas
(estados y parlements) languidecían,
con sus atribuciones cercenadas por la monarquía. Desde el punto de vista
económico, la nobleza estaba excluida oficialmente del ejercicio del comercio o
de cualquier otra profesión; por ende, los nobles dependían de las rentas de
sus propiedades o, si pertenecían a la minoría cortesana, de los matrimonios de
conveniencia, pensiones regias, donaciones o sinecuras. Sus propiedades
estaban, por lo general, mal administradas. Los gastos de los nobles eran
elevados y sus ingresos (fijos) se veían afectados por la inflación. Para salir
del atolladero económico, los nobles recurrían a sus privilegios: acaparaban
los puestos estatales, cerrando el camino a la burguesía[2];
en el campo, la nobleza más pobre aumentaba la explotación de los campesinos,
“resucitando” viejos derechos feudales para obtener más dinero y servicios. En
suma, la nobleza irritaba a la burguesía y al campesinado, y debilitaba la
eficacia de la administración estatal.
El campesinado constituía el 80% de la población. Sus componentes eran
libres en general; entre ellos había terratenientes. La mayor parte eran pobres
o con recursos insuficientes. El aumento de la población y el incremento de la
presión de la nobleza (la ya mencionada exigencia de mayores tributos en dinero
y servicios) generaban un ascenso de miseria general. Sólo unos pocos
campesinos disponían de un excedente para vender. La situación del campesinado
empeoró en los veinte años anteriores a la RF.
La monarquía experimentaba problemas financieros. El fracaso de las
reformas de 1774-1776, impulsadas por el ministro Turgot (1727-1781) y
boicoteadas por los intereses tradicionales, y la participación en la guerra de
independencia estadounidense, dejaron exhausto al Tesoro francés. Los gastos
superaban a los ingresos en un 20 %. “Guerra y deuda - la guerra norteamericana
y su deuda - rompieron el espinazo de la monarquía” (p. 66)[3].
La crisis fiscal de la monarquía
abrió el camino para que la burguesía hiciera un intento de recuperar sus
privilegios. Las convocatorias a una Asamblea
de Notables (1787) y a los Estados
Generales[4]
(1789). “Así, pues, la revolución comenzó como un intento aristocrático de
recuperar los mandos del Estado.” (p. 66)
La RF no fue hecha por un partido
o un movimiento político con un programa sistemático. “No obstante, un
sorprendente consenso de ideas entre un grupo social coherente dio unidad
efectiva al movimiento revolucionario.” (p. 66) Este grupo era la burguesía; sus ideas eran las del liberalismo clásico, formuladas por los
“filósofos” y los “economistas”. Los filósofos pueden ser considerados:
“Los responsables de la revolución. Ésta también
hubiera estallado sin ellos; pero probablemente fueron ellos los que
establecieron la diferencia entre una simple quiebra de un viejo régimen y la
efectiva y rápida sustitución por uno nuevo.” (p. 67)
La ideología de los revolucionarios de 1789 era la masónica. Las peticiones del burgués
que hizo la RF están expresadas en la Declaración
de los derechos del hombre y del ciudadano, manifiesto contra la sociedad
jerárquica y los privilegios de los nobles, pero no a favor de una sociedad
democrática o igualitaria. Propiedad privada derecho natural, sagrada e
inviolable. Los burgueses liberales querían una monarquía constitucional basada
en una oligarquía de propietarios, los cuales se se expresarían a través de una asamblea
representativa. Constitucionalismo + Estado secular con libertades y garantías
civiles para la iniciativa privada + gobierno de contribuyentes y propietarios.
El rey dejaba de serlo por
gracia de dios y pasaba a representar la voluntad general de la nación, es
decir, del pueblo. La fuente de la soberanía era la nación. El pueblo,
identificado con la nación, era un concepto revolucionario.
La reunión de los Estados
Generales aceleró el estallido revolucionario. La clase media (líder del 3°
estado, que contenía al 95% de la población francesa) luchó para lograr una
representación igualitaria respecto a la nobleza (1° estado) y la Iglesia (2°
estado). Luego impulsó que las votaciones se realizaran en conjunto y no por
estados separados. Finalmente, se reunió aparte, en una Asamblea Nacional, a la que se unieron algunos nobles y clérigos.
