lunes, 25 de mayo de 2020

DERECHOS HUMANOS, SOCIEDAD Y ESTADO CURSO 2020 – CLASE N° 6


“La teoría se desarrolla libremente,
pero la práctica se pliega a las necesidades.”
Aristóteles (384-322 a. C.), filósofo griego.

Bienvenidas y bienvenidos a la sexta clase de este curso.
En los encuentros pasados (permítanme denominarlos así, a pesar de lo extraño de la situación) trabajamos la concepción de la desigualdad humana, propia de las sociedades precapitalistas. En especial, dedicamos especial atención a un ejemplo de dicha concepción, el “mito de los metales”, elaborado por el filósofo griego Platón (c. 427-347 a. C.) como parte de su obra República.
Sin embargo, la mejor fundamentación de la desigualdad no se debe a Platón, sino a otro filósofo griego, Aristóteles (384-322 a. C.). Esta clase, así como también la siguiente, estarán dedicadas a una presentación de las concepciones aristotélicas sobre la esclavitud y la democracia, tal como aparecen en la obra Política. [1] Con ellas cerraremos la parte de la materia dedicada a la filosofía política de las sociedades precapitalistas. Recuerden que nuestro propósito principal en esta etapa radica en disponer de material para efectuar una comparación con la situación de nuestra sociedad.
Pasemos, pues, a la clase.

La Política de Aristóteles es una de las obras más importantes de la filosofía política. Como todo clásico, la mejor presentación es la lectura directa de la obra, sin recurrir a terceros. Por eso tienen para leer una parte del Libro Primero (recuerden que envié por correo electrónica una copia de la obra completa).
Desde el punto de vista temático, el Libro Primero puede dividirse en tres partes: 1) exposición de los principios teóricos y metodológicos en los que se basa la obra; 2) el argumento en defensa de la esclavitud; 3) la economía política de la polis. En esta clase nos dedicaremos las dos primeras partes, pues el tratamiento de las concepciones económicas de Aristóteles excede los alcances de nuestra materia.

