sábado, 13 de junio de 2020

EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES CURSO 2020 – CLASE N° 10


“En esas desveladas noches de las que te hablo,
pienso, también, en el intransferible y perpetuo aprendizaje
de los revolucionarios: perder, resistir. Perder, resistir. Y resistir.
Y no confundir lo real con la verdad.”
Andrés Rivera (1928-2016), escritor argentino.

Bienvenidas y bienvenidas a la décima clase del curso.

A comienzos de esta semana envié las consignas del segundo parcial. Esta clase y la siguiente les proporcionarán elementos para elaborarlo; de ahí las frecuentes referencias al texto. Es un recurso tedioso pero útil para el estudiante que tiene que afrontar esta instancia. Trataré de ser lo más didáctico posible. Al final de este encuentro incluiré, como ya hice en otras oportunidades varias respuestas a consultas; tanto las preguntas como las respuestas pueden serles de utilidad, en especial porque varias de ellas se refieren al segundo parcial.

Nuestro encuentro de hoy girará en torno al artículo del profesor Pardo, “El desafío de las ciencias sociales” [1]; nos dedicaremos a examinar el origen y desarrollo de las ciencias sociales. Desde el punto de vista histórico es la continuación del tema del encuentro pasado, la filosofía política.

Pasemos ahora al contenido de la clase propiamente dicha.


Las ciencias sociales modernas surgieron entre los siglos XVIII y XIX. Su desarrollo está ligado de modo inseparable a la expansión del capitalismo. Esta forma de organización social experimentó un desarrollo exponencial a partir de la primera Revolución Industrial (cuyos orígenes se dieron en Inglaterra, de 1770 en adelante). En el transcurso de un siglo casi todos los territorios del planeta quedaron comprendidos bajo la economía capitalista; ninguna otra organización social en la historia había experimentado una expansión semejante.

El capitalismo constituye una forma de organización de la producción radicalmente diferente a las anteriores (por ejemplo, el feudalismo); a diferencia de otras clases dominantes a lo largo de la historia, la burguesía se involucró directamente en el proceso productivo; el empresario capitalista organiza y controla dicho proceso. Todo esto hizo que las cuestiones económicas adquirieran una relevancia fundamental bajo el capitalismo. No tiene nada de extraño, pues, que la economía política fuera la primera ciencia social moderna. [2] En el siglo XIX, los problemas de la transición del feudalismo al capitalismo y los conflictos entre capitalistas y trabajadores dieron origen a la sociología. Posteriormente, el proceso de conquista y colonización por las potencias europeas de África, Asia y Oceanía, tuvo como una de sus consecuencias el surgimiento de la antropología. Finalmente, la expansión del derecho de voto hizo que apareciera la ciencia política en el sentido moderno del término. [3]

Las nuevas CS (“nuevas” en relación a su ilustre antepasado, la filosofía política) adoptaron en sus comienzos el método (y ciertas ideas sobre el funcionamiento del mundo) de las ciencias naturales. No hay nada de extraño en esta elección: a fines del siglo XVIII, cuando surgió la economía política, los éxitos de la física eran notables; los físicos podían predecir con exactitud la posición y las características de un planeta desconocido por los astrónomos a partir de las perturbaciones en el movimiento de otros cuerpos celestes ya conocidos. [4]

Las CN ofrecían, pues, un modelo atractivo para las flamantes CS: la observación objetiva de los hechos permitía derivar de ellos, aplicando la inducción, leyes a partir de las cuales podían derivarse, a su vez, predicciones sobre el comportamiento de los objetos estudiados. A esto hay que sumarle que las CN cumplían (o parecían cumplir) uno de los ideales de la Modernidad, el a priori matemático: las relaciones entre los diversos objetos y fenómenos podían expresarse (y explicarse) en términos matemáticos. [5]

Los científicos sociales procuraron tomar sus métodos (y aún sus metáforas y conceptos) de las CN. [6] Por ejemplo, el filósofo y sociólogo francés Auguste Comte (1798-1857), quien acuñó el término “sociología”, pensaba que la ciencia de la sociedad tenía que denominarse “física social” y la concebía como una aplicación a la sociedad de las leyes y métodos de la física.

La influencia de las CN sobre las CS no se ejerció únicamente a través de la física; la biología, que experimentó un auge notable en el siglo XIX [7], fue tomada como modelo por varios científicos sociales. Herbert Spencer (1820-1903), sociólogo inglés de enorme influencia en su época, utilizó una adaptación de la teoría de la evolución para explicar el desarrollo de las sociedades. Por su parte, Emile Durkheim (1858-1917), sociólogo francés, utilizó la metáfora del organismo para describir la estructura de la sociedad.

