FICHA BIBLIOGRÁFICA:
Przeworski, A., Álvarez, M., Cheibub,
J. A., Limonge, F. (1996). Las condiciones económicas e institucionales de la
durabilidad de las democracias. En Ágora, (3), pp. 67-86. Traducción de Sebastián
Mazzuco.
Adam Przeworski es un politólogo
estadounidense de origen polaco, nacido en Varsovia en 1940. Es profesor en la
Universidad de New York. Especialista en las relaciones entre democracia,
capitalismo y desarrollo económico.
Las décadas de 1980 y
1990 estuvieron marcadas en la ciencia
política por la temática de la democracia.
No fue casualidad. Tanto los procesos de transición a la democracia de los
países latinoamericanos como los procesos de los países del bloque acapararon
la atención de los politólogos. Todos ellos implicaron la instauración de democracias capitalistas o, dicho de
otro modo, ninguno de ellos representó un camino alternativo al capitalismo. Vistos
desde una perspectiva general, pueden ser considerados como una de las consecuencias
del fin del periodo de revoluciones
iniciado en 1917.
La investigación que
estamos comentando partió de la pregunta por las condiciones que hacen posible
la duración de la democracia. Muchos regímenes democráticos estaban dando sus
primeros pasos a finales del siglo XX; otros implicaban la restauración de las
prácticas de la democracia capitalista, interrumpidas por golpes de Estado.
Los autores entienden
por democracia
“un
régimen en el cual la ocupación de los cargos gubernamentales es el resultado
de elecciones competitivas. Sólo si la oposición tiene permitido ganar,
competir, ganar y ocupar cargos, el régimen es democrático”. (p. 83)
La definición
anterior incluye dos aclaraciones. Por un lado, los cargos esenciales para que podamos hablar de un régimen democrático
son el de jefe del ejecutivo y los asientos del cuerpo legislativo efectivo;
por otra parte, la competencia
implica que la oposición tiene chances de ganar los cargos de gobierno como
consecuencia de elecciones.
La democracia tiene
su contrapartida en la dictadura,
que es todo régimen en el que la posibilidad de que la oposición gane las
elecciones y acceda al poder es “dudosa” (p. 68)
Los autores se
propusieron refutar dos afirmaciones, predominantes en el ambiente intelectual
estadounidense: (1) las dictaduras son más capaces de impulsar el desarrollo
económico en los países pobres; (2) una vez que los países están desarrollados,
los regímenes dictatoriales dejan su lugar a las democracias.
Respecto a (1), la
evidencia económica existente “no basta para descubrir ningún efecto económico
claro del tipo de régimen” (p. 68). En base a ello puede afirmarse que las
dictaduras no tienen mayores probabilidades que las democracias de activar el desarrollo
económico. En este sentido, los casos de Corea del Sur y de Taiwán son
excepcionales: se trata de los únicos países que pasaron de un ingreso per
cápita de menos de 1000 dólares en 1950 a un ingreso superior a los 5000
dólares en 1990. En el resto de los casos, las dictaduras no promovieron el
desarrollo en los países pobres. [1]
Respecto a (2), la
evidencia empírica muestra que las transiciones a la democracia mantienen una
relación aleatoria con el nivel de desarrollo. Dicho más claro, ninguna
transición a la democracia puede ser predicha con sólo atender al grado del
desarrollo del país en cuestión.
Por lo tanto,
“Dado que las
dictaduras pobres no tienen más probabilidades de desarrollarse que las
democracias pobres y puesto que las dictaduras desarrolladas no tienen más
probabilidades que las pobres de convertirse en democracias, las dictaduras no
representan ninguna ventaja si se trata de lograr la meta doble de desarrollo y
democracia. Para fortalecer a las democracias, deberíamos fortalecer a las
democracias, no apoyar a las dictaduras.” (pp. 69-70).
El “nosotros” de la
afirmación anterior designa a quien tiene el poder efectivo de llevar adelante
ese “apoyo”; los autores le hablan, para usar una expresión popular, a los
dueños del circo, no a los payasos. Pero no se trata del tema de estas notas…
Una vez despachado el
problema de la transición de la dictadura a la democracia, los autores abordan
la cuestión de los factores que permiten la perduración de los regímenes
democráticos. En este sentido, analizan el papel jugado por los siguientes
factores: democracia, prosperidad, crecimiento con moderada inflación,
desigualdad en descenso, un clima internacional favorable e instituciones
parlamentarias.
a) Democracia: aunque resulte tautológico
es necesaria la existencia de un régimen democrático para que la democracia
perdure. Esto ya ha sido examinado más arriba.