A) Los supuestos de la filosofía política aristotélica
El objeto de estudio de la filosofía política es la polis. [2]
“[Puesto que] toda ciudad es una cierta comunidad y que toda comunidad está constituida con miras a algún bien, es evidente que todas tienden a un cierto bien, pero sobre todo tiende al supremo la soberana entre todas y que incluye a todas las demás. Ésta es la llamada ciudad y comunidad cívica.” (1252a; 45-46)
La polis es la comunidad superior, pues tiende al bien supremo e incluye a todas las otras comunidades: la casa, la aldea (formada por varias casas). La polis es la “comunidad perfecta de varias aldeas (…) que tiene el nivel más alto de autosuficiencia, que nació a causa de las necesidades de la vida, pero subsiste para el vivir bien.” (1252b; 49).
Aristóteles concibe a la polis como una comunidad unida en torno al propósito de lograr una vida buena. Dejando de lado las finalidades éticas y morales, lo cierto es que la comunidad pretende lograr esa vida buena en el sentido material. De ahí la centralidad de la noción de autosuficiencia (la polis perfecta es aquella que se basta a sí misma en lo que hace a proveer lo necesario para satisfacer sus necesidades) y por ende el interés, (expresado en el tercer tema del Libro Primero) por las cuestiones materiales que requiere esa autosuficiencia. En otras palabras, la economía adquiere una importancia fundamental para la concreción de la vida buena.
Ahora bien, es verdad que la polis excluye a los esclavos, las mujeres y los extranjeros. Pero, desde la perspectiva aristotélica, esto no implica ruptura de la unidad, pues son grupos inferiores en relación a los hombres libres y necesitan ser tutelados por éstos, debido a que carecen de autonomía (esta cuestión es desarrollada en el segundo tema del Libro Primero).
Las cosas son bien distintas en el capitalismo, donde la unidad se encuentra desgarrada en clases sociales con intereses antagónicos. En la sociedad capitalista la unidad consiste en la imposición del dominio de una clase y, si se permite la aplicación de la expresión, la polis son varias polis: la polis de los capitalistas y la polis de los pobres.
Aristóteles se propone refutar la afirmación de que entre el gobierno de una polis (ejercido, por ejemplo, por el rey) y el administrador de una casa o el amo de sus esclavos hay sólo una diferencia cuantitativa; en otras palabras, discute la concepción de que la diferencia entre esas formas se deriva de la cantidad de personas que caen bajo su gobierno. [3] Para encarar la tarea recurre a dos métodos: análisis, “dividir lo compuesto hasta sus elementos más simples” (1252a, 3; 46); historia, “si se observa desde su origen la evolución de las cosas” (1252a, 3; 46).
El punto de partida del filósofo griego es el reconocimiento de la existencia de un orden natural [4], una jerarquía que ordena a todas las cosas:
“En efecto, el que es capaz de pensar con la mente es un jefe por naturaleza y un señor natural, y el que puede con su cuerpo realizar estas cosas es súbdito y esclavo por naturaleza; por eso al señor y al esclavo interesa lo mismo.” (1252a, 2; 47). [5]
La afirmación precedente constituye la base de la teoría de la desigualdad de los SH. Aristóteles lo dice con todas las letras: los seres humanos son desiguales por naturaleza. Así, unos están preparados para mandar, por ello tienen el saber y pueden obrar con autonomía; otros están preparados para trabajar y carecen de autonomía. Por ende, amo y esclavo están en una relación de mutua conveniencia. En otras palabras, ambos se necesitan.
Existen distintos tipos de comunidades: la casa, la aldea (formada por varias casas), la ciudad. Esta última es “la comunidad perfecta de varias aldeas (…) que tiene (…) el nivel más alto de autosuficiencia, que nació a causa de las necesidades de la vida, pero subsiste para vivir bien” (1252b, 8; 49). Campea la teleología (esto es, la tesis de que todas las cosas existen para cumplir una finalidad):
“Toda ciudad es por naturaleza, si también lo son las comunidades primeras. La ciudad es el fin de aquéllas, y la naturaleza es el fin. En efecto, lo que la cosa es, una vez cumplido su desarrollo, decimos que es su naturaleza, así de un hombre, de un caballo o de una cosa. Además, aquello por lo que existe algo y su fin es lo mejor, y la autosuficiencia es, a la vez, un fin y lo mejor.” (1252b, 8-9, 2; 49-50).
