Sistema,
poeta, sistema.
Empieza
por contar las piedras,
luego
contarás las estrellas.
León
Felipe (1884-1968), poeta español
Bienvenidas
y bienvenidos al curso de Epistemología de las Ciencias Sociales.
Ante todo deseo comenzar diciendo que me gustaría compartir el espacio del aula tradicional y poder dialogar, discutir, reírme y
enojarme con ustedes, pero eso es imposible en las condiciones actuales.
Antes
de empezar la exposición quiero decir algunas cosas. Nada reemplaza a la clase
presencial. La producción y transmisión de conocimiento requieren de
espacios colectivos, del diálogo, de la discusión, de la crítica. El intercambio
cara a cara en el aula es el instrumento privilegiado de esa producción. Lamentablemente estaremos privados de él por un largo tiempo. Es por
ello que pido disculpas por adelantado por todas las falencias que tendrá este curso,
originadas en parte por la situación, pero también por las carencias del
profesor.
La
situación peculiar en que se desenvolverá la cursada requiere de un esfuerzo
especial de ustedes y de mí. Yo me encargaré de redactar una por una las clases
del curso, siguiendo un cronograma que enviaré oportunamente por correo
electrónico y que seguirá lo propuesto en el programa de la materia. También
enviaré las lecturas de la asignatura, con una guía de preguntas para cada una
de ellas. Ustedes, por su parte, tienen que esforzarse por seguir las clases y
las lecturas en el orden solicitado, planteando todas las dificultades y dudas
que vayan surgiendo. Utilizaremos el aula virtual que nos proporciona la Universidad . Las instancias
evaluatorias (los parciales) serán domiciliarios.
Respecto
al texto de las clases: he procurado que sean lo más parecidas posibles a la
exposición oral. No lo logré y seguramente no lo lograré en las clases
posteriores; me falta la presencia de ustedes, motivador imprescindible para
los profesores. En el texto hay palabras en negrita. Si bien están explicadas
en la exposición, el objetivo es armar un glosario con ellas, pues se trata de
términos fundamentales en el ámbito de las ciencias sociales. Este glosario
será elaborado a lo largo de la cursada. Por último, cada clase tiene una serie
de notas, que se encuentran al final del texto y que cumplen la función de
precisar algunos contenidos que no fueron elaborados en la exposición. Muchas
de ellas remitirán a textos que figuran en la bibliografía obligatoria del
curso, pero también a otros que no son trabajados en la materia y que constituyen obras fundamentales en el
ámbito de las ciencias sociales. Además de las clases escritas, habrá clases "virtuales" (la palabra me parece detestable) en la plataforma que nos resulte más conveniente a todos. Estas últimas clases servirán de complemento a las clases escritas y permitirán reforzar el aprendizaje de los contenidos.
Para
terminar esta especie de prólogo, que ya debe aburrirlos en demasía, diré una cosa más: más allá de los problemas, los envidio profundamente.
Ustedes están comenzando un camino fascinante, el de la ciencia, y los primeros
pasos son irrepetibles. Ojalá pueda acompañarlos de manera que les resulte
provechosa. Les deseo la mejor de las suertes.
Vivimos
en una sociedad marcada a fuego por la ciencia
y la tecnología. Este curso, que
iniciamos en condiciones tan excepcionales, sería imposible sin contar con
dispositivos informáticos. Sin embargo, por lo general desconocemos
completamente cómo funcionan los artefactos tecnológicos que utilizamos a
diario.
Veamos,
por ejemplo, el caso de la computadora en la que usted está leyendo esta clase.
Usted y yo sabemos prenderla y apagarla, operar los comandos del Word, enviar
mensajes por correo electrónico, interactuar en una o varias redes sociales.
Pero no sabemos nada (o casi) de cómo funciona la computadora. Ignoramos los
principios físicos que están detrás de su funcionamiento. Sabemos que la
computadora anda si está enchufada a un tomacorriente (algo que, por cierto, se
vuelve obvio cada vez que se corta la luz), pero desconocemos qué es la
electricidad. Lo mismo vale para cada uno de los programas que emplea la
computadora. Como dijimos, sabemos usar el Word, pero no sabemos nada del
lenguaje de programación, ni de las leyes lógicas implicadas en él.
Resulta
innecesario multiplicar los ejemplos. Nuestras vidas serían muy diferentes sin
la tecnología moderna; nuestro mundo está moldeado por ella. Pero la inmensa
mayoría de nosotros no va más allá de usar los artefactos tecnológicos. Ni
hablar de la ciencia [1], de la que conocemos poco más de lo aprendido en la
escuela primaria y secundaria.