“El tercer estado triunfó frente a la resistencia
unida del rey y de los órdenes privilegiados, porque representaba no sólo los
puntos de vista de una minoría educada y brillante, sino los de otras fuerzas
mucho más poderosas: los trabajadores pobres de las ciudades, especialmente de
París, así como el campesinado revolucionario.” (p. 68)
La agitación reformista de la
burguesía liberal se convirtió en una verdadera revolución por la profunda crisis económica y social. Malas
cosechas, encarecimiento de los precios del grano, hambre entre los campesinos
pobres y aumento de los precios de los alimentos en las ciudades, combinada con
reducción de las compras de productos manufacturados, desocupación y hambre
entre los trabajadores urbanos. En ese marco, la campaña de propaganda
electoral desarrollada entre 1788 y 1789 dio a “la desesperación del pueblo una
perspectiva política al introducir en sus mentes la tremenda y trascendental
idea de liberarse de la opresión y de la tiranía de los ricos. Un pueblo
encrespado respaldaba a los diputados del tercer estado.” (p. 69)
La contrarrevolución, que
intentó suprimir el intento de los diputados del 3° estado, transformó “a una
masa en potencia en una masa efectiva y actuante” (p. 68) La reacción popular
se hizo efectiva en la toma de la Bastilla[5]
(14 julio 1789). Hobsbawm anota “en
época de revolución nada tiene más fuerza que la toma de los símbolos” (p.
69; el resaltado es mío - AM-)
El acto siguiente de la RF fue
el Grande Peur (Gran Miedo, finales
de julio - principios de agosto de 1789), una serie de revoluciones campesinas
que abarcaron buena parte del país y que combinaron insurrecciones en ciudades
provincianas y una oleada de pánico masivo que se extendió por toda Francia.
Consecuencias: la estructura social del feudalismo francés y la máquina estatal
de la monarquía francesa quedaron destruídas. La aristocracia y la clase media
aceptaron lo inevitable: la Asamblea abolió los privilegios feudales, aunque
imponiendo montos elevados para la redención de las cargas feudales (el
feudalismo sólo fue abolido en 1793).
Fines agosto 1789: Declaración de los derechos del hombre y del
ciudadano, manifiesto formal de la RF.
El proceso que culminó en la
sanción de la Declaración fue la
primera manifestación de un ciclo que se repitió en las revoluciones
subsiguientes (siglos XIX y XX) y cuyos movimientos fueron: 1) los reformistas
moderados de la clase media movilizan a los sectores populares para quebrar la
resistencia de la contrarrevolución; 2) las masas movilizadas van más allá del
programa de los reformistas moderados e inician su propia revolución social; 3)
los moderados se escinden en un grupo conservador que se une a los
contrarrevolucionarios, y un ala radical decidida a llevar adelante el programa
inicial del reformismo moderado con ayuda de las masas, aun con el riesgo de
perder el control sobre éstas. El proceso culmina de dos maneras diferentes: el
grueso de la clase media se pasa al bando conservador o es derrotado por la
revolución social.
La peculiaridad de la RF reside
en que “una parte de la clase media liberal estaba preparada para permanecer
revolucionaria hasta el final sin alterar su postura: la formaban los
jacobinos” (p. 70)
El radicalismo de los jacobinos se explica porque: (a) los
revolucionarios de 1789 no tenían a la mano el antecedente de lo ocurrido en la
… RF; (b) no existía una clase social que pudiera proporcionar una alternativa
por izquierda al radicalismo jacobino. Los trabajadores no representaban
todavía una clase social independiente; seguía a líderes no proletarios. El
campesinado tampoco proporciona una alternativa política.
La única alternativa al
radicalismo burgués eran los sans-culottes, “movimiento informe y
principalmente urbano de pobres trabajadores, artesanos, tenderos, operarios,
pequeños empresarios, etc. Estaban organizados en las “secciones” de la ciudad
de París y otras ciudades, y constituyeron la fuerza de choque de la RF. A
través de periodistas como Jean-Paul Marat (1743-1793) y Jacques-René Hébert
(1757-1794) formularon una política cuyos componentes eran: respeto a la pequeña
propiedad + odio a los ricos + trabajo garantizado por el gobierno, seguros y
seguridad social para el pobre. Democracia libertaria e igualitaria, localizada
y directa. Pero su ideal político (un áureo pasado de aldeanos y pequeños
artesanos, o un futuro venturoso de pequeños granjeros y artesanos no
perturbados por los millonarios y banqueros) era irrealizable. Entre 1793-1794
lograron poner obstáculos al desarrollo de la economía francesa, pero no
pudieron ir más allá.