En el pasaje anterior, Aristóteles presenta los fundamentos de su filosofía política. La naturaleza presenta dos características: es inmutable (estática) y jerárquica. Cada cosa en el mundo natural y en el mundo social tiene un fin determinado, que existe de antemano (teleología). Todas las cosas están ordenadas en una jerarquía, que también es estática. La teleología suprime la evolución, entendida en el sentido darwiniano del término. [6]
A continuación, presenta su tesis de más amplio alcance en la teoría social, que plantea que el ser humano es un animal social por naturaleza:
“La ciudad es una de las cosas naturales, (…) el ser humano es por naturaleza un animal social [7], y que el insocial por naturaleza y no por azar es un ser inferior o un ser superior al ser humano.” (1252b, 9;)
No hay manera de minimizar el significado de la tesis aristotélica. Ella expresa de manera clara una de las principales divisiones de aguas en el terreno de la teoría social. De un lado están aquellos que pensamos que la sociedad es la forma natural de existencia de los seres humanos; del otro, quienes sostienen que la sociedad es artificial y que sólo existen de manera natural los individuos. A esta última corriente de pensamiento se la denomina individualismo metodológico y surgió con los filósofos contractualistas de los siglos XVII y XVIII.
¿Por qué el ser humano es un animal social por naturaleza?
“La razón por la cual el ser humano es un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier animal gregario, es evidente: la naturaleza, como decimos, no hace nada en vano, y el ser humano es el único animal que no tiene palabra. Pues la voz es signo del dolor y del placer, y por eso la poseen también los demás animales, porque no naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer e indicársela unos a otros. Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio del ser humano frente a los demás animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunicativa de estas cosas constituye la casa y la ciudad.” (1252b, 10-12)
Aristóteles justifica la condición social del ser humano sosteniendo que la palabra lo distingue de los demás animales, y la palabra es esencialmente un medio de comunicación. Existe porque los seres humanos se relacionan entre sí y, a la vez, la palabra profundiza las relaciones entre las personas, hace que el mismo pensamiento de cada individuo adquiera un carácter relacional. Pero además hay otro argumento a favor de la condición social del ser humano: “la ciudad es anterior a la casa y a cada uno de nosotros, porque el todo es necesariamente anterior a la parte.” (1252b, 13; 51) En otras palabras, Aristóteles postula una especie de colectivismo metodológico, es decir, considera que el todo es anterior a las partes y por eso el todo es la clave para la explicación de la parte.
Aristóteles complemente el principio metodológico de la prioridad del todo sobre las partes con el que afirma que las cosas se definen por su función:
“Todas las cosas se definen por su función y por sus facultades, de suerte que cuando éstas ya no son tales no se puede decir que las cosas son por sí mismas, sino del mismo nombre.” (1252b, 13-14; 52).
Afirmar que no se puede hacer teoría social sin haber leído y comprendido a Aristóteles es, sin duda, una exageración, pero no por ello deja de ser válida. Una página del Estagirita vale más que muchos libros. Aquí, en pocas líneas, expone el carácter social de los seres humanos, el papel del lenguaje en la humanización esos seres humanos, la preeminencia de la totalidad sobre la parte. Cuando se piensa en ello, en la enormidad del aporte aristotélico, uno se siente abrumado y con razón.
En base a lo anterior, puede escribir que “la justicia (…) es un valor cívico, pues la justicia es el orden de la comunidad civil” (1252b, 16; 52-53). Coincide con el filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1677), quien decía que fuera de la sociedad no existe lo justo y lo injusto. [8]
En otras palabras, el orden social, su plasmación en la legislación y en una moral determinada, son una construcción social. El esencialista Aristóteles, para quien, como ya se indicó, los seres humanos son desiguales por naturaleza, explora aquí las fronteras de ese esencialismo; la justicia es un determinado orden de la polis. Si bien el filósofo griego insiste una y otra vez que ese orden obedece a un orden jerárquico y teleológico existente en el cosmos, es posible recorrer otro camino a partir del reconocimiento aristotélico del carácter social de la justicia: concebir a esa justicia como el resultado de la lucha de clases.

