lunes, 13 de julio de 2020

INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA CURSO 2020 – CLASE N° 6


“El capital no consiste en que el trabajo acumulado
sirva al trabajo vivo como medio para una nueva
producción. Consiste en que el trabajo vivo sirva al
trabajo acumulado como medio para conservar y
aumentar su valor de cambio.”
Karl Marx (1818-1883), revolucionario alemán.

Bienvenidas y bienvenidos a la sexta clase del curso.
Hoy nos toca terminar el análisis preliminar del modo de producción capitalista. Para ello utilizaremos el libro La ideología del conocimiento. [1] Con esto terminamos la primera unidad del programa de la materia y cerramos la descripción de los rasgos principales de la sociedad capitalista. Como habrán observado, se trata de una presentación esquemática, que deja de lado la complejidad de la realidad. Sin embargo, no hay otro modo de iniciar el estudio de una disciplina científica; es necesario recurrir a esquemas para incorporar las primeras nociones de esa disciplina. No es grave, pues con esfuerzo y dedicación (para usar una expresión trillada) se avanza en el conocimiento y los esquemas se tiran a la basura.
Pasemos pues a la clase propiamente dicha.

En nuestro último encuentro dejamos al empresario y al trabajador a punto de entrar al lugar de trabajo, luego de acordar las condiciones del contrato laboral.
El empresario compró materias primas y herramientas, alquiló (o compró) un lugar para producir y contrató trabajadores. En todas estas operaciones gastó una suma de dinero. Digamos, a modo de ejemplo, que gastó 1000 pesos en esas operaciones. A partir del momento en que tiene reunidos en el lugar de trabajo todos los elementos mencionados, puede comenzar a producir. Entramos, pues, en el ámbito de la producción.
En esta instancia del análisis hay que señalar que el capitalista decide qué producir, cómo producirlo, en qué cantidad y para quién, en virtud de su propiedad de los medios de producción. Esto es muy diferente a lo que ocurría en el ámbito del mercado, donde empresario y trabajador se enfrentaban como sujetos jurídicos libres e iguales. En el ámbito de la producción, en cambio, el empresario obra como dictador, mientras que el trabajador no participa de la toma de decisiones.
El capitalista produce mercancías, ya sea en forma de bienes (cosas materiales, por ejemplo: un kilo de yerba mate) o servicios (cosas inmateriales, por ejemplo: un viaje en colectivo). Una mercancía es algo que se produce para ser vendido en el mercado.
El capitalista produce para obtener una ganancia, es decir, para obtener luego de la venta de la mercancía una cantidad de dinero mayor que la invertida en compra de los elementos necesarios para producir esa mercancía. En nuestro ejemplo, el capitalista vende a 1100 pesos las mercancías producidas. Es decir, obtiene una ganancia de 100 pesos.
Si el capitalista no logra obtener ganancia del proceso productivo, abandona éste y se dedica a una actividad redituable. La ganancia es, pues, el motor del proceso de producción en el capitalismo.
Ahora bien, ¿de dónde viene esa ganancia? Durante mucho tiempo se pensó que provenía de la circulación, es decir, de la venta de la mercancía en el mercado a un precio mayor del costo de las mercancías consumidas en el proceso de producción (materias primas, herramientas de trabajo, salarios, etc.). En otras palabras, el capitalista compraba barato (las mercancías consumidas) y vendía más caro (las mercancías producidas). Esto resulta razonable si tomamos en cuenta a un capitalista individual; pero resulta erróneo cuando analizamos a la clase capitalista en su conjunto.
Supongamos que nuestro capitalista produce yerba mate y gasta 1000 pesos en la producción de un kilo de yerba. La vende en el mercado a 1100 pesos para obtener una ganancia de 100 pesos. Otro capitalista, amante del mate y productor de azúcar, compra ese paquete de yerba y paga la ganancia del primer capitalista. Pero nuestro productor de azúcar no puede quedar atrás: tiene que recuperar esos 100 pesos pagados al productor de yerba. Supongamos, para simplificar, que la producción de un kilo de azúcar demanda mercancías por 1000 pesos; el capitalista vende el paquete de un kilo de azúcar a 1100 pesos. Nuestro productor de mate paga en el mercado el kilo de azúcar a su precio, y con ello abona la ganancia del productor de azúcar. Las ganancias de ambos productores se anulan. La clase capitalista en su conjunto (en nuestro caso, los productores de azúcar y de yerba mate) no obtuvo nada del proceso de producción. Si esto es así, la producción cesaría, pues, como dijimos al comienzo, el objetivo de la producción capitalista es la obtención de ganancia.
Marx describe así lo que acabamos de decir:
