“Aunque
por la naturaleza de los hombres la tarea de buscar nuevos métodos
y recursos
haya sido siempre tan peligrosa como buscar aguas y tierras ignotas,
porque
todos están más dispuestos a denostar que a loar las acciones ajenas,
sin
embargo, llevado de ese deseo que siempre ha existido en mí de obrar sin
ningún
temor en aquellos asuntos que me parecen beneficiosos para todos,
me he
decidido a entrar por un camino que, como no ha sido aún recorrido
por nadie,
me costará muchas fatigas y dificultades, pero también la recompensa
de
aquellos que consideren benignamente el fin a que se enderezan mis trabajos.”
Nicolás Maquiavelo (1469-1527), político y
filósofo italiano
Bienvenidas y bienvenidos a la octava clase de
este curso.
De a poco nos vamos normalizando con el ritmo de las
clases, si bien persisten la pandemia y la cuarentena. Hoy comenzaremos el
estudio de la filosofía política de la
Modernidad. Nuestro autor es Maquiavelo
(1469-1527), quien nos acompañará en el análisis de los orígenes del Estado moderno. Esta clase representa
una transición entre el mundo de los clásicos, cuyas bases son la apropiación
del excedente campesino por los nobles y la teoría de la desigualdad de los SH,
y el mundo moderno, fundado en torno a la economía mercantil (luego
capitalista) y la teoría de la igualdad de los SH.
Pasemos, pues, a la clase.
Hablar
de Maquiavelo supone enfrentar toda una serie de malentendidos respecto a su
persona y a su obra. Comencemos por su mismo apellido, del que se derivó el
término maquiavelismo. Si
consultamos la edición en línea del Diccionario de la Real Academia Española
encontramos que maquiavelismo significa, en su segunda acepción “modo de
proceder con astucia, doblez y perfidia”. [1] Lejos de ser un término neutral,
tiene una fuerte carga negativa. Lo mismo ocurre si vamos en el mismo
diccionario al término maquiavélico.
En su tercera acepción dice “astuto y engañoso”. [2] En otras palabras, el
nombre de un filósofo, considerado por algunos autores como el fundador de la ciencia
política moderna [3], es utilizado en la lengua corriente como sinónimo de
conducta negativa, que merece ser reprobada. ¿Cómo pudo darse esta situación? Para
poder dar respuesta a la pregunta es preciso decir algunas palabras sobre la
vida de Maquiavelo. [4]
Maquiavelo
no fue un filósofo alejado del mundo, alguien dedicado a buscar la verdad en
los libros. Todo lo contrario. Maquiavelo fue un tipo diferente de filósofo,
alguien preocupado en los problemas concretos de su época.
Maquiavelo
fue político. Más concretamente, fue funcionario de la República de Florencia,
uno de los tantos Estados en los que se encontraba dividido el territorio
italiano a comienzos del siglo XVI. Este dato es importante por dos razones.
Primero, porque Florencia era un Estado comercial (que se había enriquecido
practicando el comercio con Oriente), gobernado por una clase de comerciantes
diferente a los señores feudales que mandaban en gran parte del continente europeo.
En este sentido, la mentalidad de la elite florentina se encontraba más cercana
a una sociedad mercantil que a una sociedad feudal. [5] Pero este desarrollo de
la economía mercantil no se dio sin contradicciones y conflictos. Los
poseedores de dinero (los comerciantes y banqueros) quedaban en mejor posición
que los campesinos y artesanos; aumentaron las tensiones sociales y hubo
revueltas y rebeliones populares. [6] Segundo, porque la fortaleza comercial de
Florencia iba de la mano con su debilidad militar, consecuencia de la
fragmentación política de la península itálica. De este modo, ser funcionario
del gobierno florentino implicaba necesariamente pensar los problemas de la
división política de Italia.
En
síntesis, el ejercicio de la función pública puso a Maquiavelo frente a dos
problemas cruciales: a) la división política de la península itálica, que la dejaba
a merced de las invasiones de los países vecinos más poderosos (Francia y
España); b) los conflictos sociales generados por la expansión de la economía
mercantil.
Maquiavelo
era, desde el punto de vista de las simpatías políticas, un republicano. ¿Qué
quería decir esto en el contexto de la Italia de comienzos del siglo XVI?
Significa que Maquiavelo admiraba el modelo de la República Romana, al que
conocía por sus lecturas de las obras del historiador romano Tito Livio (59 a.
