Quien escribe esta nota lo
hace con dolor. Mis abuelos maternos, mis padres, mis tíos, mis primos, fueron
defensores de la Revolución Cubana; en el caso de mis abuelos, desde sus mismos
comienzos, cuando Fidel, el Che y Camilo eran unos personajes semilegendarios
que combatían en la mítica Sierra Maestra. De ahí que autor escriba estas
líneas con rabia.
El acercamiento diplomático
entre los EE. UU. y Cuba marca la clausura formal de la Revolución Cubana.
Formal, porque la finalización real de la Revolución se dio hace ya mucho tiempo. En este sentido,
el acuerdo es un hito más en el proceso contrarrevolucionario que conduce con
paso lento pero seguro a la restauración plena del capitalismo en la isla. Lejos
de ser un triunfo del pueblo cubano, expresa de modo desembozado la
capitulación de la burocracia gobernante frente al capitalismo.
Este artículo no pretende
historiar el proceso mencionado en el párrafo anterior; por eso, voy a limitarme a esbozar sus rasgos
fundamentales, a sabiendas de que el cuadro es forzosamente incompleto. En
principio, corresponde hacer una aclaración. Es habitual atribuir el fracaso
y/o las taras de la Revolución Cubana a los efectos del embargo llevado
adelante por EE. UU. Dicho de otro modo, fue el imperialismo yanqui quien puso
en jaque a la Revolución. Sin negar la influencia del embargo (para nada es un
tema menor), hay que señalar que se trata de una manera simplista de abordar la
cuestión. Muchos capitalistas norteamericanos vienen afirmando que, lejos de
debilitar al régimen cubano, el embargo lo fortalece y mejora la posición de
las empresas de otros países que pugnan por apropiarse los diferentes mercados
de la isla. Por otra parte, la presión constante de varios gobiernos
estadounidenses sobre Cuba (sabotajes, propaganda anticubana, financiamiento a
grupos opositores, etc.), reforzó al régimen, pues permitió a éste jugar a pleno
la carta del nacionalismo. Atribuir la crisis o las crisis de la Revolución a
la presión del imperialismo es una solución fácil que, como todas las
soluciones fáciles, deja al margen lo principal.
Para explicar la clausura de
la Revolución es preciso dar cuenta de los procesos internos que llevaron a esa
situación. No basta mentar al imperialismo como un conejo que puede ser sacado
todo el tiempo de la galera. La Revolución Cubana fue, entre otras cosas, una
gigantesca movilización popular, en la que jugaron un papel fundamental los campesinos.
La profundidad de la Reforma Agraria pagó con creces el apoyo de los campesinos
a la Revolución y se convirtió en uno de los baluartes más sólidos del régimen.
La derrota de la dictadura de Batista, por otra parte, se tradujo en una etapa
de libertades democráticas como nunca había experimentado la isla. Reforma
agraria más libertades democráticas, he aquí el programa inicial de la Revolución
Cubana que, en estos términos, no puede considerarse de carácter socialista. El
avance hacia el socialismo llegó después, como consecuencia de la acción de una
parte de la dirigencia revolucionaria y de la necesidad objetiva de apoyo
económico a partir de las presiones crecientes de los EE. UU. En este marco, la
alianza con la U.R.S.S., producto de las necesidades de supervivencia de la
Revolución, puso límites muy estrechos al avance de ésta. Al implantar métodos
estalinistas de gestión económica, la política económica revolucionaria
suprimió paulatinamente la posibilidad de que los trabajadores participaran en
la toma de decisiones en la producción. Al reforzar el estatismo, fortaleció la
posición rectora de la burocracia revolucionaria, que pasó a ser la clase
dominante en la sociedad cubana. Es verdad que se trataba de un sector social
que carecía de propiedad privada de los medios de producción (éstos pertenecían
al Estado), pero su influencia sobre el proceso económico era inmensa.
El desarrollo de la
burocracia se dio de la mano con otro proceso, mucho más lento y subterráneo,
que fue horadando a la sociedad revolucionaria. En Cuba, la circulación
mercantil jamás fue suprimida por completo. De hecho, a medida que se producía
un deterioro en la capacidad económica de la isla (esto fue especialmente
notorio a partir de la caída de la U.R.S.S.), el régimen cubano se vio obligado
a recurrir a mecanismos de mercado para garantizar, por ejemplo, el
abastecimiento de alimentos a las ciudades. Como es sabido, la producción
mercantil no es gratis en término de sus efectos sociales. Su mera existencia
posibilita el desarrollo de una acumulación desigual de riqueza, en beneficio
de aquellos que tienen un mejor punto de arranque (por ejemplo, la diferencia
entre un campesino que posee un buey para tirar del arado y otro que debe
hacerlo con sus brazos). Esto, sumado a la existencia de la burocracia mencionada
en el párrafo anterior, genera un sinfín de posibilidades de acumulación
desigual de riqueza. Es verdad que esta acumulación tropieza con dificultades
objetivas como, por ejemplo, un régimen jurídico que no contempla la propiedad
privada de la tierra ni de los medios de producción; no obstante, estos límites
tienden a ser eliminados por el régimen.
