sábado, 12 de julio de 2014

LUCHADORES CLASISTAS: JOSÉ LUIS ESPERT Y LA NEGOCIACIÓN CON LOS FONDOS BUITRES

Unas pocas palabras a modo de introducción a esta nueva sección del blog. La burguesía es el actor social con mayor conciencia de clase en la Argentina. Esta conciencia se despliega a través de una multitud de acciones tendientes a asegurar los privilegios derivados de la propiedad de los medios de producción. Estas acciones son llevadas a cabo por empresarios, políticos e intelectuales. Además, para fijar una fecha arbitraria, desde la mal llamada Conquista del “Desierto” (1879) hasta la actualidad, nuestra burguesía ha dado muestras de una ferocidad inusitada en la defensa de su propiedad. Sus intelectuales han tenido siempre entre las tareas a cumplir el ocuparse de borrar las huellas de las atrocidades cometidas por la clase a que pertenecen, por nacimiento o por elección. Es por ello que hemos resuelto dedicar una serie de artículos a los representantes de la clase dominante argentina. El título de la sección responde a que es habitual adjudicar el adjetivo “clasista” a los militantes obreros de base o a la izquierda; sin discutir la pertinencia de esta caracterización, hay que decir que los personajes de los que nos ocuparemos en esta sección merecen largamente la calificación de “luchadores clasistas”, porque se desviven diariamente por asegurar la perpetuación de la explotación capitalista en Argentina. Claro está que su “modestia” les impide aceptar este calificativo.



José Luis Espert es un economista formado en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y en el CEMA. Adscribe al más rancio liberalismo económico. Colabora regularmente en La Nación, esa “tribuna de doctrina” de la burguesía argentina.

En el artículo “Psicología del desacato” (La Nación, 10 de julio de 2014), Espert expone su opinión sobre la negociación entre el gobierno argentino y los denominados “fondos buitres”. Antes de leer el artículo es conveniente tener en cuenta: a) Espert considera que el capitalismo “es el mejor de los mundos posibles” y, por tanto, cualquier crítica a esta forma de organización social equivale a una expresión de irracionalidad; b) Espert es un férreo opositor al kirchnerismo, del que lo separan el universo discursivo y la tendencia a maquillar el carácter de clase del Estado. Espert prefiere la franqueza, el llamar al pan pan y al vino vino. El Estado capitalista tiene que impulsar por todos los medios la acumulación de capital y dejarse de embromar con subsidios para los trabajadores (salvo en caso que las papas quemen  - léase desafío de los trabajadores a las relaciones capitalistas - y haya que asegurar la estabilidad del sistema).

Vamos al artículo de nuestro luchador. El gobierno kirchnerista (Néstor y Cristina) se caracterizó por pagar a rajatabla los intereses de la deuda a los acreedores externos. Lejos de la confrontación y más allá del discurso, el kirchnerismo abonó 173 mil millones de dólares al tan aborrecido (en el discurso) capital financiero internacional. Sin embargo, Espert no estaba conforme. La negociación pendiente con Repsol por la expropiación de YPF, las demandas pendientes en el Ciadi, la deuda con el Club de París, la deuda impaga a los “fondos buitres”, eran banderas de batalla de un militante de la burguesía como Espert. Había que pagar o pagar el 100 % de la deuda y punto.

Este año las cosas cambiaron. Urgido por la crisis de su política económica, el kirchnerismo dejó de lado las reticencias discursivas y entregó todo lo que había que entregar a los acreedores externos. Indemnización a Repsol, acuerdo con el Club de París, fueron los jalones centrales de este proceso. Axel Kicillof, ministro de Economía con fama de “heterodoxo” (quienes lo consideran “marxista” demuestran un agudo sentido del humor), fue el personaje ideal para llevar adelante las genuflexiones de rigor ante el capital financiero. Kicillof, como negociador, tiene la virtud de matizar la entrega más escandalosa con los gestos más ampulosos e inofensivos de desafío. Todo ello dejó a Espert sin libreto y obligado a reformatear su discurso. Pero un luchador consecuente siempre sabe acomodarse a nuevas circunstancias teniendo en cuenta su objetivo esencial: la defensa de los intereses del capital.
Como sabemos, el kirchnerismo aceptó negociar con los “fondos buitres”, a quienes atacó discursivamente durante años. De hecho, que se el juez Griesa quien decida los destinos de la economía argentina no es casualidad, sino que obedece a la decisión del patriota Néstor Kirchner de aceptar la jurisdicción de la justicia del Estado de New York para decidir los litigios con los bonistas. Es claro, también, que el kirchnerismo no rechazó el fallo de Griesa sino que está negociando qué porcentaje se les va a pagar en efectivo a los “buitres” y qué porcentaje en bonos. Esta es la esencia del asunto. Sin acuerdo con los acreedores externos, no hay inversión en Argentina y sin inversión no hay acumulación de capital.

En este contexto hay que enmarcar la intervención de Espert. Sin medias tintas, afirma que el gobierno tiene que acatar plenamente la sentencia de Griesa y pagarle el 100 % a los “buitres”. En esto, Espert muestra cómo la burguesía argentina es muchísimo más internacionalista que nuestra clase obrera. Espert comprende la ligazón indisoluble entre nuestra burguesía (el adjetivo “nacional” es casi una muestra de humor inglés) y el capital internacional.

