Gaston Bachelard (1884-1962) fue, entre otras muchas cosas, un filósofo de la ciencia y profesor de física. Su obra La formación del espíritu científico (1938) puede leerse como una crítica del empirismo y del positivismo. En ella formuló el concepto de obstáculo epistemológico, mediante el cual somete a discusión la tesis de que la realidad es transparente a nuestro conocimiento.
A continuación van unas notas, mero ejercicio de escolar, que intentan precisar la noción de obstáculo epistemológico. No dispongo de tiempo (la necesidad obliga a realizar una multitud de tareas y no permite ocuparse de lo importante) para hacer otra cosa.
ADVERTENCIA: Todas las citas corresponden a la traducción efectuada por José Babini: Bachelard, Gaston. (1999). La formación del espíritu científico. México D. F.: Siglo XXI.
ADVERTENCIA: Todas las citas corresponden a la traducción efectuada por José Babini: Bachelard, Gaston. (1999). La formación del espíritu científico. México D. F.: Siglo XXI.
Bachelard se propone
estudiar “las condiciones psicológicas del progreso de la ciencia” (p. 15). Para
emprender esta tarea adopta un punto de vista basado en la convicción de que “hay que plantear el problema del
conocimiento científico en términos de obstáculos” (p. 15). Nuestro autor
no concibe estos obstáculos al modo tradicional (como lo hace el empirismo). No
se trata de impedimentos externos al conocimiento, que pueden achacarse ya sea
a la complejidad o a la fugacidad de los fenómenos examinados, ya sea a la
debilidad de los sentidos y/o de la razón humana. Son, por el contrario,
obstáculos internos (inseparables) al acto mismo de conocer.
A diferencia del empirismo,
Bachelard considera que la experiencia inmediata de los hechos (por ejemplo,
registrar las diferencias de temperatura de un líquido x durante n período de
tiempo) no tiene sentido en sí misma. La experiencia empírica desnuda jamás es
transparente. Por el contrario, Bachelard enfatiza que “el pensamiento empírico
es claro, inmediato, cuando ha sido
bien montado el aparejo de las razones.” (p. 15).
Toda experiencia empírica se
da en el marco de una razón que da cuenta de lo que debemos considerar
significativo, de lo que debemos esperar o no esperar que suceda. Es por esto
que “se conoce en contra de un
conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal adquiridos o superando
aquello que, en el espíritu mismo, obstaculiza a la espiritualización.” (p.
15). El conocimiento nunca parte de la nada. En todos los casos se conoce sobre
la base de conocimientos anteriores, y el conocimiento científico se construye
chocando contra esos conocimientos anteriores, que operan como obstáculos para
una nueva forma de concebir el fenómeno o el caso en cuestión. Bachelard
sintetiza su argumento en la siguiente frase: “Es entonces imposible hacer, de
golpe, tabla rasa de los conocimientos usuales. Cuando se presenta ante la
cultura científica, el espíritu jamás es joven. Hasta es muy viejo, pues tiene
la edad de sus prejuicios.” (p. 15).
En resumen, toda la
experiencia anterior, nuestras ideas, nuestros prejuicios, juegan el papel de
obstáculos al conocimiento. Estos obstáculos son propios del mecanismo propio
del conocer, no son externos a este.
Bachelard sostiene de
manera categórica que existe una oposición absoluta entre ciencia y opinión.
Mientras que la primera se encuentra impedida “a tener opiniones sobre temas
que no comprendemos, sobre cuestiones que no sabemos formular claramente” (p.
16), la opinión, en cambio, lo hace constantemente porque “traduce necesidades en conocimientos” (p. 16).
La opinión es el resultado
de la necesidad de respuestas que tienen los seres humanos frente a los
problemas que les presenta el mundo en que viven. Las personas no pueden
esperar a tener respuestas, las requieren para sobrellevar su existencia
cotidiana. Pero la opinión representa la negación del conocimiento: “al
designar a los objetos por su utilidad, ella se prohíbe el conocerlos. Nada
puede fundarse sobre la opinión: ante todo es necesario destruirla.” (p. 16).
Es por eso que Bachelard afirma que la opinión es el primer obstáculo
epistemológico.