El argumento en defensa de la esclavitud
Aristóteles comienza su argumento explicando en qué consiste la administración de la casa, pues la polis se compone de casas.
Enseguida nos encontramos con un primer llamado de atención: “La casa perfecta la integran esclavos y libres.” (1253b, 1; 53). Las partes de la casa son: amo y esclavo, marido y esposa, padre e hijos. Se trata de tres relaciones: heral [9], conyugal y procreadora. Los tres casos son definidos como relaciones jerárquicas, de dominación. En todos ellos el que manda es el varón. Además, y eso es algo que corresponde enfatizar, rige la desigualdad como rasgo propio de la esencia de los seres humanos. [10]
A continuación, Aristóteles desarrolla la cuestión de la necesidad de la propiedad: “sin las cosas necesarias es imposible tanto vivir como vivir bien.” (1253b, 4; 54). Por ello,
“Las posesiones son un instrumento para la vida y la propiedad es una multitud de instrumentos; también el esclavo es una posesión animada, y todo subordinado es como un instrumento previo a otros instrumentos.” (1253b, 2: 54).
El amo manda sobre el subordinado (el esclavo), quien, a su vez, manda sobre los instrumentos inanimados.
Aristóteles reconoce que las cosas podrían ser de otra manera:
“Si cada uno de los instrumentos pudiera cumplir por sí mismo su cometido obedeciendo órdenes o anticipándose a ellos, si (…) las lanzaderas tejieran solos y los plectros tocaran la cítara, los constructores no necesitarían ayudantes ni los amos esclavos.” (1253b, 3 – 1254a, 1; 55 - el resaltado es mío – AM-).
La automatización es concebida como liberación del trabajo manual. Ahora bien, dada la existencia de clases sociales, el trabajo manual queda a cargo de los “subordinados”, de los dominados. Aristóteles sugiere que la cuestión se origina en un problema técnico (el bajo desarrollo de las fuerzas productivas). Alguien tiene que hacer “el trabajo sucio”. Jamás se le ocurre – como hace el político y humanista inglés Thomas More (1478-1535) en Utopía – abolir la propiedad privada y repartir el trabajo entre todos. Hay que recordar que el argumento aristotélico pro-esclavitud se basa en la desigualdad natural de los seres humanos.
Aristóteles establece una distinción entre producción, cuyo objetivo es producir un producto, que permanece luego de acabada la acción de producir; y acción [praxis], cuyo fin es la misma actividad y que no produce un resultado aparte.
“Los llamados instrumentos lo son de producción, mas las posesiones son los instrumentos de acción. En efecto, la lanzadera [instrumento] produce algo aparte, pero el vestido y el lecho [posesiones], sólo su uso. (…) La vida es acción, no producción, y por ello el esclavo es un subordinado para la acción.” (1254a, 4-5; 55).
De modo que la condición del esclavo se ve rebajada radicalmente: no puede vivir su vida como acción, sino que debe limitarse a producir para que los hombres libres gocen de la acción.
“El amo es solamente dueño del esclavo, pero no le pertenece. El esclavo, en cambio, no sólo es esclavo del amo, sino que le pertenece enteramente.” (1254a, 5; 56).
El amo es el todo – su naturaleza puede ser todo -; el esclavo es la parte, sólo puede llevar a cabo su producción para otros. Por ende, la esclavitud lo es por naturaleza:
“Cuál es la naturaleza del esclavo y cuál su facultad resulta claro de lo expuesto; el que, siendo ser humano, no se pertenece por naturaleza a sí mismo, sino a otro, ese es por naturaleza esclavo. Y es hombre de otro el que, siendo hombre, es una posesión. Y la posesión es un instrumento activo y distinto.” (1254a, 6; 56)
¿La esclavitud va contra la naturaleza?, ¿es mejor y justo para alguien ser esclavo o no?
La respuesta es contundente:
“Mandar y obedecer no sólo son cosas necesarios, sino también convenientes, y ya desde el nacimiento algunos están destinados a obedecer y otros a mandar. Y hay muchas formas de mandar y obedecer, y siempre es mejor el mando sobre subordinados mejores.” (1254a, V2; 56).
Todo proceso de trabajo implica divisiones funcionales: alguien que dirija una acción determinada; otros que ejecuten las órdenes de esa persona. Pero Aristóteles transforma la dominación en un atributo de la naturaleza humana.
