domingo, 11 de octubre de 2020

INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA CURSO 2020 – CLASE N° 13: DURKHEIM

 

“Es indiscutible que la mayor parte de nuestras ideas

y de nuestras tendencias no son elaboradas por nosotros,

sino que nos vienen de fuera.”

Emile Durkheim (1858-1917), sociólogo francés.




Bienvenidas y bienvenidos a la decimotercera clase del curso.

Luego de examinar brevemente la teoría marxista de la sociedad, llegamos a la sociología clásica. Se denomina así a la etapa en que la sociología comenzó a institucionalizarse, es decir, se convirtió en una disciplina reconocida en el mundo universitario. Desde el punto de vista temporal abarca desde 1880 hasta 1920, aproximadamente. Incluye distintas teorías de la sociedad, entre las que destacan las del sociólogo francés Emile Durkheim (1858-1917) y Max Weber (1864-1920). En este curso dedicaremos atención a la obra de dichos autores, haciendo la aclaración de que no se trata ni de una presentación exhaustiva de la producción de ambos sociólogos, ni de un recorrido completo por esta etapa de la teoría sociológica, que abarca muchos autores relevantes.

Por lo pronto, en esta clase comenzaremos el análisis de la teoría de Durkheim. Para ello utilizaremos su trabajo Las reglas del método sociológico (1895). [1]

Sin más dilación, vayamos a la clase propiamente dicha.


El proyecto de construcción de una sociología científica:

La atribución de carácter científico a una reflexión sobre la sociedad no es una cuestión meramente académica, sino que implica una legitimación de dicho discurso en detrimento de otras posiciones. Esto es así porque el prestigio alcanzado por las ciencias naturales y el enorme impacto de estas en la vida cotidiana a través de la tecnología termina por comunicarse a toda actividad rotulada con el término ciencia. En otros términos, reconocer la cientificidad de una teoría social tiende a confundirse con la negación del carácter ideológico de dicho discurso, en tanto expresión de una clase de esa sociedad. Para comprender esto resulta importante examinar la forma peculiar en que Emile Durkheim (1857-1917) atribuye carácter científico a su teoría social. [2]

Durkheim desarrolló su proyecto de construir una sociología científica en las obras de la década de 1890, sobre todo en Las reglas del método sociológico (1895). Para poder realizar esta tarea, emprendió la crítica del individualismo metodológico. En esa línea afirmó que la sociología tenía que basarse en los hechos sociales y no en las opiniones de los individuos, para así poder hacer afirmaciones de carácter objetivo.

En el programa durkheimiano, la constitución de la sociología como disciplina científica es inseparable de la crítica de la economía clásica, de la psicología utilitarista y de la utilización de explicaciones metafísicas en ciencias sociales. Paradójicamente, para hacer frente a la “crisis intelectual” de la burguesía, debió adoptar un punto de vista que presenta algunas similitudes con el del materialismo histórico. Ante todo, la sociología durkheimiana se presentó como una ciencia de la sociedad en su conjunto, rechazando la división en compartimentos estancos propia de la concepción burguesa de la sociedad. También señaló con precisión el origen histórico de las ideologías sociales, rechazando todo esencialismo. (2)

La delimitación del concepto de HS es fundamental en el establecimiento de la sociología científica preconizada por Durkheim. La definición de HS va de la mano con la delimitación del objeto de estudio de la sociología o, en otras palabras, con la conformación de la sociología como disciplina científica separada de la biología, la psicología y la economía (y también, aunque Durkheim no lo explicite, del materialismo histórico de Marx).  

Durkheim comienza por constatar la imprecisión del término HS, su ambigüedad:

|       “De ordinario se la emplea para designar casi todos los fenómenos que ocurren en el seno de la sociedad, por poco que presenten, junto con una cierta generalidad, algún interés social. Pero, si se consideran las cosas de esa manera, no hay, por así decir, acontecimiento humano que no pueda ser llamado social.” (p. 56).

Si se toma de esta manera a los HS, la sociología no se distingue de la biología ni de la psicología. Demarcarse de la psicología implica demarcarse del IM. Las críticas a Herbert Spencer (1820-1903) muestran la importancia otorgada por Durkheim a la refutación del IM. No es posible desarrollar este punto aquí, pero las críticas al IM aproximan a Durkheim a la concepción marxista. Pero la diferente manera en que Durkheim y Marx piensan a la totalidad sirve para precisar los rasgos fundamentales del MH.

Durkheim porfía en que existe en toda sociedad un grupo de fenómenos específicos, a los que cabe la denominación de HS. Ellos son el objeto de estudio de la sociología y permiten distinguirla de las otras ciencias de la naturaleza. (p. 56). Esta afirmación resultó especialmente conflictiva en su época, pues chocó con la concepción de sentido común que sostenía que la sociedad estaba compuesta por individuos. [4]


El concepto de HS:

La mayor parte del capítulo 2 de Las reglas está dedicado a presentar las características de los HS. A continuación, presento un resumen de estas:

1) Son “modos de obrar, de pensar y de sentir que presentan esta notable propiedad de existir fuera de las conciencias individuales.” (p. 57).