El mercado mundial fue otro
factor central en la erosión paulatina de la Revolución. No es novedad que Cuba
posee una economía que requiere de importaciones para poder subsistir. Ahora
bien, el mercado mundial funciona siguiendo la ley del valor, esto es, los
productos se cambian por sus equivalentes en valor. De ahí que exista una
tendencia a uniformar las condiciones de producción en los distintos países. Si
un país se decide a jugar en el mercado mundial (cosa inevitable, por cierto),
debe aceptar las reglas de juego. Es verdad que en Cuba la inmensa mayoría de
los trabajadores son empleados del Estado y que, en muchísimos casos, reciben
una paga (exigua) por no hacer nada. Esta situación, lejos de ser un logro del
socialismo, expresa el grado de descomposición de la economía cubana. Pero en
los sectores donde se ha permitido la inversión extranjera (por ejemplo, la
hotelería), las reglas de juego del capital han comenzado a implantarse,
generando una fuerte presión para modificar la legislación laboral cubana.
Además, la necesidad de obtener divisas para pagar las importaciones en el
mercado mundial, ha hecho que el gobierno cubano sea especialmente permisivo
con las actividades que generan dichas divisas (entre ellas, la prostitución –
Cuba es probablemente uno de los prostíbulos a cielo abierto más grandes del
mundo -).
El turismo internacional ha
sido una de las puntas de lanza en la implantación de relaciones mercantiles en
la isla. Quienes trabajan en el sector turístico, ya sea directamente o como
proveedores de servicios para dicho sector, poseen un acceso privilegiado a las
divisas, la mercancía más deseada por la sociedad cubana. En un país donde la
libreta de abastecimiento garantiza el acceso a alimentos de pésima calidad, el
poseer unos pocos dólares hace la diferencia. Es difícil exagerar los efectos
disolventes de esta desigualdad en el acceso a las divisas. En Cuba se ven
personas que juntas hasta la última moneda cubana para poder comprar algo en
los desabastecidos mercados locales, en tanto que los que poseen divisas pueden
acceder a los bienes que se venden en las tiendas para turistas. La corrupción,
el delito, la pérdida de esperanzas en el futuro, prosperan en esta situación
que favorece la acentuación de la desigualdad social.
Todos estos factores
potencian el peso de la burocracia gobernante en la isla. Hace ya mucho tiempo
que el PC cubano eliminó las manifestaciones de disidencia en sus filas. En
este momento, el debate en su seno gira en torno a la vía elegida para retornar
plenamente al capitalismo, no sobre un giro socialista o cosa por el estilo. En
una economía devastada y en una sociedad donde cada vez más impera el sálvese
quien pueda (o quien tenga divisas en el bolsillo), la burocracia constituye el
único reaseguro de que las cosas funcionen mínimamente. Para ello recurre al
control policíaco y a la persecución de toda actividad independiente de la
población. El recurso al nacionalismo, al poner en la misma bolsa a quienes
pretenden defender las libertades democráticas con aquellos que promueven una
restauración capitalista, resulta especialmente efectivo.
En los párrafos anteriores
intenté demostrar cómo el proceso revolucionario cubano colapsó mucho más por
una combinación de factores internos y la acción del mercado mundial, que por
la intervención del imperialismo yanqui. Esto es difícil de percibir porque, en
nuestro país, como en tantos otros lugares, se ha forjado un mito de la
Revolución Cubana. Dicha imagen heroica obtura cualquier posibilidad de
análisis serio y, en los hechos, termina por ser un obstáculo a la comprensión
de la Revolución y a la elaboración de una política revolucionaria. El mito
deja de lado la cuestión de que el Estado y la burocracia ocuparon el lugar de
los trabajadores en la dirección del proceso revolucionario. Embellecer la
realidad no sirve a la causa revolucionaria.
Villa del Parque,
viernes 19 de diciembre de 2014
Estimado amigo: coincido en el análisis y estoy sintiendo la misma tristeza. Por lo que significó la Revolución Cubana, por el amor que uno siente por muchos de los que lucharon por darle vida hasta la victoria y siempre. Pero no pierdo la esperanza que siga siendo un ejemplo, aún en la derrota, como lo fue la URRS. Das en el clavo poniendo sobre el tapete la discusión central: como lograr la plena participación del proletariado en la planificación del proceso productivo, como lograr que la propiedad solidaria de los medios de producción no se traduzca en una desigualdad gracias al aparato burocrático o la instauración de un mercado solapado. Gracias Mayo... Habrá que seguir.
