Aclaración
previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de:
Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los
precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La
traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y
en arábigos la página.
c) El “socialismo feudal”
La derrota definitiva de Napoleón en 1815 y la restauración monárquica que
le sucedió, congelaron el desarrollo de las ideas socialistas en Alemania.
Desprovista de una clase obrera numerosa debido a lo exiguo de la industria
alemana (1), y reducidas a la clandestinidad las organizaciones republicanas y
demócratas en el resto del continente, el socialismo carecía de estímulos para
su crecimiento. De hecho, hasta la Revolución de 1830 el socialismo fue una
curiosidad intelectual en Alemania.
Sin embargo, y a pesar de lo afirmado en el párrafo anterior, en el período
comprendido entre 1815 y 1830 encontramos una especie de “socialismo feudal”, cuyo representante más destacado es Franz von
Baader. Conviene aclarar las cosas. El pensamiento de Baader tiene muy poco de
“socialista”, salvo que se entienda por socialismo a la preocupación por el
impacto social de la difusión del capitalismo. Baader era, ante todo, un
conservador, cuyo ideal era la sociedad feudal:
“Baader y otros políticos reaccionarios, que estaban también dominados por
una conciencia social, seguían pensando en una sociedad dominada por la
agricultura y por una producción artesanal en pequeña escala.” (I: 226). Para
ellos, la política “social” podía convertirse en una reaseguro contra las ideas
liberales y democráticas, pues al garantizar al “proletario” (Baader usaba este
término) “un nivel de vida tolerable” (I: 226) se lograría su adhesión al
absolutismo y al régimen feudal. No obstante, tanto la impotencia del
liberalismo alemán como el raquitismo del movimiento obrero, hicieron que este
socialismo “feudal” quedara confinado al plano de las ideas.
d) El socialismo de
Wilhelm Weitling (1808-1871)
La situación comenzó a cambiar a partir de la influencia de la Revolución
Francesa de 1830, que marcó un reavivamiento del liberalismo a nivel europeo.
En la década de 1830, Alemania se volvió más receptiva al pensamiento
socialista. El progreso del socialismo fue muy lento. Los sansimonianos
enviaron “misioneros” a Alemania, pero obtuvieron pocos resultados. Como ya
había sucedido en el período anterior a 1815, el pensamiento alemán se vio
encerrado en el terreno de la filosofía. En este sentido, Hegel (1770-1831)
dominó la escena intelectual alemana. A su muerte, la escuela hegeliana se
dividió en dos grupos principales, la derecha (los Viejos Hegelianos) y la
izquierda (los Jóvenes Hegelianos). De esta última surgió, andando el tiempo,
el socialismo marxista. Pero, durante la década de 1830 la izquierda hegeliana
se movió en el terreno del liberalismo y no del socialismo.
En 1830-1840 el socialismo se difundió entre los artesanos, que no tenían
contacto con los filósofos de la “izquierda”. En este medio, la influencia de
las ideas francesas fue importante, pero los trabajadores alemanes consiguieron
dotarse de dirigentes propios, que elaboraron una teoría diferente a las que
provenían de Francia.
En 1846 llegó a EE. UU. En 1848 regresó a Alemania para participar de la
revolución. Al producirse el reflujo revolucionario, se exilió definitivamente.
En EE. UU. prosiguió realizando propaganda revolucionaria entre los obreros
norteamericanos. (3).
Wilhelm Weitling (1808-1871) fue el representante más destacado del
socialismo alemán de esta época. (2) Cole afirma que era un socialista de
“inspiración francesa” (I: 227).
Weitling, hijo natural de un oficial francés y de una criada alemana, era
sastre, y en tal condición viajó por Alemania. Emigró a Francia hacia 1836,
para escapar del servicio militar prusiano. Recibió la influencia de los grupos
ligados a Blanqui y a Cabet; se unió a los exiliados alemanes agrupados en
París bajo la protección de Félix Schuster.