“Dondequiera que uno manda y otro obedece, hay una obra común. (…) En todo lo que consta de varios elementos y llega a ser una unidad común, ya de elementos continuos o separados, aparecen siempre el dominante y el dominado.” (1254 a, 5, 3-4; 56-57)
Para justificar la existencia de la desigualdad natural entre las personas, el Estagirita recurre a la distinción entre alma y cuerpo. Ésta se da, según el filósofo, en todos los seres vivos. Según esta distinción, “uno manda por naturaleza y el otro es mandado.” (1254a, 5, 4; 57). El filósofo establece las siguientes distinciones: el alma gobierna al cuerpo, dominio señorial; la inteligencia gobierna al apetito, dominio político y regio; el hombre gobierna a los animales domésticos; el macho gobierna a la hembra por naturaleza, “uno es superior y otro inferior, uno manda y otro obedece.” (1254b, 8, 7; 57-58).
Sobre el final del Libro Primero, vuelve a insistir en la idea de que las relaciones de subordinación se originan en la diferente participación de las personas en las “virtudes morales”: “todos deben participar de ellas, pero no de la misma manera, sino sólo en la medida en que es preciso a cada uno para su función.” (1260a, 8; 82). Desde su nacimiento, cada individuo está encadenado a una función en la sociedad; las diferencias entre las personas son naturales y obedecen a un orden que abarca todo el universo.
¿Qué es, pues, un esclavo?
“Todos los seres que se diferencian de los demás tanto como el alma del cuerpo y como el ser humano del animal (se encuentran en esta relación todos cuantos su trabajo es el uso del cuerpo, y esto es lo mejor de ellos), estos son esclavos por naturaleza, para los cuales es mejor estar sometidos a esta clase de mando (…) Pues es esclavo por naturaleza el que puede ser de otro (y por eso precisamente es de otro) y el que participa de la razón tanto como para percibirla, pero no para poseerla, pues los demás animales no se dan cuenta de la razón, sino que obedecen a sus instintos.” (1254b, 8-9; 58 – el resaltado es mío- AM).
Entre el amo y el esclavo la diferencia es esencial: sólo el primero puede ser autónomo (no depender de otro), puesto que posee la Razón. Como ocurre en la crítica de Platón a la democracia, el peso del argumento está puesto en el conocimiento (los que saben o los que tienen la razón), no en la relación. Esa diferencia de conocimiento se origina en la naturaleza humana, está inscripto en ella.
“Así, pues, está claro que unos son libres y otros esclavos por naturaleza, y que para éstos el ser esclavos es conveniente y justo.” (1255a; 59)
Como el esclavo por naturaleza sólo alcanza a percibir la razón, pero no la posee, necesita de un amo que vele por sus intereses. A cambio, el esclavo realiza el trabajo físico. La esclavitud, lejos de ser una imposición por la violencia, es una relación de beneficio para ambas partes.
Aristóteles también examina la cuestión de las diferencias entre los esclavos y los artesanos:
“Pues mientras el esclavo participa de la vida de su amo, el artesano está más alejado, y sólo le concierne la virtud en la misma medida que su servidumbre, pues el obrero manual tiene una especie de servidumbre limitada, mientras el uno es esclavo por naturaleza, no así el zapatero ni ningún otro artesano.” (1260a, 13 – 1260b, 14; 83-84)
Sobre el final del argumento sobre la esclavitud se encuentra un pasaje que muestra la diferencia entre la mentalidad del amo en Atenas y la del empresario capitalista. Aristóteles se está refiriendo a la ciencia del amo, que es la de saber mandar a los esclavos, decirles a éstos lo que tienen que hacer. Y concluye: “por eso todos los que tienen la posibilidad de evitar personalmente sufrir malos ratos confían este cargo a un administrador, y ellos se dedican a la política y a la filosofía.” (1255b, 7, 5; 63)
La diferencia con el comportamiento y los ideales del empresario capitalista es abismal. El amo tiene que limitarse a recibir la renta, el excedente generado por los campesinos, ya sean éstos libres, siervos, esclavos, etc.).

