En tiempos de campaña electoral es conveniente recordar que existen dos formas diferentes de hacer política. De un lado, está la política que gira en torno a la "mesa chica", en la que un grupo "selecto" de dirigentes toma las decisiones sin consultar ni a los militantes ni a las bases. Los dirigidos tienen asignado el papel de comparsas, sin poseer ningún poder de decisión real. Del otra lado, está la política concebida como una construcción que en la que las bases son fundamentales, a través de su organización, su movilización y la participación en el debate de ideas y en la toma de decisiones. Para esta segunda forma, el éxito se mide a partir de la incorporación de cada vez más sectores a la vida política activa, a partir de su participación con voz propia en la misma.
Este no es lugar para discutir a fondo las posiciones esbozadas en el párrafo anterior. En cambio, quiero hacer notar cómo ambas caracterizaciones pueden ser de utilidad para comprender la situación actual. Las últimas semanas estuvieron marcadas por las polémicas y chisporroteos en torno a las denominadas listas "colectoras" en la provincia de Buenos Aires. Este tema, si bien tiene innegable importancia desde el punto de vista de la coyuntura electoral (y mucho más para los esforzados campeones que cargan sobre sus espaldas el peso de tener que lidiar como candidatos), se encuentra enmarcado en los estrechos límites de la política centrada en torno a la "mesa chica". La discusión se encuentra confinada al ámbito de los dirigentes, en tanto que los dirigidos tienen que limitarse a contemplar la acción de los primeros. Lo mismo cabe decir de auténticos mamarrachos electorales como, por ejemplo, la candidatura del ¿cantante? Miguel del Sel (n. 1957) a gobernador de la provincia de Santa Fe por el PRO.
La detención en el día de ayer del Secretario General de la Unión Ferroviaria (UF), José Pedraza, es una bocanada de aire fresco que quiebra la monotonía de una campaña electoral en la que se debaten muy poco los temas importantes para los sectores populares. La detención de Pedraza pone otra vez en el centro del escenario político las cuestiones fundamentales de nuestra sociedad, las cuales quedan fuera de las preocupaciones de los políticos de la "mesa chica".
Ante todo, unas aclaraciones necesarias. Pedraza es un exponente destacado de la "burocracia sindical". Eternizado como Secretario General de la UF, su estilo de conducción alterna el clientelismo, la eliminación de la oposición por todos los medios disponibles y la realización de buenos negocios en connivencia con el Estado y las empresas privadas. Como botón de muestra basta indicar que cuando se produjo la ofensiva menemista contra los ferrocarriles, rematada con la célebre frase "ramal que para, ramal que cierra", el inefable Pedraza salió del paso transformándose él mismo en empresario. De este modo, la UF aceptó el desguace de la red ferroviaria (incluida la entrega de los ramales más rentables a empresas privadas asociadas con sindicalistas ferroviarios), el empeoramiento de las condiciones en que viajan los pasajeros (que, oh casualidad, son en su mayoría trabajadores) y la progresiva precarización de las condiciones laborales de los ferroviarios. Todo esto es, o debería ser, historia conocida. Pero los políticos de la "mesa chica" suelen pasar por alto estas minucias, y Pedraza siguió vivito, coleando y haciendo buenos negocios mucho después de la caída del menemismo.
¿Cómo explicar la prolongada permanencia de Pedraza al frente de la UF? Es demasiado fácil recurrir a lo obvio. Como ya dijimos, Pedraza supo combinar el clientelismo y la violencia para conservar el control del sindicato. Esto es así, y no tenemos ninguna intención de desmentirlo. No obstante, prefiero indicar una cuestión estructural, que permite trazar las líneas que conectan a los feos, sucios y malos sindicalistas con los lindos, aseados y buenos muchachos que manejan las empresas de este bendecido país.
Pedraza, como la "burocracia sindical" en su conjunto, era una pieza funcional a la forma en que se halla estructurado el poder social en la Argentina. Así, en una época dominada por la política de la "mesa chica", no hay espacio para una política centrada en la organización autónoma de los trabajadores y demás sectores populares. Escribo "no hay espacio" y me corrijo, los sectores que tienen el poder en nuestro país están interesados en el mantenimiento de la "mesa chica" y en la eliminación de cualquier política centrada en el involucramiento de las bases en las decisiones políticas. El hecho de que las personas comunes decidieran tomar su destino en sus propias manos pondría inmediatamente en peligro el derecho adquirido de las clases dominantes a tomar decisiones como si el país fuera su propiedad privada. Que la campaña electoral gire en torno a las "colectoras" es posible, entre otras cosas, porque existen los Pedraza. El "progresismo" mismo, en todas sus variantes, cobra aire en la medida en que hay un Pedraza que cumple el trabajo sucio de domesticar a los trabajadores. La discusión en torno a la "profundización del modelo" es viable porque los sindicatos están copados por los Pedraza, quienes contribuyen a ocultar el hecho de que dicho modelo se sustenta en la precarización de las condiciones laborales de buena parte de la clase trabajadora.
