“Dice que cuando toda
la tierra estén en manos de compañías extranjeras,
se podrá asignar el
precio que se desee por el arrendamiento. El campesino
tendrá que trabajar
tres veces más para ganarse el pan de cada día y se le podrá
echar cuando a uno le
venga bien. Por consiguiente, estará más convencido,
será más sumiso y tenaz,
y trabajará tres veces más por el mismo jornal.”
Fiódor Dostoievski,
cuento “El cocodrilo” (1865)
Si bien Karl Marx
(1818-1883) mostró siempre gran interés por los asuntos rusos, fue recién en los
últimos años de su vida cuando ese interés se transformó en un estudio
pormenorizado de la evolución económica de Rusa y de las posibilidades del
movimiento revolucionario de ese país. Hasta mediados de la década de 1860,
Marx caracterizó a Rusia como la reserva de la reacción europea, habida cuenta
del papel jugado por las tropas rusas en la represión de las revoluciones de
1848-1849 y de las insurrecciones polacas.
La propia evolución de la
sociedad rusa hizo que Marx y Engels (1820-1895) comenzaran a revisar sus
puntos de vista sobre ese país. La liberación de los siervos en 1861 marcó un
hito en el desarrollo del capitalismo en Rusia (1) , pues abrió las puertas a
la expansión de una agricultura capitalista (centrada en la exportación de
cereales) y permitió generar mano de obra disponible para las nacientes
industrias. La liberación de la servidumbre, producto de las tensiones sociales
acumuladas en el imperio ruso y de la percepción por parte de la elite de la
debilidad militar del Estado zarista frente a las potencias occidentales
(derrota en la Guerra de Crimea), acarreó la aparición de nuevos conflictos
sociales. En especial, la expansión del capitalismo en la agricultura chocó
contra la producción campesina, estructurada en torno a la mir (comunidad campesina). Además, el carácter incompleto de las
reformas (los terratenientes conservaron sus grandes propiedades y recibieron
una jugosa indemnización – pagada por los campesinos – por las tierras cedidas
a los antiguos siervos) avivó el descontento campesino.
La emergencia de la
“cuestión rusa” obligó a Marx a revisar sus puntos de vista sobre el proceso
revolucionario. Aquí, como tantas otras veces a lo largo de su carrera
intelectual, las luchas de los trabajadores fueron el detonante de
modificaciones y/o aclaraciones fundamentales de la teoría marxista. Rusia
llevó a Marx a precisar su concepción sobre el desarrollo histórico, poniendo
en discusión la linealidad de éste. Aclaremos. La enumeración de modos de
producción que se encuentra en el prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política (1859) (2) ha
llevado a pensar a numerosos críticos (y también a algunos marxistas) que Marx
defendía una concepción lineal del proceso histórico, según la cual dichos
modos de producción se sucedían unas a otros siempre en el mismo orden. Una
consecuencia práctica de esta concepción era que una sociedad feudal no podía
pasar al socialismo hasta no haber atravesado la etapa capitalista. Este fue el
terreno teórico en que florecieron múltiples programas de colaboración con la
burguesía “nacional”, encargada de impulsar el desarrollo capitalista
imprescindible para el socialismo.
La concepción “etapista” del
desarrollo histórico nada tiene que ver con el marxismo. La “cuestión rusa”
viene a ilustrar el sentido de esta afirmación. Ya en su correspondencia con la
revolucionaria rusa Vera Zasúlich (1849-1919), Marx había indicado que era falsa
la afirmación que sostenía que el materialismo histórico defendía la linealidad
del proceso histórico (3). Pero no es necesario recurrir a documentos de
carácter privado (como es el caso de las cartas a Zasúlich) para constatar cuál
era la posición de Marx al respecto.
