miércoles, 29 de abril de 2020

DERECHOS HUMANOS, SOCIEDAD Y ESTADO CURSO 2020 – CLASE N° 2

Un albañil quería…Pero la piedra cobra
su torva densidad brutal en un momento.
Aquel hombre labraba su cárcel. Y en su obra
fueron precipitados él y el viento.
Miguel Hernández (1910-1942), poeta español.

Bienvenidas y bienvenidos a la segunda clase del curso.
Antes de comenzar quiero pedirles disculpas a los estudiantes de la comisión de los lunes, sé que este texto les llega con algo de atraso. Procuraré ajustar mejor los tiempos para que esto no vuelva a ocurrir.
Hoy tenemos un texto introductorio [1], que hace las veces de repaso de las nociones de sociología que ya vieron en primer año. No voy a hacer una exposición del contenido de dicho material, pues me parece innecesario. De todos modos, si tienen dudas o no se comprenden los temas desarrollados aquí estoy a su disposición para intentar aclararlos.
En la presente clase, luego de despachar el repaso en unas pocas frases, vamos a concentrar la atención en la conexión entre el proceso de trabajo y las diversas formas de pensar la desigualdad entre los SH.


Existen muchas formas de comenzar el estudio de la sociedad (y, por supuesto, de definir la noción misma de sociedad). Una de ellas resulta especialmente significativa para los propósitos de este curso, dado que proporciona una pista crucial para comprender cómo se encuentra distribuido el poder. Esa forma pone el énfasis en el proceso de trabajo (o proceso de producción – utilizo ambos términos como sinónimos -). [2]
Para que haya sociedad es preciso que existan personas. Para poder existir, las personas necesitan satisfacer sus necesidades: comer, beber, vestirse, tener una vivienda, reproducirse. Para satisfacer sus necesidades las personas deben transformar la naturaleza; en otras palabras, tienen que realizar alguna forma de proceso de trabajo.
Karl Marx (1818-1883) formuló la definición clásica del proceso de trabajo:
“El trabajo es, en primer lugar, un proceso entre el ser humano y la naturaleza, un proceso en que, el ser humano media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza. El ser humano se enfrenta a la materia natural misma como un poder natural. Pone en movimiento las fuerzas naturales que pertenecen a su corporeidad, brazos y piernas, cabeza y manos, a fin de apoderarse de los materiales de la naturaleza bajo una forma útil para su propia vida. Al operar por medio de ese movimiento sobre la naturaleza exterior a él y transformarla, transforma a la vez su propia naturaleza. Desarrolla las potencias que dormitaban en ella y sujeta a su señorío el juego de fuerzas de la misma.” [3]
Veamos un ejemplo simple de proceso de trabajo. Si me apetece comer una manzana y no vivo en una ciudad con supermercados, verduleros, etc., tengo que ir hasta el manzano y subir a él para tomar mi manzana. Al hacerlo estoy efectuando varias acciones: ubicar el manzano, subirme a él, agarrar la manzana (constando que esté madura), bajar del árbol. A estas acciones hay que agregarle otras acciones pasadas: las realizadas por los SH que aprendieron a distinguir los manzanos de otros árboles y a conocer las manzanas comestibles de aquellas que no lo son; también las acciones por las que esos SH transmitieron ese conocimiento a las nuevas generaciones (enseñanza). Este conjunto de acciones conforma el proceso de trabajo.
A esta altura podemos afirmar que el proceso de trabajo  es el núcleo de la sociedad, pues sin él sería imposible toda vida social. Ahora bien, este proceso está conformado por interacciones entre individuos, a las que denominaremos relaciones sociales.
Observemos con más atención el proceso de trabajo. Ya dijimos que éste implica la relación entre los SH y la naturaleza. Pero la cosa no se agota allí, pues ya constatamos que supone también relaciones entre personas (RS). Ahora bien, estas RS no tienen todas la misma importancia. Algunas son más importantes que otras, pues moldean el carácter que asume el proceso.
Para llevarse a cabo, la producción requiere de materias primas, herramientas y trabajadores. En este punto vuelvo a citar a Marx para describir los componentes del proceso de trabajo:
“Los elementos simples del proceso laboral son la actividad orientada a un fin – o sea el trabajo mismo -, su objeto y sus medios. La tierra (la cual, económicamente hablando, incluye también el agua), en el estado originario en que proporciona al ser humano víveres, medios de subsistencia ya listos para el consumo, existe sin intervención de aquél como el objeto general del trabajo humano. Todas las cosas que el trabajo se limita a desligar de su conexión directa con la tierra son objetos de trabajo preexistentes en la naturaleza. Así, por ejemplo, el pez que se captura separándolo de su elemento vital, del agua; la madera derribada en la selva virgen; el material arrancado del filón. En cambio, si el objeto de trabajo, por así decirlo, ya ha pasado por el filtro de un trabajo anterior, lo denominamos materia prima. (…) Toda materia prima es objeto de trabajo, pero no todo objeto de trabajo es materia prima. El objeto de trabajo sólo es materia prima cuando ya ha experimentado una modificación mediada por el trabajo. El medio de trabajo es una cosa o conjunto de cosas que el trabajador interpone entre él y el objeto de trabajo y que le sirve como vehículo de su acción sobre dicho objeto.” [4]
Quien controla las materias primas y las herramientas (o instrumentos de producción) controla el proceso de producción, pues decide qué producir, cómo producirlo, en qué cantidad y para quién. Llamaremos relaciones de propiedad a este tipo de RS.
El conocimiento de las relaciones de propiedad es fundamental para conocer la distribución del poder en una sociedad determinada.
Veamos esta última afirmación con más atención.
Hay sociedades que organizaron el proceso de trabajo en base a la propiedad colectiva de los medios de producción (agrupa bajo esta denominación a la tierra, las materias primas, las herramientas), como es el caso de las diversas comunidades campesinas a lo largo de la historia. Como es de suponerse, en ellas el poder estaba distribuido de manera más o menos igualitaria, pues todos tenían acceso a los medios con los que producir lo necesario para satisfacer sus necesidades.
Otras sociedades organizaron su proceso de trabajo en torno a la propiedad privada de los medios de producción. Esto significa que algunas personas tienen la propiedad de la tierra y las fábricas, mientras que el resto de las personas se encuentra privado de esa propiedad. Los propietarios controlan y dirigen el proceso de producción, por ende, tienen el poder sobre los no propietarios.
Ya hemos avanzamos bastante. Tenemos una pista firme acerca de por dónde comenzar el estudio de la sociedad: las RS de producción; en especial, las RS de propiedad. También sabemos que algunas de las diferencias (o desigualdades) sociales pueden explicarse por las RS de propiedad. En base a ellas podemos establecer una primera distinción: la existente entre propietarios y no-propietarios de los medios de producción. Aquí podemos introducir un nuevo concepto, el de clases sociales, a las que vamos a definir a partir de sus relaciones con la propiedad de los medios de producción.
Pasemos en limpio la última afirmación. Las clases sociales son grupos de personas que ocupan posiciones similares en el proceso de producción; más concretamente, se trata de individuos que tienen las mismas relaciones con los medios de producción (por ejemplo, son propietarios de esos medios). Dichas semejanzas se traducen en condiciones y hábitos comunes, diferentes de los de las otras clases sociales.
