La victoria obtenida por Cristina Fernández (n. 1953) en las elecciones del domingo pasado ha sido tan contundente, y la derrota de la autodenominada oposición tan estruendosa, que una muchedumbre de periodistas, comentaristas y analistas políticos varios ha hecho cola para elogiar la sapiencia política de la presidenta, las bondades del modelo vigente y las virtudes de Amado Boudou como guitarrista. Todo vale con tal de arañar un lugar bajo el sol refulgente del "kirchnerismo" victorioso. Ahora bien, las voces de la multitud de aduladores de todo pelaje, en su afán por transformar a Cristina en un mito viviente, tienden a oscurecer algunos aspectos significativos del triunfo del "kirchnerismo" en las elecciones del 23 de octubre.
Aclaremos los tantos. De ningún modo se trata de negar la magnitud del triunfo de Cristina, ni restarle méritos a la estrategia política que diseñó para este año electoral. Eso sería necio. Para decirlo en pocas palabras, Cristina jugó con inteligencia y decisión, imponiendo en todo momento su voluntad frente a colaboradores y aliados a veces reacios, a veces dubitativos. Así como Néstor Kirchner (1950-2010) tomó nota de las lecciones del 2001 y comprendió que la Argentina ya no podía ser gobernada utilizando el mismo discurso del neoliberalismo, Cristina aprendió de la crisis del 2008 y entendió que era imprescindible ir hacia la construcción de una fuerza política sólida, capaz de afrontar los temporales sin correr riesgos de disgregación. Luego del efecto Julio Cobos (n.1955) y de la escisión del Peronismo Federal, Cristina apostó a imponer sus candidatos y reducir al máximo posible el margen de negociación con los caciques provinciales y municipales. Luego del domingo, el grado de cohesión interna del "kirchnerismo" se incrementó significativamente.
Todas estas cosas ya han sido dichas en estos días, así que resulta innecesario abundar en ella. Dado que dispongo de muy poco tiempo, prefiero concentrarme en un par de cuestiones importantes, con la promesa de dejar para más adelante la formulación de análisis más profundos.
En primer lugar, hay que destacar que el triunfo de Cristina corona la conformación de un nuevo bloque dominante en Argentina, el cual se ha venido constituyendo desde la crisis política e ideológica del neoliberalismo en 2001. El apoyo público que las corporaciones empresarios brindaron a la presidenta en el período previo a las elecciones muestra a las claras que la burguesía (si se me permite utilizar este término "antiguo") apoya de manera casi unánime al modelo. Hoy por hoy, la Unión Industrial Argentina y la Sociedad Rural Argentina, por citar sólo los dos casos más representativos, se han hecho "kirchneristas", más allá de las opiniones particulares de algunos dinosaurios. A despecho de los dichos de muchos intelectuales y militantes "kirchneristas", no existe tal enfrentamiento entre el gobierno "nacional y popular" y las corporaciones (salvo, por supuesto, el caso perfectamente funcional de la lucha con Clarín y La Nación). En todo caso, la mención a dicho enfrentamiento sirve para esconder debajo de la alfombra el apoyo casi unánime al "kirchnerismo" entre los empresarios del campo y la ciudad, los banqueros, los rentistas y todos aquellos a los que les interesa el país (claro que a partir de la explotación del trabajo de otros).
