La Sociología Clásica es el término que sirve para designar un vasto cuerpo teórico producido entre c.1880 y c.1920. Entre sus máximos exponentes se encuentran autores tan disímiles como Emile Durkheim (1858-1917) y Max Weber (1864-1920). Los temas fundamentales de este corpus son: la naturaleza del lazo social, la especificidad del capitalismo occidental (¿Por qué surgió en Occidente y no en China?, ¿Qué factores permitieron el desarrollo del mismo?) y la búsqueda de caminos que permitan eliminar y/o mitigar la lucha de clases y el conflicto social. La producción de todos los sociólogos que son agrupados en esta corriente está marcada por la crisis, una profunda crisis que sacudió al capitalismo tanto en el plano ideológico como en el económico-político y que tuvo sus expresiones más altas en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y en la Revolución Rusa de 1917.
A diferencia de otras ciencias sociales, la Sociología es la ciencia de la crisis por antonomasia. En términos más llanos, la buena sociología se produce en períodos de crisis, cuando los poderes y los valores establecidos se hallan luchando por sobrevivir frente al embate de otras fuerzas sociales. En esos momentos, los sociólogos intentan echar una mirada al conjunto de la sociedad, abandonando sus investigaciones micro o sus micro investigaciones (da lo mismo). Dado, además, que la sociología no es una ciencia revolucionaria, las investigaciones de los sociólogos arrojan luz sobre la manera en que los intelectuales orgánicos de la burguesía (lectores de las jóvenes generaciones: así llamábamos en tiempos pretéritos a la clase dominante en la sociedad capitalista, es decir, aquél conjunto de individuos que controlaba los medios de producción) conciben las bases de la dominación capitalista sobre la sociedad. En este sentido, y dada la magnitud de la crisis que les tocó experimentar, los sociólogos clásicos merecen con toda justicia el adjetivo que califica a su sociología, pues sus producciones se caracterizan por un enfoque de la totalidad social que se perdió en las décadas posteriores.
Para comprender en toda su magnitud la importancia de este cuerpo teórico es necesario tener presente que el mismo se construyó en una confrontación con el marxismo, que estaba expandiéndose en los medios obreros y entre algunos intelectuales europeos de fines del siglo XIX. El marxismo, una teoría social edificada sobre bases totalmente diferentes a las de la sociología y las demás ciencias sociales, representaba un desafío formidable tanto en el plano teórico como en el político. Durkheim y Weber llevaron adelante sendos intentos, con suerte dispar, de refutación del marxismo. En alguna otra entrada de este blog haremos referencia a la crítica del marxismo realizada por estos autores. Ahora quiero detenerme en un punto importante para la constitución de la sociología, esto es, la influencia que ejerció en la teoría sociológica de Durkheim la obligación de enfrentar al marxismo.
La división del trabajo social (1893) es el título de la tesis de doctorado de Emile Durkheim, y representa una de las obras fundamentales de la sociología de todos los tiempos. No corresponde aquí hacer el elogio de la misma (ya volveremos muchas veces sobre su contenido). En ella Durkheim se pregunta por la naturaleza de los vínculos que ligan a los individuos entre sí, y denomina a este lazo solidaridad. Según Durkheim, existen dos grandes formas sociales (claro que en el texto identifica muchas variantes de las mismas), caracterizadas por dos tipos diferentes de relaciones sociales, la solidaridad mecánica y la solidaridad orgánica. En términos muy generales, cabe decir que la primera remite a las sociedades precapitalistas, en tanto que la segunda hace referencia a la sociedad moderna, cuyo eje es la producción de mercancías. No es este el lugar para analizar las debilidades del análisis durkheimniano. Sí, en cambio, considero oportuno hacer notar una fuerte semejanza entre el análisis efectuado por Durkheim del contenido de las relaciones sociales en el capitalismo, y el llevado a cabo por Karl Marx (1818-1883) en el capítulo 1 del Libro I de El Capital. Ambos trabajan, desde marcos teóricos e intereses políticos bien distintos, la cuestión de la cosificación de las relaciones sociales en el modo de producción capitalista.
¿A qué llamamos cosificación de las relaciones sociales?
En la producción mercantil, (esto es, en la forma de producción cuya característica fundamental consiste en que individuos recíprocamente indiferentes que son propietarios de medios de producción llevan sus mercancías al mercado para venderlas allí y obtener así los productos necesarios para satisfacer sus necesidades), las personas se relacionan entre sí a través de las cosas. En otras palabras, no voy al mercado porque me interesen las virtudes personales del vendendor de encendedores o de biblias; concurro a ese lugar (ojo, se trata de un lugar social, no físico) para obtener las mercancías que preciso para dar satisfacción a mis necesidades. Por supuesto, debe ir munido de una cosa que satisfaga necesidades de otros, pues de otro modo el intercambio mercantil es imposible. El dinero, operando como mediador en las operaciones de compra y venta, se transforma en el verdadero nexo entre las personas. Ahora bien, a mayor extensión de las relaciones mercantiles, se produce un aumento de la cosificación de las relaciones sociales y una disminución de los contactos "verdaderamente humanos". Como el capitalismo es la variante más exacerbada de la producción mercantil, se entiende el porqué se afirma que la sociedad capitalista tiende a la cosificación de todas las relaciones sociales.