En el prólogo a la edición
rusa de 1882 del Manifiesto Comunista,
Marx y Engels dan una respuesta pública
al problema de la linealidad del proceso histórico. Lo mejor es citar el texto
en toda su extensión:
“El Manifiesto Comunista se propuso como tarea proclamar la
desaparición próxima e inevitable de la moderna propiedad burguesa. Pero en
Rusia, al lado del florecimiento febril del fraude capitalista y de la
propiedad territorial burguesa en vías de formación, más de la mitad de la
tierra es propiedad común de los campesinos. Cabe entonces la pregunta: ¿podría la comunidad rural rusa – forma por
cierto ya muy desnaturalizada de la primitiva propiedad común de la tierra –
pasar directamente a la forma superior de la propiedad colectiva, a la forma
comunista, o, por el contrario, debe pasar primero por el mismo proceso
histórico de disolución que constituye el desarrollo histórico de Occidente?
La única respuesta que se puede dar
hoy a esta cuestión es la siguiente: si
la revolución rusa de la señal para la revolución proletaria en Occidente, de
modo que ambas se completen, la actual propiedad común de la tierra en Rusia
podrá servir de punto de partida a una revolución comunista.” (p. 11-12; el
resaltado es mío).
La presencia todavía masiva
de la propiedad común de la tierra hacía que el contexto social rusa fuera muy
diferente al de los países de la Europa Occidental. La presencia de la mir ponía obstáculos a la expansión de
las relaciones capitalistas en la agricultura y, a la vez, dificultaba la
formación del proletariado urbano, al retener a los campesinos en la tierra. Frente
a esto, los liberales rusos proponían profundizar la política iniciada en 1861
con la abolición de la servidumbre, eliminando la mir y removiendo todas las trabas a la concreción de una efectiva
propiedad de la tierra. En síntesis, el liberalismo ruso planteaba convertir a
la tierra en una mercancía plena. En este sentido, cabe decir que los liberales
rusos adherían, sin saberlo, a la concepción “etapista” defendida por algunos
marxistas, pues bregaban por el desarrollo de las relaciones capitalistas y la
eliminación de todo resabio de propiedad común y de feudalismo. Los socialistas
“etapistas” aprobaban este programa, pues pensaban que era preciso contar con
una burguesía “nacional” poderosa, que llevara al máximo la expansión del
capitalismo. Una vez que el capitalismo fuera el sistema social dominante en
Rusia podía pensarse en llevar adelante la revolución socialista. En otras palabras,
para llegar al socialismo era preciso construir el capitalismo, es decir,
intensificar la explotación de los trabajadores (que se entienda, no estoy
abogando por las “bondades” de las formas de producción precapitalistas).
Marx y Engels plantean algo
completamente diferente a la concepción “etapista”. Su planteo combina los dos
elementos fundamentales del materialismo histórico: a) el reconocimiento de que
los hechos históricos no son contingentes, sino que se encuentran condicionados
por un sistema de relaciones sociales concreto, propio de una relación de
fuerzas históricamente determinada entre las clases y grupos sociales; b) el
reconocimiento de que el resultado de la historia se encuentra indeterminado,
pues la historia “avanza” a través de la lucha de clases. En pocas palabras,
estructura de relaciones sociales y lucha de clases.
En el caso de Rusia, el
sistema de relaciones sociales concreto estaba marcado por la combinación de la
propiedad común de la tierra entre los campesinos, la existencia de la gran
propiedad terrateniente y la expansión de las relaciones sociales capitalistas
en la agricultura. En Rusia, la agricultura no era capitalista, pero tampoco podía
decirse que fuera feudal ni que estuviera regida por la propiedad común de la
tierra; era una combinación de estos tres tipos de relaciones sociales
(separados aquí a los fines analíticos, pues en la realidad se hallaban
íntimamente relacionados). En vez de plantear la necesidad de expandir el
capitalismo, Marx y Engels perciben en la complejidad de la situación rusa una oportunidad
para pasar al socialismo. No se trata, por cierto, de voluntarismo ni de magia.
Por el contrario, establecen una condición muy fuerte para que ello sea
posible: la combinación de la revolución rusa con la revolución obrera en
Europa Occidental. En otras palabras, ponen el acento en las posibilidades
creativas de la lucha de clases, en vez de acentuar la rigidez de la estructura
de relaciones sociales. Pero es claro que dicha estructura pone límites a esas
posibilidades creativas, limitando el menú de opciones posibles.