Seamos justos con Pedraza. Sus métodos no son muy distintos de los aplicados en el resto de los gremios controlados por la "burocracia sindical". Tampoco podemos decir que su única herramienta es la violencia de la patota. Una organización sindical que recurriera constantemente a la violencia para eliminar a la oposición sería muy poco eficaz a los fines de asegurar la permanencia del grupo dirigente. Acusarlo de "mafioso" tampoco dice mucho, pues si por ello se entiende la combinación de violencia, clientelismo y "malas artes" para alcanzar los fines deseados, entonces tendríamos que decir que son mafiosos casi todos sus colegas sindicales y el empresariado en pleno. En estos momentos en que los periodistas y los dignos ciudadanos de las clases medias están descargando su indignación contra los sindicalistas "mafiosos", es bueno recordar que en 2008 los señores empresarios del campo no dudaron en cortar el abastecimiento de alimentos a las ciudades para evitar tener que pagar más impuestos (perdón, quise decir retenciones). También es bueno recordar que el señor ex Secretario de Transporte del gobierno "nacional y popular", Ricardo Jaime, está procesado por enriquecimiento ilícito. Si de comportamientos mafiosos se trata, nuestras clases dominantes tienen sobrada experiencia y no necesitan que ningún Pedraza les venga a dar lecciones.
¿Qué función social y política cumplen Pedraza y sus colegas? Trabajar es algo que hacen la mayoría de las personas la mayor parte de sus vidas. En el trabajo aprenden a diario lecciones de política. Son humillados, maltratados, usados y, finalmente, descartados cuando no sirven más. No pueden tomar decisiones propias y deben limitarse a obedecer lo que ya viene establecido desde la gerencia de la empresa. Es cierto que existen muchos matices y que esta caracterización es esquemática. Pero estos matices no borran el hecho fundamental de que en el trabajo los trabajadores aprenden a obedecer y a subordinarse a las decisiones que toman los mandos. El trabajo es cualquier cosa menos una escuela de democracia. En estas condiciones, los Pedraza son útiles porque canalizan el descontento de los trabajadores hacia lo salarial, es decir, luchan porque el trabajador pueda venderse mejor en el mercado. Aceptan alegremente que el trabajador es una mercancía y punto. Nada de andar planteando que lo que está mal es el sistema que obliga a los trabajadores a venderse en el mercado. Esas son cosas de "bolches" y los Pedraza saben bien cómo tratarlos (el caso Ferreyra es un buen ejemplo de sus métodos). Con su desvergüenza, con su aceptación de las condiciones fijadas por los empresarios, con su intento de transformarse ellos mismos en empresarios, los Pedraza completan la educación política de los trabajadores. No sirve de nada intentar tomar decisiones por sí mismo, no vale la pena la organización (pues la organización es propiedad exclusiva de los Pedraza y Cia), sólo sirve pensar en sí mismo, tratar de hacer dinero y cagarse en los demás. El clientelismo y la violencia completan los métodos pedagógicos de los Pedraza.
La detención de Pedraza es, repetimos, una bocanada de aire fresco. Hay que recordar una y otra vez que el señor Pedraza organizó una patota de matones encargados de "limpiar" de opositores su gremio. Participó en la propiedad de empresas dedicadas a contratar a los trabajadores tercerizados e hizo grandes ganancias a costa de la explotación de los trabajadores ferroviarios y del empeoramiento de las condiciones en que viajan los pasajeros (también trabajadores). Gracias a sus servicios, los políticos de la "mesa chica" pueden entregarse a discusiones interminables sobre temas que poco tienen que ver con la organización del poder en la Argentina. Pedraza estaba seguro de su impunidad. Y, de repente, cayó. No fue casualidad. Hay que decir que su caída fue el producto de la lucha de los militantes que jamás van a aparecer en las programas de televisión. Pero están donde hay que estar. Y su acción, con todos los errores y confusiones en que puedan caer, es la que quita espacio a la "mesa chica", es la que obliga a los políticos fascinados con las "colectoras" a mirar por unos instantes a una realidad marcada por la desigualdad. Este triunfo es, en primer lugar de ellos. Y es un buen recordatorio para aquellos que sostenían, allá por octubre y noviembre del año pasado, que la culpa de todo la tenían los "troskos que andaban buscando un muerto".
