La compilación Acerca del anarquismo y el anarcosindicalismo, publicada en 1976 (Moscú: Editorial Progreso), incluye escritos de Marx, Engels y Lenin. Se trata, por lo menos en lo que hace a los trabajos de Marx y Engels, de una obra sesgada, que pone el acento en los ataques al anarquismo y deja de lado obras fundamentales, como La guerra civil en Francia. Más allá del sesgo, contiene una serie de valiosas indicaciones sobre la concepción marxiana de la política y del partido. A modo de muestra, van estas notas de lectura.
En su carta a Ludwig Kugelmann, fechada el 9 de octubre de 1866 (1), Marx define como revolucionario a “todo movimiento social concentrado, que, por tanto, puede llevarse también por medios políticos”. (p. 23).
La acción política (referida aquí a la acción del movimiento obrero) es equivalente a la concentración de la lucha de clases. ¿Por qué? Porque implica concentrar las luchas dispersas, los esfuerzos individuales, en torno a una disputa por el Estado (la expresión más concentrada del poder social). Para lograr esa concentración es necesario (y esto es tanto más acuciante en las clases explotadas) la tarea de organización política, una de cuyas patas es la lucha ideológica. Usando una imagen boxística, la lucha por el Estado expresa la intención de pararse en el centro del ring, de tener la iniciativa. Si se la descarta, si la califica de lucha “autoritaria”, no por ello se elimina el Estado ni se disminuye su capacidad para golpear, es decir, para disgregar y desorganizar a las clases subalternas). De ahí que Marx entienda por movimiento revolucionario al que demuestra ser capaz de concentrar las fuerzas de la clase trabajadora, contrarrestando la tendencia a la dispersión promovida por el capitalismo.
En carta a Paul Lafargue, fechada el 19 de abril de 1870 (2), Marx lleva a cabo una discusión de los puntos centrales de la teoría de Bakunin (1814-1876). En ese marco, que no interesa aquí, puede leerse el siguiente pasaje: “proclamar la abolición del derecho de herencia no sería un acto serio, sino una amenaza estúpida que agruparía a todo el campesinado y a toda la pequeña burguesía alrededor de la reacción” (p. 25).
Si se deja de lado la cuestión de la herencia, de la afirmación de Marx se desprende que el proletariado no sólo debe organizarse políticamente de modo autónomo, sino que también tiene que desarrollar una política que le permita nuclear tras de sí la mayoría de la población. (3) Marx y Engels aprendieron esto, sobre todo, en las experiencias de junio de 1848 (4) y de marzo-mayo de 1871. Los bolcheviques aplicaron esta línea en la Revolución de Octubre (por medio de la conformación de un bloque entre obreros y campesinos) y Antonio Gramsci (1891-1937) concretó esto en el plano teórico desarrollando el concepto de hegemonía.
En base a lo expuesto en el párrafo anterior puede establecerse la distinción entre dos líneas políticas de la clase obrera: a) una de ellas pretende desarrollar un política exclusivamente para el proletariado (para una clase obrera idealizada, mistificada), sin pensar en las otras clases subalternas, cuya existencia se desconoce en el terreno práctico (más allá de las declamaciones), o se tiende a asimilarlas a la burguesía; b) otra promueve la autonomía de la clase trabajadora, pero combate todos los vestigios del punto de vista corporativo e impulsa la elaboración de una política que unifique a todas las clases subalternas en torno a la lucha del proletariado. De hecho, la necesidad de construir una organización revolucionaria es una resultante de la necesidad de elaborar una política contrahegemónica, un nuevo bloque histórico.
El argumento de Marx, favorable a la segunda de las políticas esbozadas en el párrafo anterior, cobra pleno sentido si se tiene en cuenta que Marx estudia al capitalismo como una totalidad, en la que sólo para fines analíticos puede distinguirse entre economía y política. Desde este punto de vista, postular la escisión entre lucha económica (o lucha sindical) y lucha política implica adoptar la ideología de la burguesía.