Ahora bien, la experiencia histórica muestra que las relaciones entre las clases sociales distan mucho de ser apacibles. Si bien hay períodos de relativa estabilidad, la regla es la lucha por conservar y acceder a la propiedad de los medios de producción. [5]
Ya estamos en condiciones de plantear la cuestión del Estado. En su lucha por el control de los medios de producción, las clases y grupos sociales se disputan el Estado.
¿Qué es y por qué es tan importante el Estado?
Aquí solo podemos hacer una presentación muy esquemática, que irá ganando contenido a lo largo de la cursada. En primer lugar, hay Estado toda vez que una clase o grupo social ejerce la dominación sobre otra clase social. Por ende, tiene por característica primordial ser un instrumento de dominación. Habitualmente se identifica la dominación con la violencia física; no obstante, la dominación se ejerce de múltiples maneras y la violencia física es el último recurso. El Estado, en tanto órgano de dominación, administra y aplica una gran variedad de recursos para asegurar la posición dominante de una clase en la sociedad. En un sentido, podemos afirmar que este curso es un largo recorrido por el arsenal de herramientas de dominación de que dispone el Estado.
La afirmación anterior contradice una idea habitual: el Estado “somos todos”. En otras palabras, según esta noción el Estado representa los intereses de todos los integrantes de la sociedad. Como puede notarse, se trata de una idea que contradice lo expuesto anteriormente respecto al papel del Estado en el mantenimiento de la dominación de un grupo social sobre los demás. Por el momento vamos a limitarnos a dejar establecida la distinción entre ambas posiciones; luego, con el transcurso de las clases, examinaremos cómo se presentaron a lo largo de la historia y cuál fue su función en diferentes sociedades.
Retomemos la cuestión del proceso de trabajo. En la lectura de hoy se afirma que existen dos grandes formas de proceso de trabajo: el de las sociedades precapitalista y el capitalista. No es necesario repetir lo expuesto en el texto; remito a éste para la descripción de las peculiaridades de la producción en ambas formas de organización social. Ahora es preciso poner en relación el proceso de trabajo con la forma que asume la dominación.
En las sociedades precapitalistas la clase dominante (la nobleza) se apropiaba el excedente producido por los campesinos por medio de mecanismos basados en la coerción extraeconómica. Dicho más claro, la clase dominante utilizaba la violencia física (o la amenaza de recurrir a ella) para obligar a los campesinos a entregarles parte de su producción. Esto se daba en un contexto de bajo desarrollo relativo de las fuerzas productivas, en el que los campesinos vivían al límite de la miseria y en el que cualquier eventualidad de la naturaleza (sequía, inundaciones, plagas de la cosecha) sumía en el hambre a la población campesina. La extracción de excedente era un hecho violento en sí mismo, aunque no se ejerciera directamente la violencia física.
No hace falta reflexionar demasiado para comprender que, en esas condiciones, la apropiación del excedente requería del reconocimiento de la supuesta desigualdad “natural” entre señores feudales y campesinos. [6] Si el campesino era considerado “igual” al noble, ¿cómo hubiera sido posible la apropiación del excedente del primero por el segundo? En el feudalismo, por ejemplo, era imposible la democracia, pues los campesinos habrían votado en contra de la mencionada apropiación. Ni hablar de una sociedad esclavista, donde el trabajo era realizado por esclavos, es decir, por personas a quienes se les negaba la misma condición de personas y se las considera “cosas”.
Como veremos en las próximas clases, la regla en las sociedades precapitalistas es el reconocimiento de la desigualdad entre los SH. La esclavitud, el feudalismo, presuponen que los SH son desiguales.
En otras palabras, un régimen social basado en la sustracción por la violencia del excedente campesino requería una ideología centrada en la noción de desigualdad.
La comprensión de la afirmación anterior es fundamental para entender la especificidad de la sociedad capitalista. En el marco de las RS capitalistas los trabajadores son libres en términos jurídicos, es decir, no son ni esclavos ni siervos. En el capitalismo la clase dominante (la burguesía) se apropia la plusvalía manteniendo condiciones de igualdad jurídica. En Roma era imposible (e impensable) que un esclavo iniciara un juicio contra su amo; en nuestra sociedad, el trabajador puede demandar a su empleador por incumplimiento de contrato.
En el capitalismo la desigualdad económica se apoya en la igualdad jurídica.
La afirmación precedente parece paradójica. ¿Cómo es posible que la desigualdad requiera de la igualdad? En este momento no podemos adentrarnos en la respuesta a esa pregunta. Pero sí podemos complicar todavía más las cosas e indicar que no se trata sólo de igualdad jurídica: en el capitalismo los trabajadores son ciudadanos. Esto significa que tienen los mismos derechos políticos que los empresarios. En la mayoría de las sociedades capitalistas la forma de gobierno es la democracia, que consiste en que los ciudadanos eligen de modo directo o indirecto a los gobernantes. Ahora bien, tengamos presente que en toda sociedad los trabajadores constituyen la mayoría de la población, en tanto que la clase dominante siempre está conformada por una minoría.
Llegamos así a uno de los problemas fundamentales de la teoría social [7], cuya formulación clásica fue realizada por el filósofo inglés David Hume (1711-1776):
“Nada más sorprendente para quienes consideran con mirada filosófica los asuntos humanos que la facilidad con que los muchos son gobernados por los pocos, y la implícita sumisión con que los hombres resignan sus sentimientos y pasiones ante los de sus gobernantes. Si nos preguntamos por qué medios se produce este milagro, hallaremos que, pues la fuerza está siempre del lado de los gobernados, quienes gobiernan no pueden apoyarse sino en la opinión, la cual es, por tanto, el único fundamento del gobierno, y esta máxima alcanza lo mismo a los gobiernos más despóticos y militares que a los más populares y libres. El sultán de Egipto o el emperador de Roma pueden manejar a sus inermes súbditos como a simples brutos, a contrapelo de sus sentimientos e inclinaciones, pero tendrán, al menos, que contar con la adhesión de sus mamelucos o de sus cohortes pretorianas.” (p. 21; el resaltado es mío). [8]
Expresado de modo esquemático [9], se trata de explicar por qué las mayorías obedecen a las minorías. Hume ve con claridad que la dominación no puede basarse exclusivamente en la violencia física, pues ésta puede ser contrarrestada por una fuerza mayor o, dicho en términos políticos, por la rebelión de las clases dominadas.  El ejercicio de la dominación requiere de la “opinión” o, en términos modernos, de la ideología. La clase dominante necesita producir y difundir ideas favorables a su dominación. En las sociedades precapitalistas estas ideas tienen por eje la noción de desigualdad. En el capitalismo, por el contrario, la burguesía necesita difundir la idea de igualdad para “esconder” la desigualdad económica.
Por el momento hemos avanzado bastante. Ahora se trata de ir demostrando los logros obtenidos hasta aquí. Para ello vamos a iniciar el análisis de algunos textos de la filosofía política griega, para entender en qué consistía la noción de desigualdad entre los SH.
Para la próxima clase (que será el lunes 4 de mayo en la comisión de los lunes y el miércoles 6 de mayo en la comisión de los miércoles) tienen que leer un fragmento de la República de Platón, “el mito de los metales”, que enviaré por correo electrónico.

