Pez López / Ariel Mayo
“¿Juré de rodillas en la sala capitular del Cabildo, que no iría más lejos
que mi propia sombra, que nunca diría ellos o nosotros?
Juré que la Revolución no sería un té servido a las cinco de la tarde.”
Andrés Rivera, La revolución es un
sueño eterno
El
acontecimiento político más significativo del año es el ascenso de la izquierda
clasista, cuya expresión más acabada es el FIT (Frente de Izquierda y los
Trabajadores). El golpe militar de 1976 clausuró el ciclo de ascenso
revolucionario iniciado con el Cordobazo (1969) y diezmó los cuadros de la
izquierda. Las características del régimen democrático iniciado en 1983 se
derivan directamente de esa derrota formidable del movimiento obrero y de la
izquierda. Por razones que no podemos desarrollar aquí, la izquierda clasista
fue incapaz de revertir la derrota en las tres décadas que siguieron a 1983; su
peso político se encontró reducido al mínimo, tanto en lo que respecta a su
influencia en el movimiento obrero como en resultados electorales. La
conformación del FIT fue el intento más importante para revertir esa tendencia;
los resultados electorales de 2013 confirmaron el acierto en la decisión de
conformarlo, pues por primera vez en décadas, la izquierda clasista obtuvo
representación parlamentaria, tanto a nivel nacional como provincial. En lo que
va de 2014, la izquierda ha tenido una acción relevante en los conflictos entre
capital y trabajo; en los paros generales llevados adelante en el año le cupo a
la misma llevar adelante la movilización y la acción en las calles, frente a la
pasividad de la burocracia sindical.
El 8 de
noviembre, convocado por el Partido Obrero, se realizó en el Luna Park el
Congreso del Movimiento Obrero y la Izquierda (CMOI). La concurrencia, muy
numerosa, reflejó el crecimiento, en términos cuantitativos y en influencia política,
de la izquierda clasista. Ahora bien, el análisis de las resoluciones del CMOI
no puede hacerse por separado del contexto político en que se llevó a cabo.
A lo
largo de este año, la crisis del modelo de acumulación instaurado por el
kirchnerismo en 2003 es innegable. Si bien el conjunto de la burguesía está de
acuerdo respecto al contenido del ajuste a implementar, no es así en la
cuestión referida al personal político que la llevara a cabo. Esta situación genera
tensiones, en parte por la magnitud del ajuste a realizar y la posible resistencia
de los trabajadores. Varios voceros de
la burguesía advirtieron sobre la naturaleza del ajuste a implementar:
Hugo
Moyano declaró: “el futuro
gobierno que venga, cualquiera sea, necesitará del respaldo de toda la sociedad
y no solamente del movimiento obrero, porque de acuerdo a cómo van las cosas,
va a tener que producir ajustes muy duros" (La Nación, 16/10/2014). Por su
parte, Joaquín Morales Solá afirmó: "¿Cambiarán las cosas con el próximo
gobierno? Seguro que sí. Ninguno de los candidatos actuales promueve la
continuidad de las manías kirchneristas. Otra cosa es el enorme conflicto
social que deberá enfrentar para cambiar las políticas y los números. Al
derroche económico se agregó en los últimos años el intenso desorden social y
laboral, concebido ya como un derecho definitivamente adquirido." (La
Nación, 9/11/2014).
La
crisis agudiza la desigualdad social, que no cedió durante “década ganada”,
aumentando la violencia en la sociedad. En este punto, cabe decir que, en
paralelo al ascenso de la izquierda clasista, el crecimiento de las tendencias
reaccionarias en nuestra sociedad, expresada en fenómenos tan disímiles como
los linchamientos de la primera parte del año y la demanda de “mano dura”
contra la delincuencia, fue abrumador. Estas tendencias fueron azuzadas por el
mismo kirchnerismo, a través del Secretario de Seguridad, Sergio Berni.