Cuando se desata una huelga por un reclamo de aumento salarial en una fábrica textil del partido de San Martín, por ejemplo, no se trata de un conflicto individual entre los obreros A, B, C y el capitalista R. El carácter social de la lucha sólo es inteligible desde la visión de las clases sociales. Las posiciones de A, B, C y R están dadas por la posición que ocupan en el proceso de producción; R tiene todas las de ganar porque su propiedad es sancionada por el Estado (Código Civil, Código Penal, etc.). Los obreros sólo tienen chance de vencer si se unen y superan la estrechez corporativa. En esta instancia, el enfrentamiento asume la forma de movimiento político. Los obreros tratan de organizarse y la burguesía, por su parte, brega por desorganizarlos.
Si se acepta lo anterior, es claro que la apoliticidad, el rechazo de la política, etc., objetivamente constituyen una política burguesa, puesto que promueven la dispersión de la clase obrera (mejor dicho, refuerzan la fragmentación derivada de las relaciones de producción capitalistas). Todo esto independientemente de las intenciones de los promotores de dichas iniciativas.
Villa del Parque, jueves 24 de agosto de 2017
NOTAS:
(1) Incluida en pp. 23-24 de la compilación mencionada. La carta fue publicada por primera vez en la revista DIE NEUE ZEIT, Bd. 2, n° 2, 1901-1902. Ludwig Kugelmann (1830-1902) era un médico alemán, amigo de la familia Marx.
(2) Incluida en pp. 25-26 de la compilación mencionada. Paul Lafargue (1842-1911), periodista y médico nacido en Santiago de Cuba, fue un militante y ensayista que jugó un papel importante en la difusión del marxismo. Integró el Consejo General de la AIT (1° Internacional) y fue uno de los fundadores del Partido Obrero de Francia. Compañero de Laura Marx, hija de Karl. Su obra más conocida es El derecho a la pereza.
(3) Al margen del argumento principal, puede leerse entre líneas que nunca se concreta la polarización absoluta entre la burguesía y el proletariado; por el contrario, siempre subsisten - y esto forma parte de la esencia del modo de producción capitalista - elementos, fracciones y clases intermedias.
(4) En Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850, Marx escribió: “mediante el sufragio universal, otorga la posesión del poder político a las clases cuya esclavitud social debe eternizar: al proletariado, a los campesinos, a la pequeña burguesía.” (Marx, Karl, Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850, incluida en Marx, Karl, Trabajo asalariado y capital, Barcelona, Planeta-Agostini, 1985, p. 68). La derrota sufrida por los obreros de París en junio de 1848, cuando se vieron empujados a la insurrección por la burguesía, fue leída por Marx como una advertencia trágica acerca de la necesidad de evitar el aislamiento político. La clase trabajadora fue vencida porque no pudo agrupar tras de sí a los campesinos y a los pequeño burgueses.
Transcribo el comentario de Danilo Castelli, enviado al grupo de facebook de Miseria de la Sociología: "En el comunismo de consejos elaboraron la cuestión de la división de las luchas entre políticas y económicas como características del movimiento obrero reformista, dividido en partidos y sindicatos.
ResponderEliminarUn movimiento obrero distinto tiene que basarse en organizaciones "unitarias", donde no haya separación entre lucha política y económica. Así fueron los consejos y soviets. En Argentina lo más cercano fueron las coordinadoras interfabriles del 75.
La actual división del trabajo organizaciones de masas/agrupaciones partidarias y la especialización de lucha reivindicativa por un lado y política por el otro que viene con ella es la que crea el suelo fértil para que los partidos vengan con una visión "por afuera y por arriba" de los conflictos (por más que cuadros suyos protagonicen la lucha) y crean que sin su dirección las luchas no tienen posibilidad de triunfar y pasar al plano "político".
La ideología leninista sigue viva porque calza perfecto en esa red de relaciones. Otros elementos que la hacen atractiva son su alta coherencia lógica interna y el prestigio del bolchevismo. Y así seguirá siendo hasta que la clase no pase a la ofensiva creando nuevos tipos de organizaciones. Actualmente las luchas más avanzadas contra el capitalismo son las socio ambientales, basadas en asambleas ciudadanas en donde la división del trabajo del movimiento obrero no está establecida."