ResponderEliminarEstimados; han hecho un interesante análisis de la realidad cubana. considero que la critica realizada, es constructiva y , mas que nunca, necesaria! es imperioso replantearse la realidad cubana; y si la cuestionamos es porque la queremos, porque nos da esperanza, por eso es que tambien escribo con pesar. si cuba cae ante el capitalismo? que nos queda? donde anclaremos nuestros sueños? Necesitamos de esta tierra heroica! la necesitamos resurgiendo, cuestionándose, avanzando, necesitamos de la critica constructiva, necesitamos del tan anhelado hombre nuevo...
ResponderEliminarHola Ariel.
ResponderEliminarTe escribo por esas casualidades de la internet y porqué ni bien leí tu nota sobre Cuba no me resistí. El tema me interesa desde hace mucho tiempo, incluso antes de graduarme, ya que como bien sabrás, en la Facultad de Sociales es muy escueto el abordaje a la única Revolución Latinoamericana que triunfó.
Hay puntos en los cuales coincido y otros no, voy a poner énfasis en los últimos. En primer lugar, estoy convencido que la Revolución Cubana no fue, no es, ni puede ser socialista en un mundo capitalista, en esto creo que coinciden la mayoría. Juzgar las equivocaciones del proceso interno (y vaya si las hubo) como el más importante impedimento para construir un "socialismo" es cuanto menos injusto y ahistórico. Parto desde el análisis que entiende la Revolución como un proceso que se hizo en un mundo "ya existente", con una determinada geopolítica histórica, y que por ende, el triunfo revolucionario debió "entrar a la cancha" con esas reglas, tratando de no apartarse en lo más posible de los ideales que la empujaron. ¿Cómo se hubiera podido sostener una diminuta isla caribeña anclada a 150km de un imperio? ¿Cómo se hubieran podido realizar la expropiaciones y la reforma agraria sin nada que venderle a alguien que les quiera comprar? En fin, poner en contexto histórico no quiere decir justificar sus errores, sino penetrar en la inmensa red de complejidades donde se cruzan todas las relaciones de fuerza.
Con el tema del bloqueo, coincido en que no es para nada un tema menor, máxime cuando se trata de un país extremadamente pobre en términos de recursos naturales, lo que hace entre otras muchas cosas, una imposibilidad tangible de autoabastecerse. “Muchos capitalistas norteamericanos vienen afirmando, que lejos de debilitar al régimen cubano, el embargo los fortalece”: me interesaría saber cuál es esa teoría y sobre qué base se asienta. En mi opinión (el tema es muy amplio), basta con ver los estragos que hace el bloqueo con las importaciones de medicamentos. Si el embargo provocó un auge de las “banderas nacionalistas”, bueno, no es responsabilidad de la revolución (que claro está, siempre levantaron esos estandartes), sino del bloqueo. De todas formas, habría que desarrollar bien que tan perjudicial o beneficiario traen los ideales nacionalistas y solidarios. Nunca, en toda la historia, escuché a un dirigente del alto mando del gobierno cubano atribuir todos sus problemas al bloqueo, sí condenarlo terminantemente. Atribuir un fracaso o un problema a una sola causa es muy poco serio. Es mas o menos lo mismo que hicieron y hacen algunas corrientes trotskistas al atribuir el fracaso de la URSS al stalinismo como gran “hacedor de derrotas”, y no ver (o no querer ver) en el mismo trotskismo sus graves falencias para constituirse en una fuerza política suficientemente capaz convertirse en una alternativa al stalinismo. La Revolución Cubana no se considera “traicionada” por un bloqueo o por un imperio, pero como producto de una lucha que levantó ideales de justicia y de igualdad, se ve obligada a denunciar los atropellos y las injusticias, y el bloqueo es uno de los más terribles que pueden existir.
Sigue...
El punto de la “burocracia gobernante” que mencionas es neurálgico. La sociedad cubana no es plenamente igualitaria, conlleva en sí misma cierto grado de verticalidad en varios estratos. No voy a ponerme a analizar sus causas porque ameritan un desarrollo mucho más extenso, sólo decir lo siguiente: la participación de los trabajadores en las decisiones, ya sean de producción fabril, legislativa, y hasta judicial, es tan alta como imperfecta. Tendríamos que estudiar en detalle los anales de la historia y fijarnos en cuántos procesos históricos, un maestro, un campesino, un obrero, o un artista, han participado las Asambleas legislativas de su gobierno; Cuba puede dar fe de ello. Sin embargo, aún con las desigualdades existentes en la sociedad cubana, es todo un mérito haber alcanzado las bajas tasas de mortalidad infantil, su cobertura médica universal, o su desarrollo en materia educativa, sólo por mencionar los más famosos. ¿Cuántos países caribeños han podido siquiera acercarse a tales logros? ¿cómo se hubieran logrado sin una mejor distribución en cuanto a la toma de decisiones? Que Cuba es “uno de los mayores prostíbulos a cielo abierto” es una definición temeraria, o por lo menos, subjetiva.