“La formación de plusvalor [ya explicaremos este concepto, por ahora les pido que lo tomen como sinónimo de ganancia] y, por consiguiente, la transformación del dinero en capital, no pueden explicarse ni porque los vendedores enajenan [venden] las mercancías por encima de su valor, ni porque los compradores los adquieren por debajo de su valor. (…) En la circulación los productores y consumidores sólo se enfrentan en cuanto vendedores y compradores. Si afirmamos que para  los productores el plusvalor surge de que los consumidores pagan la mercancía por encima del valor, ello equivale a enmascarar la simple tesis de que el poseedor de mercancías posee, en cuanto vendedor, el privilegio de vender demasiado caro. El vendedor ha producido él mismo la mercancía o representa a sus productores, pero el comprador, a igual título, ha producido la mercancía simbolizada en su dinero o representa a sus productores. El productor, pues, se enfrenta al productor. Lo que los distingue es que uno compra y el otro vende. No nos hace avanzar un solo paso el decir que el poseedor de mercancías, bajo el nombre de productor, vende por encima de su valor y, bajo el nombre de consumidor, la paga demasiado cara. Los representantes consecuentes de la ilusión según la cual el plusvalor deriva de un recargo nominal de precios, o del privilegio que tendría el vendedor de vender demasiado cara la mercancía, suponen por consiguiente la existencia de una clase que sólo compra, sin vender, y por tanto sólo consume, sin producir.” [3]
¿De dónde sale entonces la ganancia?
Antes de responder la pregunta es preciso aclarar otra cuestión. Al comprar la fuerza de trabajo, es decir, al contratar trabajadores asalariados, el empresario paga el valor de la fuerza de trabajo. Su ganancia no sale, por ende, de pagar un salario inferior al promedio.
En este punto parece que estamos en vía muerta. La ganancia de la clase capitalista no puede salir de la venta de las mercancías en el mercado, aunque ésta sea la opinión más común.
Repasemos lo aprendido, utilizando para ello las palabras de Marx:
“La forma directa de la circulación mercantil es M-D-M, conversión de la mercancía en dinero y reconversión de éste en aquélla, vender para comprar. Paralelamente a esta forma nos encontramos, empero, con una segunda, específicamente distinta de ella: la forma D-M-D, conversión de dinero en mercancía y reconversión de mercancía en dinero, comprar para vender. El dinero que en su movimiento se ajusta ese último tipo de circulación, se transformar en capital, deviene capital y es ya, conforme a su determinación, capital.” [4]
Marx analiza a continuación ambas formas de circulación mercantil.
“El ciclo M-D-M parte de un extremo constituido por una mercancía y concluye en el extremo configurado por otra, la cual egresa de la circulación y cae en la órbita del consumo. Por ende, el consumo, la satisfacción de necesidades o, en una palabra, el valor de uso, es su objetivo final. El ciclo D-M-D, en cambio parte del extremo constituido por el dinero y retorna finalmente a ese mismo extremo. Su motivo impulsor y su objetivo determinante es, por lo tanto, el valor de cambio mismo.” [5]
Si bien la inclusión de letras para denominar a las mercancías y al dinero parece volver más compleja la formulación del proceso, en los hechos se trata de expresar una distinción importante. Hay formas de proceso de trabajo cuya finalidad es la satisfacción de las necesidades de las personas sin pasar por el mercado. Por ejemplo, en las sociedades precapitalistas las comunidades campesinas producen casi todo lo que necesitan para vivir sin recurrir al comercio. No obstante, a veces les era preciso obtener materiales que no se encontraban en su región de residencia. Una comunidad podía requerir sal para conservar los alimentos y no tener acceso ningún salar en su territorio. En ese caso se veía obligada a realizar un trueque con otra comunidad que poseyera sal. La comunidad original cambiaba madera por sal, o sea, M-M. La primera comunidad cambiaba un valor de uso, la madera, por otro valor de uso, la sal. La sal servía para satisfacer una necesidad (conservar y condimentar los alimentos), así como la madera servía a la segunda comunidad (leña para hacer el fuego). Ambas comunidades realizaban el trueque para satisfacer sus necesidades. El motor del proceso era, pues, el valor de uso.
Esto nos lleva a otra pregunta, ¿qué es el valor de uso? Dicho de manera muy simple, se trata de la propiedad que tiene un bien o servicio de satisfacer necesidades humanas. Por su parte, el valor de cambio es la propiedad que tienen las mercancías de ser cambiadas por otras. El valor de uso existe en todas las sociedades; el valor de cambio existe sólo en aquellas sociedades donde hay economía mercantil (producción de mercancías).
Ahora, incorporados estos conceptos, podemos pasar adelante en el análisis. En una primera etapa, los contactos entre comunidades adoptaban la forma del trueque (M-M). Pero el trueque presenta inconvenientes, entre ellos el principal consiste en que la comunidad que precisa un bien (en nuestro ejemplo la sal), no siempre encuentra otra que desee cambiar dicho bien por el que produce la primara (la madera en nuestro ejemplo). El trueque es algo que se hace de manera ocasional y no llega a constituir una rutina.
En una etapa posterior los intercambios entre comunidades se vuelven más frecuentes, hasta volverse rutinarios. En esos casos, cada comunidad empieza a producir mercancías para vender a otras comunidades. Surge, además, el dinero, que conserva el valor obtenido en un cambio y permite volver a compra en el futuro. Por ejemplo: una comunidad produce vestidos de seda para vender. Una vez realizada la venta, obtiene dinero. Puede conservar éste y comprar, tiempo después, zapatos. El dinero conserva el valor. Durante la mayor parte de la historia fueron el oro y la plata quienes funcionaron como dinero. En esta etapa cabe hablar de la circulación M-D-M.