Mataderos, miércoles 22 de febrero de 2011
Bravo....no digo más porque sigo leyendo.
ResponderEliminarSociología me suena a palabra feucha, a cosa difícil. Usted la pone "en sencillo" y es tan claro que me siento menos burra leyendo y entendiendo :D
Gracias Silvina. A mí no me gusta hablar de sociología, porque remite a una actividad académica, con sus ritos, sus manías, y su aceptación del orden establecido. Desde sus orígenes la sociología fue, si se me permite la expresión, una ciencia dirigida a intentar explicar y contener los desbordes de la negrada. Eso no quita méritos a los grandes sociólogos como Weber, Durkheim, etc., pero sirve para entender que hay que hacer algo distinto, sin perder nunca de vista el hecho de que el capitalismo (la sociedad en que vivimos) es sinónimo de desigualdad, y que la desigualdad sólo puede ser modificada por las luchas de las mayorías. Y esas mayorías necesitan entender cómo funciona nuestra sociedad para luchar mejor. De ahí que haya que esforzarse para estudiar lo que pasa. Así entiendo mi tarea. Saludos, Ariel
ResponderEliminarDesde el retorno de la democracia Los Troskos estuvieron siempre, Momo Venegas y sus esclavos, Pedraza y sus patotas también,a la represión policial y de las patotas con su tendal de muertos nos habiamos acostumbrados. Aca lo que esta cambiando es otra cosa, y no es, desde mi punto de vista tan difícil de divisar.
ResponderEliminarGracias por alternar la teoría imprecindible con la actualidad ineludible.
Saludos
Tambien nos acostumbramos al peronismo que estuvo siempre, a la desigualdad, a la pobreza y exclusion estructural, y a la idea de un sindicalismo reivindicador de salario junto a un Estado "conciliador" de clases.
ResponderEliminarLindo articulo, saludos.
"Entender es comenzar a transformar"
Fernando, como siempre, muchas gracias por la lectura atenta. Respecto a lo que está cambiando, creo que hay (entre otros), dos factores que tenemos que tener presentes. Por un lado, la quiebra del pensamiento neoliberal a partir de la crisis de 2001, cuyos efectos se hicieron notar a lo largo de la primera década del siglo, generando un espacio para distintas formas de pensamiento alternativo. Hoy resulta muy difícil plantear abiertamente en los medios una política centrada en las privatizaciones y en la flexibilización laboral. Sin embargo, esta derrota del neoliberalismo en el plano de las ideas todavía no se plasmado en el plano de las relaciones laborales (que constituyen el núcleo duro de la dominación capitalista). Así, se repudia al neoliberalismo en tanto "teoría" (y reconocemos el papel del Estado, etc., etc.), pero se lo respeta en el nivel de la legislación laboral.
ResponderEliminarPor otro lado, la reducción de la tasa de desempleo ha puesto en el centro de la discusión política la cuestión social, es decir, el carácter de las relaciones entre trabajadores y empresarios. Si bien es cierto que ha mejorado la condición de algunos segmentos de la clase trabajadora (capaces de negociar en mejores condiciones los convenios colectivos), en otros casos se mantienen (y aún se han agudizado) las condiciones de sobreexplotación, en una sucesión que va desde el trabajo en negro, los tercerizados, los "esclavos", etc., etc. En pocas palabras, predomina la heterogeneidad, y eso favorece la dispersión política de los trabajadores, que no pueden presionar en conjunto para mejorar sus condiciones de vida.
Un abrazo,
Ariel
Emiliano, muchas gracias por tu comentario. La cuestión que proponés es central y para resolverla hay que ponerse a estudiar y a comprender el tipo de política económica que ha llevado el kirchnerismo a partir de 2003, así como también el impacto del crecimiento económico sobre los sectores populares. Por ejemplo, es muy difícil imaginar tasas de ganancia como las del empresariado rural si no tenemos en cuenta que cuentan con una mano de obra reducida a condiciones de sobreexplotación propias del siglo XIX, en los comienzos de la Revolución Industrial. Otro ejemplo, los talleres textiles que trabajan para el mercado interno (la otra pata del modelo económico, además de las exportaciones de productos primarios) y en los que la fuerza de trabajo también es superexplotada. O la situación en las Pymes metalúrgicas de San Martín. Todo eso tiene que ser evaluado al momento de caracterizar el modelo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Ariel