Villa del Parque, martes 28 de abril de 2020


ABREVIATURAS:
RS = Relaciones sociales / SH = Seres humanos


NOTAS:
[1] Mayo, A. (2015). La ideología del conocimiento. Buenos Aires: Jorge Baudino. (Cap. 1).
[2] En los párrafos siguientes tomo como base lo expuesto en la primera clase del curso 2020 de Introducción a la Sociología, disponible en el blog Miseria de la Sociología, publicación del 28/04/2020.La exposición clásica del proceso de producción se encuentra en: Marx, K. (1996). El capital: crítica de la economía política. México: Siglo XXI. (Capítulo V, Proceso de trabajo y proceso de valorización).
[3] Marx, op. cit., pp. 215-216.
[4] Marx, op. cit., pp. 216-217.
[5] La formulación clásica de la concepción de la historia como lucha de clases se encuentra en el comiendo del Manifiesto comunista (1848): “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces, y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes.” (Marx, K. y Engels, F., Manifiesto del partido comunista, Buenos Aires, Anteo, 1986, pp. 34-35).
[6] El feudalismo es una forma de organización social precapitalista basada en la apropiación del excedente campesino a manos de la nobleza feudal. Con todo lo esquemática que es la exposición quiero hacer notar que se trata de una de las formas que asume esa apropiación de excedente; dicho de otro modo, el feudalismo no agota todas las formas de organización social precapitalistas.
[7] Prefiero hablar de teoría social y no de sociología o ciencia política, aunque aclaro que utilizo estos términos como sinónimos para evitar confusiones innecesarias. La teoría social remite a una concepción que considera a la sociedad como una totalidad, mientras que el término sociología (vale lo mismo para la noción de ciencia política), en su uso habitual, se refiere a otra forma de pensar la sociedad, en la que ésta es vista como una serie de habitaciones separadas (lo económico, lo político, etc.), cada una de las cuales debe ser estudiada por una ciencia social específica. Este último es el modelo de las ciencias sociales, sobre el que se modeló la estructura de carreras de nuestro sistema universitario.
[8] Hume, David. (1994). Ensayos políticos. Madrid: Tecnos. Traducción española de César Armando Gómez. El ensayo citado en el texto se encuentra en las pp. 21-25.
[9] En este curso recurro constantemente a presentaciones esquemáticas de hechos que son infinitamente complejos. El estudiante debe tener siempre presente esto, así como también que los esquemas son útiles para comenzar a estudiar un tema. Ahora bien, uno se da cuenta de que aprendió algo cuando comienza a hacer pelota a los esquemas y comprende la complejidad de lo social.

martes, 28 de abril de 2020

INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA CURSO 2020 – CLASE N° 1: PROCESO DE TRABAJO






“Todo lo sólido se desvanece en el aire.”
K. Marx y F. Engels, “Manifiesto comunista” (1848)