1789-1791= Burguesía moderada, Asamblea
Constituyente. Se pone en marcha la obra de racionalización y reforma de
Francia. La mayoría de las realizaciones duraderas de la RF datan de esta
época. Política económica liberal: cercado de las tierras comunales y estímulo
de los empresarios rurales; proscripción de los gremios; abolición de las
corporaciones. Además, secularización y venta de las tierras de la Iglesia y de
la nobleza emigrada. Constitución de 1791, monarquía constitucional. Pero la
contrarrevolución no cedió; huida del rey y captura en Varennes (junio 1791).
El republicanismo se convirtió en una fuerza masiva; “los reyes tradicionales
que abandonan a sus pueblos pierden el derecho a la lealtad de los súbditos.”
(p. 72)
Abril 1792= Estallido de la
guerra contra las monarquías europeas. Las derrotas iniciales fueron achacadas
al sabotaje real y a la traición. Nueva radicalización de las masas.
Agosto y septiembre 1792= La
monarquía es derribada por los sans -culottes de París; proclamación de la República; año I del calendario revolucionario.
Matanza de los presos políticos. Elección de la Convención Nacional y convocatoria a la guerra total contra los
invasores. Encarcelamiento del rey. La invasión es detenida en el cañoneo de
Valmy (20 septiembre 1792).
Segunda revolución (República jacobina
del año II). La guerra fue promovida y dirigida inicialmente por los girondinos, partido dominante en la
Convención, belicosos en el exterior y moderados en el interior. Pero la guerra
revolucionaria tenía su propia lógica: era o la victoria total de la revolución
o el triunfo completo de la contrarrevolución. No era una guerra limitada,
había que movilizar a toda la nación. La joven República francesa descubrió
cómo vencer: la guerra total,
movilización de los recursos de la nación mediante el reclutamiento en masa,
racionamiento, economía de guerra y abolición dentro del país de la distinción
entre civiles y soldados. Los sans - culottes apoyaron la guerra, porque
pensaban que con ella se derrotaba a la contrarrevolución y se instauraba la
justicia social. Los girondinos vieron pronto que no podían controlar la
movilización de las masas que habían provocado y tuvieron que competir contra
la izquierda (los jacobinos).
2 junio 1793= Golpe de los sans-culottes. Caen los girondinos. Se
inicia la República jacobina.
El Terror, tan denostado por muchos historiadores, fue el medio que
encontró la República para sobrevivir. Para comprender el contexto: en junio de
1793, 60 de los 80 departamentos de Francia estaban sublevadas contra París;
los ejércitos de los príncipes alemanes invadían el país por el norte y por el
este; los ingleses atacaban por el sur y por el mar; el país estaba desamparado
y en quiebra. Catorce meses después el país estaba firmemente gobernado y los
ejércitos invasores habían sido rechazados más allá de las fronteras de
Francia. Para la Convención, el dilema era: o el Terror con todos sus defectos
para la clase media, o la destrucción de la Revolución y la desintegración del
Estado nacional. Las perspectivas de la clase media francesa dependían “en gran
parte de las de un Estado nacional unificado y fuertemente centralizado” (p.
77)
Los jacobinos movilizaron a las
masas contra la disidencia de los girondinos y de los notables provinciales. Se
aliaron para ello con los sans-culottes,
cuyas exigencias relativas a la guerra coincidían con el sentido común
jacobino. Se promulgó la Constitución de
1793, muy radical, que instauraba el sufragio universal, el derecho de
insurrección, trabajo y alimento, la declaración de que el bien común era la
finalidad del gobierno y que los derechos del pueblo eran operantes y no
meramente asequibles. Fue la primera constitución democrática promulgada por un
Estado moderno.
Los jacobinos tomaron otras
medidas que dan cuenta de su radicalismo: a) la abolición sin indemnización de
los derechos feudales todavía existentes; b) aumentaron las posibilidades de los
pequeños cultivadores de explotar las tierras abandonadas por los emigrados; c)
abolieron la esclavitud en las colonias francesas.