La ciencia, en cambio, antes
que formular opiniones, empieza por plantear claramente los problemas. Estos últimos no se plantean
por sí mismos, sino que exigen el esfuerzo del investigador. “Es precisamente
este sentido del problema el que
sindica el verdadero espíritu científico. Para un espíritu científico todo
conocimiento es una respuesta a una pregunta. Si no hubo pregunta, no puede
haber conocimiento científico. Nada es espontáneo. Nada está dado. Todo se
construye.” (p. 16).
De manera que la respuesta
empirista al problema del conocimiento (se conoce por medio de los sentidos desnudos, sin la intervención de ninguna
teoría previa), es radicalmente incorrecta y opera, ella misma, como un
obstáculo al conocimiento.
Bachelard, en línea con
su concepción de que los obstáculos epistemológicos residen en el acto mismo
del conocer, sostiene que aún “las costumbres intelectuales que fueron útiles y
sanas pueden, a la larga, trabar la investigación” (p. 16-17). En otros
términos, los mismos procedimientos metodológicos que han probado su eficacia
en la obtención de conocimiento científico pueden terminar por fosilizarse y
volverse conservadores.
Enfocando la cuestión
mencionada en el párrafo anterior desde el nivel de análisis de las condiciones
psicológicas del progreso de la ciencia, nuestro autor distingue entre los
científicos un instinto formativo,
que tiende a la formulación de problemas claros con el objeto de obtener nuevo
conocimiento, y un instinto conservativo,
que propende a mantenerse en los marcos de los procedimientos y los métodos que
han demostrado ser exitosos en otro momento de la ciencia, rechazando las
innovaciones y los nuevos puntos de vista. El espíritu conservativo tiene por
característica preferir “lo que confirma su saber a lo que lo contradice, en
(…) que prefiere las respuestas a las preguntas.” (p. 17).
Bachelard concluye que
cuando el espíritu conservativo domina, se detiene el progreso de la ciencia.
El espíritu conservativo es, pues, otro de los obstáculos epistemológicos al
conocimiento científico.
Bachelard caracteriza al
verdadero espíritu científico como un espíritu que tiene como eje de su
actividad la formulación de problemas que vayan más allá del conocimiento
científico. El espíritu científico es, ante todo, un espíritu que interroga,
que formula preguntas.
Al formular los rasgos
principales del conocimiento científico, Bachelard presenta una visión
diferente a lo que es aceptado convencionalmente. Así, lejos de buscar la
unidad en los fenómenos, “el progreso científico marca sus más puras etapas
abandonando los factores filosóficos de unificación fácil, tales como la unidad
de acción del Creador, la unidad de plan de la Naturaleza, la unidad lógica.”
(p. 18).
El conocimiento científico
desconfía de las identidades que se dan en las apariencias, de las semejanzas
que se observan en la superficie de las cosas. Es por ello que procura
“precisar, rectificar, diversificar, he ahí los tipos del pensamiento dinámico
que se alejan de la certidumbre y de la unidad, y que en los sistemas
homogéneos encuentran más obstáculos que impulsos. En resumen, el hombre animado
por el espíritu científico, sin duda, desea saber, pero es por lo pronto para
interrogar mejor.” (p. 19).
Bachelard piensa que el
conocimiento empírico y la observación, debido a que comprometen “al hombre
sensible a través de todos los caracteres de su sensibilidad” (p. 17),
contribuyen a mellar el filo de la abstracción científica (y Bachelard sostiene
que el conocimiento científico consiste, precisamente, en un alejamiento
continuo de lo concreto para acceder a lo abstracto). El conocimiento empírico,
por su misma familiaridad, opera también como obstáculo epistemológico. Su
misma evidencia, la fuerza de las sensaciones que ofrece (¡Las cosas son tal
como las observamos!, se dice habitualmente), impide ir más allá de la
apariencia, de lo empírico. Y la ciencia se construye superando el nivel de lo
empírico y accediendo a lo abstracto, a las teorías que explican lo aparente.
Bachelard describe del
siguiente modo el papel de lo empírico: “la idea científica demasiado familiar
se carga con un contenido psicológico demasiado pesado, que ella amasa un
número excesivo de analogías, imágenes, metáforas, y que poco a poco pierde su vector de abstracción, su afilada punta
abstracta.” (p. 17). La observación no puede ser tomada, por tanto, en su
desnudez de experiencia empírica, no puede ser aceptada así porque sí.
6) Para nuestro autor, el
cuestionamiento y la puesta en duda del saber constituido son rasgos
primordiales del espíritu científico. Para comprender su posición, hay que
tener presente que Bachelard parte de la noción de obstáculo epistemológico.