Bienvenidas y bienvenidos a la clase inaugural del curso 2020 de Procesos Colectivos Problemas Sociales. Si bien la cuarentena obliga a cursar en condiciones extraordinarias, también es cierto que la combinación de pandemia y crisis económica vuelven especialmente oportuno el comenzar un curso introductorio a la sociología.
Más allá de la denominación oficial, éste es un curso de sociología. Y, como intentaremos fundamentar, la sociología es la ciencia de la crisis. De ahí que las circunstancias por todas conocidas funcionan como un disparador de los problemas que estudiaremos durante el año. Expresado de una manera caricaturesca, cuando se produce una erupción volcánica los vulcanólogos corren hacia la ladera del volcán para no perderse ningún detalle a pesar de los peligros de la situación. Los sociólogos, por su parte, se sienten en su salsa cuando estalla una crisis de la sociedad.
Lo dicho hasta aquí sirve de indicación para formular una de las primeras afirmaciones de este curso: estudiar sociología implica asomarse a una mirada específica sobre la sociedad, sus problemas y sus crisis. Para la mirada sociológica, las crisis ponen al descubierto los fundamentos de la organización social, aquello que habitualmente resulta invisible.
La sociología, como toda ciencia, requiere del esfuerzo y la dedicación para ver más allá de lo evidente, de aquello que consideramos natural. Hacer sociología es desnaturalizar lo social, y esa tarea implica, si se toma en serio, una aguda lucha interior. Estamos acostumbrados a considerar la pobreza, el trabajo asalariado, las desigualdades de riqueza, etc., etc., como fenómenos naturales. Casi podemos decir que son parte del paisaje.
Estudiar sociología equivale a criticarnos a nosotros mismos, pues formamos parte del objeto de estudio, y aceptamos (de buena o mala gana) este orden social. De ahí que nos sintamos incómodos cuando sometemos a estudio ese orden social, pues es una forma de cuestionarnos a nosotros mismos.
Todo esto está muy bien. Pero, ¿qué es la sociología?
Hay una respuesta fácil: “la sociología es la ciencia que estudia la sociedad”. Pero esta respuesta da por supuesto que ya sabemos qué es la sociedad. Ahora bien, para saber qué es la sociedad es preciso estudiar sociología, si le hacemos caso a la definición precedente. De modo que debemos reconocer que únicamente estaremos en condiciones de sabe qué es la sociología una vez que hayamos estudiado sociología.
Lo anterior resulta un tanto desconcertante. La sociología nos sopapea en la cara instándonos a cuestionar nuestras creencias y certezas y, a la vez, no puede decirnos qué es ella misma. Parece que la única ventaja que tiene el profesor para lograr que los estudiantes se interesen en la materia es mentar el carácter obligatorio de la misma…
Estamos enredados y a punto de mandar al diablo la cursada. No los culpo. Yo haría lo mismo.
Pero en este punto podemos comenzar a avanzar. Empecemos por dar algunas razones que permiten explicar nuestras dificultades iniciales.
Ante todo, no hay nada más difícil que estudiar la sociedad, pues formamos parte de ella, independientemente de cómo la definamos. Ustedes y yo somos seres sociales. [1] Esto implica que desde el nacimiento vivimos en sociedad y somos moldeados por ella, a través de nuestros padres, amigos, compañeros de trabajo y de estudio, del lenguaje, de los medios de comunicación, de nuestras prácticas. Esto hace que veamos como natural lo que ocurre en nuestra sociedad y que elaboremos argumentos para justificarlo. Esos argumentos existen antes de que comencemos a estudiar sociología.
La sociología tiene que enfrentarse a la maldición de que su objeto de estudio está conformado por seres que hablan y elaboran justificaciones de sus actos. [2] Ésta es la primera dificultad con que debe enfrentarse quien pretenda estudiar la sociedad.
Todavía no sabemos qué es la sociología, pero ya aprendimos algo: estamos obligados a durar de lo que sabemos sobre la sociedad [3], porque se trata de argumentos que elaboran las personas para justificar sus acciones. Esto no significa que dichos argumentos deban ser descartados y/o que todos ellos sean falsos; se trata de examinarlos para conocer sus fundamentos y mensurar las pruebas que los sustentan. ¿Por qué tenemos que hacer esto? Porque esas justificaciones no tienen por objetivo conocer las causas y los mecanismos de funcionamiento de la sociedad; muchas veces su propósito es justificar la dominación de un grupo de personas sobre otro. Por ejemplo: durante mucho tiempo se inculcó que las mujeres eran menos inteligentes que los hombres (cosa que es completamente falsa). La finalidad de dicha afirmación no era describir la inteligencia de los SH, sino defender la dominación masculina. [4]
Sigamos avanzando.
Si nos obligamos a dudar y dejar en suspenso nuestras creencias sobre la sociedad nos sentimos desnudos. Pero en este punto nos hallamos en condiciones de indicar algo seguro: para que haya sociedad es preciso que existan personas. Para poder existir, las personas necesitan satisfacer sus necesidades: comer, beber, vestirse, tener una vivienda, reproducirse. Para satisfacer sus necesidades las personas deben transformar la naturaleza; en otras palabras, tienen que realizar alguna forma de proceso de trabajo.
Veamos un ejemplo simple. Si me apetece comer una manzana y no vivo en una ciudad con supermercados, verduleros, etc., tengo que ir hasta el manzano y subir a él para tomar mi manzana. Al hacerlo estoy efectuando varias acciones: ubicar el manzano, subirme a él, agarrar la manzana (que esté madura), bajar del árbol. A estas acciones hay que agregarle otras acciones pasadas: las realizadas por los SH que aprendieron a distinguir los manzanos de otros árboles y a conocer las manzanas comestibles de aquellas que no lo son; también las acciones por las que esos SH transmitieron ese conocimiento a las nuevas generaciones (enseñanza). Este conjunto de acciones conforma el proceso de trabajo.
A esta altura podemos afirmar que el proceso de trabajo (o proceso de producción) es el núcleo de la sociedad, pues sin él sería imposible toda vida social. De modo que vamos a comenzar el estudio de la sociedad por el análisis del proceso de producción. Esto nos lleva otra vez a nuestro primer hallazgo: la duda aplicada a nuestras creencias sobre la sociedad.
Todos nosotros estamos acostumbrados a pensar que el trabajo es algo rutinario. No negamos su importancia (¡muchos de nosotros sabemos por amarga experiencia lo que significa carecer de un empleo!), pero no vemos la conexión entre nuestro trabajo y el nivel de desarrollo económico, social, científico y tecnológico de las sociedades del siglo XXI. Sin embargo, y esto es algo que estudiaremos en las primeras clases de este curso, el trabajo rutinario y gris de miles de millones de personas es la base de todas las maravillas y atrocidades de la sociedad actual.
Lo anterior no significa afirmar que todo lo que ocurre en la sociedad se explica por el proceso de trabajo. [5] Significa que no puede explicarse la sociedad si se ignora el proceso de trabajo, pues dicha explicación estaría incompleta.
De manera que el proceso de producción es la base para comenzar nuestro estudio de la sociedad. Ahora bien, nadie trabaja aislado.
Retomemos el ejemplo de la manzana. A primera vista pareciera ser que me encuentro aislado, que la cosa es entre el manzano y yo. No obstante, al tomar la manzana del árbol estoy en relación con una multitud de personas. Yo no nací sabiendo que existen las manzanas, que dan fruto y que éste es comestible. Ese conocimiento es el resultado de una enorme cantidad de experiencias llevadas a cabo por muchos individuos. Ese conocimiento llega a mí por medio del lenguaje, el cual es un producto esencialmente colectivo. No es necesario extendernos más, pues creo que el punto está probado.
Ya podemos formular un nuevo descubrimiento en nuestra indagación: el proceso de trabajo está conformado por interacciones entre individuos, a las que vamos a denominar relaciones sociales. Más adelante demostraremos como toda sociedad está constituida por RS. Por el momento nos basta con indicar el papel de éstas en el proceso de producción.
Observemos con más atención el proceso de trabajo. Ya dijimos que éste implica la relación entre los SH y la naturaleza. Pero la cosa no se agota allí, pues ya constatamos que supone también relaciones entre personas (RS). Ahora bien, estas RS no tienen todas la misma importancia. Algunas son más importantes que otras, pues moldean el carácter que asume el proceso. Para llevarse a cabo, la producción requiere de materias primas, herramientas y trabajadores. Quien controla las materias primas y las herramientas (o instrumentos de producción) controla el proceso de producción, pues decide qué producir, cómo producirlo, en qué cantidad y para quién. Llamaremos relaciones de propiedad a este tipo de RS. El conocimiento de las relaciones de propiedad es fundamental para conocer la distribución del poder en una sociedad determinada. [6] Veamos esto último con más atención.
Hay sociedades que organizaron el proceso de trabajo en base a la propiedad colectiva de los medios de producción (agrupa bajo esta denominación a la tierra, las materias primas, las herramientas) [7], como es el caso de las diversas comunidades campesinas a lo largo de la historia. Como es de suponerse, en ellas el poder estaba distribuido de manera más o menos igualitaria, pues todos tenían acceso a los medios con los que producir lo necesario para satisfacer sus necesidades.
Otras sociedades organizaron su proceso de trabajo en torno a la propiedad privada de los medios de producción. Esto significa que algunas personas tienen la propiedad de la tierra y las fábricas, mientras que el resto de las personas se encuentra privado de esa propiedad. Los propietarios controlan y dirigen el proceso de producción, por ende, tienen el poder sobre los no-propietarios.
Ya avanzamos bastante. Tenemos una pista firme acerca de por dónde comenzar el estudio de la sociedad: las RS de producción; en especial, las RS de propiedad. También sabemos que algunas de las diferencias (o desigualdades) sociales pueden explicarse por las RS de propiedad. En base a ellas podemos establecer una primera distinción: la existente entre propietarios y no-propietarios de los medios de producción. Aquí podemos introducir un nuevo concepto, el de clases sociales, a las que vamos a definir a partir de sus relaciones con la propiedad de los medios de producción.
Pasemos en limpio nuestro último hallazgo. Las clases sociales son grupos de personas que ocupan posiciones similares en el proceso de producción; más concretamente, son personas que tienen las mismas relaciones con los medios de producción (por ejemplo, son propietarios de esos medios). Dichas semejanzas se traducen en condiciones y hábitos semejantes, diferentes de los de las otras clases sociales.
Ahora bien, la experiencia histórica muestra que las relaciones entre las clases sociales distan mucho de ser apacibles. Si bien hay períodos de relativa estabilidad, la regla es la lucha por conservar y acceder a la propiedad de los medios de producción.
Llegados a este punto podemos hacer un alto en nuestra indagación. Ya tendremos tiempo de seguir adelante. Ahora es necesario establecer algunas cuestiones importantes sobre esta materia. Seré breve, para no aburrirlos más de lo conveniente.
En este curso de sociología nuestro objeto de estudio será el capitalismo, es decir, una forma particular de organización social. La sociedad en la que vivimos es una sociedad capitalista; por eso, todo lo que digamos servirá para entender mejor nuestra experiencia como sociedad y como individuos que viven en esa sociedad.
Enseñar sociología tiene algunas ventajas desde el punto de vista del docente. La principal de ellas es que no tenemos que ir a buscar lejos a los ejemplos. Nos basta con narrar las situaciones de la vida cotidiana. Esto permite escapar a una de las particularidades de los estudios universitarios y/o terciarios: la sensación de vivir en un mundo de irrealidad, con discusiones que nada tienen que ver con los padecimientos y alegrías cotidianas de la mayoría de la población.
Estudiar en la universidad implica alienarse, esto es, separarse de lo que ocurre a nuestro alrededor; la sociología, en tanto estudio de lo cotidiano, de lo que hacen las personas comunes, puede resultar útil para luchar contra esa alienación. Hacerlo o no depende de ustedes, y es algo en lo que no me corresponde inmiscuirse.
Éste será un curso introductorio a la sociología, aunque es más correcto decir que se trata de un curso introductorio a la teoría social. Yo prefiero hablar de teoría social y no de sociología, aunque aclaro que utilizo ambos términos como sinónimos para evitar confusiones innecesarias. Ya trataremos extensamente esta cuestión; por el momento puedo adelantar que la teoría social remite a una concepción que considera a la sociedad como una totalidad, mientras que el término sociología, en su uso habitual, se refiere a otra forma de pensar la sociedad, en la que ésta es vista como una serie de habitaciones separadas (lo económico, lo político, etc.), cada una de las cuales debe ser estudiada por una ciencia social específica. Este último es el modelo de las ciencias sociales, sobre el que se modeló la estructura de carreras de nuestro sistema universitario.
Lo que acabamos de decir permite explicar el recorrido que hacemos en el programa de la materia. Vamos a estudiar teoría social de dos maneras: a) leyendo de primera mano a los autores clásicos; b) consultando nuestra experiencia cotidiana. Lectura anclada en y confrontada permanentemente con nuestra realidad.
Respecto al método de trabajo en el marco de la pandemia. Voy a ser breve: me comprometo a escribir una clase semana, que estará disponible los viernes, día de la cursada. Ustedes se comprometerán (queda a criterio de cada uno) a leer la bibliografía obligatoria y a preguntar, cuestionar y proponer todo lo que consideren necesario. La evaluación consistirá en dos parciales domiciliarios.
Por último, no puedo dejar de decir que los envidio profundamente. Yo ya estoy viejo, no puedo sentir las ganas y el entusiasmo que significa adentrarse en una ciencia. Ojalá todos puedan cumplir los objetivos que se han propuesto.
La próxima clase es el viernes 8 de mayo. Tienen que leer la primera parte de la Utopía, de Tomás Moro. En estos días enviaré una copia del texto y la guía de lectura correspondiente.


