Hace pocas horas fue encontrado el cuerpo de Lucas Menghini en los vagones del tren "accidentado" el miércoles pasado en la Estación Once. Lucas era el último de los pasajeros que estaba "desaparecido" desde el día del suceso. Su cadáver permaneció 57 horas en el mismo lugar del accidente, y su búsqueda movilizó a sus familiares, amigos y a la sociedad en general. Que un cuerpo permanezca "oculto" en el lugar del "accidente", en una de las estaciones más concurridas de la Argentina, en medio de un enorme operativo policial, resulta poco menos que increíble, y dice mucho acerca del valor qué tiene la vida humana (sobre todo si se trata de trabajadores) en nuestro país. Hablar de desidia o de inoperancia es ser generoso.
El "accidente" se cobró, pues, 51 muertos y 703 heridos.
El "accidente", al que cabe calificar de masacre, mostró sin atenuantes las condiciones en que viajan, viven y mueren los trabajadores en Argentina. Escuchar el audio de la grabación de las comunicaciones entre el maquinista de la formación "accidentada" y jefatura del Sarmiento es un ejemplo de absoluto desprecio por la vida humana. Los trenes salen sin frenos, con puertas abiertas o a medio cerrar, etc., etc. Nada de ello importa, pues los que viajan en el tren son trabajadores y sobran.
El "accidente" ocurrió luego de 10 años de crecimiento económico ininterrumpido. En este período los capitalistas han obtenido ganancias siderales. Los trabajadores, en cambio, han seguido viajando en las mismas condiciones que antes del inicio del período de crecimiento, y, además, ponen los muertos cuando hay un "accidente".
El "accidente" muestra el significado concreto, palpable, del modelo económico promovido por el "kirchnerismo". En este modelo los empresarios tienen la obligación de aumentar sus ganancias y los trabajadores tienen que contentarse con tener trabajo; si viajan mal, si no consiguen una vivienda decente, si les cuesta llegar a fin de mes, no tiene importancia. Todo esto se adorna con lindas palabras, pero la realidad es que los trabajadores ponen el cuerpo y los empresarios se llevan las ganancias. Las declaraciones del ministro De Vido y del Secretario de Transporte Schiavi, efectuadas el día jueves pasado, nos eximen de justificar esas afirmaciones. Judicializar la cuestión, tal como propuso el señor De Vido, equivale a dejar las cosas como están, es decir, apañar al grupo Cirigliano, los dueños de TBA. Esto tiene sentido si se tiene en cuenta que dicho grupo creció con la complicidad de los gobiernos de Menem, De la Rúa, Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
El "accidente" pone al desnudo cuál es la distribución del poder en Argentina. Más allá de los discursos, son los empresarios los que ponen las condiciones y a los trabajadores les toca obedecer. Ni siquiera pueden discutir la forma en la que viajan. Cualquier política que ignore esta cuestión es favorable a la clase dominante en Argentina.
El "accidente dejará de repetirse cuando los trabajadores se organicen y pongan en discusión la dominación de los empresarios. Sólo la lucha puede cambiar las cosas. Como ha sido siempre.
Por último, doy mis condolencias para los familiares y amigos de Lucas y de todos los fallecidos en este "accidente".
El "accidente" ocurrió luego de 10 años de crecimiento económico ininterrumpido. En este período los capitalistas han obtenido ganancias siderales. Los trabajadores, en cambio, han seguido viajando en las mismas condiciones que antes del inicio del período de crecimiento, y, además, ponen los muertos cuando hay un "accidente".
El "accidente" muestra el significado concreto, palpable, del modelo económico promovido por el "kirchnerismo". En este modelo los empresarios tienen la obligación de aumentar sus ganancias y los trabajadores tienen que contentarse con tener trabajo; si viajan mal, si no consiguen una vivienda decente, si les cuesta llegar a fin de mes, no tiene importancia. Todo esto se adorna con lindas palabras, pero la realidad es que los trabajadores ponen el cuerpo y los empresarios se llevan las ganancias. Las declaraciones del ministro De Vido y del Secretario de Transporte Schiavi, efectuadas el día jueves pasado, nos eximen de justificar esas afirmaciones. Judicializar la cuestión, tal como propuso el señor De Vido, equivale a dejar las cosas como están, es decir, apañar al grupo Cirigliano, los dueños de TBA. Esto tiene sentido si se tiene en cuenta que dicho grupo creció con la complicidad de los gobiernos de Menem, De la Rúa, Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
El "accidente" pone al desnudo cuál es la distribución del poder en Argentina. Más allá de los discursos, son los empresarios los que ponen las condiciones y a los trabajadores les toca obedecer. Ni siquiera pueden discutir la forma en la que viajan. Cualquier política que ignore esta cuestión es favorable a la clase dominante en Argentina.
El "accidente dejará de repetirse cuando los trabajadores se organicen y pongan en discusión la dominación de los empresarios. Sólo la lucha puede cambiar las cosas. Como ha sido siempre.
Por último, doy mis condolencias para los familiares y amigos de Lucas y de todos los fallecidos en este "accidente".
Buenos Aires, viernes 24 de febrero de 2012
Ante mi parálisis para lograr escribir algo acerca de este asesinato en masa contra nuestra clase, me voy a tomar el atrevimiento de copiar esta nota tuya en mi blog
ResponderEliminarEs muy difícil decir cosas que no pasen por la bronca en estos días. Gracias, Adrita
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