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viernes, 26 de marzo de 2021

LA CUESTIÓN DE LA DURABILIDAD DE LOS REGÍMENES DEMOCRÁTICOS: APUNTES SOBRE PRZEWOSKI



FICHA BIBLIOGRÁFICA:

Przeworski, A., Álvarez, M., Cheibub, J. A., Limonge, F. (1996). Las condiciones económicas e institucionales de la durabilidad de las democracias. En Ágora, (3), pp. 67-86. Traducción de Sebastián Mazzuco.

Adam Przeworski es un politólogo estadounidense de origen polaco, nacido en Varsovia en 1940. Es profesor en la Universidad de New York. Especialista en las relaciones entre democracia, capitalismo y desarrollo económico.


Las décadas de 1980 y 1990 estuvieron marcadas en la ciencia política por la temática de la democracia. No fue casualidad. Tanto los procesos de transición a la democracia de los países latinoamericanos como los procesos de los países del bloque acapararon la atención de los politólogos. Todos ellos implicaron la instauración de democracias capitalistas o, dicho de otro modo, ninguno de ellos representó un camino alternativo al capitalismo. Vistos desde una perspectiva general, pueden ser considerados como una de las consecuencias del fin del periodo de revoluciones iniciado en 1917.

La investigación que estamos comentando partió de la pregunta por las condiciones que hacen posible la duración de la democracia. Muchos regímenes democráticos estaban dando sus primeros pasos a finales del siglo XX; otros implicaban la restauración de las prácticas de la democracia capitalista, interrumpidas por golpes de Estado.

Los autores entienden por democracia

“un régimen en el cual la ocupación de los cargos gubernamentales es el resultado de elecciones competitivas. Sólo si la oposición tiene permitido ganar, competir, ganar y ocupar cargos, el régimen es democrático”. (p. 83)

La definición anterior incluye dos aclaraciones. Por un lado, los cargos esenciales para que podamos hablar de un régimen democrático son el de jefe del ejecutivo y los asientos del cuerpo legislativo efectivo; por otra parte, la competencia implica que la oposición tiene chances de ganar los cargos de gobierno como consecuencia de elecciones.

La democracia tiene su contrapartida en la dictadura, que es todo régimen en el que la posibilidad de que la oposición gane las elecciones y acceda al poder es “dudosa” (p. 68)

Los autores se propusieron refutar dos afirmaciones, predominantes en el ambiente intelectual estadounidense: (1) las dictaduras son más capaces de impulsar el desarrollo económico en los países pobres; (2) una vez que los países están desarrollados, los regímenes dictatoriales dejan su lugar a las democracias.

Respecto a (1), la evidencia económica existente “no basta para descubrir ningún efecto económico claro del tipo de régimen” (p. 68). En base a ello puede afirmarse que las dictaduras no tienen mayores probabilidades que las democracias de activar el desarrollo económico. En este sentido, los casos de Corea del Sur y de Taiwán son excepcionales: se trata de los únicos países que pasaron de un ingreso per cápita de menos de 1000 dólares en 1950 a un ingreso superior a los 5000 dólares en 1990. En el resto de los casos, las dictaduras no promovieron el desarrollo en los países pobres. [1]

Respecto a (2), la evidencia empírica muestra que las transiciones a la democracia mantienen una relación aleatoria con el nivel de desarrollo. Dicho más claro, ninguna transición a la democracia puede ser predicha con sólo atender al grado del desarrollo del país en cuestión.

Por lo tanto,

“Dado que las dictaduras pobres no tienen más probabilidades de desarrollarse que las democracias pobres y puesto que las dictaduras desarrolladas no tienen más probabilidades que las pobres de convertirse en democracias, las dictaduras no representan ninguna ventaja si se trata de lograr la meta doble de desarrollo y democracia. Para fortalecer a las democracias, deberíamos fortalecer a las democracias, no apoyar a las dictaduras.” (pp. 69-70).

El “nosotros” de la afirmación anterior designa a quien tiene el poder efectivo de llevar adelante ese “apoyo”; los autores le hablan, para usar una expresión popular, a los dueños del circo, no a los payasos. Pero no se trata del tema de estas notas…

Una vez despachado el problema de la transición de la dictadura a la democracia, los autores abordan la cuestión de los factores que permiten la perduración de los regímenes democráticos. En este sentido, analizan el papel jugado por los siguientes factores: democracia, prosperidad, crecimiento con moderada inflación, desigualdad en descenso, un clima internacional favorable e instituciones parlamentarias.

a) Democracia: aunque resulte tautológico es necesaria la existencia de un régimen democrático para que la democracia perdure. Esto ya ha sido examinado más arriba.

b) Prosperidad: “el nivel de desarrollo económico de un país tiene un efecto muy fuerte sobre las posibilidades de supervivencia de su democracia” (p. 70)

