“Hay que renunciar a la costumbre, muy
extendida, de juzgar una institución, una práctica o una máxima moral, como si
fuesen buenas o malas en sí mismas y por sí mismas, para todos los tipos
sociales sin distinción.”
Emile Durkheim (1858-1917)
Bienvenidas y bienvenidos a la decimoquinta clase
del curso.
En esta clase concluiremos la presentación de la
teoría del sociólogo francés Emile Durkheim (1858-1917). Para ello utilizaremos
su trabajo Las reglas del método sociológico (1895). [1] En clases
anteriores desarrollamos los conceptos de hecho social y de prenociones;
hoy abordaremos la cuestión de la distinción entre lo normal y lo
patológico; para ello trabajaremos con la introducción y el primer apartado del capítulo III de
la obra mencionada.
Dejemos la presentación y pasemos a la clase.
Cabe recordar que Durkheim dedica el
capítulo I de Las reglas del método sociológico a establecer qué son los
HS, esto es, el objeto de estudio de la sociología. Luego pasa a esbozar en el
capítulo II cuál es el método para estudiarlos, además de formular los rasgos
principales de la teoría de las prenociones (el conocimiento de sentido común
de los fenómenos sociales).
Al observar los HS, se plantea el
problema de la distinción entre: a) “los que son todo lo que debe ser” (fenómenos
normales); b) “los que deberían ser diferentes a como son” (fenómenos
patológicos) (p. 102). Durkheim formula el problema en los términos
siguientes: “¿Dispone la ciencia de los métodos que permiten establecer esta
distinción?” (p. 102)
A partir de la respuesta a dicho
interrogante, es posible establecer el papel que corresponde a la ciencia
(en especial, a las CS). Nuestro autor comienza por distinguir la siguiente
postura:
La ciencia no enseña nada sobre lo que
debemos ser. Su objeto son los hechos. Todos ellos tienen el mismo valor e
interés. Observa los hechos y no los explica; no los juzga. “A sus ojos el bien
y el mal no existen. Ciertamente, puede decirnos como ciertos efectos, pero no
qué fines son los que hay que perseguir.” (p. 103).
Como corolario de lo anterior, se
desprende que la ciencia pierde eficacia práctica:
“Siempre hay varios caminos que llevan a una determinada meta, por tanto,
hay varios caminos que elegir entre ellos. Ahora bien, si la ciencia no puede
prestarnos ayuda en la elección del mejor fin, ¿cómo podrá enseñarnos cuál es
el mejor camino para alcanzarlo? ¿Por qué habrá de recomendarnos el más rápido
más bien que el más económico, el más seguro más bien que el más sencillo o al
revés? Si no puede guiarnos en la determinación de los fines superiores, no es
menos importante cuando se trata de fines secundarios o subordinados que
llamamos medios.” (p. 103).
Durkheim omite señalar que la ciencia
gana su mayor eficacia práctica al servicio de la acumulación de capital. Dicho
de manera burda: sirve para que los empresarios ganen dinero. La ciencia no es
una actividad ajena a la lógica del capital. Suponer que se encuentra
desconectada de dicha lógica implica romper la totalidad dialéctica que es la
sociedad, y que constituye la base del método marxista. No existen fines
desinteresados para la práctica científica.
La sociología ideológica, cuyos
máximos exponentes fueron Auguste Comte (1798-1857) y Herbert Spencer (1820-1903),
era consciente del problema. Si la ciencia no puede determinar qué fines son
más valiosos, la fijación de estos fines se llevaba a cabo por medios extra
científicos (por ejemplo, la religión). Pero los cultores del “método ideológico”
(ver el capítulo 2 de Las reglas)
“Eran demasiado racionalistas como para admitir que la conducta humana
no tuviese necesidad de ser dirigida por la reflexión; y sin embargo, no verían
nada en los fenómenos - considerados en sí mismos y con independencia de todo
dato subjetivo - que permitiese clasificarlos de acuerdo con su valor práctico.
Parecía, por tanto, que el único medio de juzgarlos era referirlos a algún
concepto que lo dominase; de este modo, el empleo de nociones que rigiesen el
cotejo de los hechos, en lugar de derivar de ellos, se convertía en algo
indispensable en toda sociología racional; pero sabemos que, si en estas
condiciones la práctica se convierte en algo reflexivo, la reflexión así
utilizada no es algo científico.” (p. 103-104).
El problema es más amplio de lo que
plantea Durkheim. No se trata sólo de establecer una jerarquía entre los fines
(los valores), sino también de formular criterios de distinción entre los
fenómenos significativos (que deben ser estudiados) y aquellos que son irrelevantes.
De este modo, al fijar dichos criterios la teoría estará en condiciones de
guiar la observación.