Resulta innecesario multiplicar los ejemplos de influencia de las CN sobre las CS. El clima cultural de la época, hegemonizado por el positivismo, consideraba que la física y la biología eran las CIENCIAS con mayúsculas. Los primeros científicos sociales se encontraron ante la disyuntiva de: o adoptar los métodos de las CN o ser catalogados como ensayistas y/o charlatanes. Para comprender mejor esa situación basta con mencionar una situación conocida por muchos de ustedes: cuando le dicen a alguien que estudian “ciencias sociales” (no importa cuál de ellas), esa persona se encoge de hombros y los mira con compasión. Para la mayoría de las personas las CS son una especie de charla de café algo más sofisticada. Si bien los científicos sociales contribuimos a que las personas tengan esa imagen de nosotros (estudiando muchas veces cuestiones absolutamente irrelevantes con conceptos igualmente irrelevantes), también es cierto que las CN son el modelo de CIENCIA (con mayúsculas) en la actualidad.

El profesor Pardo describe los rasgos principales de las CS, tal como se desarrollaron en el siglo XIX bajo la influencia de las CN, y denomina concepción naturalista-empirista al modelo dominante en dichas ciencias. [8] No voy a ahondar en la cuestión, pues remito a lo expuesto por Pardo. Sin embargo, conviene detenerse en algunos puntos del texto.

Varias clases atrás nos referimos a la relación entre la Modernidad y el capitalismo. Más concretamente, el desarrollo de la producción mercantil (las cosas se producen para ser vendidas en el mercado) y del mercado mundial, la acumulación de capital en manos de la burguesía, la Revolución Industrial y el surgimiento de la fábrica, fueron procesos que modificaron la percepción del mundo y de la sociedad por las personas. En la primera parte de este curso examinamos la influencia de estos factores en la Revolución Científica (así como también el modo en que esta última modificó nuestra forma de ver el mundo).

El profesor Pardo inicia su análisis de la CNE planteando la relación entre las CS y el proyecto filosófico de la Modernidad.

“Según éste [el proyecto de la Modernidad], debe procurarse trasladar ese progreso tan vertiginoso como impresionante que han experimentado las ciencias naturales desde la revolución científica de los siglos XVI y XVII al ámbito del conocimiento y control del mundo social.” [9]

Conviene agregar que se trata del proyecto filosófico del capitalismo, esa forma de organización social que modificó dramáticamente la vida de las personas. Dicho de otro modo, el proyecto de las CS es el capitalismo, su consolidación y expansión. Todas las CS que surgieron entre los siglos XVIII y XX tuvieron como objetivo solucionar los problemas derivados de la transición del feudalismo al capitalismo, fortalecer el orden político y social capitalista y construir representaciones y subjetividades acorde con dicho orden. Es por eso que no puede ubicarse al marxismo (o materialismo histórico) dentro del corpus de las CS, pues aquél se plantea como objetivo la superación radical de la sociedad capitalista. Si bien desarrollaremos esta cuestión en la próxima clase, quería dejar indicado este punto aquí, pues permite comprender mejor los rasgos específicos de las CS.

El profesor Pardo enumera y describe las características de la CNE en las páginas 109-112 de su artículo. Si bien no voy a hacer un examen de cada una de ellas, considero necesario enfatizar un par de temas que aparecen en dicha enumeración.

En primer lugar, la cuestión del supuesto naturalista, es decir, el estudiar a la sociedad del mismo modo que las CN tratan a la naturaleza. El núcleo del supuesto reside en la frase “consiste en homologar el mundo social al físico, entendiendo a ambos como estructuras invariantes en las que es posible encontrar regularidades empíricas”. [10] No podemos discutir aquí la medida en qué este supuesto es válido para el mundo físico; sí corresponde indicar que de ningún modo puede considerarse a la sociedad como una “estructura invariante”, todo lo contrario. El desarrollo de las fuerzas productivas y las consiguientes transformaciones en las relaciones sociales, en las instituciones y en las representaciones, hacen que “todo lo sólido se desvanezca en el aire”. [11]

Pero los problemas con el supuesto naturalista no terminan allí. No se trata únicamente de que el objeto de estudio (la sociedad) permanezca invariante. El supuesto implica afirmar que los SH son un objeto pasivo, en el sentido de que sus conductas y sus relaciones no se ven modificadas por el conocimiento de esas mismas conductas y relaciones. Dicho de otro modo, las personas reaccionan frente a las teorías sociales, las adoptan y modifican a su antojo, en función de sus propios intereses; las personas comunes y silvestres también elaboran explicaciones sobre su sociedad y, muchas veces, esas explicaciones tienen más influencia que las teorías de los economistas y los sociólogos. En otras palabras, la idea de un objeto pasivo que se deja estudiar por los científicos sociales resulta cómoda para estos últimos, pues parece ponerlos por encima de los conflictos sociales y, de ese modo, les permite intervenir en ellos como si se tratara de sujetos neutrales.