b) Prosperidad: “el nivel de desarrollo
económico de un país tiene un efecto muy fuerte sobre las posibilidades de
supervivencia de su democracia” (p. 70)
Mientras que politólogos
como Samuel P. Huntington y Guillermo O’Donnell afirman que las democracias se
desestabilizan cuando experimentan un rápido proceso de desarrollo económico,
los autores sostienen que “no hay un nivel de ingresos en el cual las
democracias sean más frágiles que cuando eran más pobres” (p.70). La evidencia
recogida en su investigación muestra que las democracias establecidas en países
con un ingreso anual per cápita de más de 6000 dólares son “inexpugnables”, a
punto tal que plantean que “una vez instalada en un país desarrollado, la
democracia se mantiene más allá de cómo se desempeñe y de todas las condiciones
externas a las que esté expuesta” (p. 71).
c) Desempeño económico: mientras que en
los países desarrollados la prosperidad es condición suficiente para la
persistencia de la democracia, en los países pobres la situación es más
problemática. Si las democracias no logran garantizar el crecimiento económico,
su supervivencia se vuelve muy difícil pues son en extremo vulnerables a las
crisis económicas. De modo que el desempeño económico se vuelve una cuestión
crucial en las democracias pobres; en ellos, el crecimiento con inflación
moderada son necesarios para la persistencia de los regímenes democráticos
d) Desigualdad de ingresos: la escasez de
los datos dificulta la realización de comparaciones útiles. En este terreno,
únicamente puede afirmarse con seguridad que
“es
mucho más probable que la democracia sobreviva en países donde la desigualdad
de ingresos disminuye a lo largo del tiempo (…) la gente espera que la
democracia reduzca la desigualdad de ingresos, y las democracias que lo hacen
tienen mayores probabilidades de sobrevivir.” (p. 73)
e) Clima internacional: el énfasis puesto
hasta aquí en los factores económicos no debe hacer olvidar que existen otros
factores significativos para la durabilidad de la democracia. Los autores
postulan que el clima internacional predice la supervivencia de los regímenes
democráticos mejor que los factores económicos. Si existen muchas democracias,
es altamente probable que una democracia dada se mantenga al año siguiente; si
hay una proliferación de dictaduras, esa probabilidad se acota.
f) Aprendizaje político: al contrario de
lo que se dice habitualmente, la existencia de una tradición democrática no
garantiza la sobrevivencia de la democracia en los países que experimentan la
transición a ese régimen desde la dictadura. Los autores indican que suele
olvidarse que, al lado de la mencionada tradición, existe la memoria del
derrocamiento de la democracia (y que esa experiencia genera un aprendizaje
sólido entre quienes se oponen a las instituciones democráticas).
g) El efecto de las instituciones: existen
diversos tipos de democracia. La distinción entre ellos puede establecerse en
función de criterios tales como los sistemas de representación, los modos en
que se dividen y supervisan los poderes, los métodos que organizan los
intereses, los derechos y deberes asociados a la ciudadanía.
Los autores adoptan
un único criterio de clasificación de los sistemas institucionales
democráticos: el que distingue al parlamentarismo
del presidencialismo. Se denomina
sistema parlamentarista al régimen político que se caracteriza porque la
asamblea legislativa puede expulsar al gobierno; el sistema presidencialista,
en cambio, eso no es posible.
En este punto, los
autores se proponen poner a prueba la hipótesis del politólogo Juan Linz, quien
indica que las democracias parlamentaristas son más resistentes que las
presidencialistas. Luego de examinar los datos disponibles, concluyen:
“La supervivencia de las democracias depende
efectivamente de sus sistemas institucionales. Los regímenes parlamentaristas
duran más, mucho más que los presidencialistas. Las instituciones
electorales que fomentan la formación de mayorías aumentan las probabilidades
de supervivencia de los presidencialismos: los sistemas presidencialistas que
padecen deadlocks legislativos son
particularmente débiles. Ambos sistemas son vulnerables al mal desempeño
económico, pero las democracias presidencialistas, incluso cuando su economía
crece, tienen menos probabilidades de sobrevivir que los sistemas
parlamentarios con una economía en contracción. La evidencia de que la
democracia parlamentarista vive por más tiempo y bajo un mayor espectro de
condiciones que la democracia presidencialista parece, en consecuencia,
incontrovertible.” (p. 79; el resaltado es mío – AM-)
A partir de la investigación
realizada, los autores concluyen que su “descubrimiento central es la
importancia de los factores económicos en la sustentabilidad de las democracias”.
En otras palabras, “una vez instalada en un país rico, la democracia tiene
mayores probabilidades de sobrevivir”. (p. 81)
El crecimiento económico
resulta indispensable para la supervivencia de las democracias, a punto tal que
los autores llegan a afirmar que la democracia tiene más probabilidades de
sobrevivir en una economía en expansión con ingresos de 1000 dólares anuales
per cápita, que en una economía en contracción con ingresos de entre 1000 y
4000 dólares anuales per cápita.
“En suma, el secreto
de la durabilidad democrática parece hallarse en el desarrollo económico;
reside en una economía que crece, no bajo una dictadura – como la teoría
dominante en los ’60 supusiera -, sino dentro de un régimen democrático basado
en instituciones parlamentaristas.” (p. 83)
Villa del Parque, viernes
26 de marzo de 2021
NOTAS:
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