C. – 17 d. C.) y otros autores. Por lo tanto, era partidario del gobierno
popular, si bien no lo entendía en el sentido de las democracias modernas
(donde todos los ciudadanos están en condiciones de votar y, por tanto, de
elegir a los gobernantes). Además de esto, Maquiavelo era una persona de
convicciones fuertes. Ejerció diversos cargos públicos en el período
comprendido entre 1498 y 1512, mientras Florencia tuvo un régimen político
republicano. En 1512 perdió su cargo cuando la familia Médicis volvió al
gobierno; Maquiavelo fue encarcelado y torturado por participar en una
conspiración contra los nuevos gobernantes. Marchó al exilio, donde permaneció
hasta 1521; padeció la pobreza. Amnistiado en 1521, regresó a Florencia, pero
fue apresado y torturado nuevamente, otra vez acusado de conspirar contra los
Médicis. Estos acontecimientos demuestran la determinación de Maquiavelo, su
adhesión a la República. Como puede verse, estamos frente a un personaje bien
diferente de la caricatura que se ha forjado en torno a él.
¿De
dónde proviene la caricatura que acabamos de mencionar?, ¿por qué se ha
asociado el nombre de Maquiavelo con la mentira, la traición y las conductas
reñidas con toda norma moral?
Una
primera respuesta al interrogante anterior pasa por ubicar a Maquiavelo en el contexto
de su época. El pasaje del siglo XV al XVI está marcado por el desarrollo de la
economía mercantil, que se vio acelerado por el “descubrimiento” de América y
de nuevas rutas de navegación hacia China e India. Varias regiones de Europa
comenzaron a enriquecerse; mejor dicho, una clase de comerciantes y banqueros y,
lo que era más novedoso, una clase de
empresarios ligada a la producción de mercancías. La escala de los negocios
creció, a la par que crecía el espacio geográfico conocido. En la competencia
entre grupos locales de comerciantes y fabricantes, salían ganadores aquellos
que se veían respaldados por el poder político más poderoso. A su vez, las
expediciones de “descubrimiento” y las consiguientes conquistas y
colonizaciones exigían sumas de dinero cada vez más cuantiosas; las guerras
entre naciones consumían, a su vez, cada vez más recursos. Surgieron los
primeros Estados nacionales (España,
Francia, Inglaterra), que terminaron en sus países con la fragmentación
política propia de la época medieval.
Durante
la Edad Media el poder político se hallaba muy dividido. Veamos el ejemplo de
Francia. Aunque existía un rey que nominalmente gobernaba todo el territorio,
en la práctica cada conde y, en definitiva, cada señor feudal ejercía el poder
efectivo en la región que se hallaba bajo su mando. Cada uno de estos pequeños
soberanos tenía un ejército propio, ejercía el poder judicial y cobraba
impuestos al interior de su territorio. De ahí que un comerciante que llevara
mercancías para vender desde el puerto de Marsella hasta París tuviera que
pagar multitud de peajes (cada señor cobraba una suma por pasar por su
territorio). El rey carecía del poder económico y militar para imponer su
autoridad en todo el territorio.
El
desarrollo de la economía mercantil cambió la situación. La expansión del
comercio requirió de la circulación de dinero y de una disminución de los
derechos de peaje (para impedir que el aumento del precio de las mercancías
hiciera inviable el comercio). Estas condiciones sólo podían ser garantizadas
por el Estado, quien podía acuñar moneda de curso legal para todo el reino y
reducir el número de peajes e impuestos sometiendo a los señores feudales. En
pocas palabras, el desarrollo de la economía mercantil exigía el desarrollo de
la autoridad estatal.
A
principios del siglo XVI España, Francia e Inglaterra habían resuelto el
problema de constituir Estados nacionales que controlaban un vasto territorio. Italia,
en cambio, permaneció dividida en una multitud de Estados, entre los que se
destacaban varias repúblicas de comerciantes (Florencia, Génova, Venecia) y el territorio
controlado por el Papa. Esta situación debilitó la posición de la península
frente a los Estados extranjeros que habían resuelto el problema de la
unificación política. De hecho, durante la primera mitad del siglo XVI España y
Francia libraron sus guerras dentro del territorio italiano. Maquiavelo, quien
además de filósofo y político era un estudioso de los temas militares,
comprendió que era imposible la sobrevivencia de los distintos Estados
italianos si no se lograba la unificación política de la península itálica. Dicho
de otra manera, era imprescindible la constitución de un Estado italiano. Ahora
bien, ese objetivo chocaba directamente con los intereses de la Iglesia, que
deseaba mantener su poder terrenal en una porción considerable del territorio de
Italia (los Estados pontificios).