En
nuestra sociedad, la ciencia y la tecnología se han transformado en fuerzas
económicas. Los gobiernos invierten en ellas como medio para lograr el
desarrollo económico. Las empresas de distintos países compiten entre sí
defendiendo patentes y propiedad intelectual. La ciencia es una mercancía que
se compra y se vende en el mercado.
En
otras épocas históricas muy pocas personas se dedicaban a la ciencia. Lejos de
ser considerada un trabajo o una profesión, la investigación científica era
practicada por aquellos que tenían ansias de saber y disfrutaban del ocio. En
nuestros días, en cambio, muchas personas en todo el planeta se dedican a la
ciencia y obtienen de ella su sustento. En la ciencia, como en el resto de las
actividades humanas, opera la división
del trabajo y esto se refleja en la estructura del sistema universitario.
Se ha incrementado el número de carreras científicas y de especializaciones.
Se da, pues, la
paradoja de una sociedad que depende de la ciencia y la tecnología hasta en los
mínimos detalles y que, no obstante, desconoce profundamente las cuestiones
científicas. Dicha paradoja, más la mercantilización del conocimiento y la proliferación de
disciplinas científicas (y la profundización de le especialización) son
algunas de las cuestiones que serán abordadas en este curso de Epistemología.
Se trata, por cierto, de una enumeración desordenada y no exhaustiva, que sólo pretende dar
cuenta de la vastedad de temáticas que incluye la materia.
No
es para nada habitual usar la palabra epistemología
en la vida cotidiana. Si le mencionamos el término a otra persona, ésta
probablemente la relacione con algo abstracto, con reflexiones que nada tienen
que ver con la realidad cotidiana. En este curso intentaremos demostrar que
esta opinión, tan difundida, es errónea y que se basa en prejuicios.
La
reflexión sobre el conocimiento científico (de eso trata, a grandes rasgos, la
epistemología) es una reflexión sobre nuestra práctica de todos los días, sobre
el poder, sobre nuestra organización social. Limitarla a una tarea académica,
circunscrita al terreno de la filosofía y/o de las ciencias sociales, priva a
la mayoría de la población de los elementos necesarios para pensar (y
transformar) su realidad. Implica aceptar la desigualdad social, una de cuyas
expresiones es la división entre “los que saben” y “los que no saben”.
La
epistemología puede ser la llave para desarrollar una concepción crítica acerca
de nuestra organización social y de la ciencia misma. Puede enseñarnos a ser
responsables al emitir una opinión, a fundamentarla en y con datos empíricos.
La epistemología puede servirnos de introducción a los estudios científicos.
La
epistemología puede ser muchas cosas…
Pero
ya es momento de dejar los preámbulos, abandonar el terreno de las promesas y
poner manos a la obra.
En
esta clase y en la siguiente, daremos respuesta a la pregunta: ¿Qué es la
epistemología?
Para
responder a este interrogante será preciso responder a otra cuestión, ¿qué es
la ciencia?, cuya respuesta nos obligará a chapotear un poco en el océano de la
historia. Sólo después de este recorrido estaremos en condiciones de formular
una definición provisional de la epistemología.
Comencemos.
La
ciencia es un fenómeno muy reciente en términos históricos. La prehistoria
humana abarca varios millones de años. La agricultura, que posibilitó la vida
sedentaria en aldeas, se remonta a unos 10000 años. La ciencia data de tiempos
muy posteriores. Los primeros rudimentos de una matemática y una astronomía más
o menos sistemáticas surgieron, a la par de la escritura, en Egipto, Sumeria,
China e India. Su antigüedad no se remonta más allá de los 5000 años. En
Grecia, la filosofía surgió como actividad separada entre el 600-500 a. C., es
decir, hace unos 2600 años. Por último, la ciencia moderna no tiene más de 500
años de antigüedad, si se toma como punto de partida la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII.
Sea
cual sea la fecha que tomemos para situar el origen de la ciencia, no cabe duda
que la especie humana careció durante la mayor parte de su historia del
conocimiento científico.
Los
seres humanos realizaron muchos descubrimientos trascendentales, que cambiaron
completamente su existencia, mucho antes de la aparición de la ciencia. El
fuego, la agricultura, la domesticación de los animales, la metalurgia, por
mencionar algunos de los más importantes, fueron producto de mujeres y hombres
que no cursaron estudios universitarios. De hecho, estas personas fueron
elaborando, a lo largo de milenios, los procedimientos que luego se utilizaron
en la investigación científica: observación, ensayo y error, experimentación.
Los
seres humanos consiguen todo lo que necesitan para vivir por medio del trabajo.
La satisfacción de sus necesidades los obliga a transformar la naturaleza,
utilizando herramientas para ello. A diferencia de otros animales, nuestra
especie carece de armas naturales (colmillos, garras, etc.) que le permitan
obtener su sustento. De ahí que nos vemos obligados a producir lo que
necesitamos. Por eso el proceso de
trabajo juega un papel fundamental en toda sociedad.
