“El trabajo es el fundamento del valor y (...)
la cantidad relativa del mismo determina casi
exclusivamente el valor relativo de las cosas.”
David Ricardo
David Ricardo (1772-1823) investigó la economía
política en los albores de la primera Revolución Industrial. Gracias a él
tenemos, entre otras cosas, la crítica de Karl Marx (1818-1883) a la ciencia
económica moderna (`moderna’ significa en este caso las primeras décadas del
siglo XIX), plasmada en El capital (1867), la mejor descripción del
funcionamiento del modo de producción capitalista escrita hasta la fecha.
Ricardo es autor de Principios de economía política (Principles of Political
Economy and Taxation; 1° edición: 1817). Esta obra constituye, junto con An
Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations (1776) de Adam
Smith (1723-1790), el aporte más significativo de la economía política clásica
a la ciencia económica. Desde el punto de vista bibliográfico, los Principles
de Ricardo se encuentran divididos en XXXII capítulos. El capítulo I, titulado
“Del valor”, se halla subdividido, a su vez, en siete secciones. La Sección II
de ese capítulo está dedicada a examinar el problema de las distintas clases de
trabajo y su papel en la determinación del valor en cambio de la mercancía. [1]
Noticia para bibliófilos:
Para la redacción de la ficha utilicé
la traducción española de E. Hazera: Ricardo, D. (1985). Principios de
economía política. Madrid, España: SARPE.
Teoría del valor trabajo, ok. Pero,
¿qué trabajo?
Adam Smith fue el primero en
establecer que el trabajo es la fuente del valor de las mercancías. Ricardo
retoma la idea smithiana y enuncia la siguiente ley del valor:
“Si la
cantidad de trabajo empleada en las cosas regula su valor en cambio [2], cada
incremento de la misma debe aumentar el valor del artículo a que se aplique, y,
del mismo modo, toda disminución debe reducirlo.” (p. 29) [3]
Ahora bien, así
planteada la teoría del valor trabajo presenta una serie de
dificultades. La primera de ellas consiste en un problema que es a la vez
teórico y práctico. En la sociedad hay multitud de trabajos diferentes, hecho
que resulta de la constante extensión de la división del trabajo, algo ya
advertido por Smith. Las profesiones, los oficios, las labores, se especializan
cada vez más. Por ende, surge la dificultad de cómo comparar un día de trabajo
de una ocupación con un día de trabajo de otra ocupación. ¿Cómo establecer la
equivalencia entre la hora de trabajo de un ingeniero y la hora de trabajo de
un programador de software? , ¿cómo determinar la relación entre la hora de
trabajo de un maestro y la hora de trabajo de un recolector de residuos? La
cuestión es crucial para la teoría del valor trabajo, pues si los trabajos de
las diferentes ocupaciones y oficios son incomparables, la teoría resulta
falsa.
Ricardo sostiene que
el mercado realiza la comparación entre los diferentes trabajos. La acción de
comparar se lleva a cabo tomando en cuenta dos variables: a) la habilidad
relativa del trabajador; b) la intensidad media del trabajo ejecutado. Que el
actor central sea el mercado da cuenta, en el lenguaje del economista inglés,
del hecho de que la economía es un proceso social y no individual. Así, yo
puedo pretender cobrar por una hora de mi trabajo (consistente en dar clases de
sociología) el triple de la hora de trabajo de un conductor de grúas de
precisión utilizadas en la construcción de puentes, pero mi pretensión se
estrellará contra el dictamen del mercado.
Ricardo desarrolla
un poco más la cuestión de la determinación del valor relativo de los trabajos,
incorporando más variables. De este modo, para establecer la equivalencia entre
los distintos trabajos deben tomarse en cuenta: 1) destreza; 2) habilidad; 3)
tiempo necesario para aprender el oficio (p. 36). Sin embargo, la enumeración
resulta incompleta, pues en ella faltan al menos dos elementos: 4) la habilidad
y la destreza de la fuerza de trabajo tienen que comer todos los días, es
decir, los medios de subsistencia requeridos por el trabajador; 5) la fuerza de
trabajo tiene que reproducirse, para que el proceso de trabajo continúe en la
generación siguiente, o sea, los medios de subsistencia necesarios para el
mantenimiento de la familia del trabajador o trabajadora.
En base a lo
anterior, se puede esbozar una primera definición del salario [4]: éste
es el valor en cambio de un oficio, profesión, etc.
Digresión
epistemológica
Ricardo indica al
pasar que estudia los “efectos de las variaciones del valor relativo de las
cosas y no de su valor absoluto” (p. 36). Esta frase tiene importancia
epistemológica, pues las variaciones del valor relativo (los precios) pueden
observarse y ser mensurados. La teoría del valor arranca, pues, de
observaciones objetivas y las explica a partir de los cambios (también
observables y objetivos) en la cantidad de trabajo necesario para producir las
cosas. Precisamente por esto es una teoría objetiva del valor. Pero
resulta significativo notar que la teoría tiene un límite: no dice nada del
valor absoluto (por lo menos en esta ocasión). En parte, esto último se explica
porque el valor es una relación, no una esencia. ¿En qué consiste la diferencia
entre relación y esencia? Ya tendremos oportunidad de desarrollar esto más
adelante.
Villa del Parque,
martes 26 de julio de 2022
Notas:
[1] La Sección II se encuentra en pp.
35-36 de la edición mencionada en la noticia para bibliófilos.
[2] Ricardo utiliza el término valor
en cambio para referirse al valor mercantil.
[3] Ver también, al comienzo de la
Sección II, la frase que sirve de epígrafe a esta ficha.
[4] Ricardo aborda la cuestión de los salarios en el capítulo V (pp. 87-99).
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