miércoles, 1 de abril de 2020

EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES CURSO 2020 – CLASE N° 1





Sistema, poeta, sistema.
Empieza por contar las piedras,
luego contarás las estrellas.
León Felipe (1884-1968), poeta español

Bienvenidas y bienvenidos al curso de Epistemología de las Ciencias Sociales. 
Ante todo deseo comenzar diciendo que me gustaría compartir el espacio del aula tradicional y poder dialogar, discutir, reírme y enojarme con ustedes, pero eso es imposible en las condiciones actuales.
Antes de empezar la exposición quiero decir algunas cosas. Nada reemplaza a la clase presencial. La producción y transmisión de conocimiento requieren de espacios colectivos, del diálogo, de la discusión, de la crítica. El intercambio cara a cara en el aula es el instrumento privilegiado de esa producción. Lamentablemente estaremos privados de él por un largo tiempo. Es por ello que pido disculpas por adelantado por todas las falencias que tendrá este curso, originadas en parte por la situación, pero también por las carencias del profesor.
La situación peculiar en que se desenvolverá la cursada requiere de un esfuerzo especial de ustedes y de mí. Yo me encargaré de redactar una por una las clases del curso, siguiendo un cronograma que enviaré oportunamente por correo electrónico y que seguirá lo propuesto en el programa de la materia. También enviaré las lecturas de la asignatura, con una guía de preguntas para cada una de ellas. Ustedes, por su parte, tienen que esforzarse por seguir las clases y las lecturas en el orden solicitado, planteando todas las dificultades y dudas que vayan surgiendo. Utilizaremos el aula virtual que nos proporciona la Universidad . Las instancias evaluatorias (los parciales) serán domiciliarios.
Respecto al texto de las clases: he procurado que sean lo más parecidas posibles a la exposición oral. No lo logré y seguramente no lo lograré en las clases posteriores; me falta la presencia de ustedes, motivador imprescindible para los profesores. En el texto hay palabras en negrita. Si bien están explicadas en la exposición, el objetivo es armar un glosario con ellas, pues se trata de términos fundamentales en el ámbito de las ciencias sociales. Este glosario será elaborado a lo largo de la cursada. Por último, cada clase tiene una serie de notas, que se encuentran al final del texto y que cumplen la función de precisar algunos contenidos que no fueron elaborados en la exposición. Muchas de ellas remitirán a textos que figuran en la bibliografía obligatoria del curso, pero también a otros que no son trabajados en la materia  y que constituyen obras fundamentales en el ámbito de las ciencias sociales. Además de las clases escritas, habrá clases "virtuales" (la palabra me parece detestable) en la plataforma que nos resulte más conveniente a todos. Estas últimas clases servirán de complemento a las clases escritas y permitirán reforzar el aprendizaje de los contenidos.
Para terminar esta especie de prólogo, que ya debe aburrirlos en demasía, diré una cosa más: más allá de los problemas, los envidio profundamente. Ustedes están comenzando un camino fascinante, el de la ciencia, y los primeros pasos son irrepetibles. Ojalá pueda acompañarlos de manera que les resulte provechosa. Les deseo la mejor de las suertes.