De esta
manera, el contexto en que se realizó el CMOI estuvo marcado no sólo por el
ascenso de la izquierda clasista, sino también por la presión hacia un mayor
ajuste, por la demanda de poner coto a las acciones del movimiento obrero, por
la difusión de ideas reaccionarias que achacan a los pobres y a los extranjeros
la responsabilidad por los males de la sociedad.
En este
marco, Fernando Rosso dedicó su artículo “El Partido Obrero en el Luna Park y
el discurso de Jorge Altamira” (La Izquierda Diario, 9/11/2014) a comentar el
CMOI. Se trata de un texto minado de falencias y de escueto análisis político,
sobre todo porque su objetivo fundamental no es el examen de las resoluciones
del CMOI o del discurso de Jorge Altamira, como dice el título de la nota, sino
promover las precandidaturas de varios dirigentes del PTS. De hecho, Rosso procede
en su artículo sin tomar en cuenta el contexto específico en el que se reunió
el CMOI. Esto hace que su artículo esté envuelto en cierto aire de irrealidad,
pues en un contexto de agudización de la lucha de clases, Rosso se concentra en
la “instalación” de la “figura” de un precandidato para el 2015, sin tomar en
cuenta que el momento exige de la izquierda clasista algo más que contar los
porotos para las elecciones del año próximo.
A
grandes rasgos y para sistematizar, el artículo gira en torno a dos equívocos
básicos.
El
primero, mencionado arriba, radica en el papel secundario que Rosso adscribe al
CMOI y al discurso de Altamira frente a la defensa y propaganda de la
precandidatura presidencial de Nicolás Del Caño. Es por eso que califica al
CMOI de acto electoral, convocado, a su criterio, solamente para proclamar
públicamente la candidatura presidencial de Jorge Altamira ya que de esta manera
justifica su proclamación principal concentrada en la precandidatura de Del
Caño. El equívoco encuentra su expresión más concreta en el hecho de que la
mitad del escrito se concentra en temas electoralistas. Nada hay de malo en
esto, salvo que no parece muy acertado en un artículo que dice estar dedicado a
otra cosa, esto es, al análisis de un Congreso convocado por la principal
fuerza política de la izquierda clasista. Perdiendo de vista, además, el actual
contexto donde los políticos burgueses están sopesando la magnitud del ajuste a
aplicar.
El
segundo equívoco refuerza al anterior. Lejos de un examen cuidadoso de las
resoluciones del Congreso, Rosso desvía su argumentación hacia la afirmación de
que el PTS posee una práctica tanto más exitosa a nivel político y fabril que
el resto de las fuerzas del FIT. Es por eso que procura convertir a los
conflictos en los que el PTS ha tenido una participación destacada, en los
episodios fundamentales de la lucha de clases. En la versión extrema de esta
concepción, Lear es todo el movimiento obrero argentino.
Rosso
pasa por alto que las luchas obreras en 2014 han terminado, por lo general, en
derrotas, y que el conflicto en Lear está muy lejos de ser una experiencia
victoriosa (por supuesto, esto no va en desmedro de la capacidad de lucha mostrada
por los trabajadores). El autor desarrolla el objetivo de presentar y demostrar
que el PTS es la fuerza que más ha crecido entre los integrantes del FIT y que,
por tanto, corresponde revisar los acuerdos iniciales del Frente, modificando
así la relación de fuerzas al interior del mismo.
El
resto del artículo sirve de relleno a los objetivos que se encuentran detrás de
los dos equívocos presentados en los párrafos anteriores. Esto vale también
para las referencias al Frente Único. En general, derrocha mucho espacio a
promover un candidato “joven”, como es Del Caño, en una especie de ejercicio de
marketing político que tiene poco que ver con la finalidad del texto. Resta
indicar que da la sensación de que Rosso escribe su artículo sin conocer la
letra de las resoluciones del Congreso y sin un conocimiento general del
funcionamiento del mismo.