Karl Marx efectuó un análisis clásico de la cosificación en el punto 4 del capítulo 1 del Libro I de El Capital (1867). Allí Marx expresa su opinión sobre el contenido científico de la economía política clásica (Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill, etc.) y sostiene, respecto a los conceptos elaborados por los economistas burgueses, que "se trata de formas de pensar socialmente válidas, y por lo tanto objetivas, para las relaciones de producción que caracterizan ese modo de producción social históricamente determinado: la producción de mercancías. Todo el misticismo del mundo de las mercancías, toda la magia y la fantasmagoría que nimban los productos del trabajo fundados en la producción de mercancías, se esfuma de inmediato cuando emprendemos camino hacia otras formas de producción". (Marx, Karl, El Capital, México D. F., Siglo XXI, 1996, t. I, vol. I, pág. 93). El pasaje es significativo porque Marx no considera a la economía política como un engaño sistemático para adormecer al conjunto de la sociedad, por el contrario, afirma que las categorías de los economistas expresan lo que ocurre en la sociedad capitalista, claro que de una manera naturalizada, es decir, partiendo del supuesto de que las relaciones mercantiles expresan una forma de ser, una esencia, propia de los seres humanos. En rigor, los economistas no mienten, sino que se dejan llevar por la cosificación, que parece dotar a las cosas de propiedades humanas.
Marx caracterizó a la cosificación del siguiente modo: "Lo misterioso de la forma mercantil consiste sencillamente, pues, en que la misma refleja ante los hombres el carácter social de su propio trabajo como caracteres objetivos inherentes a los productos del trabajo, como propiedades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende, en que también refleja la relación social que media entre los productores y el trabajo global, como una relación social entre los objetos, existente al margen de los productores." (Marx, Karl, op. cit., pág. 88). En otras palabras, la producción mercantil transforma en los seres humanos en simples soportes de las cosas, que son las que verdaderamente parecen entrar en relación. Las consecuencias teóricas de este descubrimiento de Marx son enormemente valiosas, y muchos autores han abrevado en el punto 4 (Fetichismo de la mercancía) del capítulo I.
(Continuará)
Estimado Ariel:
ResponderEliminarEs muy interesante tu blog! Te invitamos a conocer nuestra página que prontamente tendrá un link a tu blog. Esperamos que te guste y sea de tu agrado.
Atte.
Sociologica Humanitatis
www.sociohumanitatis.com.ar
Ariel, soy alumno de ciencia politica, te acordas que te di un texto de Cooke sobre es debate en torno a los dos Marx? te mando un link donde escribi sobre "alieçnacion y fetichismo".
ResponderEliminarsaludos
http://goliardo-argentino.blogspot.com/2009/11/el-fetichismo-de-la-mercancia.html
Ariel: soy Omar, alumno de la UNSAM, en primer lugar te felicito por tu blog, esta bueno usar las armas del enemigo, para marcar las diferencias,poniendo sobre la mesa el espiritu critico que hace falta. Por otro lado coincido con tu opinion sobre el tema del fetichismo de la mercancia, quizá habrá que encontrar la famosa ruptura, para cortar con esta sociedad de consumo, cuando digo consumo, digo: desde compra las zapatillas ultimo modelo, hasta consumir los programas top de la tele cacerola. En fin, la idea seria buscar construir una sociedad mas solidaria que deje de lado las estigmatizaciones.Si queres la seguimos en la facu, saludos y te deseo un buen comienzo de año. OMAR
ResponderEliminarGoliardo, perdón por no haber respondido antes. Las tareas de fin de año me impidieron leer el texto y hacer el comentario que merece. Voy a ponerme al día en estas vacaciones.
ResponderEliminarUn abrazo y buen comienzo de año,
Ariel
Omar:
ResponderEliminarGracias por los comentarios.
Cada día estoy más convencido de que la lógica de la mercancía constituye la principal ideología de la sociedad capitalista, y que en ella reside el núcleo duro de la dominación. Ahora bien, para poder suprimirla en la práctica hay que empezar por entenderla, por comprenderla en el plano teórico. Este debería ser uno de los ejes de la teoría social en estos tiempos. (y esto tiene bastante de expresión de deseo).
Un abrazo y feliz fin de año,
Ariel