Vivimos en una sociedad marcada a fuego por la ciencia y la tecnología. Este curso, que iniciamos en condiciones tan excepcionales, sería imposible sin contar con dispositivos informáticos. Sin embargo, por lo general desconocemos completamente cómo funcionan los artefactos tecnológicos que utilizamos a diario.
Veamos, por ejemplo, el caso de la computadora en la que usted está leyendo esta clase. Usted y yo sabemos prenderla y apagarla, operar los comandos del Word, enviar mensajes por correo electrónico, interactuar en una o varias redes sociales. Pero no sabemos nada (o casi) de cómo funciona la computadora. Ignoramos los principios físicos que están detrás de su funcionamiento. Sabemos que la computadora anda si está enchufada a un tomacorriente (algo que, por cierto, se vuelve obvio cada vez que se corta la luz), pero desconocemos qué es la electricidad. Lo mismo vale para cada uno de los programas que emplea la computadora. Como dijimos, sabemos usar el Word, pero no sabemos nada del lenguaje de programación, ni de las leyes lógicas implicadas en él.
Resulta innecesario multiplicar los ejemplos. Nuestras vidas serían muy diferentes sin la tecnología moderna; nuestro mundo está moldeado por ella. Pero la inmensa mayoría de nosotros no va más allá de usar los artefactos tecnológicos. Ni hablar de la ciencia [1], de la que conocemos poco más de lo aprendido en la escuela primaria y secundaria.
En nuestra sociedad, la ciencia y la tecnología se han transformado en fuerzas económicas. Los gobiernos invierten en ellas como medio para lograr el desarrollo económico. Las empresas de distintos países compiten entre sí defendiendo patentes y propiedad intelectual. La ciencia es una mercancía que se compra y se vende en el mercado.
En otras épocas históricas muy pocas personas se dedicaban a la ciencia. Lejos de ser considerada un trabajo o una profesión, la investigación científica era practicada por aquellos que tenían ansias de saber y disfrutaban del ocio. En nuestros días, en cambio, muchas personas en todo el planeta se dedican a la ciencia y obtienen de ella su sustento. En la ciencia, como en el resto de las actividades humanas, opera la división del trabajo y esto se refleja en la estructura del sistema universitario. Se ha incrementado el número de carreras científicas y de especializaciones.
Se da, pues, la paradoja de una sociedad que depende de la ciencia y la tecnología hasta en los mínimos detalles y que, no obstante, desconoce profundamente las cuestiones científicas. Dicha paradoja, más la mercantilización del conocimiento y la proliferación de disciplinas científicas (y la profundización de le especialización) son algunas de las cuestiones que serán abordadas en este curso de Epistemología. Se trata, por cierto, de una enumeración desordenada y no exhaustiva, que sólo pretende dar cuenta de la vastedad de temáticas que incluye la materia.
No es para nada habitual usar la palabra epistemología en la vida cotidiana. Si le mencionamos el término a otra persona, ésta probablemente la relacione con algo abstracto, con reflexiones que nada tienen que ver con la realidad cotidiana. En este curso intentaremos demostrar que esta opinión, tan difundida, es errónea y que se basa en prejuicios.
La reflexión sobre el conocimiento científico (de eso trata, a grandes rasgos, la epistemología) es una reflexión sobre nuestra práctica de todos los días, sobre el poder, sobre nuestra organización social. Limitarla a una tarea académica, circunscrita al terreno de la filosofía y/o de las ciencias sociales, priva a la mayoría de la población de los elementos necesarios para pensar (y transformar) su realidad. Implica aceptar la desigualdad social, una de cuyas expresiones es la división entre “los que saben” y “los que no saben”.
La epistemología puede ser la llave para desarrollar una concepción crítica acerca de nuestra organización social y de la ciencia misma. Puede enseñarnos a ser responsables al emitir una opinión, a fundamentarla en y con datos empíricos. La epistemología puede servirnos de introducción a los estudios científicos.
La epistemología puede ser muchas cosas…
Pero ya es momento de dejar los preámbulos, abandonar el terreno de las promesas y poner manos a la obra.
En esta clase y en la siguiente, daremos respuesta a la pregunta: ¿Qué es la epistemología?
Para responder a este interrogante será preciso responder a otra cuestión, ¿qué es la ciencia?, cuya respuesta nos obligará a chapotear un poco en el océano de la historia. Sólo después de este recorrido estaremos en condiciones de formular una definición provisional de la epistemología.