En un sentido más general, la adopción del supuesto naturalista implica la alineación de las CS con el capitalismo. Los científicos sociales se “alejan” del conflicto social para poder intervenir en él desde la perspectiva de la clase dominante. Esta cuestión, que aquí sólo podemos esbozar, se encuentra ligada al segundo punto de la enumeración: el reduccionismo cientificista [12] Este principio supone que el conocimiento científico es la única forma válida de conocimiento. ¿De dónde proviene esta validez? Del supuesto de que los científicos sociales proceden del mismo modo que los científicos naturales, es decir, tomando distancia, separándose del objeto de estudio. La separación del objeto de estudio (la sociedad, los distintos grupos humanos, las relaciones entre éstos) implica que el científico social no toma partida por ninguna de las partes en conflicto en la sociedad, sino que se limita a emitir un dictamen científico para cada situación. Ese dictamen es “racional”, es “científico” porque resulta de la mencionada toma de distancia. Sin embargo, y esto es algo que intentaremos demostrar en la próxima clase, esa separación no es otra cosa que la aceptación de la ideología de la clase dominante. Por ejemplo, cuando los economistas hablan de productividad, siempre la consideran desde la perspectiva del empresario (del capital) y no de la fuerza de trabajo (los trabajadores).

Lo que acabamos de decir se ve claramente en el séptimo principio, la objetividad. El profesor Pardo señala lo siguiente:

“Por objetividad debe entenderse la capacidad del sujeto de elevarse por sobre todo condicionamiento histórico y subjetivo y tomar la distancia respecto del objeto a conocer, como para adoptar el punto de vista de un observador neutral.” [13]

Ahora bien, ningún científico social puede estar por encima de “todo condicionamiento histórico y subjetivo”. Esa es una idea ideológica, si se me permite la expresión. Tanto la filosofía política como las ciencias sociales se construyeron tomando posición en los conflictos sociales de cada época. Pero ya trataremos esta cuestión en la próxima clase.

Concluyo aquí para no excederme en la extensión. En nuestro próximo encuentra concluiré la revisión del texto de Pardo y comenzaremos el análisis del artículo sobre la ideología. [14]


Preguntas, respuestas, intercambios varios:

Ø  Con respecto a la primera pregunta, ¿puede ser que el uso político-ideológico de la NH esté relacionado con la manipulación, justificación y aceptación de la condición del SH en la edad clásica, así como también en la era moderna, obviamente relacionado con las desigualdades?

El profesor Palma apunta en su artículo a los usos ideológicos de la concepción de la NH. Esto significa que la filosofía política desarrolló una teoría de las características que nos definen como SH, cuyo objetivo central era justificar las relaciones de poder imperantes en la sociedad. Por ejemplo: en una organización social esclavista (basada en el trabajo de los esclavos), los filósofos defendían la idea de que los SH eran desiguales. O sea, los hombres libres eran los únicos capacitados para ser autónomos (no depender de los demás)  y, por ende, podían mandar sobre los demás. En cambio, los esclavos estaban incapacitados para ser autónomos. La naturaleza de los hombres libres y los esclavos era diferente. Recuerden, en este sentido, nuestro análisis del argumento de Aristóteles en defensa de la esclavitud (ver la octava clase del presente curso).

Palma presenta la cuestión en las páginas 184-185 de su artículo. Te conviene releer esa parte del texto antes de responder.

Ø  quería consultarle una duda surgida sobre la pregunta 1. Al desarrollar los usos político-ideológicos de la naturaleza humana, ¿debemos abarcar desde la antigua Grecia hasta Marx?

La primera pregunta del parcial está centrada en la descripción de los usos políticos de la concepción de NH. Una forma de responder puede ser la siguiente: en primer lugar, se puede explicar en general el uso de la noción de NH por los filósofos políticos. Palma desarrolla esto en las páginas 184-185 del artículo. Luego de aclarar esto, el paso siguiente para redondear la respuesta puede consistir en explicar un uso político concreto de la noción de NH, es decir, tomar el ejemplo de Aristóteles o el de Hobbes. No me parece conveniente describir las teorías de ambos porque esto implicaría extender demasiado la respuesta. Por supuesto, se trata de una sugerencia.