Sin
embargo, no es preciso extenderse mucho más en la crítica de este artículo
puesto que hacerlo implicaría dejar en la oscuridad los logros del CMOI. Cabe
decir que el texto de Rosso ejemplifica una manera particular de plantear la
cuestión de las relaciones entre las distintas fuerzas de la izquierda
clasista, la cual hace énfasis en el faccionalismo, en la defensa de la propia
quinta, y deja en silencio el problema central de toda política que es el
poder.
Como
contrapartida es menester remarcar los principales logros del CMOI que a
nuestro juicio son los siguientes:
En
primer lugar, y frente a la coyuntura, el Congreso viene a rematar el ascenso
de la izquierda clasista a lo largo de este año. En los paros nacionales, así
como también en innumerables conflictos más o menos localizados, la izquierda
clasista fue siempre la fuerza más dinámica. Un buen indicador de este
dinamismo es la reacción de la burocracia sindical, expresada en los dichos del
Secretario General de SMATA, Ricardo Pignanelli, quien en junio y en el marco
del conflicto de Gestamp, afirmó que el Partido Obrero era responsable de la
toma del establecimiento: "Esto es una prueba piloto que el Partido Obrero está empezando a
hacer en las autopartes" (La Nación, 2/06/2014).
En
segundo lugar, el Congreso planteó el problema del poder. Esto es novedoso para
la izquierda post 1976. Empezar a construir una estrategia y tácticas para
conquistar el poder representa un salto cualitativo para la izquierda argentina.
Queda claro que recién se han dado los primeros pasos, pero que la presencia
misma del problema como algo concreto marca un cambio radical.
En
tercer lugar, y en conexión directa con el anterior, la discusión sobre el tema
del poder se concentró en dos áreas: a) el peronismo; b) la burocracia
sindical. Como es evidente, el problema de la toma del poder es, en Argentina,
el problema de la superación del peronismo como forma de la conciencia política
de los trabajadores. Sin emprender esta tarea, la discusión gira en el vacío.
Ninguna
de las tres cuestiones mencionadas aparece tratada en el artículo de Rosso y en
esto radica principalmente el problema central del análisis del CMOI. El autor privilegia
las cuestiones electoralistas sin pararse a pensar en el problema central de
nuestro tiempo, que es el salto de una izquierda plegada sobre sí misma a una
izquierda dispuesta a disputarle el poder a la burguesía. El CMOI no ha
resuelto la cuestión del camino hacia la conquista del poder (pues esto sólo
puede resolverse a través de la práctica de la lucha de clases), pero ha dejado
sentado el problema y los temas centrales. Es por eso que podemos calificar a
la crítica de Rosso al CMOI como una crítica de retaguardia, propia de un
momento que, esperamos, sea el pasado de la izquierda clasista.
Villa del Parque, sábado 15 de noviembre de 2014
http://misuciotraporojo.blogspot.com.ar/2014/11/el-cmoi-y-las-estrategias-de-fusion-del.html?m=1
ResponderEliminarEmiliano, gracias por la lectura y por el artículo que dedicaste a nuestra nota. Razones personales y laborales nos impidieron siquiera empezar a esbozar una respuesta como corresponde. Como dijo alguna vez Tomás Moro, ¿cuándo encontrar tiempo para escribir?
ResponderEliminarSaludos,
muy interesante tema, pero acá comparto un libro interesante de un buen sociólogo espero les interese!!!
ResponderEliminarhttp://www.slideshare.net/ompenate/guanaco-o-posmodernismo
Estimado anónimo: los comentarios están (o deberían estar) reservados para las críticas, puteadas, insultos, recriminaciones y análisis de los textos publicados en el blog. Me parece que el ciberespacio ofrece suficientes posibilidades de difusión como para tener que recurrir a este recurso del "chivo" embutido en un comentario. Saludos,
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