Comencemos.
La ciencia es un fenómeno muy reciente en términos históricos. La prehistoria humana abarca varios millones de años. La agricultura, que posibilitó la vida sedentaria en aldeas, se remonta a unos 10000 años. La ciencia data de tiempos muy posteriores. Los primeros rudimentos de una matemática y una astronomía más o menos sistemáticas surgieron, a la par de la escritura, en Egipto, Sumeria, China e India. Su antigüedad no se remonta más allá de los 5000 años. En Grecia, la filosofía surgió como actividad separada entre el 600-500 a. C., es decir, hace unos 2600 años. Por último, la ciencia moderna no tiene más de 500 años de antigüedad, si se toma como punto de partida la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII.
Sea cual sea la fecha que tomemos para situar el origen de la ciencia, no cabe duda que la especie humana careció durante la mayor parte de su historia del conocimiento científico.
Los seres humanos realizaron muchos descubrimientos trascendentales, que cambiaron completamente su existencia, mucho antes de la aparición de la ciencia. El fuego, la agricultura, la domesticación de los animales, la metalurgia, por mencionar algunos de los más importantes, fueron producto de mujeres y hombres que no cursaron estudios universitarios. De hecho, estas personas fueron elaborando, a lo largo de milenios, los procedimientos que luego se utilizaron en la investigación científica: observación, ensayo y error, experimentación.
Los seres humanos consiguen todo lo que necesitan para vivir por medio del trabajo. La satisfacción de sus necesidades los obliga a transformar la naturaleza, utilizando herramientas para ello. A diferencia de otros animales, nuestra especie carece de armas naturales (colmillos, garras, etc.) que le permitan obtener su sustento. De ahí que nos vemos obligados a producir lo que necesitamos. Por eso el proceso de trabajo juega un papel fundamental en toda sociedad.
Los seres humanos somos animales sociales. No podemos vivir aislados. Nuestra existencia requiere necesariamente el establecimiento de relaciones con otros seres humanos. Por ende, el trabajo es un proceso colectivo. En el marco del proceso de producción de su existencia, las personas desarrollaron el lenguaje, que aceleró el proceso de transmisión intergeneracional de los saberes adquiridos en dicho proceso.
La combinación del proceso de trabajo, lenguaje y transmisión de conocimiento hizo que los seres humanos dejaran de estar sometidos a las fuerzas naturales, como ocurre con el resto de los animales. La especie humana transformó (y transforma constantemente) mediante el trabajo el medio en que vive, modificándolo en función de sus necesidades. La cultura desplazó al instinto. El desarrollo de la escritura aceleró el proceso de acumulación de conocimientos. Surgió el libro y con él la posibilidad de establecer un diálogo a distancia, ya sea con el pasado y/o con lugares geográficos distantes.
Durante todo este período el conocimiento asumió la forma del saber cotidiano de cazadores, recolectores, agricultores, pastores, alfareros, herreros, etc. Sus esfuerzos anónimos, animados por el impulso de sobrevivir, posibilitaron los sucesivos saltos en el desarrollo de las fuerzas productivas (por ejemplo, el fuego).
La agricultura y la domesticación de animales permitieron que los seres humanos contaran por primera vez en su historia con excedentes de alimentos y materias primas. Pero los frutos de estos logros no se repartieron en forma igualitaria entre todos los miembros de la sociedad. Una minoría acaparó el excedente y lo utilizó para enriquecerse mediante el establecimiento de la propiedad privada. La mayoría, despojada de la propiedad, quedó condenada a trabajar para vivir. Surgió el Estado, cuya función consistió en asegurar y perpetuar la dominación de la minoría sobre la mayoría. Llegamos así al momento de la historia en que podemos hablar de clases sociales y de lucha de clases.
La división de la sociedad en clases sociales, y la consiguiente explotación de una clase por otra, es la condición de posibilidad para la aparición y el desarrollo del conocimiento científico. Sólo la clase dominante dispone del ocio necesario para desarrollar el pensamiento abstracto.
En este punto del desarrollo de la exposición estamos en condiciones de decir algunas cosas sobre el conocimiento científico:
a)   No es la única forma de conocimiento. Existen otras, como el saber cotidiano; 
b)   Está ligado desde sus orígenes al poder.
c)   Requiere del desarrollo de las fuerzas productivas (y, a su vez, potencia ese desarrollo).
d)   Es el resultado de una actividad social y no la creación de algunos genios. [2]
El verdadero desarrollo del pensamiento científico se dio a partir del siglo XVI, momento en el que ciencias como la física iniciaron un desarrollo sostenido que llega hasta nuestros días. En el transcurso de poco más de cien años, durante la llamada Revolución Científica [3], se modificó radicalmente nuestra imagen de la Tierra y del universo. El mundo dejó de estar gobernado por los dioses y pasó a estar regido por las leyes de la física (el ejemplo más notorio es el de la ley de gravedad). Las palabras fueron cediendo el lugar a los números y a las fórmulas.
Aquí no nos interesa describir el desarrollo de la ciencia moderna. A los fines del curso es preciso concentrar nuestra atención en los cambios sociales que permitieron y favorecieron el extraordinario desarrollo del pensamiento científico. Es necesario hablar de capitalismo, la forma de organización social en la que vivimos.
La ciencia moderna creció al calor de la transformación más radical experimentada por la humanidad en toda su historia. Durante milenios la sociedad estuvo liderada por una clase dominante conformada por nobles y clérigos, que vivía de apropiarse el excedente de la producción de los campesinos, quienes constituían la abrumadora mayoría de la población. La nobleza no se preocupaba por introducir mejoras técnicas en la producción, pues desdeñaban el trabajo, considerado una actividad propia de seres inferiores. Los campesinos, obligados a entregar el excedente de lo que producían, no tenían ningún incentivo para mejorar la producción.
La situación cambió entre los siglos XV y XVI. No nos interesan los detalles históricos, que harían muy extensa esta exposición. Basta decir que parte de la clase dominante comenzó a producir para el mercado utilizando trabajo asalariado. En un proceso que duró varios siglos se desarrollaron una nueva clase dominante, la burguesía, y una nueva clase trabajadora, los trabajadores asalariados. La burguesía basó su poder en la propiedad privada de los medios de producción (tierras, fábricas, etc.). La clase obrera, desprovista de dichos medios, se vio obligada a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario.
La burguesía es la primera clase dominante de la historia interesada en el crecimiento de las fuerzas productivas del trabajo. Mientras que la nobleza se limitaba a apropiarse el excedente producido por los campesinos sin modificar las técnicas de producción, la burguesía está obligada a revolucionar de manera incesante las técnicas y la organización de la producción. [4]
Los empresarios no pagan a los trabajadores el valor total producido por el trabajo de éstos. Si así fuera, nadie sería capitalista. Los empresarios producen para obtener una ganancia.
¿De dónde sale la ganancia de los empresarios?
Tomemos una jornada laboral de 8 horas. Supongamos que el salario de un trabajador vale 4 horas (es decir, el equivalente al valor producido en 4 horas). Esto significa que esas 4 horas pagan los bienes necesarios para la reproducción diaria del trabajador y su familia. De manera que el trabajador se paga a sí mismo su salario. Durante las 4 horas restantes de su jornada laboral, el trabajador trabaja gratis para el capitalista. El valor producido durante esas 4 horas constituye la plusvalía, la base de la ganancia de los empresarios.
El esquema que hemos esbozado permite entender las razones por las que el capitalismo promovió el desarrollo de la ciencia y la tecnología. La necesidad de obtener más plusvalía y la competencia con otros capitalistas llevan a introducir innovaciones que abaratan la producción (con precios más bajos, a igual calidad, se gana en la competencia) y reducen la capacidad de resistencia de los trabajadores (las máquinas expulsan trabajadores del proceso productivo y permiten reducir salarios). A todo esto hay que agregarle la avidez de los empresarios por nuevas materias primas, nuevas tecnología, etc.
Todo esto tiende a profundizar la depredación de la naturaleza. La modificación del medio por la producción, que permite el desarrollo de la especie humana, termina siendo un bumerán que pone en peligro nuestra existencia como especie.
El capitalismo generó un clima favorable a la ciencia y la tecnología. Eso es indiscutible. Pero lo hace en la medida en que la ciencia y la tecnología se convirtieron en fuerzas al servicio del capital. La ciencia moderna formuló leyes que se aplican a los rincones más alejados del universo, pero está sometida por múltiples lazos a las leyes de la producción capitalista. Esta formulación nos será útil al momento de discutir el problema de la objetividad.
Hemos hablado hasta aquí de los cambios sociales que permitieron el surgimiento y la expansión de la ciencia moderna. En la clase siguiente pondremos la atención en las transformaciones del pensamiento, en especial, en el modo en que la filosofía procesó esos cambios.