Durkheim explica que las personas nos encontramos desde nuestro nacimiento con deberes que no hemos creado:

“no soy yo quien las he hecho, sino que los he recibido por medio de la educación. (…) De igual manera el fiel se ha encontrado al nacer ya hechas las creencias y las prácticas de su vida religiosa; si éstas existían antes de él, es que existen fuera de él.” (p. 57). [5]

2) “Estos tipos de conducta o de pensamiento no sólo son exteriores al individuo, sino que están dotados de un poder imperativo y coercitivo en virtud del cual se imponen a él, lo quiera o no.” (p. 57).

Es este carácter coercitivo el que permite distinguir a los HS de los fenómenos orgánicos, “ya que consisten en representaciones y en acciones”, y de los fenómenos psíquicos, “que no tienen existencia más que en la conciencia individual y por ella.” (p.58; el resaltado es mío - AM -).

Como no se trata ni de fenómenos orgánicos ni psíquicos,

“constituyen una nueva clase de hechos y es a ellos, y sólo a ellos, a los que se debe dar el calificativo de sociales; éste es el calificativo adecuado, pues resulta claro que al no tener por sustrato al individuo, no pueden tener otro que la sociedad, sea la sociedad política en su totalidad, sea alguno de los grupos parciales que encierra: confesiones religiosas, escuelas políticas y literarias, corporaciones profesionales, etc.” (p. 59; el resaltado es mío - AM-).

Y concluye que los HS: “son el ámbito propio de la sociología.” (p. 59; el resaltado es mío - AM-).

Esta coerción no se percibe habitualmente, pues los individuos aceptan las reglas que regulan su existencia en sociedad. Sin embargo, cuando rechazan dichas reglas, la coerción salta a la luz. En otras palabras, el carácter coercitivo de los HS se expresa en la resistencia que genera la violación de las reglas sociales.

En el caso de las reglas del derecho:

“Si intento quebrantar las reglas de derecho éstas reaccionan contra mí a fin de impedir mi acto si aún hay tiempo, o de anularlo y restablecerlo en su forma normal si se ha realizado ya y puede ser reparado, o de hacerme expiar sus consecuencias, si no puede ser reparado de otro modo.” (p. 57-58).

En el caso de las máximas puramente morales: “La conciencia pública reprime todo acto que las ofende por medio de la vigilancia que ejerce sobre la conducta de los ciudadanos y las penas especiales de que dispone.” (p. 58).

En el caso de las convenciones sociales:

“Si no me someto a las convenciones de la sociedad, si en mi forma de vestir no tengo en cuenta en absoluto los usos aceptados en mi país y en mi clase, la risa que provoco y el alejamiento social en que me mantienen producen los mismos resultados que un castigo propiamente dicho, aunque de forma más atenuada.” (p. 58).

Los HS consisten tanto en creencias y prácticas instituidas (reglas jurídicas y morales, dogmas religiosos, sistemas financieros, etc.) como en corrientes sociales (por ejemplo, los movimientos de entusiasmo, indignación o de piedad que se producen en una asamblea). Todos ellos tienen en común que se manifiestan como una presión (coerción) en tanto el individuo se resiste a ellos. (p. 59-60). [6]

Durkheim afirma que

“es indiscutible que la mayor parte de nuestras ideas y de nuestras tendencias no son elaboradas por nosotros, sino que nos vienen de fuera (...) sólo pueden penetrar en nosotros imponiéndose, y eso es todo lo que significa nuestra definición.” (p. 59).

El ejemplo más contundente es la educación:

“Toda educación consiste en un esfuerzo continuo para imponer al niño modos de ver, de sentir y de obrar que no se les habría ocurrido espontáneamente. (...) la educación tiene por objeto precisamente el hacer el ser social.” (p. 61).

 

La coerción externa que los HS ejercen sobre los individuos puede manifestarse a través de la existencia de una sanción determinada, o bien por la resistencia que impone a todo intento individual de zafar de las prescripciones colectivas. (p. 65).

3) Los HS están constituidos “por las creencias, las tendencias y las prácticas del grupo tomado colectivamente” (p. 62; el resaltado es mío - AM-).

Durkheim aclara que dichos estados colectivos son diferentes a las formas que revisten en los individuos. Esto permite demostrar categóricamente que se trata de “dos naturalezas distintas”. (p. 62):

“A causa de la repetición algunas de esas maneras de obrar o de pensar adquieren una especie de consistencia que, por así decir, hace que se produzca un precipitado y los aísle de los acontecimientos particulares que las reflejan. Adquieren así un cuerpo y una forma sensible que les es propia y constituyen una realidad sui generis, muy distinta de los hechos individuales que son manifestación suya. La costumbre colectiva no sólo existe en forma inmanente en los sucesivos actos que determina, sino que, en virtud de un privilegio del que no encontramos parangón en el reino biológico, se expresa de una vez por todas en una fórmula que se repite de boca a boca, que se transmite por la educación o que incluso se fija por escrito.” (p. 62). Ejemplos: reglas jurídicas y morales, aforismos y dichos populares, los artículos de fe que condensan las creencias de las sectas religiosas o políticas, los códigos de las escuelas literarias, etc. (p. 62).

