Refugiados en Irak |
Anthony Giddens (n. 1938) ocupa
un lugar importante en la sociología de la segunda mitad del siglo XX. Por
supuesto, ocupar un lugar importante no es sinónimo, a priori, de calidad y/o
valor científico de la obra. En este punto tiene validez absoluta el principio
metodológico cartesiano, “dudar de todo”. Hecha esta advertencia, corresponde
decir que es conveniente leer a Giddens, ya sea en su faceta de sociólogo
académico, como en la de consejero de Tony Blair (n. 1953) y promotor de la “Tercera
Vía”. Es más, me atrevo a decir que es más importante este último aspecto de su
obra (sin quitarle méritos a su producción académica), porque éste representa
una intervención en la política concreta, algo que defendemos a capa y espada
aquí en Miseria de la Sociología. La sociología, desgajada de la política, es
un árbol seco, que merece ser derribado sin miramientos.
Presentamos a continuación una
ficha sobre la conferencia pronunciada por Giddens el 19 de noviembre de 2001
en Valencia, España. La institución organizadora fue la Fundación Cañada
Blanch.
El texto tiene carácter popular
y presenta interés porque en ella Giddens canta una loa de la globalización,
tal como se acostumbraba en la década de 1990, pero advierte los presagios ominosos
derivados de los atentados del 11 de septiembre de 2001. El autor, defensor
fervoroso de la globalización se anima a plantear que, a pesar de todo, “algo
huele a podrido en Dinamarca”. Para nosotros, lectores de 2022, puede resultar
provechoso comparar las evaluaciones y pronósticos de Giddens con las
realidades actuales. Por lo general, las crisis (y estamos entrando en una
etapa de crisis mundial pocas veces vista) no se llevan bien ni con los
pronósticos ni con las profecías.
Referencia:
Giddens, A. (2001). El gran
debate sobre la globalización. Pasajes,
(7), 62-73. Traducción de Carlos Subiela.
Giddens abre la conferencia
formulando una caracterización de la globalización.
En su opinión se trata del “debate más importante que se está produciendo en
las ciencias sociales, y más allá de ellas, hoy en día.” (p. 63)
El término pasó de ser apenas
utilizado a mediados de la década de 1980
“a
estar presente en todas partes en un período de tiempo notablemente corto y se
podría decir que es el término de las ciencias sociales con más éxito en los
últimos tiempos porque no se me ocurre otro concepto científico-social que haya
penetrado tanto en el discurso popular y en tan poco tiempo.” (p. 63)
Ahora bien, la omnipresencia del
término no significa que sea comprendido. Por lo tanto es preciso explorar qué
significa o, para ser más exactos, cuáles son sus diversos significados.
Giddens afirma que desde hace
décadas se viene desarrollando el gran
debate sobre la globalización, en el que pueden distinguirse dos etapas:
a) Debate entre académicos en
torno a si el término globalización indica o no un cambio histórico real. Los
escépticos de la globalización argumentaban que no había cambios sustanciales
entre nuestra época y el pasado en términos de integración real. Sin ir más
lejos, a finales del siglo XIX había mercado abierto, comercio en divisas por
todo el mundo, migraciones masivas, etc. El debate se saldó, investigación
empírica mediante, con la derrota de los escépticos. La opinión dominante
sostiene que el siglo XIX fue la primera época de la globalización y que hoy
estamos en la segunda, mucho más abarcadora y dinámica que la primera.
b) Debate entre académicos, pero
también entre personas que salen a movilizarse en contra de la globalización
(ejemplo: reunión de la OMC en Seattle, 1999). El eje de la discusión es el
significado de la globalización y cuáles son sus consecuencias. Se trata de una
batalla política.
La conferencia de Giddens se
sitúa, deliberadamente, en esta segunda etapa del debate. El autor enfatiza que
el debate contiene un error, común a partidarios y adversarios de la
globalización. Ambos la consideran un fenómeno esencialmente económico: “La ven
primordialmente en términos de expansión de los mercados mundiales y en
particular del papel de las instituciones financieras globales en un mercado
mundial en expansión.” (p. 64) Es cierto que se asiste a una aceleración del impacto
global de los fenómenos económicos; hay una integración creciente de la
economía mundial, aunque fuertemente regionalizada. Por ejemplo: la Unión
Europea comercia básicamente consigo misma, tiene poco intercambio con los
países en vías de desarrollo. O sea, “no hay un sistema completamente
integrado, pero sin duda ha habido una aceleración a nivel económico.” (p. 65)
Pero el punto fundamental es que
la globalización no es un fenómeno exclusivamente económico (ni sus fuerzas
impulsoras son únicamente económicas). La globalización es política, cultural y
social.
La diferencia decisiva entre
nuestra época y las anteriores radica en el cambio experimentado por las
comunicaciones. “La revolución de las comunicaciones es la principal fuerza
impulsora de la mayor interdependencia que es característica de nuestra época”
(p. 65) El hito en la revolución actual de las comunicaciones se encuentra a
finales de la década de 1960, cuando se estableció por primera vez sobre la
Tierra un sistema efectivo de satélites. Por primera vez en la historia humana
se hizo posible la comunicación instantánea de un extremo a otro del planeta.
Ello se aceleró con el maridaje de la tecnología de las comunicaciones y los
ordenadores.