Weitling desarrolló una intensa actividad en París. Redactó el manifiesto
del grupo de Schuster, El hombre tal como
es y tal como debiera ser (1838). Estuvo implicado en el levantamiento de
Blanqui (1839) y debió exiliarse en Suiza al fracasar este.
Prosiguió su actividad política durante su exilio suizo. Publicó su obra
más importante, Garantías de la armonía y
la libertad (1842). Encarcelado en 1843, fue entregado al gobierno prusiano,
que le ofreció emigrar a EE. UU. Con tal de que no molestara en territorio
alemán.
Camino al continente americano, se instaló en Londres y entró en relación
con el grupo de socialistas alemanes exiliados (Moll, Schapper, Eccarius),
sobre el que ejerció fuerte influencia. Luego, se trasladó a Bruselas, donde
mantuvo discusiones con Marx.
La influencia de Weitling fue enorme entre los exiliados alemanes de
Londres, París y Bruselas. Dicho influjo duró hasta 1846, cuando se exilió en
EE. UU.
El socialismo de Weitling combinaba la creencia en “una igualdad social
absoluta” (tomada de Babeauf, Blanqui y Cabet) con la defensa del golpe de mano
para adueñarse del poder e instaurar el socialismo (concepción tomada de
Blanqui) (I: 228). Mostraba una marcada desconfianza hacia los intelectuales,
pues tendían a la división de los grupos socialistas; pensaba al respecto “que
la emancipación de los obreros tenía que ser obra de ellos mismos” (I: 228).
“Su comunismo era en realidad una doctrina muy sencilla de fraternidad
humana (…) Quería acción por parte de los obreros, acción en el espíritu del
Cristianismo del Nuevo Testamento; entre los jóvenes hegelianos se hallaba
fuera de su centro y reaccionaba desconfiando de ellos como analistas lógicos
que se deshacían a sí mismos y que no sentían nada respecto a las masas.” (I:
228).
Weitling fue internacionalista y anti-militarista: “Daba mucha importancia
a la fraternidad entre todos los hombres y al carácter necesariamente
cosmopolita del movimiento obrero.” (I: 229).
Marx jugó un papel significativo en el olvido en que quedó sumida la figura
de Weitling. Si bien en sus comienzos lo valoró como el
primer representante genuino de los trabajadores alemanes, posteriormente
combatió a Weitling porque consideraba que su predilección por el golpe de mano
perjudicaba el crecimiento político de la clase obrera alemana. Así, pues, no
fue sólo el alejamiento de Weitling la causa de la pérdida de su influencia,
sino también la propaganda en su contra desarrollada por Marx y Engels. (I:
228).
e) El socialismo entre
los artesanos alemanes residentes en el exterior.
Los obreros alemanes residentes en el exterior comenzaron a organizarse en
París hacia 1832. En rigor, se trataba de artesanos especializados, que
trabajaban en París, Bruselas, Londres, etc. Sus continuos traslados de una
ciudad a otra facilitaban la comunicación y el establecimiento de lazos
relativamente sólidos.
Hacia 1832 se formó un grupo en París en torno al zapatero Efrahen, quien
hacia 1833 publicó un folleto que pedía la unió de todas las sociedades de
artesanos. (I: 229).
1834: Fundación de la Liga de los
Desterrados, liderada por el abogado Theodor Schuster, influido por los
sansimonianos y por Sismondi. Al poco tiempo se le unió el grupo de Efrahen. La
Liga reunió en su seno a varios grupos socialistas, y a un ala moderada de no
socialistas.
1836: Liderados por Schuster, los socialistas se separaron de la Liga de
los Desterrados y formaron la Liga de
los Justos. Esta última tuvo una relación estrecha con la Societé des Saisons (Blanqui). La nueva
Liga contenía a grupos rivales; uno de ellos se proclamaba comunista, “en el
sentido de que aspiraba a una república con igualdad completa mediante un
levantamiento revolucionario.” (I: 229). Otro grupo, en cambio, abogaba por una
campaña en favor del sufragio universal (I: 229). En este contexto, Wilhelm
Weitling influyó sobre la Liga, para la cual escribió el folleto El hombre tal como es y tal como debiera ser
(1839). (I: 229).