La aparición del dinero introduce nuevos cambios en el comercio. Éste se desarrolla tanto al exterior como al interior de las comunidades. Surge la clase de los comerciantes, cuya actividad puede resumirse en la fórmula D-M-D’ [6], comprar barato para vender más caro. Los comerciantes obtienen ganancias de comprar barato para vender caro. Pero, tal como indicamos más arriba, la circulación (el mercado) no puede ser la fuente de la plusvalor. ¿Qué hacer entonces?
La solución a nuestro problema pasa por comprender que el empresario también efectúa un proceso que se expresa por medio de la fórmula D-M-D’. Como dijimos anteriormente, el objetivo del empresario es obtener una ganancia. Por eso D’ tiene que ser mayor que D. De no ser así, el proceso carecería de sentido desde el punto de vista del capitalista.
El empresario compra materias primas, herramientas y fuerza de trabajo para poner en marcha el proceso de trabajo. Estas compras constituyen el primer paso de nuestra fórmula (D-M). Damos por supuesto que paga las mercancías (materias primas, herramientas y fuerza de trabajo) por su valor en el mercado.
El proceso de trabajo se pone en marcha. Las herramientas y las materias primas transfieren su valor a la mercancía producida. En nuestro ejemplo, si en la producción de 1 kg de yerba mate se consumen 500 pesos de yerba y las máquinas pierden 100 pesos de su valor [7], esos 600 pesos reaparecen en el precio final del paquete de yerba (que cuesta 1000 pesos en nuestro ejemplo). Las herramientas y materias primas transfieren valor, pero no crean nuevo valor.
Veamos ahora que ocurre con los salarios pagados. En nuestro ejemplo, los salarios de los trabajadores insumen 400 pesos, suma que debe ser cargada al precio del kilo de yerba. Si el empresario no hace esto, pierde dinero en el proceso productivo.
Llegamos al punto en que ya sabemos cómo está compuesto el precio de un kilo de yerba. Esos 100 pesos se descomponen en 600 pesos de materias primas y desgaste de las herramientas, y 400 pesos de salarios. Queda por determinar de dónde salen los 100 pesos de ganancia del empresario (recordar que en el ejemplo que estamos utilizando, el precio del kilo de yerba es de 1100 pesos).
Parece que estuviéramos dando vueltas en círculo. Pero aquí podemos destrabar la cuestión examinando una particularidad de la mercancía fuerza de trabajo.
Tal como dijimos antes, el empresario paga la mercancía fuerza de trabajo por su valor. Dicho de otro modo, el empresario paga al trabajador el salario legal en la rama de producción en la que éste trabaja. Pero una vez puesto en marcha el proceso de trabajo, la fuerza de trabajo no se limita a transferir su valor a la mercancía producida:
La fuerza de trabajo tiene la propiedad de crear nuevo valor.
Todo el problema de la ganancia del empresario se resuelve si se tiene en cuenta dicha propiedad de la fuerza de trabajo. Mientras que las materias primas y las herramientas se limitan a transferir su valor (lo mismo hacen los salarios), la utilización de la fuerza de trabajo, su intervención en el proceso productivo, crea nuevo valor: el plusvalor, esto es, el valor que excede la suma consumida en materias primas, herramientas y salarios.
Ahora ya podemos modificar nuestra afirmación inicial:
El objetivo de la producción capitalista es la producción de plusvalor.
¿Cómo se produce el plusvalor?
Por ahora sólo podemos dar una respuesta esquemática, para no extender excesivamente esta clase. El capitalista, en tanto propietario de los medios de producción, fija la extensión de la jornada laboral. Así, si la reproducción del valor gastado en salarios requiere 4 horas de trabajo, la jornada laboral se extiende 4 horas más (jornada de 8 horas). En estas 4 horas de plustrabajo [8] es producido el plusvalor, que es apropiado por el empresario.
La ganancia del capitalista está constituida por una parte del plusvalor. Otra parte de éste fluye hacia el Estado en forma de impuestos; otra, va a parar a manos de los bancos, en concepto de pagos de préstamos tomados por los empresarios. El plusvalor permite la expansión de la producción y es fundamental para el desarrollo de una sociedad (no sólo la capitalista).
Pero por el momento (recuerden que esto es una descripción preliminar de cómo funciona el capitalismo) vamos a concentrarnos en el hecho de que la clase capitalista está interesada en producir plusvalor, es decir, en hacer rendir lo máximo posible a la mercancía fuerza de trabajo. Ésta es la base del incentivo al desarrollo tecnológico, propia del capitalismo.
Nos vamos a detener aquí. Ya es mucho lo que hemos avanzado y no es mi intención marearlos. Quedo a su disposición para todas las consultas y preguntas que deseen formular. En la próxima clase comenzaremos una breve revisión del ancestro inmediato de la sociología, la filosofía política. Utilizaremos un texto del filósofo y economista inglés John Locke (1632-1704), el Segundo tratado sobre el gobierno civil, del que trabajaremos el capítulo 5. Enviaré el texto por correo electrónico.
Gracias por su atención. Hasta la próxima clase.