Giddens sostiene que la causa de
la caída de la URSS fue el impacto de la revolución de las comunicaciones: “la
Unión Soviética no podía competir económicamente y su sistema político se quedó
obsoleto respecto del sistema mucho más fluido y dinámico que el impacto de las
comunicaciones globales más o menos nos impone.” (p. 65)
La globalización no tiene una
causa única; tampoco provoca un único efecto. Entre sus efectos:
a) Aleja de la nación, pues
debilita a los Estados.
b) Impulsa y genera nuevas
fuerzas para la identidad local.
c) Crea nuevas regiones, que a
veces atraviesan las fronteras de las naciones.
Las personas no son receptores
pasivos de la globalización, sino que “todos somos agentes” de ella (por
ejemplo, al utilizar Internet). Supone la transformación de las instituciones
(grandes y pequeñas), pero también de la vida personal; cambia la soberanía de
las naciones, pero también cambian estructuras muy importantes y profundas de
la vida cotidiana. La globalización está transformando la familia, la posición
de las mujeres en la sociedad.
“El
fundamentalismo, el auge o algunas formas de fundamentalismo, especialmente de
índole religiosa, está motivado por la oposición a la emancipación de las
mujeres, está impulsado por el síndrome de odio a las mujeres, por un deseo de
volver al estado de cosas anterior, tradicional.” (p. 67)
En síntesis, ¿qué es la
globalización?
“Si la
entendemos en términos sociológicos, la forma más sencilla es la siguiente: «La
globalización, la definición más simple de globalización, es interdependencia».
Globalización significa interdependencia creciente con gente que vive a muchos
kilómetros de nuestro ámbito habitual, pero esa creciente interdependencia ha
transformado la mayoría de nuestras instituciones. La globalización representa
una especie de cambio estructural de nuestras instituciones básicas que van
desde la familia y la vida económica hasta la soberanía de las naciones y las
mismas instituciones transnacionales.” (pp. 67-68)
Respecto al movimiento
antiglobalización:
a) Los que salen a protestar a
las calles se definen como antiglobalización. Esta postura no es coherente,
dado que la globalización alude a un conjunto complejo de fenómenos, que no se
pueden rechazar en bloque pues no se puede volver atrás. b) El movimiento
antiglobalización es, en sí mismo, un movimiento global, que opone a la
globalización desde arriba, efectuada por las grandes corporaciones
multinacionales, la globalización desde abajo, en la que juegan un papel
significativo las ONG.
b) El movimiento
antiglobalización sostiene que la globalización está dominada por las grandes
corporaciones. El dominio del mercado sobre nuestras vidas y nuestras
sociedades amenaza con destruir la cultura cívica y los derechos democráticos.
Giddens sostiene que hay que escuchar esta crítica:
“porque
creo que es correcto decir que una buena sociedad no es aquella que está
demasiado dominada por las fuerzas del mercado. Una buena sociedad no es
aquella donde el poder de las grandes empresas es demasiado fuerte. Si permitimos
que nuestra sociedad, en Occidente o en cualquier parte del mundo, esté
dominada en exceso por las fuerzas del mercado, tendremos mucha desigualdad,
tendremos mucha inseguridad y se producirá una mercantilización de valores que
deberían quedar al margen del mercado.” (p. 69)
Una buena sociedad debe
asentarse en el equilibrio entre tres componentes: mercado competitivo y
eficiente; gobierno ágil, efectivo y democrático; sociedad civil desarrollada.
Agrega que la tarea de nuestra época es construir una “sociedad civil global”.
c) Los manifestantes
antiglobalización sostiene que la globalización es un proyecto de Occidente,
que implica sólo ⅕ de la población mundial, y que está produciendo mayor
desigualdad en el mundo. Giddens señala que no es posible afirmar de manera
concluyente que hay mayor desigualdad, sino que se trata probablemente de lo
contrario. La única manera de superar la desigualdad es el crecimiento
económico. En este punto dice que “la globalización no puede ser dirigida
exclusivamente por el mercado” (p. 71)
En conclusión, “la batalla del
siglo XXI en gran medida será una batalla entre el fundamentalismo por una
parte y una sociedad cosmopolita mundial por otra.” (p. 72)
En este sentido,
“El
fundamentalismo no tiene realmente que ver con lo que se cree, sino con por qué
se cree y cómo es la relación con los que tienen creencias diferentes. El
fundamentalismo, en mi opinión, no se limita a la religión. Puede haber
fundamentalismo étnico, fundamentalismo nacionalista y hemos visto los efectos
de estas formas de fundamentalismo en la ex Yugoslavia y otras partes del mundo
en los últimos años. El fundamentalismo es la afirmación de que sólo hay una
forma de vida que es correcta y adecuada y que todo lo demás ha de ser
erradicado o pisoteado.” (p. 72)
Lo opuesto al fundamentalismo es
la “tolerancia de la identidad múltiple”. Opina que la Unión Europea está
produciendo esa sociedad cosmopolita.
Los atentados del 11 de
septiembre de 2001 muestran los riesgos que debe afrontar la continuidad de la
globalización: “Si no conseguimos crear una sociedad global cosmopolita en esta
época marcada por la interdependencia, no seremos capaces de controlar las
fuerzas divisorias y peligrosas que ha desencadenado la globalización.” (p. 73)
Las última cita del texto
resulta particularmente ominosa en 2022. La globalización capitalista ha
provocado (¡no podía ser de otra manera!) un salto gigantesco en el desarrollo
de las fuerzas productivas y, a la vez, una profundización de las tensiones
económicas, sociales y políticas. No hay fin de la historia, sino historia sin
fin…
Villa del Parque, domingo 30 de octubre de 2022
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