Mientras que politólogos como Samuel P. Huntington y Guillermo O’Donnell afirman que las democracias se desestabilizan cuando experimentan un rápido proceso de desarrollo económico, los autores sostienen que “no hay un nivel de ingresos en el cual las democracias sean más frágiles que cuando eran más pobres” (p.70). La evidencia recogida en su investigación muestra que las democracias establecidas en países con un ingreso anual per cápita de más de 6000 dólares son “inexpugnables”, a punto tal que plantean que “una vez instalada en un país desarrollado, la democracia se mantiene más allá de cómo se desempeñe y de todas las condiciones externas a las que esté expuesta” (p. 71).

c) Desempeño económico: mientras que en los países desarrollados la prosperidad es condición suficiente para la persistencia de la democracia, en los países pobres la situación es más problemática. Si las democracias no logran garantizar el crecimiento económico, su supervivencia se vuelve muy difícil pues son en extremo vulnerables a las crisis económicas. De modo que el desempeño económico se vuelve una cuestión crucial en las democracias pobres; en ellos, el crecimiento con inflación moderada son necesarios para la persistencia de los regímenes democráticos

d) Desigualdad de ingresos: la escasez de los datos dificulta la realización de comparaciones útiles. En este terreno, únicamente puede afirmarse con seguridad que

“es mucho más probable que la democracia sobreviva en países donde la desigualdad de ingresos disminuye a lo largo del tiempo (…) la gente espera que la democracia reduzca la desigualdad de ingresos, y las democracias que lo hacen tienen mayores probabilidades de sobrevivir.” (p. 73)

e) Clima internacional: el énfasis puesto hasta aquí en los factores económicos no debe hacer olvidar que existen otros factores significativos para la durabilidad de la democracia. Los autores postulan que el clima internacional predice la supervivencia de los regímenes democráticos mejor que los factores económicos. Si existen muchas democracias, es altamente probable que una democracia dada se mantenga al año siguiente; si hay una proliferación de dictaduras, esa probabilidad se acota.

f) Aprendizaje político: al contrario de lo que se dice habitualmente, la existencia de una tradición democrática no garantiza la sobrevivencia de la democracia en los países que experimentan la transición a ese régimen desde la dictadura. Los autores indican que suele olvidarse que, al lado de la mencionada tradición, existe la memoria del derrocamiento de la democracia (y que esa experiencia genera un aprendizaje sólido entre quienes se oponen a las instituciones democráticas).

g) El efecto de las instituciones: existen diversos tipos de democracia. La distinción entre ellos puede establecerse en función de criterios tales como los sistemas de representación, los modos en que se dividen y supervisan los poderes, los métodos que organizan los intereses, los derechos y deberes asociados a la ciudadanía.

Los autores adoptan un único criterio de clasificación de los sistemas institucionales democráticos: el que distingue al parlamentarismo del presidencialismo. Se denomina sistema parlamentarista al régimen político que se caracteriza porque la asamblea legislativa puede expulsar al gobierno; el sistema presidencialista, en cambio, eso no es posible.

En este punto, los autores se proponen poner a prueba la hipótesis del politólogo Juan Linz, quien indica que las democracias parlamentaristas son más resistentes que las presidencialistas. Luego de examinar los datos disponibles, concluyen:

La supervivencia de las democracias depende efectivamente de sus sistemas institucionales. Los regímenes parlamentaristas duran más, mucho más que los presidencialistas. Las instituciones electorales que fomentan la formación de mayorías aumentan las probabilidades de supervivencia de los presidencialismos: los sistemas presidencialistas que padecen deadlocks legislativos son particularmente débiles. Ambos sistemas son vulnerables al mal desempeño económico, pero las democracias presidencialistas, incluso cuando su economía crece, tienen menos probabilidades de sobrevivir que los sistemas parlamentarios con una economía en contracción. La evidencia de que la democracia parlamentarista vive por más tiempo y bajo un mayor espectro de condiciones que la democracia presidencialista parece, en consecuencia, incontrovertible.” (p. 79; el resaltado es mío – AM-)

A partir de la investigación realizada, los autores concluyen que su “descubrimiento central es la importancia de los factores económicos en la sustentabilidad de las democracias”. En otras palabras, “una vez instalada en un país rico, la democracia tiene mayores probabilidades de sobrevivir”. (p. 81)

El crecimiento económico resulta indispensable para la supervivencia de las democracias, a punto tal que los autores llegan a afirmar que la democracia tiene más probabilidades de sobrevivir en una economía en expansión con ingresos de 1000 dólares anuales per cápita, que en una economía en contracción con ingresos de entre 1000 y 4000 dólares anuales per cápita.

“En suma, el secreto de la durabilidad democrática parece hallarse en el desarrollo económico; reside en una economía que crece, no bajo una dictadura – como la teoría dominante en los ’60 supusiera -, sino dentro de un régimen democrático basado en instituciones parlamentaristas.” (p. 83)

  

Villa del Parque, viernes 26 de marzo de 2021


NOTAS:

[1] Los autores consideran “inicialmente pobres” a los países con menos de 2000 dólares de ingreso anual per cápita.

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