Villa del Parque, lunes 13 de julio de 2020

ABREVIATURAS:
AO = Acumulación originaria /  D = Dinero / M = Mercancía / RS = Relaciones sociales / SH = Seres humanos

NOTAS:
[1] Mayo, A. (2005). La ideología del conocimiento. Buenos Aires: Jorge Baudino. (Cap. 1).
[2] El análisis clásico del proceso de producción capitalista se encuentre en: Marx, K. (1996). El capital. Crítica de la economía política: Libro primero. El proceso de producción de capital. México D. F.: Siglo XXI. (Cap. 4: Transformación de dinero en capital).
[3] Marx, K., op. cit., p. 196-197.
[4] Marx, K., op. cit., p. 180.
[5] Marx, K., op. cit., p. 183.
[6] La diferencia entre D y D’ consiste en que D’ representa una cantidad mayor que D. En otras palabras, el resultado del ciclo D-M-D’ es un incremento en la cantidad de dinero invertida inicialmente.
[7] Una máquina (o, más en general, una herramienta) no se desgasta en un solo proceso productivo, sino que se utiliza en un número determinado de procesos de trabajo. Un ejemplo. Un horno industrial para producir pan se compra a 100000 pesos y se desgasta completamente (tiene que ser reemplazado por uno nuevo) luego de 1000 horneadas. Esto significa que en cada horneada transfiere 10 pesos de su valor. Esos 10 pesos tienen que estar presentes en el precio del pan; de lo contrario, el empresario panadero perdería el dinero invertido en la compra del horno.
[8] El plustrabajo es el trabajo que excede el trabajo necesario, es decir, aquella porción de la jornada laboral destinada a reponer el desgaste de la fuerza de trabajo (los salarios).

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