Villa del Parque,
viernes 22 de agosto de 2014
NOTAS:
(1) “Las
grandes reformas fueron (…) concebidas como un proceso modernizador (lo que en
Rusia significaba occidentalizador) con la finalidad de fortalecer al Estado
después de su derrota en la guerra de Crimea. Las libertades y las reformas
limitadas se concedieron con la esperanza de activar la sociedad y crear una
economía dinámica sin alterar el entramado político básico de la autocracia. (…)
En 1861 los siervos fueron emancipados de
iure (aunque no de facto) de la tiranía
de su terrateniente, y se les otorgaron algunos de los derechos de los
ciudadanos. Todavía estaban vinculados a la comuna de la aldea, lo que
reforzaba el antiguo orden patriarcal, privados del derecho de poseer la tierra
individualmente y considerados legalmente inferiores a los nobles y a los otros
estamentos. Pero por lo menos se habían colocado los cimientos para el
desarrollo de una agricultura campesina.” (p. 74; sería más correcto decir de
una agricultura capitalista). (Figes, Orlando. (2008). La revolución rusa, 1891-1924. Barcelona: Edhasa).
(2) “A
grandes rasgos puede calificarse a los modos de producción asiático, antiguo,
feudal y burgués moderno de épocas progresistas de la formación económica de la
sociedad.” (Marx, Karl. (2000) [1° edición: 1859]. Contribución a la Crítica de la Economía Política. México D. F.:
Siglo XXI, p. 5).
(3) Rubel
califica los trabajos de Marx sobre Rusia como “la aplicación de la teoría y
del método sociológico marxista a un problema que excede el ámbito de la
sociedad y de la economía estrictamente capitalista.” (Rubel, Maximilien. (1970).
Karl Marx: Ensayo de biografía
intelectual. Buenos Aires: Paidós, p. 331).
No es mi costumbre modificar el texto de los artículos publicados en este blog. Es por eso que elegí la vía del comentario para aclarar una confusión (producto de la redacción apresurada). El objetivo central de "La concepción marxista de la historia" consiste en rechazar la concepción teleológica del proceso histórico. Dicho más sencillo, rechazar la idea que afirma que la historia tiene un resultado determinado de antemano, hacia el cual tienden todos los sucesos. En este sentido, la concepción "etapista" es teleológica en la medida en que plantea que el socialismo es el fin último de la historia, y que todos los sucesos anteriores son pasos necesarios en el camino inexorable hacia éste.
ResponderEliminarAhora bien, el penúltimo párrafo de "La concepción marxista de la historia" es confuso y se presta a interpretaciones con las que no estoy de acuerdo. En ese párrafo quise expresar lo siguiente: la estructura de relaciones sociales existente en una sociedad dada hace que los hechos históricos no sean contingentes, sino que se encuentren condicionados por los límites de esa estructura (dicho de otro modo, la existencia de relaciones sociales capitalistas hace imposible que el curso de la historia conduzca del capitalismo al feudalismo). De este modo,la lucha de clases se encuentra condicionada por una estructura de relaciones sociales dada; el menú de opciones disponible para las clases en conflicto se encuentra limitado, en todo momento, por esa estructura de relaciones sociales.Sólo a partir del reconocimiento de la existencia de estos límites, puede afirmarse que la lucha de clases no se encuentra definida de antemano, sino que el resultado depende de la capacidad de organización y de la habilidad de las clases en conflicto. Afirmar esto no significa decir que la lucha de clases sea indeterminada, en el sentido de que en ella puede pasar cualquier cosa, sino que su resultado se encuentra indeterminado dentro de una determinación que fija en todo momento la cantidad de opciones disponibles para las clases y actores sociales. En síntesis, la estructura de relaciones sociales pone las opciones (siempre limitadas en un contexto dado) y en la lucha de clases se determina cuál de esas opciones será la "elegida" (entendiendo por esta elección no un proceso de elección racional, sino un proceso complejo de selección que se da a través de la lucha misma). Debo agradecer al compañero Roberto Parodi el haberme hecho notar los errores contenidos en la redacción del texto.