El
principal objetivo de la teoría política de Maquiavelo es contribuir a la
creación de un Estado nacional italiano. Como ya indicamos, otros países como
Francia y España habían logrado resolver la cuestión de la unificación
política. No obstante, fue Maquiavelo quien reflexionó de modo más agudo sobre
los problemas involucrados en la creación y la consolidación del Estado
moderno. La potencia de su reflexión proviene de que liberó a la filosofía
política de los condicionamientos religiosos y morales. Maquiavelo comprendió
como nadie que la política tiene que ser eficaz, es decir, que tiene que
realizar los objetivos que se propone determinado grupo social. Además,
entendió como nadie que el Estado se funda en la violencia, en el sometimiento
de un grupo social por otro. [7]
La
tragedia de Maquiavelo reside en que en su época las fuerzas que apoyaban la
unificación italiana eran inexistentes. Ninguno de los soberanos de los
distintos Estados italianos se comprometió con la constitución de un Estado
nacional. A su vez, y tal como ya hemos dicho, la Iglesia se opuso firmemente a
todo intento de unificación, en el convencimiento de que el éxito de ésta
implicaría la decadencia de su poder terrenal. Maquiavelo teorizó una tarea
imposible en la Italia de su época. Sin embargo, y como veremos en la próxima
clase, lejos de convertirse en un utopista, Maquiavelo comprendió como nadie
las nuevas fuerzas sociales que empezaban a manifestarse en la política de los
Estados europeos. Por eso es tan importante la comprensión de su obra, tan
incomprendida por sus contemporáneos y por las generaciones posteriores.
Maquiavelo
fue perseguido, torturado y exiliado por defender sus ideales. Murió en la
pobreza. Estos elementos muestran que su figura se halla muy lejos del político
inescrupuloso y taimado que se deriva del significado del adjetivo “maquiavélico”.
En la
próxima clase comenzaremos la lectura de la obra más conocida de Maquiavelo, El príncipe, redactada en 1513. [8] Es
un texto corto y, en líneas generales, fácil de leer, si se tiene en cuenta que
el estudiante puede omitir las referencias históricas que se encuentran en cada
capítulo. [9] Sin embargo, la facilidad en la lectura es engañosa; El príncipe es un libro complejo. En las
siguientes dos clases intentaremos dar cuenta de los motivos de esa complejidad
y, de paso, nos adentraremos en el estudio del Estado moderno.
Muchas
gracias por su atención. Hasta la próxima.
Villa
del Parque, martes 7 de julio de 2020
ABREVIATURAS:
SH = Seres humanos
NOTAS:
[1] España.
Real Academia Española (2019). Diccionario
de la lengua española: Edición del tricentenario. Actualización 2019.
Disponible en: https://dle.rae.es/maquiavelismo?m=form Consultado: 07/07/2020.
[2]
España. Real Academia Española. (2019), op. cit. Disponible en: https://dle.rae.es/maquiav%C3%A9lico?m=form.
Consultado:
07/07/2020.
[3] Portantiero, J. C. (1998). “Introducción a La sociología clásica”. En: Di Tella, T. S. y Lucchini, C., comps. (1998). Fundamentos de sociología. Buenos Aires: Biblos (pp. 13-29).
[4] Los interesados pueden consultar la
introducción de Juan Manuel Forte Monge a la edición Gredos de varias de las
obras del filósofo italiano: Machiavelli,
N. (2011). El príncipe. El arte de la
guerra. Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Vida de Castruccio
Castracani. Discursos sobre la situación de Florencia. Madrid, España: Gredos. El estudio introductorio se
encuentra en las páginas i-cxxix. Si bien en la clase utilizo la versión
española del nombre del filósofo (Maquiavelo), en las referencias
bibliográficas empleo la forma italiana (Machiavelli).
[5] Dicho de modo
esquemático, la economía mercantil implica que los productos (bienes y
servicios) están destinados a la venta en el mercado. O sea que, en vez de
producir para las necesidades del grupo familiar o de la comunidad campesina,
los trabajadores (campesinos y artesanos) producen mercancías para la venta. Es
imposible siquiera enumerar aquí la multitud de cambios en la vida cotidiana
que significó el pasaje a la economía mercantil. Sin embargo, podemos mencionar
el más importante: la introducción del dinero en la vida cotidiana. Cada vez
más la vida giró en torno a la obtención de dinero, con el que podían pagarse
las mercancías necesarias para subsistir.
[6] En 1494 el monje
dominicano Girolamo Savonarola (1452-1498) encabezó una rebelión popular que
expulsó a los Médicis (la familia que ejercía el gobierno de la República de
Florencia) del poder, e impuso un régimen dictatorial cuyo objetivo era
desterrar el lujo y la usura y volver a las “costumbres sencillas”. Puede ser
considerada como una reacción contra la economía mercantil.
[7] Esto no implica, como
veremos más adelante en este curso, negar el papel de los mecanismos
ideológicos en el ejercicio de la dominación.
[8] Machiavelli, N.
(2011). El príncipe. El arte de la guerra. Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Vida de Castruccio Castracani. Discursos sobre la situación de Florencia. Madrid, España: Gredos. (pp.).
[9] El texto entero, en
el archivo PDF que tienen a su disposición, consta de 91 páginas. Cada capítulo
consta de algunas reflexiones teóricas, que se encuentran generalmente al
comienzo y al final de cada capítulo, y un ejemplo histórico del concepto
general que se quiere explicar. Si tienen poco tiempo (cosa frecuente entre los
estudiantes) pueden omitir el ejemplo histórico y limitarse a la lectura de las
reflexiones teóricas.
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