Villa del Parque, martes 28 de abril de 2020

ABREVIATURAS:
SH = Seres humanos / RS = Relaciones sociales.

NOTAS:
[1] El filósofo griego Aristóteles (384-322 a. C.) fue el primero en enunciar la tesis del carácter social de los SH. Esta enunciación es uno de los logros más importantes de la teoría social. En un sentido podemos decir que todo el curso tiene por objetivo demostrar la verdad de dicha afirmación.
[2] El sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930-2002) dijo alguna vez que la sociología tenía que lidiar con la maldición de estudiar objetos que hablan.
[3] La duda sistemática es el método propuesto por el filósofo francés René Descartes (1596-1650). No tenemos tiempo para dedicarle atención, más allá de lo que hablemos en clase. Quien esté interesado en conocer la obra de Descartes puede leer el Discurso del método (1637).
[4] Título de una obra de Pierre Bourdieu.
[5] En general es falsa toda explicación de los fenómenos sociales por la acción de un único factor o causa. A este tipo de explicación se lo denomina monocausal. Esto que digo es una conclusión sin sus premisas. Espero poder demostrar en el transcurso de la materia la falsedad de las explicaciones monocausales.
[6] En esta instancia vamos a definir el poder como una RS (o un conjunto de RS). Por ende, no se trata de una cosa que se pueda poseer en el sentido habitual del término.
[7] Por el momento nos basta con esta simplificación. Quien tenga interés en profundizar en el tema puede consultar: Marx, K. (1996). El capital: crítica de la economía política. México: Siglo XXI. (Capítulo V, Proceso de trabajo y proceso de valorización).





lunes, 27 de abril de 2020

EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES CURSO 2020 – CLASE N° 5


“Usted es una persona capaz. De una tenacidad innata,
y al parecer está animado de buenos deseos.
Necesita usted estudiar, pero de manera que
los libros no le impidan ver la gente.
Máximo Gorki (1868-1936), escritor ruso.


Bienvenidas y bienvenidos a la quinta clase del curso.
Hoy nos concentraremos en la exposición de la teoría de la dinámica de la ciencia desarrollada por el epistemólogo estadounidense Thomas Kuhn (1922-1996), tal como fue expuesta en su obra La estructura de las revoluciones científicas (1962). En especial, nos ocuparemos de la noción de paradigma, uno de los principales aportes de Kuhn a la filosofía de la ciencia. La exposición se apoya en el artículo del profesor Palma, “La ciencia como proceso”, que ustedes tienen como bibliografía obligatoria. [1]
La obra de Kuhn marca el pasaje de la concepción de la ciencia como producto (propia de la CH) a la de la concepción de la ciencia como proceso. En otras palabras, se quiebra la distinción entre contextos desarrollada por el Círculo de Viena y se somete a una profunda crítica la idea de la epistemología prescriptiva, cuya función era prescribir el método correcto a los científicos. Esto nos llevará a repasar algunos conceptos de la CH que hemos trabajado en clases anteriores.
Al final de la clase de hoy dedicaremos un espacio a sus consultas y a las respuestas tentativas que les fui enviando por correo electrónico.

