El 16 de septiembre, durante la manifestación en conmemoración de la Noche de los Lápices, escuché a dos turista españoles hacer comentarios sobre la convocatoria. Uno de ellos, el que llevaba la voz cantante, afirmaba que la manifestación era una forma de protesta ineficaz, pues no contenía nada novedoso en sí y se confundía con otras manifestaciones convocadas por motivos diferentes. En otras palabras, para el ciudadano común, todas las manifestaciones eran iguales. El español razonaba que si esto era así, la manifestación perdía toda eficacia como hecho político, pues volvía invisible justamente lo que pretendía mostrar: la causa que convocaba a los manifestantes. Para evitar esto, los defensores de cada causa tendrían que buscar formas novedosas de protesta, capaces de atraer la atención de la mayoría de los ciudadanos.
La opinión expuesta por nuestro anónimo comentarista español no es única, sino que forma parte de una actitud generalizada entre muchos militantes políticos y de organizaciones populares, que se encuentran literalmente obsesionados por "generar un hecho político", esto es, por lograr atraer la atención de los medios de comunicación hacia sus acciones. Si bien esta actitud no es exclusiva de los militantes de izquierda, nos parece más interesante concentrarnos en ellos en estas reflexiones, tanto por nuestro interés político directo como por el hecho innegable de que es la izquierda la que se encuentra habitualmente huérfana de acceso a los medios.
La tesis del "hecho político" parte del supuesto de que las acciones políticas carecen de efectos concretos si no consiguen llamar la atención de los medios. Sólo si el acto político aparece reflejado en los medios (y la televisión es, al respecto, el medio supremo), puede considerarse como plenamente realizado. Esta tesis, que expresa la necesidad genuina de difundir las propias acciones al conjunto de la población, termina por derivar en una verdadera hegemonía de lo mediático sobre lo político o, dicho de modo más preciso, por la elección de una política mediática como forma de hacer política.
La política mediática significa que los militantes tienen que dedicar buena parte de sus energías a buscar los caminos para que los periodistas y las cámaras de televisión acudan a ellos. La política termina por derivar hacia un ejercicio de atracción de los periodistas. Esto lleva a que las organizaciones populares comiencen a competir entre sí por lograr acaparar la atención de los medios. En este terreno, la competencia termina por exigir la intervención de publicistas y especialistas en marketing, quienes son, en definitiva, los que tienen el conocimiento de cómo lograr llamar la atención. En el límite, las agencias de publicidad reemplazan a los partidos políticos, y la política se transforma en una rama más de la publicidad, esto es, se convierte en una actividad cuyos objetivo principal es vender productos (candidatos, causas, etc.).
Por supuesto que lo dicho en el párrafo anterior constituye una evidente exageración respecto a la acción de las organizaciones populares de nuestro país. En el caso de ellas, los medios son generalmente muy primitivos, y apenas si han conseguido asimilar los rudimentos de las técnicas publicitarias.Pero ya han incorporado, en muchos casos, la lógica de la política mediática.
Un ejemplo de lo expresado en los párrafos anteriores. Durante la lucha por mejorar la situación edilicia de la educación pública en la ciudad de Buenos Aires, se produjo un episodio significativo. Los estudiantes y algunos docentes del profesorado Alicia Moreau de Justo, cortaron la avenida Córdoba en su intersección con Ayacucho. Cuando el corte estaba terminando, realizaron una asamblea sobre la calle Córdoba para decidir los pasos a seguir. En ese momento intervinieron algunos militantes políticos para convencerlos de que deberían dejar el lugar y marchar hacia la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA pues allí se realizaba la asamblea de todos los colegios tomados y, por ende, "estaban todos los medios". En cambio, a la esquina de Córdoba y Ayacucho no había acudido ni un mísero movilero de a pie. De manera que, implícitamente, cortar la avenida Córdoba en las horas pico y poner en movimiento a un profesorado que hasta ese momento no estaba tomado, no representaba un "hecho político". ¿Por qué? Porque estaban ausentes los medios.
La política mediática supone poner la búsqueda de la aparición de los medios de comunicación como el objetivo primordial de las organizaciones políticas. En sus estadios superiores implica la transformación de la política en un espectáculo más. Esto no es novedoso, y se viene teorizando desde hace bastante tiempo. Pero sí resulta significativo que la tesis del "hecho político" haya sido incorporada por las organizaciones populares que tienen que enfrentar, justamente, las prácticas y los efectos de la política mediática.
De ningún modo pretendemos negar la importancia de los medios de comunicación para el desarrollo de una política contrahegemónica o anticapitalista. En sociedades complejas como la nuestra, ignorar a los medios puede resultar suicida. Pero, la política tiene que marcar las líneas de acercamiento a los medios y no a la inversa.
El "hecho político" no consiste en que una cámara filme a un grupo de manifestantes. Dicha filmación, si llega a la televisión, terminará diluyéndose en la catarata de informaciones cotidianas. El verdadero "hecho político" consiste, en cambio, en la organización de los sectores populares. El mero hecho de juntarse para discutir sobre la propia situación y buscar las vías colectivas para superarla constituye el hecho político fundamental para los sectores populares. Hacer política anticapitalista es, ante todo, realizar acciones para superar la fragmentación cotidiana. Juntarse, debatir, organizarse, actuar colectivamente: he aquí los verdaderos hechos políticos. Llamar a los medios sin haber realizado estos hechos políticos equivales a caer en el vacío. Y la política de los trabajadores y demás sectores populares debe tenerle horror al vacío y al aislamiento.
En síntesis, generar un "hecho político" en el sentido mediático no es difícil. Alcanza con una ayuda de contactos entre los medios de comunicación y un teléfono celular. Pero hacer política en el sentido de agrupar y organizar a los sectores populares es otra cuestión, para la cual no bastan las cámaras.
Buenos Aires, sábado 18 de septiembre de 2010
Muy bueno Ariel. Estoy totalmente de acuerdo. Me parece que el peso de los medios de comunicación es directamente proporcional a la desmovilización política.
ResponderEliminarPienso en los turistas españoles y su escepticismo en relación a la movilización popular. ¡Claro, si ellos pusieron un millón de personas para apoyar al juez Garzón en la investigación de los crímenes del franquismo!
ResponderEliminarPienso en el texto y recuerdo a Ranciere y sus conceptos sobre Policía y Política en el Desacuerdo.
Si Policía es el orden normativo, la relación de las partes contadas, asignadas, reconocidas, la Política es la irrupción de la parte que no tiene, de las voces consideradas ruidos que irrumpen constituyendo lo político (o quizá, un “hecho político”. Si la palabra es solo palabra reconocida por el orden distribuidor del megáfono masivo, entonces, esa palabra es palabra para el orden hegemónico. Si la palabra no significa enfrentar la palabra, entonces el discurso es meramente Policía.
Saludos, linkee el texto en mi face!