Para finalizar esta clase, un comentario final: el Libro Primero de la Política reúne los elementos metodológicos fundamentales para la comprensión de la filosofía política de Aristóteles. Estudia a la polis (la sociedad griega) como una totalidad; en ello reside uno de los mayores méritos de la obra.
En la próxima clase estudiaremos la concepción aristotélica de la democracia. Como es habitual, enviaré el material correspondiente por correo electrónico.

Villa del Parque,  lunes 25 de mayo de 2020

ABREVIATURAS:
SH = Seres humanos

NOTAS:
[1] Aristóteles. (1988). Política. Madrid, España: Gredos. El Libro Primero está comprendido en las pp. 44-85. En las citas empleo la notación marginal, complementada con la paginación de la edición Gredos. La traducción española es de Manuela García Valdés.
[2] Respecto a la definición del concepto de polis: “Cuando se habla de la polis (o ciudad-estado) no se debe perder de vista el hecho de que ella constituía el centro principal de la vida social de los griegos en la Antigüedad, corporación compuesta por un núcleo urbano (ásty) circundado por los campos de labor que constituían el territorio (khóra) de la polis conformando así una entidad indivisible. En dicho territorio, tenían sus parcelas los miembros reconocidos por la comunidad, siendo la apropiación privada de las tierras de cultivo en el marco de unidades de tipo doméstico (oîkos) uno de los rasgos primordiales de su organización económica. Por otra parte, la ciudad era el marco de existencia permanente de las instituciones de gobierno, pero dentro de un esquema en el que no se daba un dominio de la ciudad sobre el campo sino un modo de articulación de las relaciones sociales en el que ciudad y campo no podían ser divorciados. Esto comportaba la constitución de una colectividad política, un Estado que puede definirse como un gobierno sin burocracia debido a la participación directa de los ciudadanos en los asuntos públicos. Entre las cuestiones centrales que debía regular se encontraba el acceso a los miembros de la comunidad a las parcelas de tierra a través de mecanismos relativamente igualitarios ligados a dicho marco político participativo. Por lo tanto, para poder acceder a la tierra resultaba necesario ser reconocido como integrante de la organización social, lo cual implicaba la existencia de prerrogativas reservadas exclusivamente para los miembros de la comunidad.” (Gallego, J., El campesinado en la Grecia Antigua, Buenos Aires, Eudeba, 2009, p. 31-32).
[3] Retengan este punto, pues nos será de utilidad en la próxima clase para la comprensión de la clasificación aristotélica de las formas de gobierno.
[4] “La naturaleza no hace nada con mezquindad (…) sino cada cosa para un solo fin.” (1252b 3; 47). En otras palabras, tiene una concepción teleológica de la naturaleza y la sociedad. Damos el nombre de teleología a una manera determinada de pensar el funcionamiento del mundo, según la cual todos los seres y todas las cosas tienen una finalidad que cumplir, y se mueven y/o desarrollan en función de esa finalidad.
[5] Aristóteles se preocupa por dejar en claro la desigualdad natural entre el hombre y la mujer. “Por naturaleza está establecida una diferencia entre la hembra y el esclavo  (…) Pero entre los bárbaros, la hembra y el esclavo tienen la misma posición, y la causa de ello es que no tienen el elemento gobernante por naturaleza, sino que su comunidad resulta de esclavo y esclava.” (1252b, 4; 47). Más adelante: “El hombre es por naturaleza más apto para mandar que la mujer – a no ser que se de una situación antinatural -, y el de más edad y maduro más que el más joven e inmaduro.” (1259b, 12, 1; 79).
[6] Se trata de una referencia a la teoría de la evolución, desarrollada por el naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882). A diferencia del enfoque aristotélico, Darwin piensa que todo lo que existe es producto de un complejo proceso evolutivo, en el que intervienen las leyes de la física, la química y la biología, pero también el azar. En otras palabras, no existe ninguna finalidad preexistente que determine el desarrollo de los seres.
[7] La expresión griega es politikón zôion. Más adelante se encuentra una justificación del carácter social del ser humano: “es evidente que la ciudad es por naturaleza y es anterior al individuo; porque si cada uno por separado no se basta a sí mismo, se encontrará de manera semejante a las demás partes en relación con el todo. Y el que no puede vivir en comunidad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios.” (1252b, 14; 52; el resaltado es mío – AM-). Más todavía, el ser humano “apartado de la ley y de la justicia, es el peor de todos [los animales]. La injusticia más insoportable es la que posee armas, y el ser humano está naturalmente provisto de armas al servicio de la sensatez y de la virtud, pero puede utilizarlos para las cosas más opuestas. Por eso, sin virtud, es el ser más impío y feroz y el peor en su lascivia y voracidad.” (1252b, 15-16; 52).
[8] Es curioso y alentador que dos filósofos tan opuestos entre sí en su concepción de la sociedad lleguen, sin embargo, a conclusiones semejantes. Hobbes afirma lo siguiente: “En esta guerra de todos contra todos, se da una consecuencia: que nada puede ser injusto. Las nociones de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar. (…) Justicia e injusticia no son facultades ni del cuerpo ni del espíritu. Si lo fueran, podrían darse en un hombre que estuviera solo en el mundo, lo mismo que se dan sus sensaciones y pasiones. Son, aquéllas, cualidades que se refieren al hombre en sociedad, no en estado solitario.” (Hobbes, Thomas, Leviatán, México D. F., Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 104).
[9] Derivado de heril: 1. Adj. Perteneciente o relativo al amo. [Real Academia Española online].
[10] Aristóteles indica al pasar que algunos consideraban que la esclavitud no era natural, “que la dominación es contra naturaleza, pues el esclavo y el libre lo son por convención, pero en nada difieren por naturaleza. Por esta razón tampoco es justa, ya que es violenta.” (1253b, 4; 54). El punto es importante. No todos estaban de acuerdo con la esclavitud en el mundo griego. En Atenas, por ejemplo, Solón (c. 638-c. 558 a. C.) debió abolir la esclavitud por deudas, debido a los conflictos que generaba y que ponían en riesgo la estabilidad de la polis.

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