La CH predominó en la epistemología anglosajona hasta la década de 1960, a punto tal que se la conoce también como concepción estándar de la ciencia. Las críticas formuladas en la clase anterior no deben hacernos olvidar que los empiristas lógicos supieron construir un edificio conceptual sólido, sustentado en dos ideas básicas: a) el CC requiere de verificación empírica; b) el CC tiene un carácter esencialmente provisional, es decir, se encuentra en un proceso de construcción permanente. La primera idea pertenece al Círculo de Viena, que supo retomar y enriquecer los aportes del viejo empirismo y del positivismo; la segunda idea fue elaborada por Karl Popper (1902-1994), quien planteó que los científicos se dedicaban a falsar las teorías existentes proponiendo nuevas hipótesis.
También es cierto que la CH supo construir respuestas efectivas a las críticas que se le formularon. Así, los empiristas lógicos moderaron el inductivismo, al afirmar que el conocimiento obtenido por medio de la aplicación del método inductivo tenía validez estadística, no absoluta. En otras palabras, la acumulación de enunciados de nivel 1 permitía formular una ley científica (un enunciado de nivel 2), que era válida para todos los casos conocidos o, en su defecto, para la mayoría de éstos. De este modo reconocían el valor estadístico de la inducción, sin abrir juicio sobre su valor absoluto. [2]
Popper, por su parte, reformuló su MHD, aceptando la complejidad de la refutación de una hipótesis. Mientras que en las primeras formulaciones del MHD toda vez que una consecuencia observacional no coincidía con los hechos los científicos debían declarar refutada la hipótesis, en las formulaciones posteriores Popper planteaba que era preciso determinar qué era lo que se estaba refutando (la hipótesis principal, las hipótesis secundarias, las hipótesis auxiliares, etc.). De modo que la falta de coincidencia entre la consecuencia observacional y los hechos no obligaba a la refutación de la hipótesis. [3]
Sin embargo, los cambios introducidos en las versiones originales del empirismo lógico y del falsacionismo no modificaron los postulados fundamentales de la CH. Se mantuvo la distinción entre contextos y, por ende, la rígida división del trabajo entre historia y sociología de la ciencia, por un lado, y filosofía de la ciencia, por el otro. [4] De esta manera, la historia quedaba excluida del campo de estudio de la epistemología. El CC era transhistórico, es decir, se hallaba más allá de la historia y podía ser aislado de ésta. Como ya señalamos, esta concepción permitía defender la neutralidad política e ideológica de la ciencia, a la que se atribuía un carácter desinteresado.
Ahora bien, la CH comenzó a resquebrajarse en la década de 1950. El desarrollo de la historia de la ciencia proporcionó nueva información, que contrastaba con la imagen positivista de un progreso continuo del CC. Los historiadores de la ciencia demostraron que los científicos no habían producido nuevo conocimiento apelando a los métodos prescriptos por la filosofía de la ciencia. Todo lo contrario. Muchas veces las nuevas hipótesis y teorías carecían de base empírica adecuada, o sea, los datos disponibles no coincidían con las nuevas hipótesis. Esto ocurrió, por ejemplo, con la teoría heliocéntrica en astronomía, formulada por Copérnico (1473-1543) y que sirvió de puntapié inicial de la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII.
Si los científicos no habían procedido como prescribían los epistemólogos, ¿correspondía seguir aceptando la validez del empirismo lógico y del falsacionismo?
Pero no se trataba únicamente de la evidencia histórica. Una nueva sociología de la ciencia, surgida en la década de 1950, comenzó a interesarse en el trabajo concreto de los científicos, es decir, en las formas en los que éstos producían CC y los mecanismos de aceptación de las nuevas hipótesis y teorías. Esos trabajos mostraron que los científicos procedían de manera muy diferente a la imagen proyectada por la CH. En vez de emplear un método canónico, muchas veces se veían obligados a elaborar métodos específicos para dar respuesta a un problema determinado. En este sentido, Paul Feyerabend (1924-1994), epistemólogo y discípulo de Popper, llegó a plantear la tesis del anarquismo metodológico, esto es, el rechazo de la existencia de un único método científico y el reconocimiento de la que había tantos métodos como problemas científicos a resolver.
Todo lo anterior permite comprender que existía un terreno abonado cuando Kuhn publicó ERS. Kuhn se formó como físico y por razones fortuitas debió ocuparse de la historia de la ciencia. Llegó a la epistemología a partir de la historia, y no a la inversa; sus labores como historiador lo convencieron de que era erróneo separar la historia de la ciencia de la filosofía, pues la práctica de los científicos era incomprensible si se desconocían los factores económicos, sociales y culturales en los que se desenvolvía. Dicho de otro modo, la ciencia no era una actividad transhistórica, sino que era profundamente histórica. Esto lo llevó a quebrar la escisión entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación; la validación de las hipótesis obtenidas por los científicos era incomprensible si se ignoraba el contexto histórico, pues cada época (cada sociedad) tenía criterios diferentes en lo que hace a la validez del conocimiento.
Kuhn llegó a la conclusión de que la epistemología tenía que dejar de enseñarles el método “correcto” a los científicos. Por el contrario, debía ocuparse de estudiar cómo obtenían conocimiento los científicos, los métodos que iban elaborando en su actividad.
Dicho de un modo burdo, propuso pasar de una epistemología prescriptiva a una epistemología descriptiva. Kuhn pensaba que la ciencia es lo que los científicos hacen.
Ahora bien, lo anterior conllevaba una modificación radical de los problemas y de las tareas de la filosofía de la ciencia. Ante todo, la erosión de la distinción entre contextos obligaba a los epistemólogos a ocuparse seriamente de la historia de la ciencia. Ya no podían dejar esa labor en manos de los historiadores. Pero la atención en la historia implicó un desplazamiento del núcleo de interés de la epistemología.
Como ya indicamos, la CH afirmaba que la filosofía de la ciencia tenía que ocuparse del contexto de justificación, es decir, “la cuestión de cómo se fundamenta o valida una hipótesis.” [5] Desde esta perspectiva, la historia de la ciencia era concebida como un progreso lineal desde inferior a lo superior, y ese progreso se aceleraba en la medida en los científicos utilizaban el método correcto, que no era otro que el proporcionado por la epistemología. Kuhn, al romper la división entre contextos, se vio obligado a concentrarse en el problema del progreso científico o, mejor dicho, en la construcción de una teoría que explicara la dinámica del desarrollo científico. La ERC contiene esa teoría.
La CH consideraba al CC como producto, es decir, como algo acabado, estático; no le preocupaban los problemas de su desarrollo histórico; mejor dicho, no era de la incumbencia de la epistemología. Kuhn, en cambio, se dedicó a explorar la dinámica del desarrollo de la ciencia. En el centro de su reflexión está la noción de paradigma.
Ante todo hay que decir que Kuhn, a diferencia de la CH, no considera que las teorías o los enunciados sean las unidades de análisis de la epistemología; ésta tiene que ocuparse de estudiar los paradigmas y las comunidades científicas que aceptan los paradigmas.
En ERC se afirma que cada ciencia particular (por ejemplo, la física) se desarrolla pasando de un paradigma a otro paradigma. Pero, ¿qué es un paradigma?
Kuhn tuvo dificultades para establecer una noción unívoca de paradigma. Sus críticos le reprocharon haber presentado varias definiciones de dicho concepto en ERC. Esto es parcialmente correcto. El profesor Palma dedica especial atención al tema y describe varias acepciones de paradigma, todas las cuales están presentes en ERC:
·         Un paradigma es “una manera de ver las cosas” [6]. Adherir a un paradigma implica ver los hechos de una manera específica, diferente a otras. Por ejemplo: cualquiera de nosotros se desconcierta al ver una radiografía. No vemos en ella más que un montón de manchas. Pero un médico entrenado puede formular un diagnóstico en base a ellas. El médico y nosotros contemplamos cosas distintas al ver la misma radiografía.