Ø  Comencé a hacer el parcial y me surgió una duda. Necesitaría en lo posible que me oriente en la primera pregunta. No entiendo a qué se refiere cuando dice: "describa los usos político-ideológicos de la noción de NH", ¿se refiere a las afirmaciones/ideas/pensamientos sobre la noción de naturaleza humana de los filósofos políticos (mencionados en el capítulo) a lo largo de la historia? 

Seguramente volveré a repetir cosas ya dichas. Pero en temas de parciales es preferible la repetición en la medida en que sirva para comprender lo pedido. Paso a contestar. En el punto 1 del examen se hace referencia al modo en que la concepción de la NH fue empleada en un sentido político-ideológico, con el objetivo de legitimar una forma determinada de orden social (por ejemplo, el feudalismo) o para luchar contra ella (es el caso de Rousseau y su enfrentamiento contra el Antiguo Régimen). Una forma de responder a la cuestión es comenzar describiendo los rasgos generales de la concepción de la NH, desarrollados por Palma en las páginas 184-185 de su artículo, y luego continuar con la descripción de uno de los ejemplos de uso político-ideológico de la NH (Aristóteles, Hobbes, etc.).


Villa del Parque, sábado 13 de junio de 2020


ABREVIATURAS:

CN = Ciencias naturales / CNE = Concepción naturalista - empirista/ CS = Ciencias sociales / EN = Estado de naturaleza / NH = Naturaleza humana / SH = Seres humanos


NOTAS:

[1] Pardo, R. (2012), “El desafío de las ciencias sociales: desde el naturalismo a la hermenéutica”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 103-126).
[2] Los historiadores de las ciencias sociales consideran que la obra La riqueza de las naciones (1776) del economista escocés Adam Smith (1723-1790) marca el nacimiento de la economía política moderna. Utilizo el término economía política para designar a la nueva ciencia porque era el término empleado por los primeros economistas y porque permite acentuar la ligazón inseparable entre economía y política. Algunos autores, entre los que se destaca el sociólogo argentino Juan Carlos Portantiero (1934-2007), afirma que la primera ciencia social moderna fue la ciencia política, cuyo desarrollo arranca con el filósofo italiano Maquiavelo (1469-1527).
[3] Esta enumeración es incompleta y tiene una finalidad ilustrativa. La lista de ciencias sociales es más extensa y no podemos tratarla aquí, pues no disponemos de tiempo suficiente ni es un tema central en la cursada. De todos modos, en la clase próxima dedicaremos tiempo a presentar algunos rasgos fundamentales del marxismo, que se erigió en alternativa al modelo de ciencias sociales dominante en el siglo XIX.
[4] Me refiero aquí al descubrimiento del planeta Urano (1846), cuya existencia había sido establecida por matemáticos y físicos a partir de los datos de las órbitas de los planetas Júpiter, Saturno y Neptuno, que no se comportaban de acuerdo a lo esperado por las leyes de Kepler y Newton. Los interesados en este tema pueden consultar la wikipedia (artículos Neptuno y Urano).
[5] Para una presentación del método inductivo, consultar: Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La concepción heredada y la ciencia como producto”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 51-55).
Para una descripción de los fundamentos filosóficos de la Modernidad, entre los que se encuentra el a priori matemático, consultar: Pardo, R. (2012), “La invención de la ciencia: La constitución de la cultura occidental a través del conocimiento científico”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 35-38).
[6] En este curso, a diferencia de otros anteriores, no dedicamos espacio al estudio del uso de la metáfora en las ciencias. El estudiante interesado en el tema puede consultar: Palma, H. (2018), “Ciencia y metáforas. Crítica de una razón incestuosa”, en Palma, H. (2018) (edit.) Conexiones y fronteras. Desafíos filosóficos de las ciencias sociales en el siglo XXI, Buenos Aires, Biblos, 2018, pp. 201-226.
[7] La biología moderna surgió en 1859, con la publicación del libro El origen de las especies, del naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882). Su influencia sobre las CS fue enorme.
[8] Ver Pardo, “El desafío de las ciencias sociales”, pp. 107-112.
[9] Pardo, op. cit., p. 107.
[10] Pardo, op. cit., p. 109.
[11] La frase es de Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895), y aparece en el Manifiesto Comunista (1848).
[12] Pardo, op. cit., p. 109.
[13] Pardo, op. cit., p. 111.
[14] Mayo, A. (2012), “La teoría de la ideología”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos.

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