Francis Korn es una socióloga argentina, graduada en la UBA en 1961. Se doctoró en Antropología por la Universidad de Oxford (1970). Fue directora
del Centro de Investigaciones Sociales del Instituto Di Tella. También se
desempeñó como Directora del Departamento de Sociología de la UBA.
Korn es autora de la “Introducción” a la obra Conceptos y variables en la investigación social (Buenos Aires,
Nueva Visión, 1971), una compilación de artículos sobre la problemática de las
variables en las ciencias sociales. El libro reúne trabajos de Paul Lazarsfeld (1901-1976),
Barton y Menzel.
El estudiante de ciencias sociales suele padecer los cursos de Metodología de
la Investigación como una especie de tormento refinado, sobre todo porque la
práctica de la investigación se encuentra divorciada de la práctica cotidiana
de los estudiantes. Además, los manuales presentan la materia como una especie
de recetario de cocina, con el que el chef de turno puede manipular todo lo
humano y lo divino.
Es por eso que conviene revisar viejos textos, que presentan con claridad
cuestiones que han adquirido la dignidad de embrollos. En este sentido, la
introducción mencionada constituye una buena presentación del concepto de variable.
La autora comienza señalando el carácter impreciso del término,
consecuencia de su uso indiscriminado, que lleva a que se utilice la palabra
“variable” como sinónimo de “dimensión de un objeto” (p. 9). Si la teoría
social pretende no quedar relegada al territorio del ensayo, es preciso que se
vea confrontada permanentemente con la realidad para poder así calibrar la
validez de sus explicaciones. De allí que resulte importante transcribir la
definición formulada por Korn del concepto de variable:
“el significado completo de la palabra «variable», tal
como es usada en ciencias sociales, contiene no sólo la connotación de
«aspecto» o «dimensión» de un fenómeno, sino también la propiedad de estos
aspectos o dimensiones de asumir distintos valores.” (p. 10).
Cuando se habla de variable, se corren dos riesgos: por un lado, la noción
puede quedar reducida a la del concepto, es decir, limitada a lo exclusivamente
teórico; por otro lado, puede ser confundida con la de indicador, circunscripta
por tanto a los aspectos empíricos de la cuestión. En otras palabras, puede
designar tanto a la definición puramente teórica, como a los aspectos meramente
empíricos. Para superar esta imprecisión, Korn enlaza la definición de variable
con la del proceso de operacionalización.
“El tipo de clasificación (real o nominal) y la
particular connotación de los términos incluidos en una proposición sociológica
dependen del completo cuerpo teórico en que esta proposición está contenida.
Pero si una proposición tiene el status de hipótesis científica, es decir, si
su verdad depende de la posibilidad de refutación empírica, sus variables deben
ser traducidas a conceptos mensurables. Normalmente, las proposiciones
sociológicas se expresan en términos que se refieren a cualidades de objetos o
relaciones entre ellos, y no a perceptos. Corresponden a la categoría de «hechos
sociales no manifiestos» en la terminología de Durkheim. Como la prueba
empírica implica medición, es necesario estudiar estos hechos sociales no
manifiestos por los hechos sociales manifiestos que las representan. Es decir,
es necesario definir las variables teóricas contenidas en una hipótesis en
términos de variables empíricas. A estas últimas se las llama indicadores.” (p. 10-11).
La operacionalización es el proceso por medio del cual los conceptos (que
son, aunque suene tautológico, teóricos, es decir, que no tienen directamente
referentes empíricos) son convertidos en indicadores. Es el proceso que media
entre la teoría y la realidad. No es realizado de manera automática o siguiendo
una receta prestablecida, sino que es construido por el investigador a partir
de su marco teórico. Esto es así
porque a partir de la definición del concepto se desprende la cantidad de
dimensiones analizadas. Y, como es sabido, existen diferentes corrientes
teóricas en las disciplinas sociales. Dichas corrientes se encuentran
enfrentadas entre sí y proponen diferentes maneras de ver la realidad social. Además,
cada investigador construye un problema particular, determinando así la mayor o
menor complejidad de la operacionalización.
Korn describe así las etapas del proceso:
“el proceso lógico en la operacionalización de una
variable requiere los siguientes pasos:
(i)
Definición
nominal de la variable a medir;
(ii)
Definición
real: enumeración de sus dimensiones;
(iii)
Definición
operacional: selección de indicadores.” (p. 11).
La definición nominal no es otra cosa que el concepto. La noción de dimensión
se refiere a la propiedad de ser parte de una totalidad mayor, a cada uno de
los aspectos discernibles de una variable (p. 11). Si los conceptos son las
variables teóricas, los indicadores son las variables empíricas, que pueden
indagarse directamente en la realidad.
En este punto, Korn hace una aclaración importante:
“Obviamente, la cantidad de operaciones que hay que
realizar con cada una de las dimensiones de una variable para volverla
mensurable depende de su distancia al plano empírico. También hay que tener en
cuenta que la cantidad de indicadores que se use para representar una variable
dependerá no sólo de su complejidad conceptual, sino de la cantidad de pruebas
empíricas que requerirá su validación.” (p. 10-11).
A partir de lo anterior, la autora explica la noción de índice:
“La medida compleja que se obtiene combinando los valores
obtenidos por un individuo en cada uno de los indicadores propuestos para la
medición de una variable se llama índice. La diferencia entre un índice y un
indicador es entonces de grado. Un índice es un complejo de indicadores de
dimensiones de una variable y
constituye, por lo tanto, el indicador total de una variable compleja.” (p. 12).
La práctica del proceso de operacionalización sirve para demostrar que la
metodología no puede ser reducida a una receta aplicable por igual a todos los
problemas. El pasaje desde el concepto al indicador es guiado en todo momento
por la teoría. El investigador que pretende invocar la neutralidad de la
ciencia recurriendo a las técnicas olvida que sin teoría no hay investigación.
Y la teoría no es neutral, implica un punto de partida determinado, un lugar
especial desde donde mirar el mundo.
Buenos Aires, sábado 1
de septiembre de 2012
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