Durkheim quiere resolver el problema
reivindicando los derechos de la razón y desechando la ideología. Para ello
tiene que encontrar “un criterio objetivo, inherente a los hechos”, que permita
distinguir la salud (“buena y deseable”) de la enfermedad (“cosa
mala, que debe ser evitada”) en los fenómenos sociales. De este modo la ciencia
proporcionará un criterio para decidir en la vida práctica y mantendrá, a la
vez, el método científico (“tratar los hechos como cosas”). (p. 104)
Aclara que el estado de “salud” se
establece para el conjunto, no para el individuo, porque la ciencia todavía no
puede decir nada de éste. Pero ese estado será “punto de referencia para
orientar la conducta” (p. 104
Durkheim dedica el primer apartado del
capítulo III (p. 105-114) a establecer ese criterio. Para ello aplica el método
presentado en el capítulo II. En concreto, la regla enunciada en p. 90: mediante
signos exteriores, distingue entre los fenómenos normales y los fenómenos patológicos.
Utiliza un criterio “estadístico” para
establecer la demarcación entre ambos tipos de hechos. Aquí corresponde indicar
que presenta a la sociología como continuación de la biología, pero sin
justificar esto de modo convincente.
Todo hecho social puede presentar dos
tipos de formas:
1) “Unas son generales en toda la extensión
de la especie, se encuentran si no en todos los individuos al menos en la mayor
parte de ellos y si no se repiten de idéntico modo en todos los casos en que se
observan, sino que varían de un sujeto al otro, esas variaciones están
comprendidas dentro de límites muy próximos.” (p. 110-111).
2) “Hay otras ⦗formas⦘ que son excepcionales; no sólo se encuentran en menos casos, sino que
incluso cuando se producen lo más frecuente es que no duren toda la vida del
individuo. Son una excepción tanto en el tiempo como en el espacio.” (p. 111).
A partir de allí construye el tipo
medio = “ser esquemático que se formaría reuniendo en un mismo todo, en una
especie de individualidad abstracta, a los caracteres más frecuentes en la
especie junto con sus formas más frecuentes.” (p. 111).
El tipo medio es una construcción y
constituye “el objeto de estudio inmediato de la ciencia y viene a ser el mismo
que el tipo genérico.” (p. 111).
Agrega que las condiciones de salud y
enfermedad no pueden ser definidas en abstracto ni son válidas para todos los
HS. Cada tipo social tiene formas normales y patológicas de los HS que les son
propios.
“Hay que renunciar a la costumbre, muy extendida, de
juzgar una institución, una práctica o una máxima moral, como si fuesen buenas
o malas en sí mismas y por sí mismas, para todos los tipos sociales sin
distinción.” (p. 112; el resaltado es mío -AM-).
El corolario de lo anterior es:
“Así, pues, un hecho social sólo puede ser llamado normal en una especie
social determinada en relación con una fase igualmente determinada de su
desarrollo; por consiguiente, para saber si tiene derecho a recibir esta
denominación, no basta con observar bajo qué forma se presenta en la
generalidad de las sociedades que pertenecen a esta especie, sino que hay que
tener cuidado también con considerarlos en la fase correspondiente de su
evolución.” (p. 113).
La normalidad no es una esencia
abstracta que define de una vez y para siempre a la cosa. Es histórica y, por
tanto, mutable. Este rasgo de la sociología de Durkheim impide hacer “la fácil”
de clasificarla como una variante del funcionalismo - entendiendo por éste una
concepción estática de la sociedad -.
Ahora bien, la anormalidad no puede ser
el rasgo de una especie. No puede concebirse una especie cuyo carácter definitorio
fuese la enfermedad. En consecuencia, “la especie es la norma por excelencia y,
por consiguiente, no podría ser anormal bajo ningún concepto.” (p. 113).
Los caracteres que constituyen el tipo
medio son los más frecuentes porque son los más ventajosos para la conservación
de la especie. La mayor frecuencia estadística - criterio para seleccionar los
caracteres que forman el tipo medio - es producto de la utilidad. Detrás está
el supuesto de la sociedad concebida como organismo, es decir, la idea de que
la sociedad es naturalmente armónica. Pero si se concibe la sociedad como una
totalidad contradictoria, este tipo medio es funcional a la conservación de
esas contradicciones. El tipo medio es el conjunto de caracteres propio de una
sociedad de clases antagónicas. La normalidad expresa la relación de fuerzas
entre las clases propia de una determinada distribución del poder social (ante
todo, de la propiedad de los medios de producción). Pero esto excede largamente
los límites de esta clase.
La próxima clase estará dedicada al sociólogo
alemán Max Weber (1864-1920), otro de los exponentes de la sociología clásica.
Les agradezco la paciencia y atención.
Villa del Parque, viernes 16 de octubre de 2020
ABREVIATURAS:
CS = Ciencias sociales / HS = Hechos sociales (o hecho social)
NOTAS:
[1] Durkheim,
Emile. (1998). Las reglas del método sociológico. Barcelona: Altaya.
Traducción española de Santiago González Noriega. Todas las citas utilizadas en
la clase corresponden a esta edición.
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