ResponderEliminarFidel dijo hace un tiempo dos cosas: “No puede decirse que estemos construyendo el socialismo, sino más bien, estamos defendiendo las conquistas sagradas que hemos alcanzado”, y la otra, “esta revolución no puede ser destruida por factores externos, pero sí puede autodestruirse”. La primera resume muchas cosas, pero la más importante es: entender el proceso cubano en un mundo descomunalmente hostil. Pretender de Cuba un paraíso socialista trazado con la escuadra y el compás de los manuales es obturar la visión sobre un proceso tan apasionante como contradictorio. Los que se empaparon del mito cayeron en esa trampa, y por ello les duele ver una Cuba compleja. Considero en que no debemos buscar (sólo) en la tan famosa “burocracia revolucionaria castrista o stalinista” los errores de los “socialismos”, sino en la historia, en las relaciones de fuerza y de poder, que son las que en última instancia definen acontecimientos.
Saludos cordiales.
Germán.
Son muy coincidentes estas opiniones con la del Sr. Francisco Tudela, político peruano que analiza en este video el tema de las relaciones cubano-norteamericana.
ResponderEliminarhttp://cubanosporelmundo.com/2014/12/20/francisco-tudela-miseria-cuba-no-culpa-embargo-comunismo/
Respondo en el orden en que fueron formulados por los comentarios. José, coincido, habrá que seguir. Los dos puntos que destacás son centrales en mi artículo: sin participación plena de la clase trabajadora en la organización de la producción y sin una democracia obrera, que restrinja al mínimo las posibilidades de desarrollo de una burocracia, una Revolución Socialista deviene en una forma más de sometimiento y de explotación de los trabajadores. A esto hay que sumarle el hecho de que la producción mercantil, tarde o temprano, promueve la desigualdad social a través de la acumulación diferenciada. Un abrazo y felices fiestas, Ariel
ResponderEliminarHago un salto en el orden de los comentarios y paso a referirme al último de ellos, donde se compara mis opiniones con las del señor Tudela. Es conveniente señalar, una vez más, que las semejanzas entre dos posiciones pueden ser meramente formales y no hacer a la esencia de las mismas. Esto es tan viejo como el mundo y no habría que recordarlo. Dicho esto, trataré de ser breve. En mi nota se afirma que el bloqueo no es un tema menor, y que tuvo un peso significativo en el rumbo que tomó la política cubana. Pero se dice que hay, además, un proceso "endógeno", dado por el desarrollo paulatino de la circulación mercantil, la acumulación diferenciada de riqueza y los efectos del mercado mundial, sumados a la política de la burocracia cubana. En definitiva, es este proceso el que determina la clausura de la Revolución y el pasaje a una situación peculiar de transición al capitalismo. Por último, hablar de comunismo en Cuba es un disparate. Decir que el partido gobernante se denomina "comunista" no quiere decir que el régimen social sea comunista, por lo menos en el sentido que tiene el término comunista (propiedad colectiva de los medios de producción, enorme desarrollo de las fuerzas productivas, vigencia del principio de cada cual según su capacidad - a cada cual según su necesidad). Saludos,
ResponderEliminararticulo muy interesante sobre cuba y EEUU
ResponderEliminarMuchas gracias, Ricardo. Saludos,
ResponderEliminarAl Socialismo Feudal (no ha sido más que eso, en realidad, un socialismo de la familia Castro, régimen que le ha dado incluso para su propia fortuna personal multimillonaria) de Cuba, lo esta derrotando , lo esta retrocediendo (es una contra-revolución), la misma causa que hundió el auto-denominado Socialismo real de Rusia y países del Este Europeo. A saber, esa causa es y fue la falta de control y dominio de los trabajadores sobre sus medios de producción y, por añadidura, el control de su Estado. Sin control, sin propiedad real de los trabajadores sobre su Estado y medios de producción, estos acaban siempre privatizándose, vendidos.Y así, esas empresas vuelve a sus anteriores dueños: la propiedad privada. No sólo esta pasando en los países ex-socialistas, sino que sucede también, desde los años ochenta en los Estados del Bienestar europeos y otros. Sin propiedad no hay modo alguno a día de hoy de garantizar, consolidar y hacer perdurable ningún activo económico, y, por tanto,tampoco los derechos político, sociales, etc..
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