Villa del Parque, miércoles 1 de abril de 2020

NOTAS:
[1] Me refiero aquí a las ciencias naturales (la física, la astronomía, la biología, etc.). Para profundizar en el tema, pueden consultar la distinción entre ciencias formales y ciencias fácticas (que incluyen ciencias naturales y ciencias sociales) en Pardo, R. (2012), “La invención de la ciencia: La constitución de la cultura occidental a través del conocimiento científico”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edits.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos.
[2] Con esta afirmación no queremos negar la genialidad de los grandes científicos (¿acaso es posible negar el papel revolucionario de un Galileo o de un Newton en la física?), sino ponerlo en su contexto social e histórico. Las ideas científicas no florecen en cualquier época. Por ejemplo, Darwin habría sido quemado por hereje durante la Edad Media y su teoría condenada al olvido. Más adelante volveremos sobre el problema de la historicidad de la ciencia, que es tratado en Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La concepción heredada y la ciencia como producto”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edits.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos.
[3] Se considera que la Revolución Científica se inicia en 1543 con la publicación del libro de Copérnico, De revolutionibus orbium coelestium (Sobre las revoluciones de las esferas celestes), y culmina con la publicación de la obra de Newton, Philosophiae naturalis principia mathematica (Principios matemáticos de filosofía natural) en 1687.
[4] “La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por consiguiente, las relacionas de producción, y con ello todas las relaciones sociales. La conservación del antiguo modo de producción era, por el contrario, la primera condición de existencia de todas las clases industriales precedentes. Una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, un movimiento y una inseguridad constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores. Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas admitidas y veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas antes de haber podido osificarse. Todo lo sólido se desvanece en el aire: todo lo sagrado es profanado.” (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del partido comunista, Buenos Aires, Anteo, 1986, p. 38-39).

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