Espert toma revancha del silencio a que lo relegó la política kirchnerista de los últimos tiempos y muestras las inconsecuencias del kirchnerismo en su negociación con los acreedores externos:

Al quedar descartada la opción de pagar cash la sentencia, automáticamente entró la opción de, al menos una parte, pagarla con bonos de la deuda pública. Y ahí comienza la negociación ¿Cuánto de cash y cuánto de deuda? Pero al dispararse la negociación, la RUFO (1) deja de tener 0% de probabilidad de ocurrencia versus si se tratara de un solo pago cash (un bonista al ver al gobierno "negociando" una mejora, aún dentro del juicio perdido, podría demandarle esa mejora al gobierno argentino). Luego, al aparecer la RUFO, aparece también el terror oficial de que un problema de una sentencia perdida de nada más que u$s1.500M terminara siendo, en el peor de los casos, de casi 100% del PBI y en una situación intermedia de u$s150.000M.

Espert razona del siguiente modo: Si vamos a pagar, si vamos a conceder todo a los acreedores externos, ¿por qué no entregar todo de una vez, habida cuenta que eso fue lo que se hizo, por ejemplo, en las negociaciones con el Club de París? La impaciencia militante consume a nuestro militante de la burguesía. Espert tiene en claro que el capitalismo es un sistema donde la explotación forma parte indisociable de las reglas de juego y que cualquier invocación a la justicia está de más en una negociación con el capital. Es claro que puede decir esto porque, a diferencia del kirchnerismo, Espert no tiene el problema de ganar elecciones. Por eso atribuye las vacilaciones del gobierno a cuestiones psicológicas. Llevado por su entusiasmo casi adolescente en defender al capital, no comprende que la sinceridad no vende en política.

Espert termina por proponer una salida que incluye en la negociación con los “buitres” a los bonistas que participaron en los canjes de 2005 y 2010:

“…hay quienes piensan, desde el punto de vista jurídico, que a Cristina Kirchner, si no quiere entrar en default, no le queda otra que incluir en la negociación a todos los demás holdouts y a todos los bonistas que aceptaron los canjes de deuda 2005-2010 de manera urgente, para que los holdouts le pidan a Griesa reponer el stay= "no innovar" (sobre las cautelares que la justicia americana dictó en su favor en los últimos 2 años), y una vez reinstalado, negociar con ellos (los holdouts) cómo pagarles el 100% de sus acreencias y lograr la anuencia (con firma de por medio dentro del juzgado de Griesa) de los bonistas de esa negociación para que éstos no litiguen también contra la Argentina.

El artículo concluye con una reflexión paradójica:

Así que de la misma manera que no hay buitres sin deuda, no hay deuda sin déficit, no hay déficit sin políticos gastomaníacos y no hay políticos gastomaníacos sin una sociedad indigna.

Alguien debiera advertirle a Espert que el exceso de sinceridad es peligroso. Sólo alguien que considera al capitalismo como la única forma posible de organización social puede escribir alegremente un párrafo como el precedente. Ahora bien, si se deja de lado esta visión, se puede llegar a pensar que la “indignidad” de la sociedad argentina radica en la profunda desigualdad social, que permite, por ejemplo, que la burguesía viva en barrios privados y que la clase trabajadora viva, en muchos casos, en barrios privados de cloacas, de agua corriente, de servicios de salud. En síntesis, que la “indignidad” es consecuencia lógica de la explotación capitalista, aunque esto sea imposible de imaginar en el horizonte mental de un Espert.

Villa del Parque, sábado 12 de julio de 2014

NOTAS:


(1)  Rights Upon Future Offers. Cláusula introducida en los canjes de la deuda en 2005 y 2010. Establece que Argentina se compromete a ofrecer a los bonistas que participaron de esos canjes las mismas condiciones que se acuerden en reestructuraciones posteriores de la deuda, siempre y cuando sean mejores que las ofrecidas en los canjes mencionados. Su vigencia vence el 31 de diciembre de 2014.

2 comentarios:

  1. "... sino que obedece a la decisión del patriota Néstor Kirchner de aceptar la jurisdicción de la justicia del Estado de New York para decidir los litigios con los bonistas." Error. Los bonos que quieren cobrar los holdouts son ANTERIORES al canje kirchnerista. En cuanto a la crítica a que Espert dice lo que dice porque no tiene que ganar elecciones ¿no se aplica también al autor del artículo?

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  2. Gracia al anónimo lector (perdón pero no encuentro una fórmula más satisfactoria para nombrarlo) por el comentario. Respondo. Respecto a la primera cuestión, es claro que Néstor Kircher y Cristina Fernández aceptaron la jurisdicción del Estado de Nueva York; en el caso de bonos anteriores, no levantaron la voz para rechazar esa jurisdicción. Respecto al segundo tópico. Si sólo pudiera opinar sobre temas políticos aquél que tiene un interés directo por ser candidato en elecciones, pues entonces no habría ni sociología, ni ciencia política, ni periodismo. Estoy seguro de que esa no es la intención del lector. Saludos,

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