1839: El fracaso del levantamiento liderado por Blanqui dispersó a la Liga
de los Justos. En este sentido, 1839 marcó un punto de inflexión en el
movimiento socialista alemán. Algunos de sus miembros se establecieron en
Londres; allí fueron Karl Schapper (1812-1870), Joseph Moll (1818-1849) y
Heinrich Bauer (n. 1813). En dicha ciudad encontraron el apoyo del sastre Georg
Eccarius (1819-1889), quien ya tenía contactos con el movimiento obrero inglés.
(I: 230). Posteriormente, el grupo londinense fundó una Sociedad Educativa de Obreros Alemanes, dedicada a difundir el
socialismo. En 1842, Friedrich Engels (1820-1895), al llegar a Inglaterra, se puso
en contacto con este grupo. (I: 230).
Un segundo grupo de miembros de la Liga de los Justos se trasladó a
Bruselas. (I: 230).
Un tercer grupo permaneció en Paris y pronto recibió el refuerzo de nuevos
artesanos venidos de Alemania. Fue en París donde se libraron las contiendas
más fuertes acerca del camino a seguir por el socialismo alemán. Inicialmente,
el grupo parisino se halló influido por Karl Grün (1817-1887), quien estaba en
contacto directo con Proudhon. En 1843, Marx arribó a París y chocó enseguida
con Grün. En un primer momento, procuró convencer a Proudhon de separarse de
Grün; no obstante esto, pronto se produjo la ruptura entre Marx y Proudhon. En
1845, Marx fue expulsado de Paris y se radicó en Bruselas. (I: 230).
La historia posterior de los grupos de exiliados socialistas alemanes se
encuentra ligada, cada vez más, a Marx y Engels. Fue Engels quien entró primero
en contacto con los círculos de obreros y quien proporcionó a Marx el primer
conocimiento de las teorías socialistas que circulaban en Gran Bretaña. (I:
230).
La partida de Weitling a EE. UU. allanó el camino a Marx y Engels. Este
último había recibido la invitación de integrarse al grupo de Londres, pero no
aceptó. (I: 231).
1847: Moll viajó de Londres a Bruselas para invitar a Marx a que cooperase
en la unión de las sociedades alemanas en un movimiento comunista único; Marx y
Engels accedieron. (I: 231). En el verano de ese año, Engels asistió en Londres
a una reunión en la que se decidió dar pasos para conformar la Liga Comunista. El objetivo de máxima
era crear un movimiento internacional. Allí se acordó la redacción de un
manifiesto que sirviera de presentación a la nueva organización. (I: 231-232). Pocos
meses después, Marx viajó a Londres, donde pronunció un discurso a favor de
Polonia; participó en una conferencia preparatoria de los grupos socialistas.
Nuevamente se le encargó la redacción del mencionado manifiesto. Marx completó
esa tarea (con la colaboración de Engels) en enero de 1848 en Bruselas. (I:
232).
Villa del Parque, jueves 15 de noviembre de 2012
NOTAS:
(1) “En realidad no existía en Alemania un movimiento obrero aparte de las
antiguas sociedades de artesanos especializados; y éstos, si tenían algún
carácter político, se unían a los movimientos liberales por la reforma
constitucional.” (I: 226-227).
(2) Cole le dedica las pp. 227-229 del volumen I de su obra.
(3) En EE. UU. fundó la “Liga de la emancipación”, y el periódico LA REPÚBLICA
DE LOS TRABAJADORES (1850-1855), publicado en alemán y que abogaba en favor de
los bancos obreros. (I: 229).
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Un gran abrazo desde Málaga y gracias por compartir un trocito de ti.
Melodi:
ResponderEliminarMuchas gracias y perdón por mi demora en responder (demora que a esta altura se ha vuelto una costumbre crónica). Pasaré por tus blogs. Un abrazo,