Como ya indicamos, el conocimiento científico no consiste en acumulación de
observaciones, sino que consiste en una construcción cuyo primer paso es la
formulación de preguntas que cuestionan, precisamente, el saber constituido.
Bachelard afirma que la
“revolución espiritual”, la “mutación espiritual”, es el estado al que tiende
el espíritu científico. El estancamiento, el conformarse con lo dado, con el
saber constituido, asfixian a dicho espíritu: “A través de las revoluciones
espirituales que exige la invención científica, el hombre se convierte en una
especie mutante o, para expresarlo mejor, en una especie que necesita mutar,
que sufre si no cambia. Espiritualmente el hombre necesita necesidades.” (p. 18).
Nuestro autor comienza
afirmando que, así como en filosofía de la ciencia la noción de obstáculo
epistemológico no es reconocida, en educación el concepto de obstáculo pedagógico es igualmente
desconocido. Los profesores, sobre todo los que dictan materias científicas, no
pueden comprender que no se comprenda. El error de los alumnos es, para ellos,
el resultado de una insuficiente presentación del tema a estudiar, y por eso
repiten una y otra vez la lección, con el objeto de disipar el error de los
estudiantes. En otras palabras, el error en la educación científica parece
radicar en cuestiones externas al proceso educativo mismo (es decir, el acto de
enseñar realizado por el señor profesor es correcto, lo incorrecto es la
actitud del alumno o bien una insuficiente repetición del tema por el docente).
Bachelard afirma que los
profesores “no han reflexionado sobre el hecho de que el adolescente llega al
curso de Física con conocimientos empíricos ya constituidos; no se trata, pues,
de adquirir una cultura experimental,
sino de cambiar una cultura
experimental, de derribar los obstáculos amontonados por la vida cotidiana.”
(p. 21). Así, por ejemplo, cuando en la clase de física se aborda la cuestión
de la gravedad, los estudiantes piensan que los objetos caen porque son
pesados, no por la atracción gravitatoria. Esta noción de peso forma parte de
su saber cotidiano y constituye el bagaje intelectual con el que abordan la
clase de Física. El docente no trabaja, pues, con un alumno que es una tabula rasa.
Bachelard expresa así su
punto de vista: “De ahí que toda cultura científica deba comenzar (…) por una
catarsis intelectual y afectiva. Queda luego la tarea más difícil: poner la
cultura científica en estado de movilización permanente, reemplazar el saber cerrado
y estático por un conocimiento abierto y dinámico, dialectizar todas las
variables experimentales, dar finalmente a la razón motivos para evolucionar.”
(p. 21).
Villa del Parque, domingo 21 de abril de 2013
Muchas gracias por el aporte, el concepto de obstáculo epistemológico es de suma importancia para pensar, tanto la construcción del conocimiento como el aprendizaje, es decir, el proceso básico de comprensión al que todas (o casi todas) las personas tendemos.
ResponderEliminarun cordial saludo
Gustavo Aguero
Gustavo, muchas gracias por el comentario. Coincido en la importancia del concepto, en especial para la crítica del empirismo. También tiene importancia puesto en relación con la posición de Marx sobre el carácter aparencial de la realidad. Un abrazo
ResponderEliminarInteresante el concepto de obstáculo epistemológico, y sobre todo la relación de este concepto al área de pedagogía pedagógico. Esto permite reflexionar y tomar conciencia del hecho de que el alumno no es un algo vacío de conocimientos, los individuos tienen opiniones y conocimientos correctos e incorrectos acerca de la realidad que los rodea y de cómo funcionan los fenómenos de su cotidianeidad. Entendiendo este hecho se tienen que desarrollar entonces nuevas metodologías de enseñanza aprendizaje que motiven y ayuden al estudiante desarrollar ese espíritu científico, dinámico, dialectizador. Y más profundamente hablando se puede concluir que el conocimiento científico no debe estancarse por razones de formalismo en su método, el método es el medio el fin de la ciencia debe ser ante todo buscar la causa efectiva que explican los fenómenos que podemos observar, siendo también la ciencia capaz de aceptar que existen fenómenos cuyas causas escapan inclusive a la observación y posiblemente a la razón humana, no se debe hacer un dogma del método científico.
ResponderEliminarHola,me mandaron una terea de relacionar Bachelad y los obtaculos con las citas de EDDIGTON sobre las citas de las 2 mesas, si alguien tiene una idea les agradezco.
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