·         Un paradigma es “una concepción del mundo”, es decir, “un conjunto de valores y creencias que determinan la forma de producir taxonomías, es decir, de estructurar, categorizar y clasificar el mundo.” [7] Aquí se observa una ruptura importante con la CH, sobre todo con el empirismo lógico, pues para éste la metafísica (y esta incluía los valores y las creencias) quedaba fuera del CC.

·         Un paradigma está constituido por las realizaciones universalmente reconocidas por la comunidad científica, los “modelos a seguir”. [8]

·         Un paradigma es una matriz disciplinar. [9] Entre sus componentes están las partes metafísicas, es decir, ciertos supuestos sobre el funcionamiento del universo o sobre la porción de éste que estudia una ciencia determinada.
A estas cuatro definiciones de paradigma cabe agregarle una quinta, según la cual los paradigmas funcionan más como lenguajes que como miradas acerca del mundo.
Pero la noción de paradigma no agota las herramientas conceptuales con las que Kuhn examina la dinámica de las ciencias. Junto a ella se encuentra el concepto de comunidad científica, compuesta por todos los individuos que practican una disciplina científica determinada.
¿Cómo se define una comunidad científica? En términos de Kuhn la cuestión es sencilla: una comunidad científica está compuesta por todos los individuos que adhieren a un paradigma determinado. A su vez, un paradigma funciona como tal si es aceptado por una comunidad científica. En pocas palabras, los conceptos de paradigma y comunidad científica son inseparables.
Una vez formuladas las nociones mencionadas, podemos pasar a describir cómo concibe Kuhn el desarrollo científico. En primer lugar, toda ciencia pasa por un período pre-científico, en el que no existe una comunidad científica unificada, puesto que hay distintos candidatos a paradigma que se disputan el campo científico en cuestión. Más todavía, en este período no existe un objeto de estudio definido y bien delimitado, pues cada cuerpo de ideas que aspira a ser paradigma concibe ese objeto de estudio de manera diferente. [10]
En segundo lugar, se produce la unificación de la comunidad científica en torno a uno de los aspirantes a paradigma. En ese proceso quedan fuera de la flamante disciplina todos aquellos que se niegan a aceptar el nuevo paradigma. En el caso de la astronomía, la combinación de la física de Aristóteles (384-322 a. C.) con la teoría heliocéntrica de Tolomeo (c. 100 – c. 170) dieron origen a un paradigma que perduró hasta el siglo XVI; durante todo este período eran astrónomos quienes aceptaban el paradigma.
En tercer lugar, la adopción de un paradigma y la conformación de una comunidad científica (como dijimos, ambas cosas son inseparables), determinan una forma específica de trabajar para quienes practican esa disciplina; Kuhn designa a este período con el término de ciencia normal. Los científicos se dedican a resolver problemas que tienen solución dentro de ese paradigma. Kuhn denomina enigmas a esos problemas, que pueden ser resueltos aplicando el instrumental teórico y práctico del paradigma.
La mayor parte de la historia de una ciencia transcurre en períodos de ciencia normal. En cada uno de esos períodos el trabajo de los científicos es rutinario, pues se ocupan de completar los “casilleros vacíos” del paradigma, esto es, de resolver los enigmas. Kuhn indica que los científicos “saben” que los enigmas tienen solución, pues confían en los procedimientos y en las herramientas teóricas del paradigma para resolverlos. En estas épocas los científicos aparecen como figuras conservadoras, poco proclives a modificar sus métodos y sus conceptos. Esta imagen contrasta con la concepción de Popper, quien considera que los científicos dedican su vida a refutar las hipótesis vigentes mediante conjeturas cada vez más audaces.
Sin embargo, no todo es color de rosa en la ciencia normal. Eventualmente aparecen problemas que se resisten a ser resueltos con la aplicación de las herramientas provistas por el paradigma. Si estos problemas persisten se convierten en anomalías y terminan por generar incertidumbre entre los miembros de la comunidad científica. Este malestar no se traduce inmediatamente en desconfianza en el paradigma, pues los científicos son personas conservadoras, en el sentido de que se muestran reacios a tirar por la borda al paradigma que les permitió resolver tantos enigmas.
Pero si la anomalía persiste en el tiempo termina por erosionar la confianza de algunos miembros de la comunidad científica en ese paradigma. Kuhn apunta que se trata, generalmente, de los miembros más jóvenes, quienes tienen menos compromisos con el paradigma existente. En este punto hay que decir que Kuhn sostiene que la comunidad científica funciona también como un campo político, en el que existen instituciones (universidades, organismos estatales, revistas, etc.) cuyo control otorga beneficios y recompensas. Los científicos más viejos ocupan posiciones en esas instituciones y no quieren perder sus privilegios cuestionando al paradigma existente. Los más jóvenes, en cambio, todavía no disfrutan de los beneficios de “pertenecer” a ese sistema de recompensas, por lo que tienen una mente más abierta a los cuestionamientos e innovaciones.
La continuidad de la anomalía y la desconfianza creciente en el paradigma terminan por generar una crisis. Algunos científicos pasan a cuestionar abiertamente al paradigma vigente y proponen alternativas al mismo. Se produce una lucha violenta entre los partidarios del viejo paradigma y los impulsores del nuevo paradigma. Kuhn sostiene que esa lucha no se limita al campo estrictamente científico; no se combate únicamente con argumentos y pruebas científicas. La disputa asume formas políticas; se pelea por el control de las instituciones que otorgan poder, beneficios y recompensas. Se trata de persuadir a los oponentes; en esa tarea de persuasión se recurre a todo tipo de argumentos, que van más allá del campo científico en cuestión.
Si los partidarios del nuevo paradigma logran imponerse, persuadiendo a muchos partidarios del viejo paradigma y conquistando las instituciones del campo en cuestión, se produce una revolución científica, esto es, el desplazamiento del viejo paradigma por el nuevo. En ERC se concibe a las revoluciones científicas como revoluciones políticas, que implican luchas por el poder entre grupos rivales. Aquí también se observan los efectos de haber dejado de lado la distinción entre contextos propia de la CH; por ejemplo, los empiristas lógicas jamás habrían aceptado que las luchas entre científicos pueden resolverse recurriendo a argumentos extra-científicos, que van más allá de los límites del contexto de justificación.
Las revoluciones científicas se saldan con la adopción del nuevo paradigma y la reconfiguración de la comunidad científica; algunos defensores del viejo paradigma no aceptan el nuevo y son excluidos de la comunidad. Da comienzo un nuevo período de ciencia normal y paulatinamente los revolucionarios se vuelven conservadores, dedicándose a resolver enigmas y a ocupar posiciones en el sistema institucional de la ciencia.
Hasta aquí hemos desarrollado de modo muy esquemático las líneas generales de la concepción de la dinámica de la ciencia tal como aparece en ERC. En nuestro próximo encuentro abordaremos la cuestión del progreso científico, a través de una comparación entre los empiristas lógicos, Popper y Kuhn.