Los
seres humanos somos animales sociales. No podemos vivir aislados. Nuestra
existencia requiere necesariamente el establecimiento de relaciones con otros
seres humanos. Por ende, el trabajo es un proceso colectivo. En el marco del
proceso de producción de su existencia, las personas desarrollaron el lenguaje,
que aceleró el proceso de transmisión intergeneracional de los saberes
adquiridos en dicho proceso.
La
combinación del proceso de trabajo, lenguaje y transmisión de conocimiento hizo
que los seres humanos dejaran de estar sometidos a las fuerzas naturales, como
ocurre con el resto de los animales. La especie humana transformó (y transforma
constantemente) mediante el trabajo el medio en que vive, modificándolo en
función de sus necesidades. La cultura
desplazó al instinto. El desarrollo de la escritura aceleró el proceso de
acumulación de conocimientos. Surgió el libro y con él la posibilidad de
establecer un diálogo a distancia, ya sea con el pasado y/o con lugares
geográficos distantes.
Durante
todo este período el conocimiento asumió la forma del saber cotidiano de cazadores, recolectores, agricultores, pastores,
alfareros, herreros, etc. Sus esfuerzos anónimos, animados por el impulso de
sobrevivir, posibilitaron los sucesivos saltos en el desarrollo de las fuerzas productivas (por ejemplo, el
fuego).
La
agricultura y la domesticación de animales permitieron que los seres humanos
contaran por primera vez en su historia con excedentes de alimentos y materias
primas. Pero los frutos de estos logros no se repartieron en forma igualitaria
entre todos los miembros de la sociedad. Una minoría acaparó el excedente y lo
utilizó para enriquecerse mediante el establecimiento de la propiedad privada. La mayoría,
despojada de la propiedad, quedó condenada a trabajar para vivir. Surgió el Estado, cuya función consistió en
asegurar y perpetuar la dominación de la minoría sobre la mayoría. Llegamos así
al momento de la historia en que podemos hablar de clases sociales y de lucha de clases.
La división de la sociedad en clases
sociales, y la consiguiente explotación de una clase por otra, es la condición
de posibilidad para la aparición y el desarrollo del conocimiento científico.
Sólo la clase dominante dispone del ocio necesario para desarrollar el
pensamiento abstracto.
En
este punto del desarrollo de la exposición estamos en condiciones de decir
algunas cosas sobre el conocimiento científico:
a) No es la única
forma de conocimiento. Existen otras, como el saber cotidiano;
b) Está ligado desde
sus orígenes al poder.
c) Requiere del
desarrollo de las fuerzas productivas (y, a su vez, potencia ese desarrollo).
d) Es el resultado de
una actividad social y no la creación de algunos genios. [2]
El
verdadero desarrollo del pensamiento científico se dio a partir del siglo XVI,
momento en el que ciencias como la física iniciaron un desarrollo sostenido que
llega hasta nuestros días. En el transcurso de poco más de cien años, durante
la llamada Revolución Científica [3], se modificó radicalmente nuestra imagen
de la Tierra y del universo. El mundo dejó de estar gobernado por los dioses y
pasó a estar regido por las leyes de la física (el ejemplo más notorio es el de
la ley de gravedad). Las palabras fueron cediendo el lugar a los números y a
las fórmulas.
Aquí
no nos interesa describir el desarrollo de la ciencia moderna. A los fines del
curso es preciso concentrar nuestra atención en los cambios sociales que
permitieron y favorecieron el extraordinario desarrollo del pensamiento
científico. Es necesario hablar de capitalismo,
la forma de organización social en la que vivimos.
La
ciencia moderna creció al calor de la transformación más radical experimentada
por la humanidad en toda su historia. Durante milenios la sociedad estuvo
liderada por una clase dominante conformada por nobles y clérigos, que vivía de
apropiarse el excedente de la producción de los campesinos, quienes constituían la
abrumadora mayoría de la población. La nobleza no se preocupaba por introducir
mejoras técnicas en la producción, pues desdeñaban el trabajo, considerado una
actividad propia de seres inferiores. Los campesinos, obligados a entregar el
excedente de lo que producían, no tenían ningún incentivo para mejorar la
producción.
La
situación cambió entre los siglos XV y XVI. No nos interesan los detalles
históricos, que harían muy extensa esta exposición. Basta decir que parte de la
clase dominante comenzó a producir para el mercado utilizando trabajo
asalariado. En un proceso que duró varios siglos se desarrollaron una nueva
clase dominante, la burguesía, y una nueva clase trabajadora, los trabajadores
asalariados. La burguesía basó su poder en la propiedad privada de los medios
de producción (tierras, fábricas, etc.). La clase obrera, desprovista de dichos
medios, se vio obligada a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario.