En segundo lugar, y en estrecha relación con el punto anterior, el "kirchnerismo" no sólo ha logrado constituir un bloque dominante, sino que ha conseguido lograr que este bloque detente la hegemonía en la sociedad. Así, el aluvión de votos del domingo resulta un formidable espaldarazo para un modelo de acumulación centrado en la dominación del capital sobre el trabajo. En este sentido, se ha naturalizado que el hecho de que "los trabajadores tengan trabajo" es lo máximo a lo que pueden aspirar las personas que pasan la mayor parte de sus vidas trabajando. Cuando hablo de un bloque dominante que se ha vuelto hegemónico quiero decir precisamente eso. En los discursos del domingo a la noche los candidatos triunfantes, de Cristina para abajo, elogiaron al pueblo, hablaron de concordia, de unidad y muchas cosas más, pero no dijeron ni una palabra acerca de los trabajadores. Esto es en sí significativo, si se tiene en cuenta que los ganadores pertenecen al partido (el peronismo) que hizo del movimiento obrero su columna vertebral. Luego de la crisis de 2001, la recomposición de la hegemonía de las clases dominantes es un dato central e innegable de la política argentina actual. Más allá de que no suene agradable para muchos militantes, la realidad indica que hoy en día el "kirchnerismo" encarna la política real de las clases dominantes. La mejor prueba de ello está en los desempeños electorales de la autodenominada oposición, que no logró convencer a sus patrones de las bondades de sus servicios. En este sentido, las elecciones del domingo significan el entierro, tantas veces postergado, de la vieja derecha neoliberal. Fuera del "kirchnerismo" no existe ningún proyecto capitalista viable.
El lector podrá objetar que en estas notas se deja de lado el enorme apoyo popular al "kirchnerismo", expresado en las cifras de votos del domingo. De ningún modo desestimamos este apoyo, pero tampoco pretendemos caer en la actitud de tantos oportunistas, quienes descubren ahora la existencia de "una comunidad mística" entre el líder y su pueblo. En política hay que ser responsable, sobre todo si se pretende nadar contra la corriente. Es por esto que hay que decir que la tarea de la hora consiste en discutir las bases sobre las que se ha edificado la nueva hegemonía de las clases dominantes, encarnada en los dichos de los políticos "kirchneristas". El "nunca menos" tiene que consistir en discutir el poder y no en resignarse ante una correlación de fuerzas que no se puede modificar. En criollo, sólo cuando los trabajadores miren con ojos sobradores al patrón, sólo cuando los que viajan a la mañana en el bondi, en el Sarmiento o en el subte piensen en que van a trabajar a un lugar que empieza a ser suyo, sólo entonces habrán empezado a cambiar las cosas. Para eso falta mucho, pero conviene empezar por discutir esta idea instalada por el "kirchnerismo" de que trabajadores y empresarios tienen intereses comunes, y que deben trabajar unidos en pos de la grandeza del país.
Nunca menos.
Mataderos, miércoles 26 de octubre de 2011
Me gustó eso de: "cuando los trabajadores miren con ojos sobradores al patrón", pero tengo la esperanza de q no falte mucho porque se que los laburantes no ven con buenos ojos la lamida de rodillas que con una sonrisa entregadora le hizo Cristina a Obama...
ResponderEliminarBeso
Lamida de rodillas? Quién solicitó la reunión bilateral? Ariel, como "joven K" valoro tu análisis, aunque no comparta tu posición creo que este tipo de análisis críticos es valioso para no caer en el conformismo barato y encarrilar esto para el lado que la juventud y los trabajadores queremos. Saludos
ResponderEliminarEstimado Matías,
ResponderEliminardesearía q escuches con atención los dichos de Cristina al imperialista Obama y que -como jóven K- trates de desmenuzar lo que está en juego -en esas palabras- para la juventud, los trabajadores y el pueblo todo:
http://youtu.be/3wCxlyK2rHY
Saludos
PD. ¿sabías que las tropas argentinas que están en Haití desde 2004 convalidando el golpe de estado yanqui (violando, robando niños, traficando órganos, asesinando y condenando a miles de seres humanos a morir de cólera) NO fueron retiradas?
Matías, gracias por tu comentario. La idea no es, justamente, coincidir en todo sino, por el contrario, debatir todo lo que sea necesario.
ResponderEliminarAdrita, a tus datos sobre Haití agregaría otras cuestiones, como, por ejemplo, el mantenimiento del régimen de ART. Todo aquél que sea un trabajador en relación de dependencia sabe lo que significa este sistema. Hay que recordar que dicho régimen fue creado durante la década menemista, y sigue vigente (Perdón por el salto de lo internacional a lo internacional).
Saludos,