Preguntas, respuestas, intercambios varios:
Arrancamos con el intercambio.
Ø  Quería consultarle sobre 2 conceptos que no comprendí de los textos de Pardo y CARNAP respectivamente.
Mi primera duda es en cuanto a las críticas al inductivismo en la justificación. No entiendo el concepto que sostiene que la inducción sostiene un círculo vicioso.
Mi otra duda es sobre el sistema o teoría de constitución, lo cual en primer lugar no entendí si apuntan a ser el mismo concepto, y por otra parte no lo entiendo como para poder rebajarlo a una explicación simple.
Respecto a la cuestión del círculo vicioso de la inducción. Hay que tener presente que la inducción es una forma inválida de razonamiento. Esto significa que se trata de un razonamiento en el que la conclusión no conserva la verdad de las premisas; dicho de otro modo, si las premisas son verdaderas podemos tener, sin embargo, una conclusión falsa. Éste es el significado de la noción de invalidez. 
Cuando se habla del "círculo vicioso de la inducción" significa que los inductivistas defienden una inducción determinada argumentando que el método inductivo fue efectivo en otras oportunidades. O sea, se justifica una inducción con otra inducción. Pero justamente se trata de demostrar la validez de la inducción, y eso no se logra recurriendo al mismo método que se quiere demostrar. Además, como ya se indicó, el razonamiento inductivo es inválido; por tanto, aun cuando su utilización haya sido efectiva en otras ocasiones, eso no garantiza que su utilización actual arroje conclusiones verdaderas. 
Respecto a la segunda consulta. Ella se refiere a la posición del Círculo de Viena, concretamente a las afirmaciones del Manifiesto. Allí se indica que el significado de una proposición es el método de su verificación. En otras palabras, ese enunciado (uso los términos proposición y enunciado como sinónimos) tiene sentido si es posible reducirlo a una proposición que pueda contrastarse con lo empírico. Por ejemplo: el enunciado 'El fin de la vida humana es la felicidad' carece de sentido para los empiristas lógicos porque no existe forma de verificarlo empíricamente. En cambio, el enunciado 'El coronavirus provoca una pandemia' tiene sentido porque puede verificarse. La expresión "sistema de sustitución" se refiere a que se sustituye el enunciado inicial por otro u otros, derivado de él, que permite la verificación empírica.
Ø  Quiero preguntarle algo que no entiendo sobre el Paradigma Premoderno, ¿por qué al saber empírico no se lo considera un conocimiento supremo?
En el paradigma premoderno se desdeñaba la demostración empírica de una teoría o explicación. Se prefería, por el contrario, la demostración teórica, al estilo de los teoremas de la geometría. ¿Por qué? Ante todo porque la ciencia antigua se daba en un contexto social en el que el trabajo era realizado por las personas consideradas inferiores (esclavos, siervos, mujeres, extranjeros, etc.) y el trabajo es la forma más clara de experiencia empírica. En el trabajo se manipulan y transforman los elementos materiales, se observa su comportamiento, se los somete a prueba, se modifican las condiciones de producción. Como el trabajo era desdeñado por las clases dominantes (por ejemplo, los nobles en la sociedad feudal), ese desprecio se transmitía hacia la experiencia empírica, que pasaba a ser considerada como indigna de formar parte de la ciencia. Esta explicación es sociológica y reduce la complejidad del problema de la desconfianza hacia los métodos empíricos, pero resulta de utilidad para comprender la mentalidad propia del paradigma premoderno.

Villa del Parque, lunes 27 de abril de 2020

ABREVIATURAS:
CC = Conocimiento científico / CH = Concepción heredada / ERC= La estructura de las revoluciones científicas / MHD = Método hipotético deductivo

NOTAS:
[1] Palma, H. (2012), “La ciencia como proceso: de la filosofía de la ciencia a los estudios sobre la ciencia y la tecnología”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 77-102).
[2] Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La concepción heredada y la ciencia como producto”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. Ver la referencia a la probabilidad de las hipótesis, p. 59.
[3] El profesor Pardo examina esta cuestión en “La verdad como método”, op. cit., p. 70-71.
[4] El profesor Palma expone los lineamientos principales de la sociología de la ciencia construida en base a la mencionada división del trabajo. El sociólogo estadounidense Robert Merton (1910-2003) es el exponente más destacado de esta corriente, cuyo núcleo es la tesis de que la ciencia es autónoma respecto a las influencias directas de las ideologías e intereses de clase. Ver Palma, op. cit., pp. 90-92.
[5] R. Pardo, “La verdad como método”, p. 50.
[6] H. Palma, op. cit., p. 81.
[7] H. Palma, op. cit., pp. 81-82.
[8] H. Palma, op. cit., p 82.
[9] H. Palma, op. cit., pp. 82-85.
[10] Veamos un ejemplo tomado de una situación en la que ya existe un paradigma aceptado por la comunidad científica. Kepler (1571-1630)) fue uno de los físicos y astrónomos más notables de la historia. En su tarjeta de presentación, si la hubiera tenido, figuraría “astrónomo y astrólogo”. En su época la astrología era considerada una ciencia y, para muchos, era parte integrante de la astronomía. El descubrimiento de la ley de gravitación universal por Newton (1647-1727) y, más en general, de las leyes de la mecánica (el movimiento en el universo) reconfiguró el campo de estudio de la astronomía y dejó afuera de ella a la astrología, pues dichos logros disiparon la creencia en que los astros influían en la vida de las personas (la disiparon a nivel científico y no a nivel popular, por supuesto). La mecánica newtoniana produjo una nueva manera de ver los fenómenos astronómicos, que pasaron a ser considerados en términos de relaciones matemáticas; en este sentido, puede ser considerada un nuevo paradigma. La paradoja de todo esto reside en que Kepler contribuyó decisivamente a la formulación de las leyes del movimiento de los astros y, de ese modo, a la erosión del carácter científico de la astrología.