4) Los HS son generales (es decir, son comunes a toda la sociedad o a la mayor parte de los miembros de ésta) porque son colectivos.

En palabras de Durkheim,

“Es un estado del grupo, que se repite en los individuos porque se impone a ellos. Está en la parte por estar en el todo, lo que es bien distinto de que esté en el todo por estar en las partes.” (p. 64; el resaltado es mío - AM-). [7]

Esta característica de los HS es producto de la crítica del IM propio de la economía y de la sociología de Spencer. Mientras que el IM sostiene que las partes (los individuos) forman el todo, le dan sentido al mismo, Durkheim propone el punto de vista opuesto. Al tomar a la totalidad como punto de partida del análisis, el sociólogo francés se aproxima al marxismo.

 

Puesto que la noción de representaciones colectivas juega un papel central en la sociología durkheimiana, conviene revisar la presentación del concepto en Las reglas. En el prefacio de la 2º edición, escribió:

“Para comprender el modo como la sociedad se representa a sí misma y al mundo que lo rodea, lo que hay que considerar es la naturaleza de la sociedad y no la de los particulares. Los símbolos bajo los cuales se piensa cambian de acuerdo con lo que ella es.” (p. 43-44).

El corolario de esta afirmación es que la “psicología individual” no sirve para el estudio de las representaciones colectivas, pues se refiere a “órdenes de realidad” diferentes a los de la sociología.

En otras palabras,

“en ningún caso la sociología podría limitarse pura y simplemente a tomar prestadas de la psicología tal o cual proposición para aplicarla sin más a los hechos sociales. Por el contrario, el pensamiento colectivo en su totalidad, tanto en su forma como en su materia, debe ser estudiado en y por sí mismo, con la conciencia de lo que tiene de singular, y hay que dejar al porvenir el cuidado de buscar en qué medida se parece al pensamiento de los individuos.” (p. 46). [8]

Al final del capítulo, Durkheim presenta la definición completa de HS:

Es hecho social todo modo de hacer, fijo o no, que puede ejercer una coerción exterior sobre el individuo; o, también, que es general en todo el ámbito de una sociedad dada y que, al mismo tiempo, tiene una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales.” (p. 68).

Una vez esbozada la noción de HS podemos seguir adelante. Pero eso será la próxima clase. Les agradezco mucho su atención.

 

Villa del Parque, domingo 11 de octubre de 2020


ABREVIATURAS:

HS = Hechos sociales (o hecho social) / IM = Individualismo metodológico / MH = Materialismo histórico


NOTAS:

[1] Durkheim, Emile. (1998). Las reglas del método sociológico. Barcelona: Altaya. Traducción española de Santiago González Noriega. Todas las citas utilizadas en la clase corresponden a esta edición.

[2] Este párrafo está tomado casi literalmente de mi artículo “La cuestión de la cientificidad de la sociología en la obra de Emile Durkheim”, incluido en: Mayo, Ariel, comp. (2004). Epistemología de las Ciencias Sociales. Buenos Aires: Jorge Baudino Ediciones. (pp. 15-56). El párrafo citado se encuentra en p. 33.

[3] Ídem anterior.

[4] “Pero, como la sociedad sólo se compone de individuos, al sentido común le parece que la vida social no podría tener otro sustrato que la conciencia individual; de otro modo parece que carece de base y flota en el vacío.” (p. 41).

[5] Por ejemplo: “El sistema de signos de que me sirvo para expresar mi pensamiento, el sistema de monedas que empleo para pagar mis deudas, los instrumentos de crédito que utilizo en mis relaciones comerciales, las prácticas aceptadas en mi profesión, etc., funcionan independientemente del uso que de ellas hago.” (p. 57).

[6] “...si este poder de coerción extrema se afirma con tal claridad en los casos de resistencia, eso quiere decir que existe en los casos contrarios, aunque de forma inconsciente. En esos casos somos víctimas de una ilusión que nos hace creer que nosotros mismos hemos elaborado lo que se ha impuesto a nosotros desde fuera. Pero, aunque la complacencia con que nos hemos dejado llevar por ella oculta la presión que hemos experimentado, no la suprime. De igual manera, el aire no deja de ser pesado, aunque ya no sintamos su peso. Incluso cuando hemos participado activa y espontáneamente en la emoción común, la impresión que hemos sentido es completamente distinta de la que habríamos experimentado si hubiéramos estado solos. (...) lo que decimos a propósito de esas explosiones pasajeras es igualmente válido a propósito de esos movimientos de opinión más duraderos en cuestiones religiosas, políticas, literarias, artísticas, etc., que se producen sin cesar a nuestro alrededor, sea en todo ámbito de la sociedad, sea en círculos más restringidos.” (p. 60-61). Emplea este argumento para fundamentar la distinción entre la sociología y la psicología: “Los hechos sociales no sólo son cualitativamente distintos de los hechos psíquicos: tienen otro substrato, no evolucionan en el mismo medio, ni dependen de las mismas condiciones.

[7] Esta cita está tomado del prefacio de la 2° edición de la obra.


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