La
burguesía es la primera clase dominante de la historia interesada en el
crecimiento de las fuerzas productivas del trabajo. Mientras que la nobleza se
limitaba a apropiarse el excedente producido por los campesinos sin modificar
las técnicas de producción, la burguesía está obligada a revolucionar de manera
incesante las técnicas y la organización de la producción. [4]
Los
empresarios no pagan a los trabajadores el valor total producido por el trabajo
de éstos. Si así fuera, nadie sería capitalista. Los empresarios producen para
obtener una ganancia.
¿De
dónde sale la ganancia de los empresarios?
Tomemos
una jornada laboral de 8 horas. Supongamos que el salario de un trabajador vale
4 horas (es decir, el equivalente al valor producido en 4 horas). Esto
significa que esas 4 horas pagan los bienes necesarios para la reproducción
diaria del trabajador y su familia. De manera que el trabajador se paga a sí
mismo su salario. Durante las 4 horas restantes de su jornada laboral, el
trabajador trabaja gratis para el capitalista. El valor producido durante esas
4 horas constituye la plusvalía, la
base de la ganancia de los empresarios.
El
esquema que hemos esbozado permite entender las razones por las que el
capitalismo promovió el desarrollo de la ciencia y la tecnología. La necesidad
de obtener más plusvalía y la competencia con otros capitalistas llevan a
introducir innovaciones que abaratan la producción (con precios más bajos, a
igual calidad, se gana en la competencia) y reducen la capacidad de resistencia
de los trabajadores (las máquinas expulsan trabajadores del proceso productivo
y permiten reducir salarios). A todo esto hay que agregarle la avidez de los
empresarios por nuevas materias primas, nuevas tecnología, etc.
Todo
esto tiende a profundizar la depredación de la naturaleza. La modificación del
medio por la producción, que permite el desarrollo de la especie humana,
termina siendo un bumerán que pone en peligro nuestra existencia como especie.
El
capitalismo generó un clima favorable a la ciencia y la tecnología. Eso es
indiscutible. Pero lo hace en la medida en que la ciencia y la tecnología se
convirtieron en fuerzas al servicio del capital. La ciencia moderna formuló
leyes que se aplican a los rincones más alejados del universo, pero está
sometida por múltiples lazos a las leyes de la producción capitalista. Esta
formulación nos será útil al momento de discutir el problema de la objetividad.
Hemos
hablado hasta aquí de los cambios sociales que permitieron el surgimiento y la
expansión de la ciencia moderna. En la clase siguiente pondremos la atención en
las transformaciones del pensamiento, en especial, en el modo en que la
filosofía procesó esos cambios.
Villa del Parque, miércoles 1 de abril de 2020
NOTAS:
[1]
Me refiero aquí a las ciencias naturales (la física, la astronomía, la
biología, etc.). Para profundizar en el tema, pueden consultar la distinción
entre ciencias formales y ciencias fácticas (que incluyen ciencias naturales y
ciencias sociales) en Pardo, R. (2012),
“La invención de la ciencia: La constitución de la cultura occidental a través
del conocimiento científico”, en Palma,
H. y Pardo, R. (edits.) (2012), Epistemología
de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones
científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos.
[2]
Con esta afirmación no queremos negar la genialidad de los grandes científicos
(¿acaso es posible negar el papel revolucionario de un Galileo o de un Newton
en la física?), sino ponerlo en su contexto social e histórico. Las ideas
científicas no florecen en cualquier época. Por ejemplo, Darwin habría sido
quemado por hereje durante la Edad Media y su teoría condenada al olvido. Más
adelante volveremos sobre el problema de la historicidad de la ciencia, que es
tratado en Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La
concepción heredada y la ciencia como producto”, en Palma, H. y Pardo, R. (edits.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales.
Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social,
Buenos Aires, Biblos.
[3] Se considera que la Revolución Científica se
inicia en 1543 con la publicación del libro de Copérnico, De revolutionibus orbium coelestium (Sobre
las revoluciones de las esferas celestes), y culmina con la publicación de la obra de Newton, Philosophiae
naturalis principia mathematica (Principios matemáticos de filosofía natural) en 1687.
[4] “La
burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los
instrumentos de producción y, por consiguiente, las relacionas de producción, y
con ello todas las relaciones sociales. La conservación del antiguo modo de
producción era, por el contrario, la primera condición de existencia de todas
las clases industriales precedentes. Una revolución continua en la producción,
una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, un movimiento y una
inseguridad constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores.
Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de
ideas admitidas y veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen
añejas antes de haber podido osificarse. Todo lo sólido se desvanece en el
aire: todo lo sagrado es profanado.” (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del partido comunista, Buenos Aires, Anteo, 1986, p.
38-39).
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