lunes, 20 de octubre de 2014

MARIANO FERREYRA

Escribí este artículo el 22 de octubre de 2010, dos días después del asesinato de Mariano Ferreyra. En esa época, estaba muy lejos del Partido Obrero (PO) y no tenía ningún tipo de militancia, ni orgánica ni inorgánica. El asesinato de Mariano me conmovió de un modo que no puedo expresar con palabras. El artículo mencionado fue un intento de poner por escrito mis ideas sobre la cuestión y de sacar afuera toda la bronca contenida. Hoy, siendo como soy un novel militante del PO, no encontré nada mejor que este texto para recordar el asesinato de Mariano, y dar cuenta de parte de las razones que con el tiempo me llevaron a ingresar al PO. El rol político de la tercerización y la precarización laboral y la necesidad de organización política autónoma de los trabajadores son los temas centrales del artículo. Cabe recordar que la precarización laboral se ha intensificado, a punto tal de provocar la denuncia de la OIT, y que la burocracia sindical ha incrementado sus esfuerzos para perseguir y expulsar de las fábricas a los delegados de la izquierda clasista.

Anteayer, Mariano Ferreyra, 23 años, estudiante, militante del PO, fue asesinado por una patota que responde a la dirección de la Unión Ferroviaria, sindicato liderado por José Pedraza. En el episodio, al que hay que calificar directamente de emboscada efectuada por hombres armados contra un grupo de manifestantes inermes, otras dos personas resultaron heridas de bala, una de ellas de gravedad. No es este el lugar para analizar la cuestión de los responsables directos, si hubo o no "zona liberada" de parte de la policía (tanto de la Bonaerense como de la Federal), etc., etc. y una larga fila de etcéteras. En cambio, creo que es más conveniente realizar algunas reflexiones tendientes a ubicar los hechos en el contexto general de la situación de los trabajadores en Argentina.

Mariano fue asesinado por su participación en una movilización de los trabajadores tercerizados del Ferrocarril Roca, que exigían su reincorporación a la empresa.

¿En qué consiste la tercerización?

En que una empresa deja de cubrir una parte del proceso productivo (o de los servicios que ofrece) con trabajadores "propios", y acuerda con otra empresa que esta última sea la que lleve adelante dichas tareas. Como es de público conocimiento, todo esta operación redunda en un achicamiento de los costos de las empresas y en un deterioro de las condiciones laborales de los trabajadores. En este sentido, la tercerización forma parte de la flexibilización laboral implantada durante la década de 1990. La condición del trabajador de las empresas que prestan los servicios tercerizados suele ser peor que la de los trabajadores de las empresas que requieren la tercerización de servicios. Toda la situación se resume en una sola palabra: MIEDO. La tercerización genera miedo al despido, miedo a la baja de los salarios, miedo a no tener obra social, miedo ante todo lo humano y lo divino. Es justamente en una sociedad capitalista en la que no debe subestimarse el papel que juega el miedo en el disciplinamiento y la domesticación de las personas.

La movilización de la que participó Ferreyra encarna el principal instrumento con el que los trabajadores han respondido históricamente al miedo: la ORGANIZACIÓN. Cuando los trabajadores dejan de mirar a sus compañeros como rivales en la cola para conseguir un puesto de trabajo y pasan a considerarlos como compañeros que padecen los mismos problemas, los empresarios sufren su primera derrota. Organizarse significa perder el miedo a los mecanismos impersonales del capital, y es por eso que nada preocupa tanto a los capitalistas como la organización de los trabajadores. De ahí su odio atávico hacia los sindicatos, más allá de que hagan buenos negocios con ellos y de que los utilicen para cerrarle el camino a los que quieren modificar de raíz el sistema capitalista. Los empresarios, cuyo instinto de clase está hiperdesarrollado, detestan todo aquello que huela a organización de los trabajadores.

La patota que asesinó a Mariano e hirió a sus compañeros sabía lo que hacía. No se trata de un acto de violencia irracional. Atacar a los trabajadores que se organizan, sembrar el miedo, es jugar para el lado de los que quieren que los obreros sean máquinas útiles para producir ganancias. En estos días, los grandes medios de comunicación hablaron de la burocracia sindical, de las patotas al servicio de los sindicatos, de los dirigentes que se enriquecen a costa de los trabajadores. Sin embargo, nada han dicho sobre la flexibilización laboral, sobre la tercerización como práctica común de los empleadores, sobre la precarización de las condiciones laborales, que son la fuente de las ganancias de los empresarios y las herramientas que crean un clima de "seguridad" para el capital. Frente a estos hechos, hasta CLARÍN, en plena guerra contra el gobierno, puede pretender sacar de "progresista" entrevistando a militantes del PO y criticando la falta de democracia en los sindicatos. Pero está condenado, por su posición de clase, a no decir una palabra sobre esas condiciones sociales que permiten (y precisan de) la existencia de patotas.

La reactivación económica argentina, desde 2002 en adelante, se ha llevado adelante sin modificar las relaciones de poder en el ámbito laboral. Luego de varios años de fuerte crecimiento, la legislación laboral sigue siendo la heredada de la flexibilización de los '90, una parte importante de los trabajadores están precarizados y/o realizan sus labores "en negro", y no se han registrado avances en la democratización de las organizaciones sindicales. Esta estructura de poder en la fábrica, en la oficina, en los comercios, en cada puesto de trabajo, es el núcleo duro de la desigualdad en Argentina y constituye la base de sustentación de los "monopolios". Más allá de lo discursivo, el gobierno de los Kirchner nunca ha dado un paso para modificar esta situación.

Los líderes de la oposición" no tienen, por su parte, ningún interés en modificar el núcleo duro del poder en la Argentina. Por el contrario, su discurso propone tanto la aplicación de la "mano dura" a las movilizaciones populares como el avance sobre los sindicatos, con el objetivo de recortarles cualquier atribución que entorpezca el libre funcionamiento del capital. Su política  coincide con la del kirchnerismo en que ambos promueven el aumento de la precarización, la tercerización y el trabajo "en negro". En pocas palabras, gobierno y "oposición" se apoya en el miedo como principal elemento de persuasión política.

El asesinato de Mariano  es un punto de inflexión en la política argentina. El gobierno de los Kirchner está obligado, así sea por consideraciones de sobrevivencia política, a impulsar la investigación de los hechos hasta sus últimas consecuencias. Su declamado progresismo está en juego en esta cuestión. Si la investigación se diluye y no se llega hasta los responsables de haber organizado la emboscada, la burocracia sindical y sus patotas se sentirán con pleno derecho para seguir asesinando a militantes de izquierda, en una reedición moderna de la vieja Triple A.

En política, y esto es todavía más válido cuando se trata de política hecha desde y en favor de los sectores populares, lo único que cuenta es la organización. Sólo por medio de la organización la lucha se vuelve efectiva y puede transformar esta realidad en que vivimos. Sólo por medio de la organización de los trabajadores es posible revertir la precarización, la tercerización y la flexibilización laboral. En el límite, la unión de los trabajadores es la que permite pensar en la posibilidad de una realidad diferente, en la que el poder deje de estar en manos de los empresarios. Para lograr esta unión es preciso vencer el miedo, trabajar con paciencia y tener en claro que las derechos son duraderos en la medida en que se conquistan por la propia lucha y no cuando se obtienen por una concesión graciosa del gobierno de turno. Sólo de este modo podremos estar a la altura de Mariano Ferreyra, que fue consecuente hasta el final con sus ideas.


Villa del Parque, lunes 20 de octubre de 2014

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