Consecuencias de largo plazo del
gobierno jacobino:
“En Francia establecieron la inexpugnable ciudadela de
los pequeños y medianos campesinos, artesanos y tenderos, retrógrada desde el
punto de vista económico, pero apasionadamente devota de la revolución y la
República, que desde entonces domina la vida del país. La transformación
capitalista de la agricultura y las pequeñas empresas, condición esencial para
el rápido desarrollo económico, se retrasó, y con ello la rapidez de la
urbanización, la expansión del mercado interno, la multiplicación de la clase
trabajadora e, incidentalmente, el ulterior avance de la revolución proletaria.
Tanto los grandes negocios como el movimiento obrero se vieron condenados a
permanecer en Francia como fenómenos minoritarios, como islas rodeadas por el
mar de los tenderos de comestibles, los pequeños propietarios rurales y los
propietarios de cafés.” (p. 77-78)
El centro del gobierno,
conformado por una alianza entre jacobinos y sans-culottes, se inclinaba hacia la izquierda. En términos
sociales, era una alianza entre la clase media y las masas obreras; dentro de
ella, los jacobinos de clase media constituían la fuerza decisiva. Su centro
era el Comité de Salud Pública (un subcomité de la Convención), verdadero
gabinete de guerra. Allí la figura más descollante era Maximilien Robespierre
(1758-1794). Su poder era el del pueblo (las masas de París); su terror, el de
esas masas.
La dinámica de la guerra fue
separando a los jacobinos de sus apoyos sociales. La confrontación bélica
exigía la centralización; ello perjudicaba la democracia directa de los comités
de sans-culottes; además, si bien
éstos se beneficiaron con el racionamiento y las tasas de precios, se vieron
afectados por el tope a los salarios. En el campo, las requisas de alimentos
provocaron el enojo de los campesinos.
Abril 1794= Los jacobinos
eliminaron a la oposición de derecha, encabezada por Georges-Jacques Danton
(1759-1794), y a la oposición de izquierda (Hébert); pero en ese momento se
encontraron aislados.
Junio 1794= Los ejércitos de la
República ocupan Bélgica. Eso alejó la amenaza exterior. El gobierno jacobino
perdió su finalidad (ganar la guerra).
27/07/1794 (9 termidor)= La
Convención derribó a Robespierre, quien fue ejecutado al día siguiente junto a
otros dirigentes jacobinos.
El cuarto apartado (pp. 79-83)
aborda el final del período revolucionario (1794-1799).
El problema central para la
clase media francesa consistía en conciliar estabilidad política y progreso
económico, en base al programa liberal de 1789-1791. Había que evitar el doble
peligro de la república democrática jacobina y de la restauración del Antiguo Régimen.
El régimen termidoriano, que
había derribado a los jacobinos, era débil. Estaba jaqueado por derecha (los
monárquicos) y por izquierda (los sans-culottes).
El Directorio, forma política
adoptada desde 1795, dependía cada vez más del ejército para mantenerse en el
poder. Finalmente, el más notable de los generales de la República, Napoleón
Bonaparte (1769-1820) terminó derrocando al Directorio.
Villa del Parque,
domingo 11 de septiembre de 2022
NOTAS:
[1] Menciona, entre otros ejemplos, el movimiento
de independencia de Estados Unidos (1776-1783).
[2] Hacia 1780 se necesitaban cuatro cuarteles de
nobleza para conseguir un puesto en el ejército, todos los obispos eran nobles
y las intendencias (cargo clave en la administración) eran acaparadas por los
nobles.
[3] En 1788 la deuda consumía el 50% del
presupuesto total; la guerra, la escuadra y la diplomacia el 25%; los gastos de
la Corte, el 6%.
[4] La Asamblea feudal del reino, en la que
participaban representantes de todos los Estados (nobleza, iglesia y el 3°
Estado, que agrupaba al resto de la población del país y en el que dominaba la
clase media - burguesía-), que no se convocaba desde 1614.
[5] La Bastilla era una fortaleza ubicada en
París, utilizada durante mucho tiempo como prisión. El pueblo la asaltó
buscando armas para hacer frente a la intentona contrarrevolucionaria.
interesante, muchas gracias
ResponderEliminarDamián, gracias por comentar. Saludos,
ResponderEliminarGracias. Un saludo desde la Ciudad Blanca de Perú, Arequipa
ResponderEliminarUn saludo desde el Rio de la Plata
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